Elizabeth
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El fuego rodea el gran salón, y las risas han sido sustituidas por bramidos desesperados. La sangre se esparce en el suelo, y debido a los ataques de ese feroz lobo, la sangre también salpica las paredes y los retratos familiares de la familia Laurent.
Permanecí quieta mientras todo a mi alrededor es un caos. Muchos caen sin vida contra el suelo, otros incluso se atreven a romper la ventanas y saltar; aunque caer a esa altura no los mate, los dejará muy mal heridos.
La cabeza de la sirvienta que yo misma asesiné rueda por doquier, la gente está tan desesperada que ni se da cuenta de que patean la cabeza de la mujer de un lado para otro, y esta aún sigue con la boca abierta y los ojos totalmente cerrados.
Una sonrisa se forma en mi rostro, mis ojos se llenan de lágrimas... Lágrimas que solo reflejan mi triunfo, mi alegría y mi maldad.
Los recuerdos invaden mi mente en ese caótico momento, recuerdo con lastima a mis padres, a aquellos que tanto amé y en ese preciso momento, sentí que estoy haciendo lo correcto para vengar sus muertes.
—¡Maldita! ¡Bruja de satán! ¡Deja de hacer esto! —gritó un hombre corriendo en mi dirección. Trae consigo una espada, que supongo le ha robado a algún guardia, y se acerca con la intención de matarme. A él se unen más personas que agarran todo tipo de cubiertos como tenedores y cuchillos afilados, que son usados para cortar la carne, y todos emiten alaridos mientras se acercan a zancadas, incluso otros, corren para atacarme.
—Te dejaré salir, querido —le dije al ser oscuro y mis risas se alzaron entre los gritos de todos —. Haz lo que siempre has querido hacer, te lo mereces por dejarme provocar esta gran hazaña.
De por debajo de mi vestido, humo negro comenzó a esparcirse a escasos cenimetos, lo que obligó a todos a detenerse, incluso estando a solo pasos de alcanzarme. Todos parecen temblar de miedo mientras el humo se arremolina hacia arriba. Se escuchan gruñidos amenazantes que hacen eco en todo el lugar.
Cuando el humo se desvaneció, la presencia del ser oscuro quedó a la vista de los ojos de todos los humanos presentes.
—¡Es el diablo! ¡Corran! ¡AHHHH! —gritó una mujer, pero antes de que ésta escapara, el ser oscuro se interpuso en su camino imponiendo su poder.
El ser oscuro abrió su mandíbula más de lo normal y devoró el cuerpo de la mujer, lo que desató la furia de todos y muchos se llenaron de valor para enfrentarlo, pero lo único que conseguían era ser devorados o asesinados brutalmente con las garras largas y afiladas de ese ente.
El rey Leonard fue captado por mis ojos, mi sonrisa de satisfacción se borró y siento una sensación de fastidio al verlo con vida. Él se encontraba escondido junto a su esposa e hijo bajo una de las mesas, y ahora han aprovechado para salir y subir al segundo piso, con la intención de salvarse.
Decidí dejar el salón, y comencé a seguirlos. Subieron las escaleras con mucha velocidad, sin duda están desesperados. Yo me tomé mi tiempo, este castillo no es de gran tamaño y en el piso de arriba no hay forma de escapar. Subo cada escalón lentamente, posando mi mano en la barandilla dorada mientras aprecio el desastre que he causado. Antes, no me gustaba ver sangre, pero ahora, es muy satisfactorio.
—No tengo ánimos para jugar al escondite —murmuré enojada, mientras recorro el largo pasillo en dirección a la habitación del rey.
Desde este piso puedo escuchar los gritos y gruñidos de Arthur, y mi nariz detecta el humo proveniente del salón del piso de abajo. Justo ahora, el castillo está siendo destruido por el fuego, y las personas están siendo brutalmente asesinadas por el ser oscuro y el hombre lobo. Nadie saldrá vivo de esta masacre.
El pasillo se encuentra totalmente oscuro, por lo que decido, con mis habilidades, encender las antorchas que cuelgan de las paredes, y frente a mí se forma un camino iluminado que me lleva directamente a la puerta reforzada de la habitación de la realeza.
Ni siquiera intenté abrir la puerta, es obvio que la han reforzado para evitar mi entrada. Cerré mis ojos y una horda de calor recorrió mi cuerpo, extendí mi mano hacia la puerta y dejé de sentirla, poco a poco la traspasé y me adentré al interior de la habitación.
—¡LARGO MALDITA BRUJA! —me gritó Cedric mientras comienza a arrojarme todo tipo de objetos, como un jarrón valioso que tras semejante golpe contra la pared, se rompió en mil pedazos.
—¡Ya basta! ¡No hemos hecho nada malo! —añade Leonard y da pasos hacia atrás hasta que su espalda tocó la pared.
—¿No me reconoce, señor rey? —pregunto con enojo. Negó con la cabeza, gotas de sudor caen de su rostro —. Usted, mató a mi familia injustamente. Los lassarre ¿recuerda?
Las lágrimas nublaron mi visión. Marysel se alejó de su marido y se quedó en un rincón junto a su hijo...
—Yo...yo... no lo sé —soltó.
Hipnoticé a Cedric, su hijo, lo manipule con mis poderes para que caminara hacia mí. Su madre lo agarró del brazo y le suplicó entre gritos que no me hiciera caso, pero mi hechizo fue más fuerte que las órdenes de su propia madre. Cedric caminó acercándose a mí, está consciente de lo que ocurre pero no tiene control sobre su cuerpo. Por otro lado, Marysel permanece aterrada, pero el miedo la vence por lo que no hace nada por su hijo, y en cuanto a Leonard, pues, solo se queda quieto mientras se orina en los pantalones.
—Me pregunto dónde estará su hija... Que buenos padres, se acaban de olvidar de ella solo para salvarse a ustedes mismos —posiciono a Cedric frente a mí, sus ojos están llenos de lágrimas y mira a su madre de reojo suplicando por ayuda —. Ay, pobre bebe ¿Necesitas a tu mami? ¿Necesitas a una chica para que te consienta y te provoque placer? ¿Si? ¡Pues aquí tienes a tu chica! —le grité y con fuerza enterré mis largas uñas en su abdomen.
—¡NO! —gritó Marysel y se levantó abruptamente para luego intentar abalanzarse hacia mi, pero antes de que eso ocurriera provoqué que ella comenzara a vomitar un liquido negro y espeso, que de seguro está quemando su garganta.
Cedric escupió un chorro de sangre que llegó hasta mi boca, sentí ese sabor que es mucho mejor que cualquier otro.
—¿Ahora ya te acuerdas, Leonard Laurent? ¿Te acuerdas de la familia Lassarre, aquella que nunca te hizo ningún mal pero que tú ordenaste matar? —insistí nuevamente. Dejé que el cuerpo de su hijo, quien ahora ha muerto, cayera al suelo. Pasé por encima de él y seguí mi camino hacia el rey desprotegido y totalmente vulnerable.
—Lo re-recuerdo —soltó, todo su cuerpo tiembla del miedo —. Fue... fue un error... yo...yo no debí hacer eso ¿Eres la joven que cayó al lago, verdad? ¿Cómo es que sigues viva?
No me contuve, la rabia aumentó.
—Arrójate al vacío —le ordeno manteniendo la calma y suspiré.
Él negó con la cabeza y miró con pánico la única ventana de la habitación. Con fuerza extendí mis manos provocando que la ventana se rompiera y de inmediato una ráfaga de viento irrumpió haciendo que las cortinas de la ventana se movieran bruscamente. En el lugar solo escuchó los sollozos y las arcadas de la reina, quien aún no ha dejado de vomitar.
—Bueno, supongo que no puedo obligarte a que tú mismo te castigues por lo que me hiciste —le dije. El ser oscuro hizo presencia, y solo permanecí observando.
Aquel ente comenzó a provocar arañazos en manos y piernas, luego, le arrancó una oreja. Leonard Laurent, no pudo con el dolor y finalmente, se lanzó por la ventana. Sus gritos se escucharon lejanos mientras caía, y luego, se escuchó un fuerte ruido y los gritos de ese estúpido dejaron de escucharse.
—Y tú... bueno, no puedo hacerte eso —caminé en dirección a la reina y detuve su vómito.
—¡Me quema! —bramó furiosa.
—Deja de quejarte, tonta. Mejor ve y busca a tu hija, al parecer es la única que te queda.
Salí de esa habitación, pero un extraño sentimiento llegó de repente. Di unos cuantos pasos por el pasillo pero me vi obligada a detenerme ya que comencé a sentir un fuerte dolor en el pecho. Casi pierdo el equilibrio, por lo que tuve que apoyarme en la pared.
En ese instante, la tristeza se me vino encima y esta combinada de arrepentimiento. Por un momento, el manto oscuro que cubría mi alma se desvaneció por un instante permitiendo que volviera a mis sentidos, a mi verdadero yo...
—¿Pe-pero qué he hecho? —me pregunté a mi misma. Reviso la sangre que cubre gran parte de mi vestido y me doy cuenta de que no es mía. Me asusté por lo que acababa de hacer y dirijo mi mirada hacia la habitación. Allí, en medio de la oscuridad veo como Marysel llora tras la pérdida de su hijo, está desesperada y sostiene el cuerpo inerte de ese muchacho mientras le suplica que vuelva, que abra los ojos y que no la deje sola.
Ver esa escena me rompió el corazón, mi odio se esfumó y recordé ese terrible sentimiento que se afronta luego de la pérdida de un ser amado ¿Esta es la venganza que quería? ¿Pero por qué me siento tan mal? Fue como si el control que el ser oscuro ejercía sobre mí me impidiera ver el verdadero sentido de las cosas, me volví loca, me volví mucho más mala que todos ellos.
—Se-señorita... ¿sa-sabe donde están mis padres? —la voz de una joven me sacó de mis pensamientos tortuosos y al girar mi cabeza observé a la princesa Juliette justo en el pasillo, a tan solo dos metros de distancia. Al verme, se asustó por completo y gritó temerosa al percatarse de que acababa de preguntarle a una bruja..
—¡Guardias! ¡Guardias! —exclamó aterrada. Su mano está posada sobre su pecho izquierdo, al parecer está herida.
No me atreví a ayudarla. Escuché los gritos de los guardias desde el piso de abajo, todos parecen dirigirse hacia este lugar. Juliette está muy asustada y malherida, pero a pesar de eso, se adentró en la habitación de sus padres y se arrojó en el suelo al ver la terrible muerte de su hermano y lo herida que se encuentra su madre.
Destrocé a toda una familia en cuestión de minutos... ¿Y qué conseguí con eso?
No supe como reaccionar, simplemente, decido huir del castillo mientras me consumo en un mal interminable, recuerdo a mis padres y miles de pensamientos invaden mi mente, impidiendo que piense con claridad.
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¡¡Se acerca el gran final!!
El último capítulo será publicado dentro de poco... <3
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