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Capítulo XXVI: La lechuza blanca

Elek

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Dos días pasaron, y la tribu ahora se ha tranquilizado luego de la brutal masacre provocada por Arthur. Aún nos duele a todos la muerte de nuestro líder guía, quien también era mi padre. Sin embargo, luego de su muerte, Aleksei tomó su lugar convirtiéndose ahora en el líder guía de los Concédants, y yo como su hermano, lo he ayudado a adaptarse a ese cambio.

Han sido tiempo difíciles, no solo porque perdí al ser que más amaba, sino también porque aún no sé nada de Elizabeth y ya han pasado dos días sin saber nada de ella, por lo poco que sé, ella sigue en ese castillo y temo porque quizás ya le ha hecho daño a alguien de ahí adentro.

—¿Pasa algo, hermano? —la voz de Aleksei me saca de mis pensamientos. Me encuentro cerca de la zona de los líderes, en donde allí se encuentra Lumiére y mi hermano hablando al lado de la hermosa quebrada. Me he quedado quieto y parpadeé varias veces volviendo de nuevo a la realidad.

—Eh... yo... estuve pensando y decidí acudir a ustedes para pedirles que si por favor se pueden comunicar con nuestros espíritus protectores —me acerco a ellos totalmente nervioso, y noto como sus ojos se abren más de lo normal por el asombro.

—¿Para qué quieres comunicarte con nuestros espíritus protectores? Solo podemos hacer eso cuando se trata de algo demasiado importante —respondió Aleksei y se puso de pie posicionándose frente a mí.

Miro a Lumiére, ya le había comentado mi idea a ella y creo que estaba de acuerdo conmigo, aunque ahora... se ve dudosa.

—Es que es un asunto importante, necesitamos la ayuda de ellos... —fue lo único que respondí.

—¿Se trata de Elizabeth, cierto? —mi hermano cruzó los brazos sobre su pecho y me fulminó con la mirada —. Entiendo que la amas y que ella es importante para ti y para muchos de nosotros, pero cuando se trata de seres oscuros, la persona que se dejó corromper debe hacerse cargo de ello, Elizabeth debe tener su propia voluntad para frenar el mal que la acecha.

Escucharlo fue como si mi padre estuviera frente a mí. Miro sus ojos grises y profundos y la imagen de mi padre llega a mi mente, ambos se parecen, no solo físicamente sino que también, tienen algunos rasgos similares en su forma de ser.

—Aleksei... los espíritus protectores que nos han cuidado desde nuestros orígenes están aquí para todo lo que necesitemos, sea importante o no... —Lumiére se adentró en la conversación, se levantó del suelo y se acercó a nosotros —. Tal vez ellos no puedan solucionarlo por nosotros, pero quizás nos puedan aconsejar. Elizabeth solo es una pequeña que ha tomado una mala decisión, pero al fin y al cabo, todos cometen errores, y estoy segura de que ella sabe que esto está mal, pero está amenazada por ese ser oscuro.

Mi hermano parece dudoso, su mirada viajó hacia Lumiére y luego hacia mí, como si estuviera decidiendo si aquello era lo mejor o no.

—Yo no puedo permitir que la hija de nuestra querida Diana Lassarre sufra y arruine su vida. Acepto —respondió finalmente. Aleksei dio pasos hacia atrás y se sentó en una piedra junto a la quebrada, no comprendí sus acciones, pero cuando traté de ir hacia él, Lumiére me detuvo y negó con la cabeza con una sonrisa formada en su rostro.

—Déjalo, como líder guía esta será su primera vez en comunicarse con nuestros sagrados —me explicó y asentí con la cabeza. Mi hermano cerró sus ojos, cruzó sus piernas en el suelo y noto como su pecho sube y baja lentamente.

Controla su respiración y se pone en armonía con el ambiente, sus extremidades se relajan y luego abre los ojos nuevamente... pero me sorprendo al ver que sus ojos han cambiado de color, ahora emanan un color dorado intenso.

A pesar de ser de día, todo se oscurece de repente en esta parte del bosque, y el lugar comienza a ser decorado por hermosas corrientes de luz que rodean a mi hermano y se esparcen por todo el lugar. En este momento me olvido de mis preocupaciones y me quedo maravillado con lo hermoso que es todo.

Del bastón de Aleksei se desprende más luz que recorren el lugar y parecen formar siluetas, todas de diferentes tamaños, algunas grandes, otras pequeñas, algunos con cuerpos masculinos y otros con cuerpos femeninos. Ahora, en el lugar hay muchos seres incluyéndonos a nosotros y a los espíritus protectores.

Mi hermano asiente con la cabeza y mueve los labios, parece que se está comunicando...

Algunas siluetas se acercan a él y se sientan a su lado, mientras que otras recorren el lugar y parecen dirigirse hacia Lumiére, y cuando lo hacen, ella comienza a hablar con ellos y yo permanezco expectante de la situación, mientras me maravillo con lo que ven mis ojos.

La conversación no duró mucho, Aleksei finalizó con un "gracias por todo" y lentamente las luces y las siluetas se desvanecieron, y ahora, todo el lugar volvió a la normalidad dejando a la vista la luz radiante que nos brinda el sol.

—¿Qué...? ¿Qué te dijeron? —pregunté ansioso.

Aleksei se levantó del suelo y se mordió la comisura de su labio.

—Bueno, no dijeron mucho. Al principio unos se opusieron, no es algo que ellos puedan solucionar —sus palabras me decepcionaron y agaché la mirada —. Pero, uno de nuestros espíritus protectores me aconsejó que lo mejor que podíamos hacer para que Elizabeth recobre el sentido del bien, es demostrarle que alguien muy preciado sigue junto a ella. De esa forma...

—¿Qué? ¿Y quién es esa persona preciada? ¡Toda su familia ha muerto por esa gente! —exclamé dejándome llevar por la desesperación.

—¡Elek! ¿Acaso no recuerdas que la muerte para algunos no es el final? —Lumiére parecía sorprendida ante mis palabras, pero aunque me haya regañado, lo que dice es cierto.

Decidí marcharme sin siquiera despedirme. Justo ahora estoy enojado con todo, desesperado, triste y sobre todo atormentado. No sé qué hacer, no sé cual es el siguiente paso que debo dar y acudir a los líderes no ha sido de mucha ayuda.

¿Alguien preciado para Elizabeth puede ayudarla? ¿Pero quién? ¿Yo? No, no creo que sea yo o alguien de esta tribu, para amar realmente a alguien se tuvo que haber formado un lazo fuerte entre esa persona y ella, y eso solo se logra con la unión y el tiempo, combinado con momentos felices que compartieron juntos. No tendría sentido que fuese alguien de este lugar, porque apenas nos conoce y el tiempo que paso aquí fue poco.

Mientras camino por el bosque, miro abruptamente como una enorme lechuza blanca se acerca volando a mi dirección. Al principio permanezco confundido, la lechuza aterriza hacia mi y comienza a picotear mis orejas y a jalar de mi pelo. Muevo mis brazos tratando de alejarla y ella se aparta posándose sobre un árbol cercano.

—¿Qué pasa contigo? ¿Por qué me tratas así? —le pregunto enojado. Sus redondeados y grandes ojos me miran fijamente.

El ave comienza a mover sus alas, parece desesperado.

Decidí comunicarme, extendí mi brazo y permití que mi lazo de magia se desprendiera sutilmente de mis dedos. Aquella luz continuó su recorrido hacia la cabeza de la lechuza y decidí permanecer en silencio para escuchar sus pensamientos.

Jovencito Elek, por favor, salva a mi hija —fue lo único que escuché. Mi corazón se aceleró y por unos instantes me sentí asustado, pero luego me di cuenta, y una sensación de alivio y felicidad invadió mi ser.

—¿Di-Diana? —tartamudeé. Las lágrimas comenzaron a acumularse en mis ojos y al parpadear, estas se desbordaron siguiendo su recorrido por mis mejillas —. Has vuelto, no en tu forma humana, pero ahora, eres una bella lechuza ¡Has reencarnado!

Lamento tanto la tardanza... luego de morir en mi primera vida, reencarné en este cuerpo, sin la capacidad de hablar o de hacer cosas que solía hacer cuando era humana. Quise venir a este lugar, acompañar a mi hija y volver a la tribu, pero primero tuve que cumplir con mis facetas de vida, recibí comida de mis progenitores y cuidaron de mí como su cría, hasta que logré independizarme y volví. Vi a Elizabeth ser corrompida, una vez traté de evitarlo pero cada vez que trataba de intervenir el ser oscuro me paralizaba, tengo suerte de seguir viva... —ella me explicó, me parece fascinante que ella esté de vuelta y al mismo tiempo, estoy asustado por todo lo que un ser oscuro poderoso puede hacer.

Algunos cuando pasan a la otra vida suelen olvidar lo ocurrido antes de volver a nacer, pero no siempre es así, y en el caso de Diana, ella recuerda toda su anterior vida solo que ahora permanece en otro cuerpo. Quizás reencarnó porque tenía una última cosa pendiente por hacer, y es salvar a su hija.

—El amor de una madre es enorme —le dije y sonreí.

Extiendo mi brazos y acaricio su cabeza, las yemas de mis dedos tocan sus suaves plumas y eso me hace sentir aliviado.

Rápido Elek, ve a por refuerzos. Mi hija está a punto de hacer algo horrible ¡Debemos impedirlo! —los pensamientos de Diana reflejan su angustia, siento su voz en mi cabeza y al parecer es casi similar a la que tenía en su otra vida.

Comienzo a correr y de reojo veo como ella vuela sobre mí. Ambos llegamos al centro de la tribu, en donde habitualmente suelen encontrarse la mayoría de Concédants. En el lugar se encuentran ambos líderes, niños jugando y logro visualizar a Bennet y a Scarlett al lado de un riachuelo mientras ayudan a las mujeres mayores a lavar sus prendas.

—¡Todos escuchen! —alzo la voz obteniendo la atención de todos los presentes. Mi respiración se escucha agitada pero no logro evitar que una sonrisa se forme en mi rostro —. ¡Diana sigue con nosotros!

Se siente realmente bien dar una buena noticia. Veo como todos me miran confundidos.

—¿Qué quieres decir con eso, hermano? —me pregunta Aleksei y se acerca.

Extiendo mi brazo y la lechuza blanca que emana una belleza incomparable se posa sobre mí y sus hermosos ojos miran a todos los presentes.

—¿Ella e-es nuestra que-querida diana? —Lumiére señaló a la lechuza y su mano parecía temblar por el asombro. Ella se acercó corriendo y al mismo tiempo, varios Concédants, tanto niños como adultos se acercaron para acariciarla. Muchos comenzaron a llorar por tan hermoso reencuentro y Diana movía sus alas de alegría.

—¡Diana! —gritó mi hermano y comenzó a llorar.


"El dolor de separarse no es nada comparado a la alegría de reencontrarse"

—Charles Dickens.


Luego de tan hermoso momento, decidí acudir a su ayuda. Por suerte, Lumiére permitió que saliéramos de la tribu para ayudar a Elizabeth y así lo hicimos. Yo y mi hermano salimos de nuestro hogar decididos a frenar el mal que azota el alma de Elizabeth Lassarre.

Mientras tanto, Diana, vuela sobre nosotros guiándonos en dirección al castillo del "rey" de estas tierras.


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¡Diana está de regreso! Ha reencarnado como Lechuza, sin duda, esta parte es muy emocionante. Escribirlo fue lo mejor de lo mejor jajaj

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