Capítulo 11. El amor de una madre
Miércoles 30 de noviembre del 2022. Amelia
Tardé unos segundos en asimilar lo que veía, una mujer pálida, de vestido rosa, con moretones en los brazos y una marca en el cuello tan similar a la de Carolina.
- ¿Tú también veneras al espíritu del bosque por la protección que te dio? - le dije con un tono un poco hostil. En el rostro de la mujer se dibujó una mueca de tristeza y me arrepentí de haber sido grosera, no me correspondía a mí decidir si lo que hizo fue bueno o malo.
- Lo lamento, no quería incomodarte, es que acabo de hablar con unas almas necias que pensaban que el ser de este lugar era sumamente bueno.
- En realidad no pienso tan diferente, el señor Amón ha sido muy bueno conmigo, si le hubiera hecho caso me habría reencontrado con mi hijo, pero cuando salte del árbol era muy tarde.
- ¿Entonces no te arrepientes de haber muerto aquí?
- Hice lo que consideré como salida en ese momento, pero pude haber hecho más, si no hubiera dejado al bruto de mi esposo con mi hijo, mi pequeño no hubiese huido, él me necesitaba y yo no estuve ahí.
- Si no te molesta, me podrías decir ¿por qué tomaste esa decisión? - esperé paciente, aquella mujer se me hacía tan familiar, pero no recordaba de donde era.
- Mi esposo era un abusivo, cada que tenía oportunidad me lastimaba a mi hijo y a mí, cuando mi niño desapareció los golpes aumentaron de intensidad, él no dejaba de culparme, yo solo quería que parara, pero nadie me hacía caso - me decía mientras unas finas lágrimas salían de su delicado y transparente rostro - así que pensé en reencontrarme con mi pequeño, supimos por las investigaciones que entró al bosque y cuando preparé el lugar para colgarme una voz se escuchó a lo lejos "estás en el lugar equivocado, no es aquí donde hallaras lo que buscas" pensé que me estaba volviendo loca y no hice caso, pero cuando desperté como un alma del bosque noté que no podía caminar libremente, estoy confinada en un círculo de 5 kilómetros de radio, así que no puedo buscar a mi lindo espantapájaros.
Cuando dijo espantapájaros lo comprendí todo, ella era la mamá de Marco, mi visión sobre cómo Marco entró al bosque no la ayudaría en nada, pero si los conectaba lo suficiente, tenía que saber dónde estaba el sendero, Marco estaba cerca de ahí.
- Yo si he visto a tu hijo, se llama Marco, trae un lindo traje de espantapájaros de camisa de cuadros blanco con rojo, un overol azul y unos enormes ojos cafés.
La mujer abrió los ojos como platos y en un intento fallido por abrazarme distinguí la escena de su muerte tal y como me la había contado, ¿acaso Amón no pudo intervenir? ¿por qué atrajo al niño al bosque en primer lugar?
- Mira para poder juntarlos debo saber donde esta el sendero, Marco me dijo que si caminaba por 10 minutos lo encontraría.
- Por supuesto, el entró del lado izquierdo y yo por el derecho, con razón el espíritu me dijo eso. Ven sígueme te guiaré al sendero, por cierto, me llamo Amanda, te conté toda mi vida y ni siquiera sé tu nombre.
- Yo soy Amelia. - después de nuestra breve presentación nos dispusimos a caminar por 2 kilómetros y le conté a Amanda toda mi historia, cómo llegué aquí y lo que había transcurrido, hasta que por fin llegamos al sendero.
- Así que aquí estamos, hasta aquí llego yo - me dijo con tristeza y levantó una mano, parecía que una barrera le impedía el paso.
- Déjame cruzar y llamar a Marco, no te muevas de aquí - entré al otro lado del camino y comencé a gritar el nombre del pequeño espantapájaros.
- ¡Amelia! - sentí el frío de sus pequeñas manos en mis piernas, era un niño verdaderamente adorable, no podía imaginarme que alguien le hiciera daño por placer.
- Te tengo una sorpresa, pero necesito que te quedes a mi lado todo el tiempo, no quiero que te vayas como la otra vez.
- Esta bien, perdona por dejarte sola, solo que me da miedo el espíritu.
- No te preocupes, sígueme.
- Amelia, ya estoy llegando a mi zona limite ¿quieres mostrarme algo cruzando el sendero?
- Tu confía en mí, que te gustará mi regalo por guiarme al sendero.
Hice mi camino de regreso de manera perfecta, no había duda de donde estaba, cuando llegamos al sendero Amanda estaba sentada rodeando sus rodillas con sus brazos.
- ¡Mamá! - grito Marco y de inmediato se levantó Amanda, sus rostros se iluminaron y sus ojos se comenzaron a humedecer, sus rostros no podían con la emoción.
Era una escena muy cautivadora y cuando comenzó a correr Marco lo imposible sucedió, hubo un destello de luz y cruzaron la barrera, madre e hijo se había reunido y el lugar se ilumino poco a poco, las mejillas opacas de Marco se llenaron de un rubor rosa y los moretones de Amanda estaban desapareciendo, fue una escena conmovedora, por un segundo me miraron sonrientes y agitaron sus brazos en señal de despedida y se fueron en un resplandor hermoso y brillante.
Cuando me quedé sola y la luz desaparecía recordé el olor de la tierra mojada, de una voz que me llamaba dulcemente, yo sonreía y corría con las mariposas mientras él me contaba hermosas historias de hadas y duendes, una frase resonó en mi cabeza "Amón, Amón cuéntame la historia del venado".
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