Capítulo setenta y uno
Un mes después…
John
—La misión será un poco más compleja de lo que parece, pero ya que conoces más de explosivos que yo, eres el adecuado, Kwan. Sigo pensando que pudiste haber sido tú quien mandó a poner esa bomba en el auto.
—Ya te dije que no; si no me quieres creer, ese es tu problema.
—Tengo toda la información del yate, tú vas a decidir dónde pondrás los explosivos. Aquí están las fotos y un manual bastante detallado— le enseñé todas las fotos y la información.
—Eso tomará algo de tiempo, lo haré luego de que se bajen en la isla. Ahí tendré el yate a mi completa disposición y no estará en movimiento. Lo colocaré debajo del yate, justo aquí—señaló la ubicación en la foto—, cuestión de que cuando traten de huir de la isla, podamos contemplar los fuegos artificiales. Habrán veintisiete tripulantes, esa es la capacidad del yate. No sé si entre ellos estará su familia.
—Ya eso lo averiguaremos cuando estemos allí, ahora lo importante será adueñarnos de dos de las lanchas que estarán escortándolos. Será la mejor forma de no levantar sospechas, y de paso, tendremos la forma de escapar luego. ¿Cuánto tiempo te puede tomar?
—De 15 a 20 minutos. ¿Vas a llevar a Daisy?
—Por supuesto.
—¿No la estás arriesgando demasiado en esta vuelta?
—No subestimes a mi mujer, ella te puede patear el trasero, sé porqué te lo digo.
—No considero que deberías hacerlo. Si las cosas salen mal, tendremos muchos problemas y ella puede correr peligro. La organización de los Roberts está a cargo de nueve clanes en total, tienen más de un ejército de militares e incluso de matones profesionales, entrenados para matar a quien intente tocar al jefe o a la cabeza de la organización; que en este caso, es Kleaven Roberts.
—Cualquiera diría que les tienes miedo.
—No, no es miedo, pero yo sí valoro mi vida y no quiero morir tan joven. Tengo mucho por vivir y disfrutar todavía.
—Para morir nacimos. Cuando te metiste en este negocio, debías estar preparado para todo. Por otro lado, sé muy bien en el campo minado que estoy pisando, por eso mismo quiero liberar a mi familia de esto. Ellos podrán tener a millones de personas, un ejército, militares, matones o lo que quieran; podrán ser las personas más poderosas que existen, pero se metieron con la persona equivocada. Si ellos son peligrosos, yo también lo soy, y más si se meten con mi familia. Casi matan a mi mujer y a mi hija, y eso no lo olvido, ni tampoco lo perdono. Es el momento de arrebatarle también la suya, en especial, a su hija. Todos tienen sus debilidades y a mí me atacaron directo en la mía, ya es hora de darle a probar un poco de su propia medicina. Ya me cansé de seguirles permitiendo que me ataquen, ahora es el momento de tomar venganza por todo; y te juro en nombre de mi mujer y de mi hija, que así sea lo último que haga, voy a liberarlas de esta carga. Voy a acabar con cualquiera que trate de tocarlas, y tú también estás en mi lista.
—Habías tardado en mencionarlo— rio—. Tú también estás en la mía, pero no es el momento de matarnos nosotros; voy a defender a Daisy, y si te mueres en esta vuelta, te aseguro que me casaré con la viuda; así que tendrás que mantenerte vivo hasta el último momento.
—¿Por qué será que no me suena a una amenaza, y me parece más un consejo de motivación? No sabía que tenías ese lado tan motivador, cabrón.
—Yo tampoco. En vez de hablar de este tipo de tema, debemos buscar la forma de cambiar nuestra apariencia; en especial la de Daisy. Tendrás que vestirla de hombre.
¿Y cómo será posible ocultar esas dos montañas de trasero y esas dos bolas de baloncesto?
—De eso me encargo luego. Vamos a viajar hoy en la madrugada, ya mañana en la noche prepararemos todo para infiltrarnos sigilosamente, antes de que se vayan. Por lo pronto, mandaré a preparar las identificaciones, y de paso, hacer un cambio de avión para que no sepan de nuestra llegada. Tenemos que pasar desapercibidos.
—Esa es una buena idea. Deben estar vigilando todo en el aeropuerto.
—Lo menos que se van a imaginar es que les vamos a estar haciendo compañía.
—Tengo que preparar el equipo.
—Yo también. Lo vamos a transportar en el avión. En la madrugada podremos transportar todo sin problema. Iré hablar con Daisy para que vayamos a comprarle ropa para su cambio.
—Bien, iré a preparar todo. Te aviso cuando esté listo.
×××
Fuimos al centro comercial a comprarle ropa y le expliqué por encima sobre los planes.
—Me siento extraño—solté, observando a Daisy mientras se cambiaba.
—¿Por qué extraño?
—Acabo de tener una erección con un hombre nalgón.
Daisy miró para todos lados, y le di un pequeño golpe en la frente.
—No seas estúpida, claramente hablo de ti. ¿Cómo se te ocurre imaginar que pasaría eso con un tipo de verdad?
—Ya me había preocupado.
—¿Cómo atreves a dudar de mí? ¿Estás buscando que te dé para abajo aquí mismo?
—Vestida de hombre estaría muy raro.
—Te cogería como sea, después de que seas tú. Podrías vestirte de ranita, de lobita, de mariquita, aun así, provocarás esto. Es más, pensando las cosas con claridad, me gustaría verte vestida de enfermera algún día.
—Sabía que dirías alguna de tus fantasía. No tardas en tirar las indirectas. Contigo eso es un problema. El otro día, casi no podía levantarme por tu culpa.
—Que buenos tiempos—reí—. La culpa la tienes tú, hermosa. Nadie te manda a provocarme. Incluso ahora lo estás haciendo. No sé cómo se va a tapar ese culaje que tienes. Tus senos no se ven mucho por la camiseta, pero ese pantalón está bien ajustado a tus caderas y a tu trasero. Mira cómo se levanta esa máquina.
—No se puede ocultar lo que se tiene, querido.
—Lo que tengo, más bien—le di una nalgada, y me miró sorprendida.
—Será mejor que me quite esto, antes de que me saltes encima.
Después de comprar todo, fui a recoger los documentos con nuestra nueva identidad. Todo será temporal. Fuimos a ver a nuestra hija, no podíamos venir acompañados de Kwan; no me confío de ese hijo de puta. Mi hija estará protegida aquí, y eso es lo que me tranquiliza. No veo el momento de terminar con todo esto. No quiero estar lejos de ella.
Mientras Daisy hablaba con Abdiel, fui a la habitación a ver a Mía. Estaba dormida, y para no levantarla, me incliné hacia la cuna y acaricié su cabecita.
—Sé que debes extrañarnos mucho, pequeña. Siento mucho abandonarte así, pero te juro que todo esto es por tu bien y el de tu mamá. Te prometo que papá se va a encargar de todo, y tan pronto regrese, vamos a tener una mejor vida. Si las cosas no salen como espero, te prometo que voy acompañarte siempre. Creo que es importante que sepas que tú y tu mamá, son lo más importante que tengo. Estoy agradecido de tenerlas conmigo, porque cuando creí que no merecía nada, la vida me sorprendió con ustedes dos, por eso debo protegerlas— acaricié su suave mejilla—. Cada día que pasa te pareces más a tu mamá. No se pueden negar ninguna de las dos. Son igual de bonitas.
—Eso no es cierto—oí la voz de Daisy, y quedé derecho como un soldado.
—¿Qué hacías escuchando conversaciones ajenas? ¿Desde cuándo estás ahí?
—No podía quedarme callada más tiempo. ¿Dónde están tus sentidos, John? Es increíble cómo se duermen, mientras estás con nosotras dos. Ese no es el John que conocí.
—Es una falta de respeto que hayas estado escuchando nuestra conversación.
—Claro que no—miró a Mía—. No le hagas caso a tu papá, está hablando de despedida y ese tipo de cosas malas. Si se atreve a dejarnos solas, aún después de muerto, iremos a golpearlo y traerlo de vuelta por necio. Él no puede dejarnos, nos prometió quedarse con nosotras y no hay forma de que ninguna de las dos permita que algo le pase, ¿cierto, Mía?—me miró, y sonrió—. No puedes fallarnos, John.
Cada día que pasa, puedo sentir que alguna parte de mí siente miedo; antes no me importaba si vivía o moría, estaba consciente desde el primer momento que algún día pasaría lo inevitable, pero ahora las cosas han cambiado. Ahora que encontré dos razones para quedarme, para luchar y mantenerme con vida, tengo miedo de dejarlas solas. Temor de no poder cumplir esa promesa que les hice, porque lastimosamente, no depende de mí. Si pudiera pedir otro deseo y que pudiera cumplirse, sería poder permanecer al lado de ambas siempre, y no, no lo pido tanto por mí, lo pido por ellas. No puedo morir todavía, no hasta que las libere de todo esto.
—¿Estás bien?
—Sí, cosita. Voy a ir a hablar con Abdiel. Tan pronto termine, nos vamos. Necesitas descansar, en la madrugada será el viaje—la abracé fuertemente contra mi pecho.
—¿Estás seguro de que estás bien?
—Sí, solo necesitaba esto. Supongo que me malacostumbraste.
—Posiblemente—rio—. Te amo, John. No estés preocupado, todo va a salir bien. Tenemos muchas razones para regresar con vida.
Es como si pudiera ver detrás de mí. ¿Será que incluso me he vuelto tan obvio? La alejé, sujetando su mentón.
—Lo sé, mocosita. Te amo.
—Hace mucho no lo dices así. Me gusta que lo hagas—depositó un suave beso en mis labios.
—Ya mismo regreso.
Daisy
Quedándome a solas con mi niña, apoyé los hombros en las barandas de la cuna.
—Papá está muy nervioso, nunca lo había visto tan preocupado; siempre es de callarse las cosas. Tenemos que ser fuertes, pequeña. Te prometo que nos vamos a cuidar, tenemos que volver bien para darle nuestra noticia. Ahora no es el momento de preocuparlo más, debo ir con él para ayudarlo y apoyarlo. Si se entera de nuestro secreto, no me dejará ir, y sé que debemos hacer esto por nuestro bien. Quedarme aquí sería peor, porque complicaría las cosas para ti. No quiero que te pase nada por hacer una necedad y quedarme. Sé que si me quedo al lado de tu papá, él se sentirá más tranquilo, y regresaremos sanos y salvos. Moriría de la preocupación si lo dejo solo, y más, luego de lo que sucedió con Kwan. Sé que serás una buena niña y te portaras bien con Abdiel. No quería abandonarte, pero te aseguro que valdrá la pena este sacrificio. Ya luego le contamos a papá sobre tu hermanito o hermanita. Estoy segura que se pondrá feliz al saberlo— acaricié mi barriga, y sonreí—. Sé que lo hará.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro