Capítulo XXI: Lobo furioso
Elek
❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈
Lo ocurrido ha apagado esa llama de esperanza, que me incitaba a no rendirme con ella. La decepción está presente en este agobiante silencio y aunque me niegue a llorar, solo dejo que las lágrimas se desprendan de mis ojos y recorran mis mejillas con lentitud. La chica bondadosa y con una luz radiante y acogedora en su mirada ha desaparecido por completo, y ahora solo queda odio en su ser... Pero aún, me niego a aceptar esa cuestión, yo sé, y por lo que conozco de los seres oscuros, que Elizabeth en el fondo quiere parar y arreglar el daño que ha causado.
—Su alma se está oscureciendo, y será difícil salvarla de las fuerzas del mal —rompí el silencio y giré mi cabeza observando a mi hermano, el cual sostiene a Scarlett en sus brazos. Ella está débil por el contraataque que realizó Elizabeth, la poción de sueño profundo que impactó en ella, parece estarse desvaneciendo, pero aun así, le cuesta dar pasos firmes por su cuenta.
Decidimos simplemente marcharnos, sabemos que no podemos detenerla por sí solos y ella misma nos aclaró que nuestra presencia allí empeoraría las cosas. Por ende, justo ahora, andamos por el bosque oscuro de vuelta a la tribu, ahora tendremos que enfrentar a nuestro padre, quien es el líder, y dar la cara por nuestras desobedientes decisiones.
—No nos queda otra opción que pedirle ayuda a nuestro padre.
—No sirve de nada ayudarla —bufó Aleksei con enojo —. Lo que me preocupa son las posibles vidas que ella arrebatará por una simple e idiota venganza que no traerá nada bueno.
—¡No digas eso! Aleksei, todos sabemos como son los seres oscuros en situaciones como esta. Cuando se apropian de la víctima no la sueltan incluso si esta quiere detenerse, seguramente Elizabeth sabe que todo lo que está haciendo no es lo correcto, pero su lado malvado ha tomado el control total de ella misma.
Ignora por completo mi respuesta y nos detenemos justo frente a la barrera protectora de nuestra tribu... Hemos llegado.
Sin embargo, antes de cruzarla, escuchamos gritos al otro lado que nos dejaron perplejos. Mi corazón se aceleró de una forma fenomenal y Aleksei y yo compartimos miradas que reflejaron nuestro temor al instante.
Atravesamos la barrera y dejó a Scarlett en el suelo. Ambos corrimos en dirección al centro de la tribu, y en el camino, nos topamos con varios de nuestros miembros huyendo aterrados, muchos de ellos nos decían que nos alejemos del lugar.
La tribu pasó de ser un lugar armonioso, tranquilo y próspero a un lugar masacrado y destrozado en solo cuestión de minutos. Muchos de nuestros hombres y mujeres se encuentran débiles en el suelo con heridas de lo que parecen ser rasguños profundos, y de sus ojos se desbordan lágrimas de temor y confusión respecto a todo lo que sucede.
Aún no logro comprender qué es lo que está atacando mi preciado hogar, pero me lleno de valor y trato de socorrer a mi familia, la cual, es toda la tribu sin excluir a ninguno.
—Todo estará bien, yo te protegeré —le dije a una pequeña niña de pelo blanco y rizado, no posee heridas, pero se encuentra en el suelo en posición fetal como a la espera de que esto termine de una vez por todas. Mi hermano Aleksei ayudó a levantarse a muchos de los que permanecían agachados, como si esa posición fuese a protegerlos, y les ordenó ferozmente que se marcharan. Su reacción, sonó muy precipitada, pero lo hace para protegerlos.
—¡Hijos míos! ¡Protejan a la tribu! —mi padre Kadey apareció. Su semblante solo refleja angustia y gotas de sudor caen de su frente. Su pecho sube y baja con rapidez porque le falta el aire.
—¡¿Qué está ocurriendo aquí, padre?! —Aleksei exigió respuestas.
Mi padre quiso acercarse a nosotros, pero volteó la cabeza hacia atrás como si hubiese percibido algo. Con lágrimas en los ojos, lanzó el bastón mágico que le pertenece, y que solo él puede usar. El alargado palo de madera, que a pesar de verse corriente, cayó frente a los pies de mi hermano y confundidos observamos a nuestro padre, como en un intento de entender la razón por la que se desprendió de su bastón.
—Mis adorados, los amo. Yo... estoy... estoy mucho más que orgulloso de ustedes —una sonrisa se formó en su rostro. Sus palabras tocaron mi alma, pero por alguna extraña razón, no me sentí aliviado.
Justo en ese momento, y de forma repentina e inevitable, un feroz lobo de gran tamaño y pelaje oscuro se abalanzó hacia él haciéndolo caer al suelo. Mi hermano reaccionó al instante y corrió a socorrer a mi padre. Aunque quise moverme, mis piernas se congelaron del temor que siento en este momento.
El temible animal gruñía mientras desgarraba la piel de mi padre, cada herida provocada por ese ser hacía que mi corazón latiera con fuerza, como si se fuera a salir de mi pecho. Comencé a gritar aterrado, Aleksei agarró al lobo con fuerza y ambos se envolvieron en una lucha, que al final terminó con la huida del animal.
Por fin tomé el control de mi cuerpo, corrí hacia mi padre y me arrodillé a su lado. Tomo su cabeza con delicadeza y acaricio su mejilla mientras lloro y produzco gritos ahogados impotente por lo sucedido.
—No... no por favor, padre, esto no puede estar pasando —le dije entre sollozos.
Aleksei se agacha tembloroso junto a él, y ambos, padre e hijos nos observamos en silencio.
Su mirada se encuentra perdida, agarra mi mano y la de Aleksei y trata de formar una sonrisa, pero se encuentra tan débil, que no lo logra.
—Tranquilo, todo estará bien, estas heridas sanarán —dijo Aleksei tratando de mantenerse tranquilo y tomó aire una y otra vez en un intento de calmar ese sentimiento incontrolable en su interior.
Trato de hacer lo mismo, las heridas en su cuerpo se ven horribles, pero los Concédants podemos curarnos.
—Hijos míos —la mirada de nuestro padre se centró únicamente en nosotros, pero pude sentir, como el resto de la tribu se acerca lentamente al lugar —. No voy a curarme, ya no puedo hacerlo.
—¿De qué hablas? —le pregunto impactado, con los nervios atacando mi cuerpo.
—La razón por la que mi heridas no se cierran... es porque simplemente no soy eterno, y eso, lo saben muy bien. Los espíritus de la tribu me dijeron que esto iba... iba a pasar...yo...este...es mi destino, mi momento final en esta tierra.
—Deja de decir eso, no puedes dejarnos, aún no —Aleksei se prendió con fuerza a su cuerpo, lo abrazó y se negó a soltarlo. Me uní al abrazo, ya sabiendo que sería el último.
—Ustedes ocuparán mi puesto, confío en que no se pelearan por quien va a poseer el bastón mágico del líder guía... A partir de ahora, ustedes deben guiar a esta tribu y brindar su paz y seguridad —sus palabras fueron claras y ambos asentimos comprendiendo sus palabras —. Los amo, y yo... seguiré con ustedes aunque no puedan verme... Ya es momento de que me reúna con su madre en el otro lado, donde solo las almas pueden ir.
Su forma de partir es hermosa, quizás la muerte, es para muchos, el peor suceso que alguien pueda experimentar, pero peor aún, es presenciarla. Sin embargo, cuando estas rodeado de una magia increíblemente poderosa, tienes el privilegio de ver a los que amas partir de este mundo rodeado de una luz brillante y delicada. El cuerpo de mi padre levitó del suelo gracias a la fuerza mágica de nuestros espíritus, y comenzó a desvanecerse lentamente, permitiéndonos observar por última vez, sus ojos llenos de la confianza que lo caracterizaba.
La tribu se echó a llorar, casi todos al unísono. Y en el lugar, Lumiére, nuestra líder consejera hizo presencia en la zona sin comprender la razón del derrame de tantas lágrimas. Luego, sintió una corriente de aire en su oído, y supe, que era un espíritu quien le estaba susurrando. Ella, al parecer comprendió, y atónita se arrojó al suelo y posó su mirada en un punto fijo, sin aún creer que nuestro líder guía, se había ido.
No soporté estar en el lugar y escuchar los sollozos de los demás, aún me cuesta aceptar, que al igual que mi madre, mi padre ahora nos ha dejado. Me levanto débilmente, mis piernas casi ni podían soportar mi peso.
Me alejo del lugar y camino perdido entre el bosque, sin saber qué hacer o a donde ir. Apoyo mi espalda contra el tronco de un árbol, cubro mi rostro con las palmas de mis manos y comienzo a llorar devastado...
En medio de este sentimiento inagotable, complejo y sobre todo, difícil de sobrellevar, solo pude pensar en un nombre, que se repetía innumerablemente en mi mente y me producía una sensación de rabia.... Arthur.
Levanté mi mirada y el enojo recorrió todo mi cuerpo, simplemente llegué a una conclusión: Arthur, el hombre lobo, asesinó a mi padre.
❈•≫────≪•◦ ❈ ◦•≫────≪•❈
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro