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Capítulo ochenta y cuatro

Nos dirigimos al campo de tiro, un lugar familiar para Daisy, pero desconocido para mí. Al entrar, el sonido atronador de los disparos llenó el aire, mezclado con el olor acre del humo de la pólvora. El campo estaba dividido en varias áreas, cada una destinada a diferentes tipos de prácticas de tiro.

En una esquina, había una fila de blancos de papel, cada uno con agujeros dispersos marcando los impactos de las balas. Al lado, mesas con diversas armas de fuego reposaban sobre ellas, desde pistolas compactas hasta rifles de asalto.

En el centro del campo, un área abierta con bancos y soportes para armas, donde los tiradores podían ajustar su puntería y practicar tiros de precisión. A lo lejos, al final del campo, se erguía una estructura metálica que simulaba un escenario urbano, completo con obstáculos y coberturas para prácticas tácticas.

—Aquí tienes una amplia variedad de rifles francotirador para elegir —dijo, señalando hacia las estanterías repletas de armas—. Pero déjame mostrarte mi favorita.

Me llevó hacia un Remington 700 que destacaba entre los demás, explicándome las características clave de este arma.

—Este es el Remington 700 en calibre .308 Winchester —explicó, con un brillo de emoción en sus ojos—. Es conocido por su precisión y fiabilidad. Tiene un alcance efectivo de hasta 1000 yardas y es capaz de mantener una precisión milimétrica incluso a largas distancias.

—Creo que este rifle sería perfecto para nuestra tarea. Su precisión y potencia son exactamente lo que necesitamos para completar con éxito nuestro objetivo.

Tomé el rifle en las manos, sintiendo su peso y equilibrio. Aunque no estaba tan familiarizado con los rifles de francotirador, confiaba en su recomendación y evidente conocimiento experto al respecto.

Aún me cuesta asimilar el cambio radical que ha tenido. Si no fuera por su rostro, sería incapaz de reconocer la mujer que estaba delante de mí. ¿En qué momento despertó en ella tanta pasión hacia los rifles? ¿Por qué sus ojos brillan con tanta intensidad cuando habla sobre ello? Debo admitir que, pese a no ser el motivo detrás del brillo en sus ojos, me derrite la emoción y seguridad que transmite.

Me guió meticulosamente a través del proceso de preparación del rifle, asegurándose de que cada detalle estuviera perfectamente ajustado.

—Primero, asegúrate de que el rifle esté bien apoyado en los soportes para mantener la máxima estabilidad —me instruyó, mientras ajustaba el rifle en el trípode—. La precisión es clave en esta tarea, así que cada pequeño movimiento cuenta. Ahora, ajusta la mira telescópica para que esté alineada correctamente con el objetivo. Debes tener en cuenta la distancia y la velocidad del viento para calcular el ángulo de tiro correcto.

Seguí sus indicaciones cuidadosamente, moviendo los controles con precisión milimétrica hasta lograr el ajuste perfecto.

—Recuerda controlar tu respiración mientras apuntas. Inhala profundamente y exhala lentamente justo antes de disparar. Es crucial mantener la estabilidad y evitar cualquier movimiento brusco que pueda afectar la precisión del disparo. No es la primera vez que disparas un arma, así que debe ser pan comido.

Asentí nuevamente, interiorizando cada consejo que ella me daba.

—Y no te olvides del supresor —agregó, colocando el dispositivo en la boca del cañón—. Necesitamos ser sigilosos y pasar desapercibidos. El ruido de un disparo podría alertar a nuestros objetivos y arruinar toda la operación.

Concentré la mirada en el objetivo a través de la mira telescópica, sintiendo la confianza crecer dentro de mí a medida que me preparaba para el disparo. Sin embargo, en el último momento, una sensación de duda se apoderó de mí y, conscientemente, dejé pasar la oportunidad perfecta de acertar el blanco.

—Maldición —mascullé, fingiendo frustración mientras apartaba la vista del objetivo—. Mi mano está sudando.

Daisy me lanzó una mirada de desaprobación, sus labios curvados en una mueca de decepción.

—Inútil —murmuró, con un tono de desdén evidente en su voz, pero que me encendió más de lo que debería.

Se acercó por detrás y sentí un leve cosquilleo de anticipación recorriendo mi espina dorsal. Su presencia cercana envió una corriente eléctrica a través de mí, y el roce de su cuerpo al pasar junto a mí hizo que mi corazón se sacudiera con fuerza.

Cuando su mano se posó sobre la mía en la empuñadura del rifle, una oleada de placer me invadió. Sentí el calor y la suavidad de su piel contra la mía, un contacto tan esperado y tan inesperado al mismo tiempo.

Aprovechando la oportunidad creada por mi actuación, giré el rostro por arriba del hombro con una sonrisa astuta. Había logrado lo que quería: su atención y cercanía.

Cuando nuestros ojos se encontraron, observé con más detalles esa cicatriz en la córnea y sentí una curiosidad creciente.

—¿Ves por ese ojo? —le pregunté.

—Eso no es asunto tuyo — su respuesta fue brusca, y su tono dejó en claro que no quería continuar con el tema—. Practica por tu cuenta y demuestra de lo que eres capaz. No tengo tiempo que perder contigo.

Decidí respetar su espacio y concentrarme en la tarea en cuestión. Practiqué mi puntería, sorprendiéndome a mí mismo por lo afilada y precisa que seguía siendo mi habilidad. A pesar de ser la primera vez que disparaba un rifle de francotirador, no encontré dificultad alguna en adaptarme y obtener buenos resultados.

×××

Pasamos los siguientes días inmersos en la planificación, examinando meticulosamente los planos de la catedral y discutiendo cada detalle. Juntos trazamos lo que consideramos un plan perfecto, sin margen para errores. Cada paso estaba cuidadosamente pensado y coordinado, desde la entrada hasta la salida, asegurándonos de cubrir todos los escenarios posibles.

Al llegar a la zona designada, nos encontramos con un arsenal de vestimenta especializada, diseñada para enfrentar cualquier situación. Nuestros trajes estaban confeccionados con un material innovador y resistente, una combinación perfecta de durabilidad y flexibilidad que ofrecía una protección excepcional contra impactos de bala y cortes.

Mi traje, aunque elegante y discreto, estaba equipado con capas ocultas de protección, fusionando la sofisticación con la funcionalidad. Cada detalle estaba cuidadosamente diseñado para garantizar mi seguridad sin comprometer mi movilidad o estilo. Desde el gabán hasta los pantalones, cada pieza estaba ajustada a la perfección.

El chaleco táctico estaba equipado con una variedad de armas y accesorios esenciales para la misión. En el chaleco, me acomodé una pistola semiautomática, una correa con cargadores adicionales y munición, así como una Uzi compacta para situaciones de combate cercano.

En contraste, el traje de Daisy era una obra maestra de ingeniería textil. Ajustado y aerodinámico, se adaptaba a cada curva de su cuerpo, resaltando su figura con una elegancia incomparable. El material elástico se moldeaba a su silueta, ofreciendo una combinación de resistencia y flexibilidad que la convertía en una fuerza imparable.

Cuando la vi salir luciendo su traje, quedé impresionado por su presencia. Por más que el traje estuviera diseñado para proteger contra balas y cortes, era evidente que habían pasado por alto ciertos aspectos. No pude evitar notar la falta de flexibilidad y la rigidez del material. Aunque estaba diseñado para resistir impactos y proporcionar una protección óptima, olvidaron considerar las situaciones adversas e incontrolables que podríamos enfrentar. No todo podía ser previsto ni cubierto por el traje; había elementos que escapaban al control humano.

Daisy había traído parte del equipo cerca de la catedral. En un edificio adyacente, había establecido un punto de apoyo estratégico donde almacenó parte del equipo necesario.

Una Harley-Davidson negra estaba esperando por nosotros en la entrada. No era fanático de las motoras, pero al parecer, a ella le quedaron gustando desde que se iba a pasear a mis espaldas con Kwan.

Ella se sentó en el asiento del conductor y me extendió un casco, invitándome a subir detrás de ella. A regañadientes y encolerizado por recuerdos pasados me subí a la moto, percatándome de lo difícil que sería el trayecto. Su trasero rozaba justo en el lugar donde mi erección comenzaba a despertar. Intenté mantener la compostura, pero era difícil con la cercanía de su cuerpo y la tremenda vista que se desplegaba ante mí. Lo arqueada que estaba su espalda me llevó a cuestionarme si es que realmente lo hacía a posta porque se había percatado de mi enorme problema.

—¿Tienes problemas para mantenerte tranquilo ahí atrás? Eres patético—dijo, acelerando la moto y dejando escapar una risita maliciosa.

Me aferré a su cintura con fuerza, dejando que mis manos actuaran por cuenta propia, deslizándose por su vientre y muslos con una firmeza que me transportaba al pasado. Aunque noté que su cuerpo había cambiado, el deseo seguía ardiendo en mi interior. A pesar de todo, su belleza seguía siendo igual de cautivadora que siempre.

Su mano intentó controlarme, tratando de apartar mis manos de su cuerpo, pero cuando sintió mi cabeza apoyada en su espalda, simplemente desistió.

—Sigues siendo tan hermosa como siempre.

—Sabía que por algo venías. Eres tan predecible, como todos. Vuelves a tocarme y te quemaré las manos.

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