15-El eco de un nombre prohibido
La lluvia caía pesadamente, golpeando la ventana de mi habitación como un tambor que marcaba el ritmo de mis pensamientos. Estaba sentada en el borde de mi cama, con un viejo diario entre mis manos temblorosas. Las páginas amarillentas y frágiles contenían las pistas que me habían llevado hasta aquí, hasta la necesidad de saber más sobre ella: mi abuela, esa sombra que siempre había rondado mi vida pero de la que nadie jamás hablaba.
Las palabras en el diario eran confusas, llenas de fragmentos de historias incompletas y códigos que apenas comenzaba a descifrar. Sabía que estaba en peligro. Lo sabía desde el momento en que encontré la primera referencia a ella: una mención breve pero inquietante en una carta escondida en la casa de mi padre. Una carta que no estaba destinada a mí, pero que me llamó con una fuerza inexplicable. Con cada palabra que leía, me adentraba más en un laberinto de secretos familiares, traiciones y peligros ocultos por décadas. Pero ahora, esos secretos comenzaban a emerger, y yo era la única que podía desenterrarlos.
¿Qué pasaría si lo hacía? ¿Qué encontraría al final de esta búsqueda? ¿Y qué perdería en el proceso? Mis manos sudaban mientras pasaba las páginas, mis ojos absorbiendo cada detalle. Con el corazón latiendo con fuerza, sabía que no podía dar marcha atrás. Había comenzado esta búsqueda por razones que ni siquiera comprendía del todo, pero ahora no había retorno.
Alguien me estaba vigilando, de eso estaba segura. Había notado sombras moviéndose fuera de mi casa, las llamadas telefónicas que colgaban en silencio después de unos segundos, y las peculiares notas que aparecían sin explicación. Era un juego peligroso, y yo acababa de convertirme en la pieza clave.
Respiré profundamente, cerré el diario y lo guardé bajo mi almohada, un escondite ridículamente simple para algo tan importante. No podía contarle a nadie lo que sabía. No podía confiar en nadie. Estaba sola en esto, pero si quería respuestas, tendría que seguir adelante, cueste lo que cueste.
Me levanté y miré mi reflejo en el espejo. Mis ojos reflejaban una determinación que antes no conocía en mí misma. Podía sentir el peligro, la amenaza acechando en cada esquina, pero también sentía la atracción irresistible de descubrir la verdad. Sabía que esa verdad podría destruirme, pero también sabía que vivir en la ignorancia ya no era una opción. Era tiempo de actuar, de enfrentar los fantasmas del pasado y descubrir lo que realmente ocurrió con mi abuela, aunque eso significara desenterrar secretos que habían estado enterrados por una razón.
Con un último vistazo a mi reflejo, salí de la habitación. Sabía que cada paso que daba me acercaba más al abismo, pero también sabía que si no lo hacía, nunca encontraría la paz que tanto anhelaba. Y así, con la tormenta rugiendo afuera, me sumergí en la oscuridad, lista para enfrentar lo que el destino me tenía reservado.
—Todo el mundo parece esquivar mi pregunta, pero necesito saber sobre mi abuela —dije con firmeza.
—Kaia, hay temas que es mejor desconocer —respondió la señora de la casa, con la mirada esquiva.
—¿Por qué actúan como si nunca hubiera existido? ¿Tu propia madre no tiene importancia para ti? —insistí.
—¡Porque ella no debió haber existido! —gritó, y al instante se cubrió la boca, consciente del peso de sus palabras.
—¿Qué hizo la abuela para que todos la borren de nuestras vidas? ¿Es eso lo que intentas ocultar? —no me rendí.
—Kaia, te lo advierto, si sigues por este camino, no habrá vuelta atrás. Ella... —vaciló—Su destino fue sellado por decisiones que jamás entenderías.
—No puedo seguir viviendo con esta ignorancia. No me detendré ahora —advertí con firmeza.
—Esto no es un juego. No sabes en qué te estás metiendo.
—No, mamá. Tú no sabes en qué me estoy metiendo. Y tampoco puedes detenerme.
—¡Kaia, deja eso! Hay cosas que es mejor no remover.
—¿Por qué tanta cautela? —mi voz se elevó.
—Si buscas, encontrarás respuestas que no podrás manejar. Hay oscuridad en nuestro linaje que debe permanecer enterrada.
—Tengo derecho a saber.
—Tu abuela... no era solo una mujer. Era un peligro. Y tú estás empezando a caminar su mismo sendero.
La conversación llenó el aire de tensión, y yo, con el corazón acelerado, grabé mentalmente cada palabra de mi madre. Sabía que debía desenterrar los secretos familiares, sin importar el riesgo.
Escribí en mi diario:
"Hoy, las sombras de mi pasado familiar se han vuelto más oscuras. Mamá finalmente mencionó a la abuela, pero lo hizo con tanto miedo que sentí un escalofrío recorrerme la columna. 'Peligro', dijo, como si esa palabra lo resumiera todo. Pero yo sé que hay más. Algo profundo y sombrío ha estado escondido durante años. No puedo dejar de pensar en lo que dijo y, sobre todo, en lo que no dijo. Estoy más decidida que nunca a descubrir la verdad, cueste lo que cueste. Pero ahora sé que ese camino no será sencillo ni seguro. La oscuridad en nuestro linaje me llama, y yo debo seguir su rastro."
Cerré el diario junto a la nota que escribí para narrar esta noche y me sumergí en un sueño inquieto.
El sol apenas se asomaba cuando desperté, con una extraña inquietud en el pecho. La conversación de anoche seguía dándome vueltas en la mente, como una sombra que no podía sacudir. Sabía que tenía que seguir adelante, aunque temía lo que pudiera encontrar.
Cuando llegué a la casa abandonada que había visitado días atrás, el viento soplaba con fuerza. La estructura en ruinas parecía más lúgubre que nunca. Empujé la puerta, que se abrió con un crujido siniestro. El aire en el interior era denso y frío, y cada paso que daba resonaba en el silencio sepulcral.
Avancé hasta una habitación al fondo. Dentro, encontré un escritorio viejo con papeles descoloridos. Entre ellos, una carta cuidadosamente doblada. La abrí y leí las palabras escritas con precisión: era una advertencia. Algo que nunca debió ser descubierto.
Todo lo que había creído sobre mi abuela se tambaleaba. Esa carta era una pista más en mi búsqueda. Con ella en la mano, sabía que no podía detenerme ahora. Esta casa, con sus sombras y secretos, era solo el comienzo de un camino mucho más oscuro y peligroso de lo que había imaginado.
Un paso más hacia la verdad, envuelto en sombras y secretos que no deberían haber sido desenterrados.
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