Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo sesenta y tres

John

Desperté con un dolor de cabeza insoportable. Estaba recostado en el pecho de Daisy, todavía permanecía dormida, ni siquiera se había dado cuenta de que había despertado. Los recuerdos de anoche vinieron en cadena, uno detrás de otro y me reproché a mí mismo el haberme comportado de forma tan infantil y patética delante de ella. ¿Cómo pude bajar la guardia de esa forma?

Permanecí bastante tiempo en el baño, no sé porqué me costaba tanto salir y encontrarme con ella. En primer lugar, ¿por qué me estoy escondiendo como si hubiera hecho algo demasiado malo?

Inevitablemente, y para mi desgracia, Daisy esperaba por mí en la puerta. No hubo escapatoria en esta ocasión.

—¿Estás huyendo de mí para no hacerte responsable, John?

—Veo que ya estás despierta. ¿Cómo te sientes?

—Entonces, ¿recuerdas lo que ocurrió anoche?

—No sé de qué hablas— carraspeé, caminando hacia el armario.

—Estás queriendo cambiar el tema por lo avergonzado que debes de sentirte, ¿me equivoco?

—No, no sé de qué hablas.

—Ya sabía que en tus sentidos jamás dirías las mismas cosas bonitas que dijiste anoche—sonrió medio extraño, y siguió rumbo al baño.

¿Está enojada porque no quise hablar del tema? Evidentemente, esa expresión y media sonrisa debe significar algo, pero ¿qué es exactamente? ¿Es enojo, es decepción, es tristeza?

Maldición, ¿por qué no puedo descifrar lo que por su mente pasa?

×××

Estuve esperándola en la habitación hasta que salió del baño. No había dejado de dar vueltas una y otra vez sin parar.

—¿Aún no te has ido a esconder? — se desvistió ante mis ojos y caminó al armario.

—Anoche me dejé llevar por…

—Anda, di que te embriagaste con unos simples tragos. Admite algo al menos— me miró de reojo y rio.

—Sí, eso pasó. Si te puse en una situación incómoda, te pido disculpas.

—No precisamente. La situación incómoda es ahora, al enfrentarme a la realidad.

—¿Eso qué significa?

Se giró hacia mi dirección luego de vestirse.

—Voy a preparar el desayuno— salió de la habitación sin agregar una palabra más.

¿Realmente está molesta por lo que sucedió? Cualquiera lo estaría luego de haberse tenido que hacer cargo de un borracho loco y patético, dejando escapar todos sus pensamientos en voz alta.

Bajé las escaleras, yendo tras ella y la observé estático en completo silencio. Efectivamente algo le sucede. Se apreciaba distraída, mas cuando tiene algo en la cabeza, tiende a sacudir la pierna derecha. Es que no dejo de cagar las cosas con ella.

Entre tanto pensar y pensar, creí haber llegado a una conclusión. ¿Acaso le gusta ese tipo de cosas, y como ve que no soy ese tipo de persona, ahora está decepcionada?

—Tengo que salir un momento. Ya regreso.

—¿Me vas a dejar sola?

—Sí, vendré ya mismo. Asegúrate de desayunar bien.

Daisy

¿Y a este hombre que le dio con irse solo y con tanta prisa? Cada vez actúa más raro. Se fue sin siquiera desayunar.

Me quedé preparando el desayuno y mirando la hora. Quería esperar por él, pero el hambre me estaba ganando. Desayuné y luego de limpiar, me senté en la sala a esperarlo. Él no había llegado todavía y la ansiedad me estaba carcomiendo por dentro.

—Tu papi está actuando muy raro, mi cielo. Me pregunto, ¿qué estará haciendo en este momento? — acaricié mi barriga, teniendo una profunda charla con mi bebé sobre la preocupación que me invadía.

×××

Horas después llegó John y me levanté aliviada al verlo.

—¿Pensabas matarme de la preocupación?

—Lo siento, traté de darme prisa— se oía fatigado y su mirada extraviada.

—¿Para qué existen los teléfonos, idiota?

—No me lo llevé, debe estar en la habitación.

—¡Eres un descuidado! Iré a prepararte algo de comer.

—Ve arriba y vístete.

—Pero debes comer algo.

—Luego lo hago. Solo, ve y vístete.

×××

Hice todo tal y como lo pidió. No quise demorarme, pues se veía verdaderamente apurado e inquieto.

—¿Estoy bien así?

—Te ves muy linda con todo lo que te pongas.

—Creo que aún tienes el efecto de esos tragos encima.

—¿Tan seco y cortante soy?

—Muchas veces.

—Maldición, ni siquiera lo pensaste para responder.

En el camino me habló del parque Hyde, según él, escuchó por parte de varias personas que era un lugar bastante especial, donde cientos turistas lo visitan. Aunque admitió no ser algo que llame su atención, quiso traerme a que crearamos nuevos y gratos recuerdos juntos, aunque sospechaba que más que distraerme, el propósito era que se me pasara el enojo.

—Es un lugar muy bonito, John.

—Dicen que en el atardecer encienden la rueda de la fortuna.

—¿Y eso qué es?

—¿No sabes?

—No.

—Yo tampoco.

Reí por su sinceridad.

—Debe ser eso gigante que está por allá. ¿Puedes caminar?

—Sí, eso me haría bien.

Había muchas personas y parejas caminando de la mano y con sus hijos. Jamás había venido a un lugar tan bonito. El camino del parque era gigante y había varios árboles y luces que decoraban el lugar. Caminamos lentamente, apreciando la vista que se desplegaba ante nosotros. Todo lucía espléndido y hermoso, pero la inquietud de verlo tan nervioso y distraído llamaba más mi atención que los alrededores. Por estar mirándolo, estuve a punto de tropezar con alguien, pero él se dio cuenta instantes antes y me atrajo hacia él. Siempre está pendiente de todo. Tiene buenos reflejos, incluso cuando está distraído.

—Deberías estar pendiente a la vista y no a esta cara amargada que ves todo el día.

Si supiera que amo mirarlo, así sea con esa cara amargada que lo caracteriza.

—Es mejor que te mantengas aquí conmigo— me agarró la mano, y seguimos caminando.

Ahora sí parecíamos una pareja. Sus manos se sentían sudorosas. No sé si es que se siente mal o algo.

—¿Te sientes bien, John?

—Claro que sí.

Para mí está claro que algo le sucede. Él no es así. Seguimos caminando a paso lento y observándolo todo. Estuvimos cerca de la rueda de la fortuna y aún no era hora para que la abrieran, así que nos sentamos en un pequeña tienda y comimos algo.

—¿Hice algo malo ayer? —su repentina pregunta me puso en sobre aviso.

—¿Por qué preguntas eso?

—Has estado actuando extraño y no me gusta ver que te sucede algo y no me dices.

No quiero hacerlo sentir mal. Yo me enamoré de él, aún sabiendo que no era el típico hombre romántico o cariñoso; aun así, he sido muy egoísta y lo he presionado mucho. Creo que soy yo la culpable de su actitud y preocupación. Fui yo quien decidió aceptarlo así.

—Te he hecho preocupar, ¿verdad?

—Claro que me preocupa lo que te pase. ¿Puedo saber qué hice mal esta vez?

De todo se culpa y no me gusta eso.

—Nada, tú siempre eres el mismo. Los cambios durante el embarazo me ponen así, lo siento. No quería que por mi culpa, estuvieras preocupado o pensativo.

—No puedo evitarlo. ¿Puedo saber qué hice mal para no volverlo a hacer?

—Ya te dije, no hiciste nada malo. El problema soy yo que he sido muy egoísta y te pongo en una situación difícil, y te exijo demasiado sin darme cuenta. Pero todo está bien— sonreí.

—No quiero que te cargues tu sola, eso le hace daño al bebé. Una carga compartida dicen que es más liviana. Al menos, dime las cosas para que los tres estemos bien. Te he dicho que me gusta saber cuando la estoy cagando. Odio cometer muchos errores y no darme cuenta de ellos.

—Tú no has hecho nada malo, siempre soy yo quien exagera un poco las cosas. Ya no dañemos el día y sigamos disfrutando, ¿sí?

Seguimos caminando hasta el atardecer. Se veía hermoso el paisaje. Cuando abrieron la rueda de la fortuna, nosotros entramos y estaba algo nerviosa; de hecho, creo que los dos lo estábamos. Nos quedamos contemplando la vista de todo el parque desde arriba y era hermosa. De noche debería verse mucho más linda.

Su mano sostuvo repentinamente la mía y en mi dedo deslizó un anillo. Sus manos estaban temblorosas y no se atrevía a levantar la mirada. Era un anillo con un diamante en forma de corazón y color púrpura, justamente mi color favorito. Mi cabeza no podía procesar este acontecimiento, pero mi corazón, sin duda alguna, ya lo había aceptado, pues no dejaba de latir frenéticamente. Jamás me visualicé portando un anillo tan hermoso. Me cuesta creer que esto haya salido de él.

—Se supone que te pregunte, pero no quiero arriesgarme a que me digas que no. Anoche te dije que solo te quería para mí y hablaba en serio. De hecho, todo lo que dije, a pesar de ser una cursilería demoníaca y grotesca de mi parte, fue la verdad. Ya sé que no soy el hombre perfecto, o el que tu deseabas tener, pero aquí estoy yo, para ser esa fastidiosa excepción. Soy un idiota para estas cosas y no puedo prometerte no equivocarme, porque conociéndome, la cagaré muy a menudo, pero te aseguro que voy a esforzarme a ser esa persona que quieres y de tratar de no cometer tantos errores. Realmente te quiero en mi vida y quiero que puedas sonreír como la mayoría del tiempo haces— llevó su mano a la nuca, como si eso fuera a hacer que los nervios se esfumaran. Me pareció un gesto muy tierno de su parte—. Yo te amo y no puedo ver una vida sin mi cosita y sin nuestro bebé. Ve ese anillo como una soga, porque acabo de amarrarla firmemente a mi cuello y al tuyo también, me tomé el atrevimiento de amarrarlo, por si acaso tratas de huir de mí— desvió la mirada.

Eso sonó como una confesión de un psicópata. Digno de él. ¿Cómo puede ser tan lindo? 

—Al menos mírame a la cara, cosito—sostuve su mentón, obligándolo a mirarme—. Gracias por esto. No sabes lo feliz que soy en este momento, y más de poder escuchar esas dulces y lindas palabras de ti. Soy la mujer más feliz sobre la faz de la tierra. Tengo al hombre más lindo y tierno del mundo—sonreí—. Te amamos mucho, cosito. No voy a huir de ti, si no lo hice antes, ¿por qué lo haré ahora? — entrelacé mi mano en su pelo y lo besé.

—Oye—carraspeó—. ¿Por qué no celebramos aquí y ahora?

—Ya sacaste las garras, ¿eh?

—No sé, pero este lugar se ve cómodo, y estoy seguro que nos dará tiempo para un rapidín; además, ahora eres mi prometida y debes compensarme por esos nervios que me provocaste.

—¿Y si nos descubren?

—¿Eso qué importa? — entrelazó su mano en mi cabello y volvió a besarme.

Aún en estos momento, él no deja de pensar en eso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro