24-Cicatrices de familia
La tensión en la habitación era sofocante, como un mar de emociones contenidas que amenazaban con desbordarse en cualquier momento. Ryan me observaba con una mezcla de expectación y una calma inquietante. Sus ojos oscuros eran un abismo que no quería explorar, pero ya no había vuelta atrás. Las preguntas se agolpaban en mi mente, y aunque el miedo a sus respuestas latía en mi pecho, no podía detenerme.
—¿Siempre supiste quién era yo? —pregunté, con la voz más firme de lo que sentía. Mi mirada se clavó en la suya, buscando una grieta en su inexpresividad.
Ryan no apartó los ojos de mí ni un segundo. Su postura, relajada pero tensa al mismo tiempo, me decía que había esperado esta pregunta. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, asintió con una calma aterradora.
—Desde el principio, Kaia. Lo supe todo.
Mis dedos se crisparon contra mis costados. Había tantas emociones enfrentadas dentro de mí que no sabía cuál prevalecería: la furia, la incredulidad o el frío vacío de la traición.
—¿Entonces esto...? —gesticulé hacia nosotros, hacia el espacio que compartíamos— ¿Todo fue planeado? ¿Un juego para ti?
—No es un juego —replicó, su tono bajo y medido, como si cada palabra estuviera calculada— Pero sí, sabía de tu familia. Sabía de su conexión con todo esto. Sabía que tú...
Se interrumpió, pero no era necesario que continuara. Las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar de una forma que nunca hubiera deseado.
—Sabías lo que buscaba. Sabías lo que tenía que descubrir. Y tú... —mi voz se quebró por un momento, pero me recompuse rápidamente—¿Qué querías de mí, Ryan? ¿Por qué te acercaste?
Sus labios se curvaron en una sonrisa irónica, pero sus ojos no mostraban burla, solo un cansancio que parecía venir de años de secretos guardados.
—Te subestimas, Kaia. Lo que sentí por ti no fue algo que planeé. Pero sí, sabía lo que encontrarías. Y sabía que, tarde o temprano, llegarías aquí.
El frío en su tono me hizo estremecer. Era como si hablara de mí como una pieza de ajedrez, algo que había movido estratégicamente hasta que encajó en el tablero que él controlaba.
—¿Y ahora qué? —pregunté, dando un paso hacia él, mi mirada retándolo a que me respondiera.
Ryan me estudió detenidamente, su mandíbula tensa, pero sus ojos... sus ojos mostraban algo que no esperaba: arrepentimiento.
—Ahora seguimos adelante. Pero te advierto algo, Kaia —dijo, su voz convirtiéndose en un susurro helado que llenaba el espacio entre nosotros— No soy el enemigo, pero tampoco soy el héroe. Si decides quedarte, ya no hay vuelta atrás.
—¿Y si decido irme? —lo desafié, aunque la pregunta quemaba en mi lengua.
—Entonces no seré yo quien te detenga, pero tampoco estarás a salvo. Lo sabes tan bien como yo.
Mi mente giraba frenéticamente, buscando un resquicio de verdad en todo lo que decía. Todo era tan complejo, tan enredado, que parecía imposible encontrar un punto de claridad.
Nos quedamos frente a frente, como dos piezas opuestas en un juego que ninguno de los dos había elegido jugar, pero en el que ambos estábamos atrapados.
—No puedo confiar en ti, Ryan. No después de esto.
—Y sin embargo, aquí estás —replicó, su voz tan serena que me hizo temblar.
No tenía respuestas, pero tampoco podía alejarme. La conexión que teníamos, por más dañina que pudiera ser, era una llama que no quería extinguir.
Finalmente, di un paso atrás, pero mantuve mi mirada fija en la suya.
—No te creas tan listo, Ryan. Si piensas que voy a rendirme o a seguir tus reglas, no me conoces tan bien como crees.
Una sonrisa torcida apareció en su rostro, como si mi desafío le hubiera confirmado algo.
—Eso, Kaia, es lo que siempre me ha fascinado de ti.
Me giré para salir de la habitación, pero sus palabras me siguieron como una sombra, grabándose en mi mente como una advertencia. Ahora sabía quién era él. Pero lo que no sabía era quién me convertiría al estar a su lado.
Decidí ir a casa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro