XVII.
~Especial Fenix~
~Hace 7 años~
Estoy en un salón completamente pintado de blanco, el aire fresco entraba por una ventana y desde ella se podía ver el cielo más claro que alguna vez pude observar. Me siento confundido, hasta hace unos minutos me encontraba en el bar de un crucero navegando por el Caribe, me sentí desvanecer y al abrir mis ojos, me encuentro en otro lugar muy distinto, a uno que sin dudas pensé que jamás volvería.
No había muebles, ni nada más que los siete tronos que estaban frente a mí, en cada uno de ellos, los siete arcángeles estaban mirándome fijamente. Sus presencias son imponentes, energías puras se sienten en el aire y es como si se filtrara veneno en mi sangre. Puedo sentir como si mi corazón estuviera siendo quemado. Hago una mueca sin poder evitarlo.
Miguel, Rafael, Gabriel, Chamuel, Uriel, Zadquiel y Jofiel, los siete arcángeles me miran fijo; trago saliva duro, nervioso, ansioso por saber qué sucederá. Pensé que jamás volvería a ver sus rostros, pero aquí estoy, nuevamente en el lugar que fue mi hogar por siglos. El único lugar en el universo en donde la paz, la bondad y el amor reinan como debe ser. El lugar más sagrado al cual todos desean llegar.
Volver a pisar este lugar hace que de pronto me sienta tranquilo, como si estuviera bajo el efecto de aquello que los humanos consumen. Intento hablar, pero me veo bloqueado, ni mi boca ni mis cuerdas vocales parecen responderme.
—Sabemos lo que realmente ocurrió aquella noche, Fenix —habla el arcángel del amor, Chamuel—. Somos conocedores que los acontecimientos ocurridos aquella trágica noche no fueron por tu culpa, tu sólo fuiste víctima del egoísmo de Arazel.
—Arazel causó mucho daño aquella noche, perdimos a muchos de nosotros —Jofiel, el arcángel de la iluminación, mira el suelo, un aura de tristeza lo invade, pero así de rápido como apareció, desaparece.
—Su fin fue, es y siempre será aquella alma que Nuestra Deidad le ha prohibido —Rafael aclara su garganta—. Miguel, ¿Quieres seguir? —Miguel observa fijo su brazo derecho y finge limpiar algo del mismo.
—Fue nuestro error también no darnos cuenta de la amenaza que Arazel ya representaba.
—Nuestra Deidad sabía muy bien que actuaste bajo su engaño, sin embargo, actuaste, fue por eso que fuiste castigado también —Uriel rasca su cabeza.
—Nuestra Deidad es justa, Fenix —Gabriel se levanta y detrás de él se levantan los demás—, él sabe que no mereces el exilio, por eso tiene una misión para ti y si logras cumplirla con éxito, tus alas serán devueltas y podrás volver a los cielos... Donde perteneces.
Intento hablar con todas mis fuerzas, pero es inútil. Zadquiel pasa sus manos por su rostro y mira a Gabriel.
—Ya no aguanto esto, permitidle hablar —Gabriel le da una pequeña sonrisa, pero que en su serio rostro parece la mejor de las sonrisas. Luego siento como si mi cuello fuera liberado de algo que jamás había sentido.
—¿Qué... Qué debo hacer para volver? —pregunto. Me arrodillo frente a ellos inmediatamente, como si una fuerza invisible cayera sobre mí. Intento levantar mi cabeza, pero es imposible; miro el piso nervioso, esperando su respuesta.
—Fácil —distingo la voz de Rafael—. Arazel tiene el mismo objetivo de siempre; aquella alma que tanto la tiene cautivada, ahora mismo se encuentra en el cuerpo de una adolescente, ella la encontró y prácticamente está intentando matarla. Lo que tú, Fenix, debes hacer, es cuidar a aquella mundana hasta su último día o hasta que Arazel deje de ser una amenaza... Y aquello que una vez te fue arrebatado, volverá a ser tu derecho.
—¿Podemos contar contigo, Fenix? —pregunta Miguel.
—Pueden contar conmigo —respondo sin dudar.
~Actualidad~
June estaba desaparecida. Beth me llamó desconsolada, enojada, asustada, preguntándome por ella, creyendo que estaba conmigo. Ojala fuera así, hace más de 24 horas que no sabemos nada de ella, ni de Chris, su novio. Tenía un muy mal presentimiento.
Aunque habíamos buscado en cada lugar que creímos que ella podría estar, no había señales de ella; su celular y cada pertenencia estaban en la casa, era como si sólo hubiera desaparecido en el aire. Y era eso lo que sin duda más me preocupaba.
—Arazel la tiene, Fenix.
—Arazel quiere su alma.
—Te ayudaremos a llegar a ella, sólo camina y repite.
—Cuando lo hagas, debes romper el anillo... Y nosotros llegaremos... No sólo June está en peligro, Arazel planea liberar a Lucifer.
—Apúrate, Fenix —Podía escuchar esas voces en mi cabeza, se repetían una y otra vez, a pesar de lo que decían, sus voces sonaban tranquilas. Pero sólo hacían que el dolor de cabeza que me daba escucharlas no se fuera, escuché esas voces todo el camino hasta la tierra santa de la ciudad, el cementerio.
Si Arazel tiene a June, sé dónde puede estar. Hay sólo una forma de llegar y era través de los muertos.
A pesar de las voces, podía pensar, y desde el fondo de mi alma, sólo rogaba que June aún esté bien, que sea fuerte y resista un poco más, pronto iba a estar con ella. Hacia mucho que no rezaba y mientras llegaba a mi destino, no dejé de rezar para que ella esté bien.
June es una mujer que poco a poco se metió en mi piel. Con sus silencios, sus risas y sus conversaciones, ella logró conquistar mi alma. Había algo en ella que hacía imposible evitarla.
Las voces se silenciaron y en mi mente sólo estaba ella, sonriendo, llamándome. Ella, con sus hermosos ojos brillando por las lágrimas, con su hermoso rostro golpeado, pidiéndome a gritos que la ayude.
Me paré en el centro del cementerio, el silencio y las tumbas me rodeaban. Suspiré, tomé aire y comencé a decir aquella frase que pronto comenzó a sonar en mi mente, así como las voces anteriores. Era tan poderosa, aquella frase era la invitación para ir a las profundidades de la tierra donde ninguna persona debería estar jamás. Cerré mis ojos mientras sentía como mi cuerpo iba perdiendo su fuerza. Sé fuerte June....
Abrí mis ojos y me encuentro en el centro de un río de lava, June inconsciente en el suelo y Arazel sobre ella, con su mano sobre su cara. La oscuridad nos rodea. Arazel al sentir mi presencia, se da la vuelta a mirarme.
Luego de tantos siglos, aquí estamos. Nuevamente ella intentando robar un alma. Ahora está distinta, tan lejana a la Arazel que conocí una vez y que incluso, llegué a amar.
—Querido Fenix —Ella sonríe macabramente—, tardaste un poco.
—Dame a June, Arazel. Y terminemos con esto.
—¿Tú también lo sientes, no? —Ella toca el rostro de June, ignorándome. Sigo el movimiento de su mano, enfoco mi atención en June, siento como si un puñal se enterrara en mi estomago al verla. Estaba pálida, su rostro sangraba en algunas partes, las cadenas que la rodeaban iban apretándola lentamente, cada vez más.
—¿Sientes su alma? Es tan... Llamativa y tentadora... Siempre lo fue. Iván siempre lo fue.
Rompe el anillo
Miro la mano de Arazel, tiene el mismo anillo que hace años se encontraba en su dedo, tenía que romperlo como me había dicho una de las voces en mi cabeza.
Aprovechando que Arazel estaba distraída, me lanzo sobre ella. Pronto ambos estamos rodando por el suelo, golpeándonos como salvajes. Verla así, me hacía pensar que esta era la verdadera esencia de Arazel, ella siempre fue así, aquella joven que conocí sólo era una ilusión, una mentira. Aquella mujer por la que caí y me traicionó, nunca existió.
Lleno de ira y dolor, le doy un fuerte golpe en el rostro haciendo que retroceda unos metros. Me levanto y me acerco, al fin la tenía frente a mí; había jurado que iba a vengarme de ella y siempre cumplo con lo que prometo.
Ella se pone de pie y me ataca, recibo sus golpes y los devuelvo.
—¡Eres un idiota, Fenix! —Me golpea en el rostro—, siempre lo fuiste y siempre lo serás.
No respondo, en lugar de eso, intento tomar su mano y sacarle el anillo; sin embargo, ella retrocede y se queda quieta, mirando a un punto fijo en la oscuridad, observo hacia donde ella ve, pero no logro ver nada. Siento como cae algo en mi mano y se entierra ahí, duele y me hace gritar.
Arazel sonríe mientras saca sus uñas de mi mano, la sangre comienza a caer hasta golpear el suelo, juro que puedo escuchar como las gotas de mi sangre golpean en suelo. La tierra comienza a temblar; Arazel se ríe. Y corre hacia June.
June...
Corro hacia ella y nuevamente empujo a Arazel lejos, se escucha una fuerte risa y los temblores no paran.
—Que divertido va a ser volver... Sólo falta su alma, Arazel, mátala... Ya no es necesario que la ofrezca —Lucifer estaba a punto de ser liberado.
¡Maldición! Agarrando el pie de Arazel, subí sobre ella, utilicé mi cuerpo para aplastarla, sentía como ella gritaba e intentaba zafarse de mí. Sin embargo, pude sacarle su anillo y una vez en mi mano, lo apreté fuerte hasta que sentí como se rompía.
—¡No! —Arazel comenzó a gritar.
Luego de eso, todo fue muy rápido. Una luz cegadora iluminó nuestros rostros, cientos de ángeles guerreros aparecieron, en el frente iba Gabriel que sostenía su espada, me miró y sonrió. Luego, se dirigió hacia aquel lugar que Arazel miraba, tenía su vista clavada sobre el anillo roto en el suelo
—Iván... ¡Iván!
—Todo terminó, Arazel —Y sin pensarlo, di mi último golpe, por lo que sucedió hace siglos... Y por June.
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