Capítulo veintinueve
Comencé los trámites el mismo día, moví todas las fichas para que fuera admitida en otra universidad, donde pudiera retomar los estudios y graduarse. Todo iba bien, el período de adaptación, según me cuenta ella, fue bastante llevadero.
Cada tarde paso a recogerla a la misma hora, pero extrañamente, por más que la esperé, no había visto rastro de ella por ningún lado. Mientras le marcaba, recibí una llamada desde un número desconocido. Pensé que podría tratarse de ella, tal vez se le quedó el celular sin batería.
—¿Dónde demonios estás? — respondí.
—Que gusto me da oírte, Alma— la voz se oía distorsionada, por lo que puse oído a sus palabras.
—¿Quién eres?
—Eso no es importante. Lo único importante aquí es lo que tengo.
—¿Y qué tienes?
—Debes estar preguntándote dónde se metió tu mujer, pues no tienes nada de qué preocuparte. Te tengo buenas noticias, ella está conmigo y mis hombres.
¿Esa niña mi mujer? Me temo que aquí hay una enorme confusión. Maldita niña necia. Es el maldito colmo que se deje atrapar. Tal parece que los arduos entrenamientos y rutinas diarias no le han servido para nada.
—¿Qué quieres?
—Te enviaré la ubicación de donde quiero que nos encontremos. No cabe mencionar que quiero que vayas solo y desarmado, y no trates una estupidez, o de lo contrario, será tu mujer quien pague las consecuencias. Ya sabes cómo son las cosas en este negocio, ¿cierto?
—Perfecto, si así serán las cosas, envíame la información y ahí le caigo.
En gran parte, puede que sea mi culpa. La he estado dejando sola y no he sido duro con ella como debería.
¿Quién demonios se atreve a meterse con los míos? Definitivamente no valora su vida.
Daisy
Abrí los ojos con dificultad debido a la claridad. Me dolía mucho la cabeza. No sé dónde estaba. El lugar era uno desconocido. Me encontraba amarrada de manos y piernas, pero no estaba sola. No tan distante habían varios hombres armados, y a mi otro lado, una chica amarrada al igual que yo. No sé quién era, pero traté de acercarme a ella. Se veía malherida y se encontraba inconsciente. Con mis manos atadas traté de tocarla, pero no reaccionaba.
—Hasta que al fin despiertas, linda.
Me asusté al ver la atención de todos esos hombres encima de mí.
—¿Quiénes son ustedes? — indagué asustada.
—Tienes buen cuerpo, no es de extrañarse que Alma te tenga tan aislada.
—¿Alma? ¿Quién es Alma?
—Oh, ¿no sabes quién es? — todos rieron.
—¿Qué quieren conmigo? — mi voz apenas era un susurro.
Se miraron entre sí, pero el más grandulón, el mismo que estaba respondiendo a medias mis preguntas, fue el mismo que se aproximó hacia nosotras y se agachó a solo centímetros de mí.
—Pasar el rato, jugar unos juegos de mesa, quizá baloncesto, ¿qué crees que queremos contigo? — agarró mi cabello con tanta fuerza que pensé que se quedaría con el en las manos—. ¿Realmente eres su mujer? Luces muy débil y frágil. Cuéntame un poco sobre él, debes saber algo importante que puedas decirnos.
—No sé nada, señor. Ni siquiera sé de qué estás hablando.
—Claro, que idiota soy, ¿cómo pensé que nos dirías algo sobre él? —su otra mano aterrizó en mi mejilla y un constante ardor se hizo presente en la zona que había impactado.
Mis ojos se llenaron de lágrimas.
—Yo no sé de qué quién estás hablando.
—De John Devon. ¿Vas a decirme que no sabías que le decían así? Como ven, señores, la niña no sabe cómo le dicen a su hombre. ¿Será que sí sabes porqué le llaman así, o tampoco? Tu hombre es muy conocido, es como una leyenda, linda.
No sé de qué estaba hablando este hombre, solo quería salir de aquí.
—¿No me digas que tampoco sabías que John mató a sus padres?
—¿Eso qué tiene que ver conmigo?
—Es una lástima que Leonardo se haya dejado madrugar por su propio hijo.
—¿Quién es Leonardo? ¿De qué estás hablando?
—Resultaste ser tremenda actriz. Dejemos a un lado ese tema y vamos a decidir qué haremos contigo. Podemos divertirnos un poco mientras llega tu novio. ¿Qué te parece? Me encantan las mujeres que son prohibidas, ¿así que por qué no aprovechar este momento?
—¡No me toques, cerdo! — vociferé.
—No solamente seré yo, todos tendrán un turno contigo, así que relájate y sé una niña buena, ¿de acuerdo? — todos rieron.
John, ¿dónde estás? Tengo mucho miedo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro