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Capítulo XXIV: Caos

Elizabeth

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Salgo de la habitación de la reina, estoy horrorizada por lo ocurrido y cada extremidad de mi cuerpo tiembla con furor al recordar aquel intento de asesinato. Mi respiración se ha vuelto agitada y mi vista se vuelve borrosa, estoy envuelta en pánico.

Todo es un caos a mi alrededor, camino por el pasillo y escucho risas perversas en el lugar, pero al observar más en detalle, me doy cuenta de que no hay nadie.

Sostengo con fuerzas las prendas de la reina, ya que ella misma me ordenó quemarlas, y tambaleante bajé las escaleras hasta el piso en donde se encuentra el enorme salón del castillo. Para mi mala suerte, me topé con el rey y su hijo, Cedric Laurent. Ambos toman cervezas y sus ojos se encuentran rojos por el exceso de alcohol, parecen estar pasando un tiempo entre padre e hijo...

—¿A dónde vas, linda? —me pregunta Cedric percatándose de mi presencia.

Lo ignoro por completo y salgo del lugar, atravieso la puerta que lleva hacia las escaleras hasta el piso subterráneo y al estar ahí abajo comienzo a empujar a todas las sirvientas para abrirme paso a la salida del castillo. Siento una mirada sobre mí, o quizás, es esa presencia que en estos momentos estoy tratando de evitar...

—Deja de hacerme esto —murmuro conteniendo mis lágrimas y finalmente atravieso la puerta hacia el pasillo estrecho y sofocante, solo debo atravesarlo para poder llegar a las afueras de este maldito lugar.

Avanzo con rapidez mientras que al mismo tiempo siento mi corazón acelerarse, como si estuviese a punto de explotar por el temor que me invade, cada parte de mí está alerta y gracias a eso, logro percatarme de que en la pared agrietada se proyecta una sombra; en ella se refleja un ser con una altura fenomenal, cuerpo delgado y noto el hocico tan enorme que posee. Me detengo, y mi cuerpo se paraliza al sentir el tacto de sus manos huesudas y húmedas en mis hombros.

—Oh... Me has recibido con una enorme hospitalidad, me permitiste, yo te permití liberar tu odio y gracia a eso tu...tu... ¡eres mejor! —escuché la voz del ser oscuro, y aquella hizo eco en todo el lugar. Perdí el control de mi cuerpo por un instante, no pude moverme y aunque quise defenderme no fue posible, al contrario, el ser oscuro que ha corrompido mi alma aprovechó mi vulnerabilidad y de forma violenta me agarró del cuello. Sus manos enormes comenzaron a hacer presión en mi garganta y logró levantarme del suelo.

Moví mis piernas y mis brazos en un intento de liberarme, pero mi fuerza no se compara a la de él y lentamente sentía como el aire se me escapaba.

—Pero mírate ahora, Elizabeth Lassarre, el hecho de que te arrepientas te hace débil —continuó, su voz gruesa y hostil hacia que mi miedo se intensifique hasta el punto de hacerme sentir capaz de acabar con mi vida para escapar de esta tortura —. Un trato es un trato, me cediste tu cuerpo y tus habilidades como bruja y ahora yo mando sobre ti ¡¿Entendiste?!

Me gritó varias veces, tuve que cerrar los ojos para evitar ver esos ojos aterradores.

—Ya no quiero seguir con esto —solté y sentí como mis ojos comenzaban a cerrarse. Presencié, cómo todo se volvía oscuro por un momento, pero fue justo en ese instante, que el ser oscuro me soltó y de forma abrupta caí al suelo.

Tosí varias veces y traté de recuperar el aire, y cuando creí que todo había terminado no fue así. Un dolor recorrió mi cuerpo, tan intenso que comencé a gritar, pero tuve que contenerme para no ser escuchada por nadie en este castillo. Mis venas se volvieron a tornarse oscuras y sobresalen de mi piel, parecía como si un fuego invisible estuviera quemándome.

—Tu decides... o sigues conmigo o me aseguraré de que todos a los que una vez amaste sufran ante tus ojos —estalló en risas, y lo desafié con la mirada. Quise decirle que no me importa lo que haga, pero en ese momento, recordé a Elek y a todos en la tribu de los Concédants, quienes depositaron inútilmente su confianza en mí y que aún así, rompí al aceptar ese pacto, que ahora me tiene aquí... tan rota y tan cansada de todo.

En ese momento sentí esa necesidad de abrazar a alguien, de volver a estar con Elek y pasar el tiempo juntos... No puedo creer lo inutil que fui. Sin embargo, no puedo permitir que le hagan daño, por lo que, sin otra opción, asentí ante las órdenes del ser oscuro y este desapareció.

Volví a la normalidad, las venas oscuras desaparecieron de inmediato y retomé fuerzas, decidiendo ignorar lo ocurrido, pero una parte de mí no quería hacerlo y anhelaba llenarse de valor para enfrentar el mal que azota mi vida y acaba con mis esperanzas.

Dejé las prendas de la reina en el pasillo y decidí salir del lugar, al hacerlo, la luz del sol impactó contra mis ojos y me obligó a cerrarlos.

Sentí la calidez del día en mi piel y finalmente pude soltar un suspiro de alivio.

—¿Qué haces aquí afuera? —la voz de un hombre esfumó mi tranquilidad, lo fulmino con la mirada y me percato de que el hombre que acaba de hacerme esa pregunta es uno de los guardias del rey.

Aquí afuera se encuentran varios guardias, unos comen en mesas de madera al aire libre, y otros preparan la montura de sus caballos. Todos por igual portan su uniforme, el cual consiste en un sobrevesta de colores como rojo tinto y negro, portan un casco sobre sus cabezas y dentro de sus vainas reposa sus espadas.

Todos notan mi presencia y algunos sonríen dejándome ver sus dientes amarillos y llenos de suciedad, lo que provoca un malestar en mi cuerpo, como nauseas ante la poca limpieza de estos hombres.

—¿No vas a responder mi pregunta? —el hombre frente a mí alzó una de sus cejas y cruzó los brazos sobre su pecho.

—Saldré a dar un paseo ¿acaso no puedo? —lo enfrenté.

—No, puedes. Está prohibido señorita ¿Acaso tu mente de mujer no te deja pensar con claridad? —su respuesta provocó las risas de sus compañeros y tuve que contenerme para no matarlo en ese preciso momento.

De repente, todos en el lugar escuchamos el sonido del galope de caballos, que al mismo tiempo relinchaban al unísono. En ese preciso instante, observé cómo se acercaban varios caballos arrastrando una enorme jaula y estos eran guiados por un grupo de guardias bastante extensos.

La curiosidad me invadió, así que permanecí allí atenta a cada movimiento. Los guardias presentes se levantaron de sus sillas, algunos dejaron sus actividades a un lado para observar confundidos la escena frente a todos nosotros.

—¡No se queden ahí parados! —ordenó uno de los hombres perteneciente al grupo de guardias que acaba de llegar, este es de alta estatura y sus brazos musculoso y extremadamente peludos están a la vista.

—¿Que ha traído ahí, capitán? —preguntó uno de los hombres.

Aquella jaula de barrotes resistentes se fue acercando poco a poco por el jalón de los caballos, quienes relinchan exhaustos ante semejante carga. Cuando la jaula llegó al lugar, los que se acercaron a ella soltaron gritos de temor que atrajeron a varias sirvientas del interior del castillo.

—¿Qué sucede? —preguntó la jefa de cocina, la cual acaba de llegar.

Dentro de la jaula presencié a una criatura... un animal feroz de pelaje negro y ojos oscuros... y fue tan solo cuestión de segundos que me di cuenta que se trataba de Arthur, el hombre lobo que llegó a la tribu de los Concedants y el responsable de que me haya dejado corromper.

Me sorprendí por lo que sucedía y sus ojos solo se toparon con los míos, mientras que el resto comenzaba a tirarle piedras y a golpear la jaula maldiciendo con todo tipo de insultos.

—Nos informaron de que había un animal que se estaba comiendo las gallinas del pueblo, y como sabemos que fue un lobo quién mató al sacerdote, salimos en su búsqueda, y miren ¡Aquí está la porquería de bestia! —exclama un guardia y todos rieron al unísono. Las mujeres, sirvientes de la realeza, salieron y emitieron sonidos de asombro pero en sus miradas no solo se refleja el miedo, sino también el odio hacia el lobo frente a ellos.

Estando en el lugar, pude sentir dos presencias fuertes, quizás se trataba del ser oscuro que me atormenta, pero también, su presencia pudo haberse combinado con la del ser oscuro correspondiente a la de Arthur, porque, él fue corrompido primero que yo y ambos estamos atados a estos entes, solo que él parece disfrutarlo y en cambio yo... lucho por liberarme.

—Al fin nos encontramos de nuevo, Elizabeth Lassarre —escuché la voz de Arthur en mi cabeza y lo observé fijamente, está convertido en lobo por lo que no puede hablar —. Podemos comunicarnos así, para que esta gente estúpida no nos escuche.

Comprendí que ambos podemos leer nuestros pensamientos.

¿Cómo es que te atraparon?

Yo permití que lo hicieran —su respuesta me dejó confundida.

Comenzaron a mover la jaula para llevarlo a los calabozos y aquello interrumpió nuestra conversación silenciosa.

Pronto se realizará una reunión en este castillo, y será una de las más importantes, será el mejor momento para lograr nuestro objetivo —le dije y escuché su risa penetrar en mi cabeza.

Realizaremos una gran matanza, esas personas morían y ¿Sabías que maté a Kadey? —parece disfrutar de sus acciones, me conmocionó la noticia y me sentí mal por Elek, su padre ha muerto brutalmente.

El miedo me invadió ante lo que Arthur había hecho, y me asustaba aún más que lo confesara con un tono de orgullo en su voz. Sentí deseos de matarlo, pero el ardor en mi pecho se hizo presente y entendí que el dolor físico es una forma de amenaza por parte del ser oscuro, quien hace un momento me ha intentado matar.

De pronto, el rey Leonard Laurent, dueño de este castillo, sale mientras aplaude y suelta una carcajada estruendosa. Este se acerca a la jaula y le ordena a sus hombres que aún no maten a la criatura y que tiene algo preparada para ella, sus hombres y sirvientas lo observan confundidos ante su orden, pero como este tiene el poder, no les queda de otra que asentir comprendiendo sus indicaciones.

—Ven conmigo, Marcus, te invitaré a una cerveza —el rey y el capitán de sus guardias se adentraron en el castillo, al parecer tienen una relación cercana. Por mi parte, decidí irme de ese lugar y me adentré nuevamente en el castillo. Avancé por el pasillo, vi las prendas de la reina que dejé tiradas y tuve que recogerlas para evitar regaños.

Regresé de nuevo al segundo piso, y decidí subir hasta la habitación de la reina pero en el camino me encontré con Cedric, quien está acompañado de un hombre vestido de armadura y que al parecer es un guardia.

Cedric se interpuso en mi camino, trato de evitarlo pero el muy idiota no me deja avanzar.

—¿Qué crees que estás haciendo? Deja de ser tan inmaduro y déjame pasar, tu mami me necesita —lo fulminé con la mirada. Este alzó las cejas y se mordió los labios.

—Tienes prohibido hablarme así —fue lo único que respondió y noté como apretó sus puños conteniendo su enojo.

El guardia a su lado me agarró de los brazos con fuerza, pero aunque me dolía no me importó.

Comenzó a jalar de mi brazo y asustada tuve que seguirlos, Cedric y su guardia me hicieron caminar hacia una habitación y cuando estuvimos allí, noté como el hombre de armadura cerraba la puerta con seguro.

—Bienvenida a mi habitación —Cedric comenzó a reírse y caminó por toda su habitación. Esta es de gran tamaño, tiene muchos muebles y las cortinas permanecen cerradas, lo que evita que la luz del sol entre por las ventanas.

Mi respiración se aceleró y aunque quería salir corriendo opté por mantener la calma

¿Dejarás que te usen como forma de generar placer? —la voz del ser oscuro irrumpió en mi cabeza. Al principio no entendí su pregunta, pero al ver como Cedric se bajaba los pantalones lo comprendí...

El guardia se quedó en la puerta para evitar que escapara y Cedric se mordió los labios mientras observaba mi cuerpo de pies a cabeza.

—¡Eres una porqueria de ser humano! —exclamé furiosa y di un paso atrás, mientras que al mismo tiempo él se acercaba con la intención de abusar de mí.

—Muñeca, esta vez no escaparas de mí, tu eres mia y lo sabes —escuchar su voz hizo que el odio en mí aumentará, me olvidé de mis arrepentimientos y decidí actuar sin importar las consecuencias.

—Este no es mi cuerpo, ni tampoco tuyo —le dije y me observó confundido. El cuerpo que está a la vista de todos, solo es un cuerpo que he arrebatado, la dueña de este cuerpo está vagando en la oscuridad por un tiempo y cuando decida volver a mi forma real sólo ella podrá retomar lo que le pertenece —. Así que no dejaré que te apropies de él, ni que pongas tus asquerosas manos sobre este... A ver Cedric Laurent, te atormentaré a ti y tu familia hasta el día de sus muertes, los haré sufrir por las cosas perversas que han hecho y que no obstante, han salido de sus sucias bocas.

Hice que algunos objetos se levantaran del suelo, por suerte, en la habitación se encuentran algunas reliquias de espadas, que a pesar de estar polvorientas se ven afiladas. Hice que una levitara hacia mí y la tomé mientras que el príncipe temblaba del temor que sentía al presenciar mi magia.

—¡Por Dios santo! ¡Es una bruja! —exclamó el guardia, quien saco su espada y cuando estuvo cerca de mí hice que se quedara totalmente paralizado, haciendo que permaneciera en su posición de ataque por un largo tiempo.

—Yo...yo pido piedad —soltó Cedric desconcertado y tembloroso se arrodilló frente a mí. Comencé a reírme ante sus súplicas.

—¿Quieres ver de lo que soy capaz? —mi pregunta lo asustó por completo, me posicioné detrás del guardia y preparé la espada —. No te preocupes, príncipe, solo te haré una demostración de lo que te espera.

Termino de hablar y con todas mis fuerzas levanto la espada, posicionándola en el cuello del guardia paralizado, quien mueve los ojos estando consciente de la situación pero que es incapaz de moverse gracias a mi hechizo.

Un poco de sangre no sería malo —murmuró el ser oscuro y estuve de acuerdo con él.

Lentamente produje un corte profundo en la garganta del guardia, lo que provocó que el príncipe gritara a todo pulmón. La sangre salpicó las paredes y toda la vestimenta del guardia quedó manchada, deshice mi hechizo y el cuerpo sin vida del hombre cayó al suelo, formando una extensa cantidad de sangre en el suelo y que lentamente se esparcía hacia el príncipe, quien desesperado se arrastraba en el suelo para alejarse.

—¡Es una maldita bruja! —grito haciendo eco en el lugar y de inmediato escuché los pasos de personas acercándose a la habitación —. Te van a atrapar y te harán sufrir.

—Lo sé, y no pienso escapar. Tengo algo en mente que es mucho peor que esto —sonrío dejando a la vista mis dientes y por un momento oscurecí mis venas para causar más miedo.

—¡¿Qué está sucediendo hijo mío?! ¡Abre la puerta! —la voz del rey Leonard Laurent se escuchó tras la puerta y venía acompañada de golpes.

Solté la espada.

—Nos veremos de nuevo Cedric Laurent —dije finalmente.

La puerta se abrió bruscamente y de inmediato el rey y varios guardias hicieron presencia en el lugar, observaron el lugar totalmente perplejos y evidenciaron que todos los objetos estaban en el suelo y la habitación era un caos.

—¡Padre! ¡Esa mujer es una bruja! ¡Es una sirvienta de satán! —grito Cedric. Su padre, rey de estas tierras, soltó un grito ahogado que obligó a sus guardias ejercer autoridad sobre mí y encargarse de la "bruja" que atormenta el interior del castillo...


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