Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo noventa y dos

John

Debía ponerme al día con los últimos acontecimientos de Kleaven y su gente, al mismo tiempo que buscaba la manera de que el contacto al que le pagué pudiera investigar más a fondo sobre la persona que ayudó a Daisy a ingresar en la organización. Si bien dijeron que la única entrada a la organización era por medio de una recomendación por parte de algún miembro de la elite o longevo. No llegó ahí por su cuenta, alguien la llevó a ese lugar, no tengo pruebas, pero tampoco dudas. 

Mientras tenga a Kleaven contento y entretenido, las cosas serán más llevaderas. Primero necesito investigar al contacto al que él acudió para facilitar mi ingreso. Además, estudiar detalladamente cada miembro de la elite que pudiera estar relacionado directa o indirectamente conmigo, haya sido por rivalidades pasadas, o la razón que sea, es indiscutible que el culpable iba detrás de mí. Quería vengarse, y por eso la secuestró a ella, porque conocía mi debilidad. Pero ¿por qué simplemente no la mató? ¿Por qué la llevó ahí? ¿Acaso habría una posibilidad de que lo hayan hecho para tener a Daisy como una carta bajo la manga que pudiera dañarme, porque conocen que sería incapaz de lastimarla? Cada vez me convenzo más; solo somos dos fichas en un tablero de ajedrez, pero ¿quién está detrás de nuestros movimientos? 

No descansaré hasta descubrirlo y juro por mi esposa y mi hija que los acabaré. Nadie toca a mis mujeres y vive para contarlo. 

Necesitaba descansar de este arduo día. El cansancio mental me ha consumido por mucho tiempo y mi cuerpo a duras penas lo resiste. Detestaba con el alma sentirme como una maldita herramienta que debía cumplir con las órdenes de ese vejestorio, pero odiaba aún más, haber permitido que en mis putas narices se llevaran a mi esposa y que hasta el sol de hoy, no haya sido capaz de descubrir al culpable. 

El peso de las cargas se dejó sentir sobre la suave seda de las sábanas, rindiéndose casi al instante, cuando de pronto, oí un extraño sonido proveniente de la ventana. Mis sentidos eran lo único que no se habían desconectado de la realidad todavía. Dormía con el arma bajo la almohada por precaución y protección, por eso la desenfundé, apuntando en dirección a la silueta que logré avistar ya dentro de mi habitación. Estuve a tiempo de evitar que se me zafara un tiro, al reconocer el rostro de mi mujer al despejarse de la capa que la cubría. 

—¿Sorprendido?

¿Qué hace aquí? Si Kleaven o alguno de los hombres la ve, complicaría aún más las cosas. 

—Vaya, aquí es donde vives. Te tratan bien, a pesar de tu papel como perro faldero. 

—¿Por qué has venido? —guardé el arma nuevamente en su lugar. 

—¿No estás contento de verme? 

—No deberías estar aquí. 

Para haber dado con mi ubicación, significa que ha estado investigándome. ¿Qué tanto logró investigar? 

—¿Por qué? ¿Tu jefe se enoja si recibes visitas a esta hora?

Maldita sea, esa lengua siempre tan filosa... 

—Veo que estás bastante interesada en mí, como para tomarte la molestia de buscarme. ¿Acaso logré sembrar en ti curiosidad? La última vez saliste huyendo. Pensé que no querrías verme más. 

—En realidad, he venido por otros asuntos. 

—Estoy intrigado. ¿Qué asuntos? 

—Hay algo que me tiene muy curiosa—entró a la cama, sentándose cara a cara sobre mí y poniendo sus rodillas a ambos lados de mi cuerpo—. ¿Son ideas mías o a mi parecer, aquí falta algo? —sostuvo mi mano derecha con ambas manos, y sonrió—. Ya veo. Eres del tipo de hombre que le gusta hacerse pasar por soltero en la calle para llamar la atención de otras mujeres. 

¿Lo sabe? ¿Sabe que estamos casados? ¿Recordó algo? 

—¿Puedo saber de qué hablas?

—¿Por cuánto tiempo planeabas ocultarme la verdad? Quiero creer que hay una razón de peso como para haber callado algo tan importante. 

—No me recuerdas. ¿Habría hecho alguna diferencia haberte contado la verdad? ¿Te habría ayudado a recordar algo? Si mi sola presencia no sirvió para nada, ¿por qué mis palabras lo harían? En primer lugar, ¿me habrías siquiera creído? 

—¿Tenemos una hija? —ignoró por completo mis preguntas. 

—Sí. 

—Quiero verla.

—No puedo llevarte con ella hasta que me digas quién te llevó o qué te motivó a entrar en la organización. Hasta que no dé con ellos, no pienso poner en peligro también a nuestra hija. 

—¿Crees que si lo supiera, me hubiera quedado de brazos cruzados? 

—¿No sabes quién fue?

—Mis recuerdos de ese momento son muy vagos.

—¿Qué es lo último que recuerdas de ese momento?

—Yo… solo recuerdo los duros entrenamientos, la dieta estricta a la que fui sometida por algo de tiempo. El dolor, los hombres de bata, la electricidad… —se apretó la sien, como si tratar de recordar le produjera un agudo dolor de cabeza. 

¿Hombres de bata? ¿Electricidad? ¿Qué demonios le hicieron? 

—Tranquila, no te sobreesfuerces. Perdóname por hacerte recordar cosas indeseables y dolorosas. 

—Divorciemonos. 

—¿Qué? —su palabra bajó con cierta dificultad y ardor por mi garganta, ni siquiera mis oídos soportaron escucharla y mi mente menos en digerirla. 

—¿No sería esa la decisión correcta a tomar en este caso? 

—¡Eso jamás! —respondí sin titubear—. Por más difícil que sea la situación, divorciarnos jamás será una opción. ¿Crees que luego de todo lo que he sacrificado para encontrarte lo echaré por la borda así sin más, simplemente porque no me recuerdas y tampoco me amas? Así me tome mil años regresar a lo que algún día fuimos, ten por seguro que no me rendiré. Ningún sacrificio que haya hecho hasta ahora me ha hecho renunciar a ti, ¿qué te hace pensar que lo hará tu ridícula solución? No lo recuerdas, pero tú misma me echaste la soga al cuello hace años atrás, eres la menos indicada para pedirme el divorcio a estas alturas. 

—Ahora lo entiendo… He estado cuestionándome qué pude haberle visto a un hombre como tú, pero me parece que he encontrado la respuesta. Eres soberbio, engreído y arrogante, pero más que todo eso, obstinado. Una combinación algo absurda y disparatada, pero… me gusta—descansó su frente sobre la mía, acariciando mi hombro con la mano y la otra mi mejilla—. No esperaba menos de mi hombre. 

Su respiración y peligrosa proximidad de sus labios en los míos me invitó a sumergirme en ellos, a embriagarme en el dulce néctar de su saliva, en disfrutar con deleite de su lengua juguetona, con sabor a un «te necesito», aunque todo fuera parte de una ilusión creada por mi cabeza al extrañarla y necesitarla tanto. ¿Esos besos eran suficientes para hacerle entender la felicidad que embauca mi alma al tenerla en mis brazos de nuevo?

En cada beso, sentía que cada maldito sacrificio que hice, no fueron en vano y que sacrificaría lo que fuera, con tal de que este momento no se acabara nunca, de que todos los problemas como por arte de magia desaparecieran.

He sido fuerte. Me he obligado a serlo, incluso cuando más frágil, desesperanzado y vulnerable me he sentido. Pero estos momentos, estos pequeños momentos, reaniman esa motivación y energías que he ido perdiendo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro