20-Sombras de confianza
Una vibración en mi bolsillo me sacó de ese breve respiro. Ryan lo notó al instante y se apartó ligeramente, aunque no lo suficiente como para romper la conexión entre nosotros. Frunció el ceño, preocupado.
—¿Qué pasa? —preguntó, su voz cargada de alerta.
Saqué el celular y leí la pantalla: otro mensaje anónimo. Las mismas palabras inquietantes que ya había recibido antes, pero esta vez, el peligro se sentía más inminente. Ryan miró el teléfono desde mi hombro, su expresión endureciéndose.
—¿Otra vez ese mensaje? ¿Quién es? —exigió, con una mezcla de frustración y miedo.
Tragué saliva, buscando una excusa rápida, pero estaba cansada de mentir. Ryan, sin embargo, parecía aún más agotado, y el peso de su mirada hacía imposible ignorarlo.
—Kaia, no puedo seguir con esto si no me cuentas la verdad —dijo con un tono más duro de lo habitual.
Me alejé, apretando el teléfono contra mi pecho. Sabía que debía mantener el secreto, pero ahora me sentía atrapada entre dos fuegos: el peligro desconocido que me perseguía y la relación que se desmoronaba frente a mis ojos.
—No puedo decirte nada... Es complicado —murmuré, sintiendo la distancia crecer entre nosotros.
Ryan exhaló profundamente, su frustración evidente.
—Estoy harto de eso, Kaia. No sé qué está pasando, pero cada día hay más secretos, más mentiras, y me estoy cansando de todo. No puedo protegerte si no me dejas entrar.
El silencio entre nosotros era pesado, lleno de tensión. Ryan retrocedió un paso, su mirada reflejando una mezcla de rabia y dolor.
—¿Sabes qué? Haz lo que quieras. Estoy cansado de intentar ayudarte cuando claramente no confías en mí —dijo antes de girarse para marcharse, dejándome sola con el eco de las palabras no dichas.
Observé cómo se alejaba, sintiendo que, con cada paso, el vacío entre nosotros crecía, al igual que el peligro que se cernía sobre ambos.
—¿Y qué esperas que haga? ¡No puedes entenderlo! —grité, dando un paso hacia él.
Ryan se detuvo en seco, pero no se dio vuelta de inmediato.
—Lo único que espero, Kaia, es la verdad. —Su voz temblaba de ira contenida mientras giraba lentamente para enfrentarme—¡Solo quiero saber qué me ocultas!
Apreté los puños, mi mirada desafiante.
—No puedes saberlo, Ryan. No estás listo para entender lo que realmente está pasando. No todo gira a tu alrededor.
Él dio un paso adelante, sus ojos encendidos de furia.
—¡No es cuestión de estar listo, es cuestión de confianza! ¿O acaso nunca me confiaste nada de verdad? ¿Nunca te importé?
El aire se volvió espeso, lleno de acusaciones no dichas y sentimientos enredados. Tragué saliva, sintiendo el peso de cada palabra.
—¿De qué te sirve saberlo todo si al final ni siquiera estarás para ayudar? —respondí, mi voz rasgada por las emociones reprimidas.
Ryan se pasó las manos por el cabello, claramente al borde.
—Tal vez no estaré porque no me estás dando nada por lo cual quedarme. ¡Me siento como un idiota, persiguiendo sombras! —dijo, su tono cargado de amargura.
Sentí un nudo en la garganta apretarse. Sabía que esto no iba a terminar bien.
—Entonces vete —susurré—Vete antes de que sea demasiado tarde.
La mirada de Ryan era una mezcla de dolor y furia. Se acercó hasta quedar cara a cara conmigo.
—Lo haré —dijo con un tono definitivo. Pero antes de irse, me miró fijamente, con una intensidad que me dejó sin aliento—No sé en qué estás metida, Kaia, pero no quiero ser parte de una vida donde el único lenguaje es el silencio.
Con esas palabras, se dio vuelta y comenzó a alejarse de nuevo, esta vez sin intención de mirar atrás.
Lo observé irse, sintiendo cómo algo se rompía dentro de mí. Con cada paso que daba, la distancia entre nosotros parecía hacerse más grande, como un abismo insalvable. La frialdad de la mañana se colaba por mi ropa, pero no era nada comparado con el vacío que ahora se asentaba en mi pecho.
"¿Cómo llegamos a esto?" pensé, mordiéndome el labio para ahogar el nudo en mi garganta. Todo se sentía demasiado confuso, demasiado rápido. Las cartas anónimas, el peligro acechante, y ahora Ryan... Alguien que se suponía que sería mi aliado, mi apoyo, estaba alejándose lleno de dudas y rabia.
No pude evitar apretar el libro que él me había dado, Cumbres Borrascosas, contra mi pecho, sintiendo el peso simbólico de lo que significaba. Quería que la vida fuera tan sencilla como esa historia, donde el odio y el amor se entrelazaban en un caos predecible, pero mi vida no era así. No podía arrastrar a Ryan más profundamente en el caos, no cuando sabía que el peligro se acercaba cada vez más rápido.
Con una exhalación temblorosa, me di la vuelta, incapaz de soportar más la imagen de su espalda alejándose. Me adentré de nuevo en la sombra de los árboles, el único lugar donde sentía algo parecido a la seguridad. Aunque sabía que ya nada era seguro. Ni siquiera yo misma.
El susurro del viento entre las ramas parecía hablarme, trayendo consigo ecos de advertencias que había oído durante años. Las palabras de mi madre, de mi abuela... y ahora, las misteriosas cartas que no dejaban de aparecer. Todo apuntaba a lo mismo: traición, peligro, secretos.
"¿Cuánto más podré soportar?" me pregunté mientras avanzaba hacia la oscuridad, sintiendo que cada paso me acercaba más al abismo.
A lo lejos, el sonido de una rama quebrándose me hizo detenerme en seco. Mi corazón se aceleró, pero no me di la vuelta. Sabía que alguien me observaba. Quizás no era solo Ryan.
Cuando llegué a casa, me dirigí directamente a mi habitación, cerrando la puerta tras de mí con fuerza. Mi cabeza estaba llena de pensamientos desordenados, y la discusión con Ryan había dejado una herida abierta que no podía sanar con silencio. Me dejé caer sobre la cama, abrazando la almohada como si pudiera protegerme del caos que ahora me rodeaba.
Saqué el teléfono y marqué el número de mi mejor amiga. Apenas tardó un segundo en contestar, como si supiera que la llamaría.
—¿Qué pasa, Kaia? Suenas... diferente —dijo, con ese tono relajado que solía hacerme sentir más tranquila.
Suspiré profundamente antes de responder.
—No quiero hablar de eso ahora. Solo necesito una noche para olvidarme de todo. ¿Vienes por mí?
Hubo una pequeña pausa al otro lado de la línea.
—¿Qué tienes en mente?
—Algo que nos saque de esta pesadilla por unas horas. Bebidas, cigarrillos... lo que sea. Necesito dejar de pensar —respondí, con la voz más baja de lo habitual, como si temiera que alguien pudiera escucharme a través de las paredes.
—Lo sabía. Siempre eres un enigma .Paso por ti a las diez. Prepárate para una noche fuera de control.
Colgué el teléfono y me quedé mirando el techo. La idea de una escapada nocturna, aunque momentánea, me daba la libertad que tanto necesitaba. No quería pensar en Ryan, ni en las mentiras, ni en la tensión que amenazaba con devorarme. Solo quería sumergirme en la oscuridad, donde no había preguntas ni respuestas.
Al menos, por una noche.
Me levanté lentamente, caminando hacia el espejo mientras intentaba despejar mi mente. Sabía que mi amiga vendría pronto, y no quería parecer la chica destrozada que en realidad era.
Abrí el armario y saqué la ropa más oscura y casual que encontré: una chaqueta de cuero, jeans ajustados y botas negras. Me recogí el cabello en una coleta alta, dejando que algunos mechones cayeran alrededor de mi rostro. No me molesté en maquillarme demasiado, solo lo suficiente para disimular el cansancio en mis ojos.
El reflejo en el espejo me devolvía una imagen fría, alguien que estaba aprendiendo a vivir con las mentiras y el caos. Quizás, por esta noche, podría ser esa versión de mí misma que no siente ni se preocupa.
"En medio del caos, el silencio y las mentiras crearon una distancia imposible de ignorar."
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro