Capítulo doce
Los años fueron pasando a una velocidad insólita, todo era igual; los negocios eran la única razón por la cual agradecer un día más de vida. Estábamos en guerra con todos. Enemigos aparecían de la nada y varios de nuestros hombres seguían muriendo; era algo normal para nosotros. En el momento que escogimos esta vida, sabíamos que nuestro destino era incierto. No sabemos hasta cuándo vamos a seguir respirando, por eso vivimos al máximo el presente.
Mi padre se adueñó de la compañía de los Hawking y, desde entonces, he estado trabajando en todo lo que tenga que ver con lavado de dinero.
Junto a mi padre se unieron tres socios más y, entre ellos un tal Andrew Miller. Un viejo de mierda que se la pasa pidiéndole dinero a mi padre. Lo he visto dos veces en persona y las quejas de mi padre respecto a él siempre son las mismas.
Su empresa estaba a punto de la quiebra gracias a su perra mujer, y le pidió ayuda a mi padre. Ellos hicieron un trato de boca, para ambos estar a cargo de la empresa, pero no cumplió con su parte. Mi padre me ordenó a conquistar a su esposa; su nombre es Grace, una vieja asquerosa y despreciable. Detesto revolcarme con ella como si me gustara, era sumamente asqueroso, pero todo sea por los negocios.
A raíz de la situación, mi padre me mostró por foto a mi verdadera madre; me contó toda su verdad, algo que en realidad no me importó. Para mí, mi madrastra seguirá siendo mi madre; es la única que me ha demostrado su cariño y ha estado conmigo desde pequeño. Me enteré que mi madre biológica se llama Sofía, pero para mí esa mujer es una completa desconocida.
Me contó mi padre que mi madrastra no puede tener hijos y ellos siempre desearon un varón, por lo que alquilaron su vientre para tenerme, pero esa perra trató de aprovecharse de la situación y sacarle más dinero a mi padre.
Andrew Miller y mi supuesta madre biológica son amantes y mi padre también se la comió varias veces. Se la compartían entre ellos como buenos amigos y socios.
Ese Andrew se enamoró de mi madre biológica y, desde entonces, se alejó de mi padre, y ha provocado problemas. No quiere cederle la empresa ahora a mi padre, y tampoco darle el dinero que le debe. Esa empresa tiene mucho dinero sucio envuelto y, es algo que tarde o temprano, tendrá que devolver; a la buena o a la mala.
Por obras del destino mi padre y yo nos enteramos hace poco que tengo una hermana. Sofía tuvo a una chica llamada Juliana con Andrew, desconocíamos sobre eso. Solo la he visto por fotos y he tenido cierto interés por conocer cómo es en persona. Todo lo que me dicen es que tiene una actitud de mierda y, en eso, se parece mucho a mí. Ya es toda una mujer, tiene veintidós años.
—Tenemos que hablar, John— me dijo mi padre entrando a la oficina.
—¿Qué sucede?
—Es sobre Andrew. Acaba de salir en las noticias que tuvo un accidente aéreo.
—¿Aéreo?
—Sí, al parecer quedó hecho cenizas.
—¿Y no habrá sido obra tuya?
—No.
—No sé si sea una buena noticia o una mala.
—Es muy buena. Ahora podemos reclamar lo nuestro, hijo. Para eso necesitaré a esos bastardos de hijos; en especial a Julianita. Todo se lo van a dividir entre ellos y tenemos la oportunidad ahora de recuperar lo que nos pertenece. Quiero que sigas teniendo a Grace comiendo de tu mano; mientras la mantengas contenta, todo estará bien, su parte te la cederá sin problemas. Luego te encargarás de los tres bastardos. Quiero que investigues todo lo que puedas de esa familia.
—Como órdenes, papá.
×××
Honestamente, la curiosidad me llevó a investigar más sobre ella, a vigilar cada paso que daba y las personas que la rodeaban, especialmente a sus dos hermanastros, con quienes se veía bastante unida, pero no como familia, claro está. Físicamente era obesa, con dos caderas y trasero de infarto. Sus grandes pechos sobresalían en cada prenda que se pusiera.
No tengo idea de por qué esta situación me calienta tanto. Tal vez sea por el hecho de saber que por sus venas corre mi misma sangre. Por primera vez en mucho tiempo, había tenido una enorme erección sin haber sido estimulado debidamente.
Actué precipitadamente, en un arranque de tenerla frente a frente. Poco o nada me importó secuestrarla a plena luz del día y traerla a mi aposento. Todavía no despertaba del sueño profundo al que la induje, pero eso me dio luz verde de examinar su cuerpo con más detenimiento. Me cuestioné a mí mismo si debía darle una ojeada más profunda, pero inmediatamente alejé esos pensamientos, cubriéndola con la sábana. Será mejor dejarla quieta. Seguramente si la desnudo, termine cometiendo una estupidez y no me puedo permitir meter la pata otra vez.
Por fortuna, no recobró el conocimiento hasta que mi erección se bajó o, de lo contrario, quién sabe qué hubiera pasado. Su mirada extraviada, débil y cansada fue reemplazada por una de susto al percatarse de mi presencia.
—¿Quién eres? Te ha mandado esa cavernícola, ¿cierto? — cuestionó directamente, tratando de disimular inútilmente el miedo que carcomía todo su ser.
—¿Dónde están tus modales, hermanita? ¿No estás contenta de verme?
—¿Hermanita? ¿Quién demonios eres tú? ¿Por qué me has traído aquí y con qué propósito?
—Estaba ansioso de conocerte y no pude esperar un segundo más.
—Te he hecho una pregunta.
—Permíteme presentarme adecuadamente, hermanita; mi nombre es John.
—Tú… — me señaló—. Eres el amante de esa señora. Recuerdo haber escuchado tu voz en esa llamada. Entonces eso confirma que estás aquí por órdenes de ella. Deja que la tenga de frente, esta vez nada va a detenerme de romperle el hocico.
Definitivamente es mi hermana.
—¡Qué ruda eres! Esto confirma que tenemos la misma sangre corriendo por nuestras venas — recosté la espalda de la pared, sacando un cigarrillo del bolsillo, encendiéndolo y aspirando el humo.
—¿Qué quieres de mí?
—Ya te dije; quería conocerte. Tú y yo tenemos mucho de qué hablar.
—Estas no son formas de dialogar con nadie. Háblame claro, ¿esa vieja te mandó a deshacerte de mí?
—A mí nadie me da órdenes — me mordí el labio inferior, mientras acariciaba con la yema de mis dedos la barbilla.
Cuando hace frente sus pechos se ven más grandes.
—¿Qué hay con esa mirada tan enferma?
—¿Eres D o doble D?
—Escúchame bien, cerdo; no sé quién mierda seas o cuál es tu propósito para haberme traído en contra de mi propia voluntad, pero te lo advierto, conmigo no trates de joder, porque te mocho el pene y te lo hago tragar.
—Uy, la cosa se puso seria—dejé caer el cigarrillo, y lo aplasté con la suela del zapato—. Así es como deben ser las hembras—sonreí—. Eres digna de ser mi hermana.
—No sé de qué hablas.
—Es comprensible, pues a Sofía no le conviene, pero de eso hablaremos ahora.
—¿Conoces a mi mamá?
—Pienso que deberías sentarte, porque tenemos pendiente una charla larga y tendida.
—Habla, estoy esperando.
—Por mi padre supe que tenía una hermana, aunque no supe de tu existencia hasta hace diez meses atrás.
—¿Quién es tu padre? Quiero conocerlo y hablar con él.
—Es mejor que no te involucres en esto, mucho menos con mi papá, Juliana.
—Si vas a contarme las cosas a medias, entonces no tiene caso que hablemos, tampoco tiene sentido que me hayas traído aquí.
—No lo entiendes. Tu madre te ha estado mintiendo descaradamente y por mucho tiempo. Tú no eres hija de Andrew Miller, eso es lo que te ha hecho creer. Permíteme contarte la clase de persona que es tu madre. Mi padre y tu mamá eran viejos amigos. Cuando mi padre se
casó, estuvo por varios años intentando tener un bebé con mi madre, pero lamentablemente ella no podía darle lo que tanto anhelaba, por
lo que, como última opción consideró el alquilar un vientre y tu madre se ofreció para el trabajito porque es una maldita interesada. Mira lo perra que era que prefirió comerse la carne cruda, a hacer el procedimiento en una clínica. Durante el embarazo se molestó porque mi padre no quería aumentarle el precio que había acordado y trató de huir. A mi padre no le quedó de otra que obligarla a que me tuviera. Digamos que no soy muy querido por parte de tu perra
madre, por eso ni siquiera te ha hablado de mí.
—¡A ella la respetas!
—Tu madre no es un buen ejemplo que seguir, tampoco es un pan de Dios. ¿Acaso olvidas que era la amante de tu adorado padre? ¿Cómo
le llaman a ese tipo de mujeres? Ah, ¿rompematrimonios o una cualquiera?
Levantó la mano dispuesta a golpearme, sin siquiera pensar en las consecuencias que eso pudiese traer consigo y le agarré la muñeca firmemente.
—Tienes un temperamento de mierda. Eso me confirma que realmente eres mi hermana.
Me dio una bofetada con la otra mano y la miré fascinado.
—Golpéame más fuerte, anda, no te contengas y descarga esa decepción de saber la clase de mujer que es tu madre.
—Desgraciado.
—¿Qué miras? ¿Te gusto?
—Bájale dos rayitas a tu ego, pedazo de excremento. Ni que fueras la
gran cosa.
—Un pajarito me dijo que andabas cogiéndote a tus dos hermanastros, ¿cuán cierto es?
—Por lo visto, estás muy al tanto de mi vida, aunque eso no es del todo cierto.
—Tú y yo seríamos un buen equipo. Considero que sería mucho más divertido si estuvieras de mi parte y no pones resistencia en colaborar
por las buenas.
—¿De tu parte? ¿En qué? Sabía que había algo más oculto.
—Necesito que me digas dónde está ese viejo decrépito. Mi padre piensa que está muerto, pero ese cuento no me lo creo. Sé perfectamente que está vivo. Estoy seguro de que se ha comunicado
contigo o con alguien cercano a ti.
—No sé de qué hablas. Mi papá está muerto.
—Eres tremenda mentirosa, Julianita. A mí no me quieras ver la cara de pendejo, porque no tengo ni un pelo de eso.
—¿Estás seguro?
—Mi paciencia se agota, Julianita. Te aconsejo decirme todo lo que sabes.
—¿Qué parte de no sé nada no entiendes?
—Supongo que no me queda de otra que pasar al plan b— tumbé su cuerpo por completo sobre la cama, quedando así ella con la cabeza
en el borde.
Intentó defenderse con base de patadas y puñetazos, pero prensé sus manos detrás de su espalda, mi peso sobre ella la inmovilizó lo
suficiente como para que dejara de hacerlo y acomodé mi cuerpo entre sus piernas. Desde esta perspectiva no se ve para nada mal.
—Tengo experiencia de sobra en domar a una bestia y hacerle cantar para mí.
—¡Suéltame o haré que te arrepientas!
—Oh, ¿sí? — saqué el arma corta de atrás de mi pantalón y la llevé directamente a su garganta.
Lágrimas se asomaron al borde de sus ojos.
—Tendremos la misma sangre corriendo por nuestras venas, pero eso no va a frenarme a volarte los sesos; todo lo contrario, ese hecho
de que seas mi hermana, me incita a verte suplicando— deslicé el cañón hacia sus pechos y la antena parabólica recibió señal.
—¿Te crees tan macho por amenazarme con esa arma? Estás dejando en evidencia que esa bruja te envió a acabar conmigo. Después de todo, eso es lo único que sabe hacer; mandar a terceros, porque es una vieja cobarde, incapaz de hacer las cosas de frente.
—Saquemos a esa anciana decrépita de nuestra conversación, ¿sí? ¿Soy yo o me parece que tienes una obsesión con ella? Lo volveré a
preguntar, Julianita de mi alma. ¿Dónde está Andrew? Y piensa bien en una respuesta convincente, o vas a lamentarte.
—¿De qué vale que te diga la verdad, si seguirás sin creerme? Por lo visto, eres de los que no acepta más ninguna respuesta que no sea la
que quieres oír. Dime, ¿vale la pena arriesgar mi vida por alguien que no le importó engañarme, teniendo otra familia a mis espaldas y ahora resulta que posiblemente esté vivo, pero se ha mantenido oculto para no darme la cara?
—¡Qué conmovedor! A pesar de lo que te dije, sigues creyendo en esa estupidez. Tu madre sí que supo hacer las cosas bien.
—Es cierto que escuché que hay una posibilidad de que esté vivo, pero no sé dónde está. Esa es la única verdad, aunque te cueste creerme.
Ladeé la cabeza, alargando un suspiro.
—Bien. Digamos que te creo — alejé el arma, dejándola sobre la mesa de noche—. Dime, ¿de quién escuchaste eso? Las únicas personas con las que te he visto rodearte es con tus compañeras de trabajo y tus hermanastros, así que asumo que alguno de ellos fue
quien lo mencionó, ¿no es así? No creo que tu madre sepa algo, al menos no la he visto reunirse con nadie.
—¿Puedo saber por qué tanta insistencia? ¿Para qué lo quieres?
—Digamos que saldar unas cuentas pendientes.
—Que salgan esas palabras de la boca de un matón, no es reconfortante que digamos.
—Será mejor que de hoy en adelante te hagas la idea de que murió en ese accidente. Espero que no te hagas ilusiones de volverlo a ver, porque sería muy difícil para ti tener que llorar su muerte por segunda vez, pero esta vez en definitivo.
—Tú… ¿tienes planes de matar a mi papá? ¿Qué te hizo?
—No es tu papá, Julianita. Acéptalo de una vez.
—¿Quién demonios eres? ¿Cómo puedes hablar tan tranquilamente sobre matar a alguien más? Estás mal de la cabeza.
—Ya te lo dije, soy tu hermano.
—Me niego a creer que por mis venas corre la misma sangre de un monstruo como tú.
—Ay, July, has herido mis sentimientos. Me siento tan herido y avergonzado ahora mismo — recosté mi barbilla en su pecho—. Te
dejaré regresar a tu casa, pero mañana a primera hora te iré a recoger para pasar por el laboratorio y nos haremos la prueba. Ni una
palabra de esto a tu madre. Esperaré ansiosamente los resultados, solo para cerrar esa linda boquita.
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