Narra Elizabeth

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Elek se marchó por un poco de agua y yo me quedé sola con Arthur, el hombre lobo. Se sentó sobre un tronco y comenzó a hablarme respecto a la tragedia por la que tuvo que pasar.

Sentí lástima, pasé por algo similar y sé que el dolor que se siente ante algo así es más fuerte que cualquier cosa.

—No sé si pueda vivir sin mis amigos, sin mi familia, sin mi manada... —me dijo conteniendo sus lágrimas y apretó los puños con rabia —. Vi como las espadas de los guardias apuñalaban los cuerpos de mis amados, la sangre salpicaba por doquier y lo único que podía escuchar eran gritos y aullidos de dolor. No pude hacer nada, eran demasiados hombres contra nosotros, mi alfa me ordenó que escapara y salvara a mi hermana, ya que no había nada más por hacer... Huir era imposible, y aunque sabíamos como defendernos estábamos aterrados, nunca antes nos habíamos enfrentado a los humanos, nuestra regla primordial era no lastimarlos, pero ellos sí lo hicieron.

—Cuando vivía en ese pueblo pude notar que la piedad y la bondad no es parte de ellos, asesinan a cualquiera que tenga una idea o creencia diferente a la de ellos, tienen la idea errónea de que las criaturas mágicas son parte del mal y por eso deciden asesinarlas —le expliqué un poco, y sentí como la tristeza me invadía —. Así ocurrió con mi madre, la acusaron de bruja y la asesinaron. Era una bruja, pero nunca hizo nada malo, al contrario, curó a una mujer del pueblo y esa tonta la delató por las amenazas del rey.

—Debemos vengarnos, muchacha. Si no hacemos nada para detenerlos, seguirán acabando con familias enteras —me dijo con firmeza y admito que consideré sus palabras, aunque también, me sentí insegura por ello.

Elek apareció con una expresión confusa marcada en su rostro, miró con enojo a Arthur y negó con la cabeza disconforme. Creo que nos escuchó.

Arrojó los dos vasos al suelo desperdiciando el agua e intervino en la conversación.

—Deja de meterle esas ideas a Elizabeth, la venganza solo traerá problemas y no sanará el dolor —la voz de Elek se escucha apagada y me mira con tristeza.

—Esto no tiene nada que ver contigo —le contestó Arthur y se levantó bruscamente del tronco en el que estaba.

—Pues no tengo otra opción que acusarte con los líderes, desconfío de tu presencia en este lugar y ahora veo que estás tratando de llevarla por un mal camino, no puedo permitir eso.

—¿Eres tonto? ¿Acaso sigues siendo un bebé? Tu tribu vive en un patético mundo de fantasía, se esfuerzan absurdamente en que todos sean buenos y bondadosos pero se nota que no conocen el mundo real. Muchacho, para que exista el bien debe existir el mal. y claro ¡Acusame con ellos! De todas formas me marcharé de esta tribu y arrasaré con esos malditos humanos —la respuesta que lanzó Arthur me dejó boquiabierta. Él decide marcharse y se gira para verme una última vez —. Piensalo.

Asustada, me percato que mientras Arthur avanza alejándose de nosotros una sombra oscura lo persigue... Lo más probable es que un ser oscuro también lo esté acechando o quizá, ya formó un trato con ese ente, para que de esa forma volverse mucho más poderoso y llevar a cabo la venganza de la que tanto habla.

—Elizabeth, dime por favor que no harás caso a sus palabras —Elek se acercó a mí y tomó mi mano, me miró afligido y su expresión me hizo sentir mal, es el que más me ha ayudado en esta tribu y siempre me hace compañía. No quiero decepcionarlo pero, algo dentro de mí no quiere quedarse en este lugar, simplemente pensar en que debo vivir aquí por un largo tiempo sin padres y sin alegría me parece muy tortuoso, pero cuando esa idea de hacer lo posible para evitar el sufrimiento de otras familias la adrenalina recorre mi cuerpo y ese impulso de querer vengarme persiste.

—Yo, iré a caminar por el bosque. Necesito pensar un poco, a solas —le respondí y me solté de su agarre. Me aleje rápidamente y toqué mi pecho, mi corazón palpita con fuerza ante la idea.

Aunque traten de evitarlo, quiero hacer lo que mi corazón me pide, y es vengarme.

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