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Capítulo 18. El lamento del alma

Noche del domingo 1 de enero del 2023. Amelia
Todo paso muy rápido, sólo recuerdo ver a mi padre prender fuego al bosque, las llamas lo comenzaron a consumir, el sufrimiento en su mirada, dejar de sentir la presencia de mi padre, los gritos ahora provinieron de mi espalda, la desesperación llegó a su máximo nivel cuando me doy la vuelta y veo a Amón con llamas en los brazos, se retorcía de dolor y yo no podía hacer nada. Seguía siendo la niña perdida que no entendía que sucedía, todo dio un giro cuando de las llamas salió el espíritu de un venado, al parecer él también había perecido por el fuego de la venganza, una herida colateral de un enfrentamiento sin sentido.

- Hola viejo amigo – dijo el animal, su hocico no se movió en ningún momento, pero de él provenían esas palabras.

- ¿Acaso eres tú el sucesor de aquel que me convocó? – le respondió Amón, el cual aún se encontraba de rodillas en el suelo, sus brazos ahora tenían unas cicatrices de quemadura.

- Así es, nunca imagine que tu egoísmo y capricho llegara a esta situación, mira el desastre que causaste al interferir en el mundo humano – aquel espíritu se acercó a Amón y le golpeo con sus astas.
La expresión de Amón tuvo un gran cambio, de sus ojos comenzaron a salir lágrimas de desesperación aún con lo que me había hecho, el bosque no se merecía este final, las criaturas salían corriendo, huyendo de las llamas, los nidos de los pájaros estaban consumiéndose y muchos de los recién nacidos ya habían muerto.

- Yo no sabía que esto pasaría, ¡nunca le haría daño al bosque! Son mi familia – exclamó con una voz que imploraba un perdón.

- ¡Acaso no te dijimos que te alejaras de ella! ¡Acaso no sabías tu posición en esta tierra! Fuiste tan imprudente que traicionaste a los tuyos, nos usaste para tu retorcido plan, los humanos eran parte de tu protección y tu necedad de ir con ellos los llevo a la locura. ¡Ya no eres digno de proteger el bosque!

- ¡No, por favor no! Son lo único que tengo, no quería hacerles daño ¡Perdónenme, se los suplico!

El gran espíritu del venado dio una patada en el suelo y una luz salió del cuerpo de Amón.

- Tanto querías ser un humano, pues ahora tu condena será ser un alma de este bosque, el círculo se ha marcado. Tu castigo será tan largo cómo los años que les arrebataste a todas las personas que indirectamente ataste al bosque, ahora ellos descansaran y tú te quedaras.

Las palabras de aquel espíritu hicieron un eco en el bosque y todas las presencias de almas se desvanecieron, el único sonido que había era el de las ramas de los arboles caer ante la fuerza del fuego, cuando una lluvia se desató en el lugar, era demasiado intensa y poco a poco comenzaba a apagar las llamas.

- El cielo ha tenido misericordia de nosotros y ha traído una lluvia lo suficientemente fuerte para apagar el incendio – ahora aquel espíritu se dirigía hacia mí.

- Cómo ya sabrás, Amón te había dado de su ser a ti, lo que te convirtió en un espíritu en lugar de un alma al morir, lamentablemente no se puede crear un guardián cuando ya existe uno, no te obligaremos a nada, pero creo que la historia se repetirá si un nuevo ser nace, nadie lograría comprender a los humanos y respetarlos tanto como a los seres del bosque, pueden encapricharse con ellos al punto de querer retenerlos o necesitar de su presencia para aliviar su soledad – el venado hizo una leve pausa – sabemos que lo que te pedimos nos tacharía a nosotros de egoístas, tu compañía solamente se conformará de nosotros y de aquellos que pasen por aquí, es tu decisión.

La idea de convertirme en espíritu del bosque en totalidad no me terminaba de convencer, pero no podía dejarlos solos, la probabilidad de que se repitiera lo sucedido era demasiado alta, todo lo que necesitaba estaba aquí, no tenía a donde volver y no quería que alguien pasara por lo mismo que pase o lo que les sucedió a Marco y Amanda.

- Lo haré – le respondí con seguridad y comencé a brillar, la luz duró unos segundos y la calidez del bosque la sentía en mi pecho.

- Bienvenida al bosque Amelia, cuida bien de estas lamentables almas – el espíritu del venado hizo una reverencia y se desvaneció.

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