5-Rostro conocido
—¿Qué haces aquí? No esperaba verte de nuevo —dije con sinceridad.
—No he parado de pensar en ti.
—No sabemos ni siquiera nuestros nombres. Nos conocimos hace menos de 24 horas. Eres un desconocido. No podemos estar aquí a solas.
—Ryan Ford. Ya no somos desconocidos —hizo un gesto de saludo, y pude notar un leve sonrojo en sus mejillas.
—Kaia Miller —dije, mientras rodaba los ojos y liberaba mi mano de la suya.
—Así que este es tu cuarto —comentó mientras observaba cada rincón de mi habitación.
—¿Por qué mejor no olvidamos todo lo que pasó la última noche y ambos seguimos como si nada hubiese ocurrido? —propuse.
—¿Estás segura de querer eso realmente?
—En lo absoluto —respondí mientras me peinaba el cabello y le daba la espalda, esperando que se marchara.
Sentí cómo descendía por mi ventana y, después de unos minutos, me asomé para asegurarme de que se había marchado.
—Es mejor así —dije en voz baja, sola en mi cuarto.
Aún no entiendo cómo consiguió mi número ni por qué vino otra vez hoy. De cualquier manera, es mejor olvidar todo y que cada cual siga su rumbo.Justo cuando estaba a punto de ducharme, recordé que debía llamar a mi mejor amiga para contarle todo lo que había sucedido.
—Perdón por no llamarte antes.
—Kaia, cuéntame todo.
—Conocí a alguien esa noche. Luego me inscribí en una carrera de motos y casualmente era junto a él. Comencé a quejarme e intenté bajarme de la moto mientras él manejaba. Paramos en un lugar muy oscuro, lo llamé estúpido, entre otras cosas... y bueno, nos besamos. Es todo.
—¡¿Lo besaste?! —gritó en mi oído.
—Me acompañó a casa y me ayudó a subir a mi cuarto sin que mis padres se dieran cuenta. Hoy, cuando regresé de la escuela, estaba justo aquí en mi habitación. Hablamos, le pedí que se marchara y olvidáramos todo lo que ocurrió.
—¿Estás segura de no volver a verlo?
—Es un desconocido para mí. No sabemos nada uno del otro, y no debemos darle importancia.
—Tal vez tengas razón. Lo que tiene que permanecer en tu vida siempre regresará a ti las veces que sean necesarias.
—Olvidemos todo.
—¿Qué harás hoy?
—¿Tengo otra opción que no sea permanecer en casa? No —respondí, rodando los ojos aunque ella no pudiera verme.
—Debo cortar la llamada. Luego hablamos.
—Hasta luego.
Corté la llamada y finalmente fui a darme una ducha. Los demás de la casa llegarían más tarde, lo que significaba que tendría tiempo para mí a solas, aunque no pudiera escapar de estas monótonas paredes. Billie Eilish comenzó a sonar a todo volumen en mi cuarto. Abrí el clóset y saqué una libreta que contenía un par de notas de hace algún tiempo. Busqué un lápiz para escribir unas líneas. La escritura no es mi fuerte, pero de alguna manera se ha convertido en mi refugio, en mi hogar.
Con "Happier Than Ever" sonando de fondo, las palabras fluyeron en la página:
"No recuerdo el momento exacto en que dejaste ir esa sonrisa. Permitiste que ese brillo en tus ojos se desvaneciera con la misma rapidez que el viento. Te encerraste en un portal vacío, solo tú, el miedo y la desesperación que te consumían lentamente. Le diste paso para que se apoderara de tu mente inocente, transformándote en 'nada'..."
Guardé el cuaderno con cuidado. No quiero que nadie sepa de su existencia, ya que contiene pensamientos demasiado personales. Me recosté para dormir, buscando evadir el mundo y los sucesos que ocurren cada minuto. Mientras me sumergía en un sueño profundo, comencé a escuchar voces fuera de mi habitación. Eran tonos familiares, voces que reconocía con facilidad.
—¿Qué es tan importante como para dejar el trabajo antes? —escuché la voz de mi padre, cargada de molestia.
—¿Recuerdas al hombre que ordenamos desaparecer luego de todo lo ocurrido antes de venir hasta acá? —mi madre soltó un gran suspiro.
—¿Qué sucedió?
—Me llamó hace un rato y me sobornó. Dijo que si no le damos la cantidad que pide, nos enviará a prisión. Te lo advertí, Adara. El hombre que contrataste para esa tarea era un inepto, pero insististe en que fuese él.
—No es momento para quejas. ¿Qué haremos? No podemos permitir que entregue pruebas a la policía. Podría ser nuestro fin.
—La única opción es matarlo para librarnos completamente de él y respirar con tranquilidad —dijo mi padre con una frialdad que me estremeció.
Me tapé la boca con las manos para evitar que escucharan mi respiración agitada.
—Me parece lo ideal. No podemos permitir que nos destruyan.
—Hablemos de esto en un lugar más seguro. Yo me encargo.
Escuché pasos alejándose. Fragmentos de la conversación seguían resonando en mi mente: hablaban de eliminar a alguien que poseía documentos comprometedores. Debo averiguar de quién se trata. Decidí bajar con la mayor naturalidad posible para intentar descubrir más. Caminé con cuidado, asegurándome de no hacer ruido mientras observaba cada detalle a mi alrededor.
—¿Permanecías en casa? —me preguntó mi madre, tomando un café en la sala de estar.
—Hoy nos permitieron salir temprano. Estaba dormida —mentí, fingiendo que recién me levantaba.
—Adara, ven a la oficina. Debemos conversar —dijo mi padre con firmeza desde el pasillo.
Ambos se dirigieron a su oficina, dejándome sola una vez más. A medida que el día avanzaba, comencé a imaginar mi vida en este lugar. Todo se siente igual: las mismas rutinas, los mismos pensamientos, las mismas sombras.
De repente, sentí mi celular vibrar. Era un mensaje:
Desconocido:
-"Te veías muy bien la noche de las carreras."
Yo:
-"Dije que olvidáramos todo lo que ocurrió esa noche. ¿No logras entenderlo?"
Desconocido:
-"No sabía que había otro chico."
Yo:
-"¿Eres el de las notas del otro día?"
Desconocido:
-"No puedo brindar más detalles al respecto. Siempre estoy donde tú estés, veo lo que tú puedes observar y siento algo más allá de lo que tú puedas llegar a sentir."
Ese fue el último mensaje que recibí de ese número desconocido. Sin pistas, no pude localizarlo. Desde que regresé a esta casa, todo adoptó un tono gris. Las sombras del pasado me rodean y el misterio sigue envolviendo cada rincón. La casa misma parecía susurrar secretos antiguos, y cada rincón escondía sombras que no podían ser ignoradas.
—Tengo una propuesta para ti —interrumpió mi madre, entrando en la habitación.
—¿Qué tan buena puede ser para que la acepte?
—Tu absoluta libertad.
—¿Qué propones? Sorpréndeme.
—Podrás salir de casa bajo un horario que tu padre y yo impondremos. El chofer te llevará e irá por ti cada día.
—Suena tentador. ¿Qué sugieren a cambio?
—Conquistarás a un chico. Cuando tengas su confianza, accederás a su casa y obtendrás unos documentos. No preguntes lo que contienen. Solo decide.
Mis ojos se abrieron de par en par. ¿Qué clase de libertad es esta?
—Digamos que acepto. ¿Cuál sería el tiempo promedio para lograrlo?
—Todo depende de tu eficiencia.
—¿Cumplirán con su parte?
—Siempre y cuando tú cumplas con la tuya.
Dijo estas palabras y salió de la habitación, dejándome con una mezcla de emociones. Revisé la información que me envió.
¿Tú?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro