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único.

One shot publicado por el cumpleaños de Manigoldo, con la única excusa de ser de mi Ship favorito de él: Manigoldo x Regulus. Está de más decir, que este 2 de agosto cumple Regulus, así también subiré un shot que seguramente será secuela de este.

Y nuevamente está de más decir que Régulus tiene 19 años en este fic, pero aún se toma su diferencia de edad en cuenta.

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— Viejo. — Con un cúmulo de almas en su mano, Manigoldo se había sentado a un lado del trono de Sage. Una pose que a Sage le recordaba el día en que lo conoció, el cambio físico era notable, pero en ese momento la expresión que tenían era la misma. La de un joven melancólico por la pérdida, cosa que llamó la atención del patriarca. — Quiero salir del Santuario está noche.

— ¿Y eso?

— Es mi cumpleaños. Desde que vivía con mi familia no lo festejo, y ya soy un adulto, de paso caballero dorado. Me gustaría divertirme un momento. — Apretando el puño Manigoldo dejó libres las almas que iban revoloteando en su mano. Siendo llevada al Yomutsu. Sage rápidamente se dio cuenta del porque ese porté en su alumno.

— Como patriarca estoy en la obligación de recordarte que los Santos normalmente no celebramos estas fechas.

— No pido una celebración, pido salir yo mismo del santuario a divertirme un momento por mi cuenta. No sé, buscar chicas lindas por ejemplo. Los hombres aquí no están mal, pero no implica que no me guste ver chicas. — Sage quería reír. — No he sido un mal Santo, no veo porque no puedo darme ese gusto.

— No somos santos por reconocimiento. — Le recordó. — De todas maneras me he dado cuenta que te escapas con o sin mi permiso. — Reprico. Manigoldo en silencio se quejó malhumorado.

— Suena a qué no te importa que lo haga. — Riendo para sí mismo la actitud que en ese momento Manigoldo tenía le causaba ternura a Sage. Cómo si estuviera regañando a su propio hijo.

— No. Te estoy avisando que estoy consciente cuando lo haces, por lo que es interesante que está vez me pidas permiso. — Ligeramente sonrojado Manigoldo volteo el rostro. — Te concederé el gusto está vez.

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Mientras en el templo del patriarca lo único que se escuchaba en toda la habitación eran los pasos de Sage dejando el trono por su escritorio, fuera de este, envuelto en tarareos Manigoldo dejada el campo de entrenamiento saltando de templo en templo, envolviendo pequeñas estelas de fuego fatuo en su mano. Sonriendo de oreja a oreja. Haciendo acto de presencia frente a su maestro.

Lo de cada año por estás fechas. Sage debía admitir que nunca le sorprendió que Manigoldo rechazará la opción de también ser su sucesor como patriarca, Manigoldo era un hombre de "personalidad simple" dicho de alguna forma, alguien que disfrutaba más de divertirse un poco.  Aunque podría tomar el papel de un líder, no aguantaría estar quieto y menos en una situación de tensión. Cómo el dijo en su momento:

—  "Simplemente no es para mí. Sabes que prefiero estar en movimiento, desafiar la muerte de frente. No estaría tranquilo en un trono"

Así que, no le fue raro el pedido que le viene haciendo desde el momento que usó la armadura de cáncer por primera vez. Recordando ese momento con cierta nostalgia. En la que, un joven Manigoldo ya Santo de oro se paró frente de él. Solicitando el permiso para salir del Santuario, con la excusa de su cumpleaños.

— ¿Este año irás solo o arrastraras a alguien contigo? — Lentamente preguntó, aún con todos los años pasados, Manigoldo le seguía pidiendo permiso. O simplemente informando que no estaría por una noche. Sin contar las veces que Shion y Kardia eran los principales que Manigoldo ha llevado consigo en más de una ocasión.

Cáncer por su parte, se apoyó junto a su escritorio sonriendo de medio lado al contestar.

— La verdad si me gustaría invitar a alguien. — Su voz labina resonó en el cuarto. — ¿Crees que habrá problemas si me llevo a Regulus toda la noche? Aunque creo que nunca ha ido a un bar.

— No sabía que eras tan cercano a él. — La mención del Santo de Leo obligó a Sage a arquear las cejas, dejando de un lado todo en su escritorio mirando fijamente a Manigoldo.

— He tenido la suerte los últimos meses de convivir más con él, es todo un guerrero a pesar de su apariencia dulce. — Contesto normal. Sage podía intuir cierta confianza entre los 2.

— Me sorprende un poco. Que yo recuerde luego de ser presentado como Santo de Leo, solo tuviste un especial interés en él por ser un prodigio. Luego de felicitarlo no te volví a escuchar hablando de él.

— No me hagas ver mal que nunca trate mal al leoncito. Ambos somos sociables y nuestros templos son vecinos, no es difícil congeniar, solo que, últimamente hemos ido conviviendo mucho más… — Rió por lo bajó. — La verdad nunca me imaginé fijado en él. Supongo que fue un interés que nació de a poco. — Acariciando su mejilla con su dedo durante unos escasos segundos, no tuvo ningún tipo de vergüenza o freno al admitirle eso a Sage.  —  Me interesa el chico, me imagino fácilmente compartiendo cama con él. Así que no quiero perder la oportunidad de cortejarlo.

— Muy directo de tu parte. — Serio, volvió su vista a su escritorio. Asimilando la información.

— Perdona.

— Es un cambió interesante entonces, tus anteriores arrebatos de Romeo eran muy rápidos.

— Auch. Pareces más mi padre que un maestro. — Rio por lo bajo.

— Técnicamente te adopte. Así que aprecio que me hagas saber esto porque seré yo quien te castigue. Regulus es más joven que tú, y ten en cuenta que conoce muy poco fuera del Santuario.

— Es un poco triste. Más razón del porque prometo cuidarlo si todo me sale bien.

— Ja, eres algo… Suerte entonces. Sólo te daré un consejo, no uses esta fecha para cortejarlo si es tu intención. Te conozco, como dijiste  él nunca ha estado en un lugar cómo un bar, por lo que fácilmente puede salir bastante mal y será tu responsabilidad. Bajo ninguna circunstancia te voy a defender.

— Bien, lo pensaré. — Iba a protestar pero prefirió no hacerlo. Suspirando tranquilamente, llevando su mano a su cabeza. — Con tu permiso. — Dicho esto, con media vuelta Manigoldo se retiró del templo, al estar solo Sage se llevó la mano a la cabeza, ni pensar qué haría Ilias si viera esto.

Dejando eso de lado, Manigoldo no tardó mucho en encontrar con la miraba la presencia del Santo de Leo, saltando de un lugar a otro. Hasta verlo en medio de las escaleras de su templo. Aunque, sus planes se mantenían las palabras, o mejor dicho advertencias de Sage no las podía ignorar.

— Pequeño rey. ¿Tienes un momento?

— Claro, ¿Pasa algo? — Parándose frente a él respondió. Amigable y alegre.

— ¿Tienes la noche de mañana libre? Me gustaría que me acompañaras. Verás, mañana es mi cumpleaños y como costumbre suelo salir a divertirme sin miedo un rato. Seremos, tu, Shion y yo.

— Me gustaría. A de ser muy divertido.

— Solo te aviso, si te sientes incómodo me lo dices. Casi no has estado lejos del Santuario.

— Más razón del porqué no faltará entonces. Sabes que no soy alguien de subestimar— Aseguró orgulloso. — Prometo hacerlo igual. La verdad no recuerdo cuándo es mi cumpleaños, estaré feliz de acompañarte en el tuyo.

— ¿Enserio no te acuerdas?

— Bueno, Sísifo me suele regalar algún detalle en esas fechas. — No le veía tanta importancia.

— Eres Leo, más de unas semanas no te deben faltar. Así que puedo regalarte una pequeña escapada ese día entonces.

— Gracias entonces… Uhm. ¿Busco algo de ropa?

— Hazlo. Iremos sin armaduras después de todo.

— Okey. — Enternecido Manigoldo sonreía al verlo, despidiéndose de él para avisarle a Shion. Esperaba no le molestará ser su chaperon.

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El sonido de varios pasos se hicieron resonar cuando Regulus empezó a bajar a aries dónde los 2 estaban esperándolo. Shion, no podía hacer más qué mantenerse escéptico de la idea, aunque sabía de las intenciones de su compañero. Manigoldo por su parte, miraba de arriba a abajo a Regulus, alagandolo antes de ofrecerle su mano para irse. Shion suspiro.

Regulus se sentía fuera de lugar, aunque esté fácilmente podía entablar conversación con quién sea allí, entre ellos un par de chicas, llamando la atención para la mala fortuna de los celos de Manigoldo. No obstante, nunca impedía que Manigoldo aprovechará el tiempo, incluso robándose algo de la atención de Regulus.

La noche terminó, cuando Manigoldo tuvo que tomar a Regulus en brazos, más dormido que despierto por culpa del poco alcohol que ingirió. Dejándolo sobre su cama. Besando su mejilla por unos cortos segundos, casi hipnotizado por la belleza del león.

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