Capítulo trece
Acordamos que iríamos al laboratorio juntos, por eso pasé por la casa a recogerla, pero cuando llegué no la vi. No por eso iba a cambiar los planes, todo lo contrario, toqué la puerta esperando que me recibiera, pero para mí mala suerte, con quién me encontré fue con Sofía. Se suponía que esta mujer estaría trabajando. Mi curiosidad creció por saber si se haría la indiferente y fingiría que no me conoce, pero su reacción no fue la esperada, todo lo que hizo fue meterme a la casa y cerrar la puerta detrás de mí.
—Por lo visto, Leonardo no se ha rendido y ha enviado a su querubín— se asomó por la ventana, mirando por varias partes del jardín—. ¿Estás solo? ¿Hay alguien contigo?
—¿Es eso lo único que te preocupa? Creí que te emocionaría verme, no lo sé, que tendrías muchas cosas que decirme y explicarme, pero veo que ese no es el caso.
—¿Dónde está Leonardo?
—Lamento informarte que no vino conmigo. ¿Dónde está Juliana?
—Entonces no me equivoqué, ¿fuiste tú quien estuvo con mi hija anoche? ¿De qué hablaron?
—¿Hay algo en particular de lo que deba hablar con ella?
—Si él te envió fue para amedrentarme, pero eso no funcionará conmigo.
—A mí nadie me ha enviado a nada. Estoy aquí por decisión propia.
—¿Qué hablaste con mi hija?
—¿Por qué tan preocupada al respecto? No hay secreto que no salga a luz. Tarde o temprano tu hija debía saber la verdad.
—¿Cuál verdad?
—Sobre tus pasadas andanzas, por supuesto.
—Viniendo de Leonardo, seguramente te dijo las cosas a medias, o al menos lo que le conviene y lo hace ser la victima ante tus ojos.
Reí por su cinismo.
—Entonces, ¿me dirás que eres tú la verdadera victima aquí, perra?
Retrocedió, apretando los puños.
—¿Qué te dijo Leonardo sobre mí? Si va a lanzar tierra, al menos que esté preparado para hundirse también.
—Alquilaste tu vientre y no te fue suficiente con el dinero que acordaste con mi padre, que quisiste más. En el primer embarazo huiste, pero no pudiste ir muy lejos. Luego, me dejaste con él, desapareciste sin tener cargo de consciencia, cargando con un secreto más en tu vientre. Imagino que lo viste como garantía y protección. Seguramente no sabes siquiera de cuál de los dos quedaste embarazada, ¿cierto? O tal vez, ninguno de ellos dos sea el padre biológico de mi hermana.
—¿Todo eso te dijo? Que iluso eres. Hasta siento lastima por ti y por la patraña de mentiras que te hicieron creer.
—Ah, ¿sí? Y, según tú, ¿cuál es la mentira?
—Absolutamente todo. Ha querido salvar su pellejo a toda costa, pero es tiempo de que sepas la verdad, aunque, tengo el presentimiento de que no querrás aceptarlo, porque tienes puesto en un puto pedestal de cristal a tu santo e inocente padre.
—Cuidado con levantar calumnias, porque no me va a temblar la mano para cerrarte la boca.
—Primeramente, mi nombre no es Sofía, es Daniela. He trabajado por más de 24 años con Leonardo. Soy parte de la organización a la que también tu perteneces. ¿Esto es suficiente prueba? —se dio la espalda, levantándose el cabello y mostrándome el pequeño tatuaje que tenía en el área de su cuello, algo que me generó incontables dudas—. Yo no soy tu madre, tampoco tengo un vínculo sanguíneo con tu hermana, como me habría gustado tener— se giró, enfrentándome—. Leonardo mató a tu madre, no quería que Isabella, tu madrastra, supiera que embarazó a la empleada doméstica. La mantuvo aislada durante todo el embarazo. Supo que eran dos bebés quienes crecían en su vientre, y que uno de ellos era varón y por eso la dejó con vida. De lo contrario, la habría matado antes. La noche que ustedes nacieron, él tomó la cruel y cruda decisión de matar a tu madre, ni siquiera permitió que Sofía, tu verdadera madre, hubiera podido verlos o cargarlos. Estuve presente esa trágica noche y llegamos a un acuerdo, y este consistía en que desapareciera a la niña, él iba a encontrar la forma de que Isabella aceptara adoptarte, no obstante, omitiendo ese grandísimo detalle que los unía.
—Mentira...
—Yo no puedo tener hijos, por eso, la idea de ser mamá me hizo ver una nueva oportunidad de cambiar. Con respecto a Andrew, es cierto que mi acercamiento a él fue por órdenes de Leonardo, pero me enamoré perdidamente de él. A Andrew no le importó que tuviera a una niña. Incluso la crio como suya, tanto así que la incluyó en su testamento.
—Esto no puedo ser. Me niego a creer esta estupidez.
—Pues esa estupidez es cierta. Tu padre no es un santo. No le importó matar a tu madre y separar a Juliana de ti.
Mi mano se aferró a su cuello, la ira se acumuló tanto que debía descargarla de alguna manera u otra.
—Aunque me mates, eso no va a remediar los años en que has vivido engañado por tu padre.
—¿Qué está pasando aquí? —oímos la voz de Juliana y dejé ir el cuello de Daniela.
Se me hacía difícil respirar. Mis ojos se encontraron con los suyos y en los de esos renacuajos que la acompañaban.
—Mi princesa, lamento que hayas tenido que presenciar esto.
—¿Qué hacen ustedes juntos?
—Es una historia bastante larga y compleja de explicar — se adelantó ella—. Este hombre ya se iba.
—Eres una miserable cobarde — espeté.
—Aquí el único y grandísimo cobarde es tu padre — refunfuñó.
—¿Qué está pasando aquí? ¿Alguien podría explicarme? ¡Estoy harta de secretos, de mentiras, de ser la última que se entera de las cosas! — explotó Juliana.
—Que te lo diga ella. Esta bruja junto a mi padre nos ha visto la cara de pendejo a los dos.
—Hubiera dado todo con tal de que esto jamás saliera a la luz, pero dicen que las mentiras y el engaño tienen fecha de caducidad. No quería que fuera de esta manera, mi amor. Te diré la verdad, solamente espero que puedas escuchar todo lo que tengo que decirte y entenderme.
—Habla de una vez...
—No soy tu verdadera madre, pero me he esforzado en ser una para ti.
Permanecí en silencio, escuchando todas las palabras que salían de su boca. No parecía mentir y mientras más analizaba el panorama, muchas cosas cuadraban. Aunque ella trató de suavizar la situación, Juliana perdió el control, tanto como yo.
—¿Quién mierda eres tú? ¿Con quién demonios he estado viviendo todos estos años? ¿Cómo es posible que no me diera cuenta?
—Sí, y luego me llamas monstruo, pero mírala a ella, hermanita, ha adoptado el nombre de la mujer a quien silenciaron y repartieron sus crías. ¡Qué bárbaro!
—Por primera vez debo darle la razón a este sujeto. Tu cinismo y descaro no tiene límites. Eres una excelente actriz. Has podido disfrazar la maldad detrás de tu sonrisa, de tus consejos, y supuesto "amor de madre". Tantas veces que le recriminé a Andrew lo que nos hizo, su abandono, la familia perfecta que tenía, hasta por haber fingido su muerte, y ahora resulta que ha sido una víctima más de tu avaricia y maldad. Ni siquiera él tenía la obligación de hacerse cargo de mí.
—Es cierto que me equivoqué, mi pequeña, pero he estado pagando por ello, créeme.
—¿Pagando por ello? No tienes idea de lo que te espera, perra.
—Juliana, escúchame a mí, por favor...
—No, no quiero oír nada más. Ha sido suficiente para entender la basura de persona que eres— fue corriendo a su habitación y lo único que se escuchaba eran los ruegos de Daniela, pidiéndole que no hiciera sus maletas.
Todavía no me bajaban los humos, cuando la vi salir de su cuarto con Daniela detrás.
—Tengo un lugar donde puedes quedarte y tener la vida que te mereces. No pienso dejar que mi hermanita viva en esta casucha. Te puedo llevar ahora mismo.
—Contigo no voy ni a la esquina.
—¿Piensas quedarte con esta bruja?
—Es ella quien se va.
—Mereces más que esto. Ahora que has confirmado que somos hermanos de sangre, es momento de que eches ese orgullo a un lado y me permitas ayudarte. Ni creas que ahora que te he encontrado, pienso desaparecer como si nada hubiese pasado. Aunque no te guste, somos hermanos.
Sus hermanastros se metieron en medio de nosotros, creando una distancia prudente, y los miré con desdén.
—Juliana no está sola, nos tiene a nosotros. Ella no necesita nada que venga de ti.
—Ay, hermanita de mi alma, como que se te ha olvidado ponerle el bozal a estos dos Chihuahuas.
—Gracias por la oferta, pero no me interesa nada que venga de ti. Mentiría si digo que es un gusto haberme enterado de que he vivido en una mentira toda mi maldita existencia y de que tengo hasta un hermano. En este momento no quiero ver a ninguno de ustedes. Desaparezcan de mi vista — salió de la casa, sin mirar atrás.
—Asegúrate de no cruzarte por mi camino nunca o terminaré lo que comencé antes de que mi hermana llegara.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro