Capítulo 7: El corazón de un caballero.
- [Te rezo a ti dios de lo alto, dame la fuerza y concédeme el primer milagro] Cura.
Pronuncio Luna mientras empezaba a curar de nuevo a una herida Alicia quien se debatía entre la vida y la muerte.
Mientras Josef y Mateo miraban hacia el derrumbe sin saber qué hacer, observaban el agujero que conectaba los túneles con el exterior pues era donde había desaparecido su líder unos momentos antes.
-Debemos ir a apoyarlo.
Hablo Josef sujetando su rifle en su espalda empezando a escalar por el derrumbe, mientras Mateo giraba para ver a Alicia.
-Luna, vamos a apoyar a Rohei, deja el peso muerto aquí, no es tan importante como nuestro líder.
Dijo Mateo con seriedad mientras empezaba el también a escalar haciendo que Alicia sonriera intentando ocultar su miedo, pero sus lágrimas pronto se hicieron presentes.
-Señorita Luna... por favor no me deje aquí para morir...
Dijo Alicia mientras se aferraba al uniforme de la maga blanca quien apretó sus dientes, le molestaba que repentinamente le demostrara respeto a quien en otras circunstancias hubiera dejado morir, pero tampoco pensaba en dejarla abandonada, Luna no era sí, no quitaba la molestia, tenía miedo de que no pudiera llegar a tiempo para ayudar a la persona que más quería.
-Entonces levántate y sube esos escombros con nosotros.
Hablo Luna poniéndose de pie y extendiéndole la mano a Alicia, le mostraba una mirada fría pero que no la dejaría morir a su suerte, por ella la orgullosa escudera se levantó con mucho dolor tomando la mano de la maga blanca quien termino de ayudarle a ponerse de pie.
-Hay que apoyar al señor Rohei.
Suspiro Luna enfocando su mirada hacia el cielo corrompido.
***
Patee la puerta de la mansión con fuerza abriéndola para entrar corriendo mientras ayudaba a Ingrid a correr, pues me había dado cuenta que estaba lastimada, su rostro mostraba un gran dolor mientras avanzábamos por el vestíbulo subiendo las escaleras, buscábamos un lugar donde ocultarnos del monstruo.
- ¿Te encuentras bien?
Le pregunte girando hacia ella mirando como cojeaba de su pierna izquierda, también evitaba ponerla sobre el suelo sujetándose fuertemente a mi cuello.
-No... creo que me rompí la pierna izquierda.
Dijo intentando aguantar su dolor mientras nos deteníamos en el pasillo junto a la escalera derecha del segundo piso, ella me soltó para apoyarse de espaldas contra la pared mientras sostenía su bastón a su lado izquierdo brindándole el soporte necesario.
-Pero... ¿está bien que entremos aquí? Esa cosa podría perseguir a los demás.
Hablo Íngrid, tenía razón todavía sentía mi magia corriendo por mi sangre, el peligro aun no pasaba, la sirena debía estar detrás de nuestro rastro, pronto escuche como algo rompió la puerta junto con el rugido silbante de la sirena lanzando los escombros de la entrada hacia las escaleras y el segundo piso.
-Pues ahora debemos preocuparnos por nosotros.
Dije cargándola entre mis brazos para no hacer que caminara más, pero provocando que Íngrid se sonrojara mientras abrazaba su bastón con fuerza.
-Usa cura sobre tu pierna hay que tratarla ahora, no sé si pueda protegerte si están en ese estado.
Ordene corriendo rápidamente mientras me adentraba en el ala derecha de la casa intentando alejarme lo más que podía del monstruo, la enorme sirena entro en el pasillo avanzando lentamente deslizándose como una serpiente, mientras usaba sus garras para avanzar aferrándose al suelo y a las paredes..
-Maldición, no tendremos tiempo de escapar.
Dije sintiendo como aquella criatura se acercaba más y más a nosotros rompiendo las paredes y el piso de madera con sus garras, cada vez aumentaba más su velocidad pasando de ser lenta y torpe a rápida e imparable.
-Yo... yo puedo encargarme.
Dijo Íngrid abrazando mi cuello para poder ver hacia atrás extendiendo su bastón hacia la criatura empezando un suave canto, la esfera en el centro empezó a brillar y parpadear mientras sentía una suave brisa.
- [Dios de los vientos...]
Sentí como una brisa empezó a rodearnos, pero dirigiéndose hacia el frente del bastón de Ingrid formando una esfera de viento. Sin embargo también sentí como mis piernas empezaban a cansarse.
- [Atraviesa a mis enemigos]
Susurro haciendo que el viento girara frente al bastón, empezando a dar vueltas de arriba abajo hasta crear una espina de viento.
- ¡Flecha de viento!
Exclamo disparando aquella magia la cual avanzo rápidamente girando sobre si misma creando una fuerte corriente de aire, dirigiéndose justo a uno de los ojos de la criatura enterrándose en sus cuencas oculares mientras el viento creaba una X en el ojo del monstruo antes de explotar arrebatándole completamente la vista de aquel lado. Había perdido la vista de su ojo derecho.
-Buen tiro.
Dije girando mi cabeza para ver el resultado observando como el ojo de la criatura se hacía pedazos.
-Estaba apuntando a su cabeza...
Me respondió Íngrid apartando la mirada de la grotesca escena, pero aquello significaba una pequeña oportunidad.
- ¡Lo siento!
No podía desaprovechar la oportunidad, la sirena empezó a gritar sufriendo por el dolor sintiendo en mí que era el mejor momento para al menos dejarla ciega. Sin pensarlo mucho deje a Íngrid en el suelo antes de patear el suelo con fuerza, empezando a correr directamente hacia el monstruo observando su único ojo restante, encontrándome con su mirada vacía sedienta de sangre.
- ¡No lo hagas Roe!
Exclamo Íngrid aterrada al verme lanzarme así contra un monstruo más fuerte que yo, pero no le obedecí, tenía un único objetivo.
El monstruo me ataco con sus brazos dándome fuertes golpes pero ninguno acertó, empuje con mis piernas para saltar sobre su brazo derecho, luego al izquierdo, enfunde mi espada al saltar contra el muro derecho hacia el flanco izquierdo del rostro del monstruo, con fuerza ataque el ojo de la criatura formando una línea con mi la hoja de mi espada desgarrando y cortando el ojo izquierdo de la sirena.
- ¡Íngrid retirada!
Exclame mientras escapaba golpeando el hombro del monstruo con mis piernas dando un salto hacia el suelo, justo cuando toque el suelo empecé a correr hacia Íngrid, mi instinto me decía que debíamos huir lo antes posible, mientras la criatura empezaba a gritar con fuerza dejando salir ondas de sonido mientras se movía de lado a lado rompiendo las paredes y parte del piso de arriba. Era como si quisiera destruir la casa y sepultarnos en esta.
Íngrid miro atónita como aquella criatura destruía sin cesar mientras yo corría hacia ella, la cargue entre mis brazos, pero apoyando su vientre contra mi hombro derecho cargándola como un equipaje haciendo que Íngrid volviera a sonrojarse.
- ¡Esta no es forma de tratar a una dama!
Exclamo entre avergonzada y enojada, pero no le tome importancia pues quería evitar que ambos saliéramos heridos mientras aquel monstruo enloquecía del miedo y dolor de perder su principal sentido.
Cansados entramos en una sala cerrando la puerta y alejándonos para reagruparnos, primero coloque a Íngrid en uno de los sillones para después evaluar mis heridas que no eran muchas, pues la armadura me había salvado, pero aun así tenía algunas laceraciones causadas por las afiladas escamas del monstruo.
- [Te rezo a ti dios de lo alto, préstame tu fuerza y concédeme el primer milagro] Cura.
Pronuncio Íngrid empezando a tratar su pierna rota la cual había comenzado a inflamarse.
-Otra noble de tu categoría ya estaría llorando por el dolor, tienes una gran resistencia... se nota que perteneces a una familia de guerreros.
Hable mientras limpiaba mi espada con un trapo que había encontrado mientras observaba la condición de Íngrid, pero esta levanto la mirada antes de apretar sus labios y negar.
-Me duele como no puedes imaginar... pero debo mantenerme fuerte, soy la última esperanza de los Lanaster.
Íngrid hablo con seriedad mirando hacia el suelo con amargura haciendo que me sintiera culpable por ello.
-Siento... siento haber matado a tu primo, en el pasado fue un buen amigo mío, pero...
Mis palabras fueron dudosas, pero aquella muerte había sido en defensa propia, pues él me había tomado como su enemigo desde hacía mucho tiempo, incluso había lastimado a Luna varias veces, me odiaba, en su afán por herirme había intentado atentar contra mi madre momentos antes de morir.
-No te culpo por su muerte.
Dijo Íngrid sorprendiéndome, pues era algo que su familia si hacía y siempre, giro hacia mí mirándome con una sonrisa triste.
-No quiere decir que no me duela su muerte... pero yo siempre fui blanco de sus abusos, desde que éramos pequeños pues yo pertenecía a una rama inferior, mi madre y su padre eran hermanos, mi madre eligió casarse con un caballero y en consecuencia fue desheredada y obligada a que ella y su pareja sirvieran en la familia.
Suspiro negando con su cabeza queriendo olvidar aquello, para después recordar otro punto importante.
-Sabes... Roe, no es la primera vez que nos conocemos.
Me revelo mientras me miraba de lado centrando sus ojos con los míos al mismo tiempo que abrazaba sus piernas.
-Cuando éramos pequeños asistíamos a la misma escuela, mi primo me molestaba mucho, pero tú me defendías, por desgracia luego descubrieron tu afinidad mágica y te volviste un marginado.
No recordaba haberla conocido de antes, pues casi toda aquella época había quedado en el olvido a excepción de mis momentos con Luna, los cuales atesoraba como la gema más valiosa.
-Aunque te fuiste, pero espere con ansias volver a encontrarme contigo, pero cuando nos encontramos tu no me reconociste además de usar esa fea mascara.
Me dijo haciendo un puchero como una niña pequeña inflando levemente sus mejillas antes de reír un poco y mirarme.
-Bueno, lo siento por eso, pero suelo tener mala memoria con los rostros, más si no te conocí por mucho tiempo.
Respondí rascándome suavemente la cabeza mientras Íngrid colocaba su dedo índice frente a sus labios.
-También, puede decirse que yo soy de las pocas personas que han visto tu rostro.
Suspire pues era algo cierto, pues ella me había reconocido al instante cuando nos encontramos en el túnel hace ya algunas horas.
-No lo negare... pero ya he dejado esa mascara para siempre.
Dije desviando mi mirada para observar la ventana viendo sus cristales rotos junto a una ciudad en ruinas en la cual podía ver al fondo una batalla entre rayos y explosiones.
-No creo que debieras empezar a usarla en primer lugar...
Sin embargo tras decir aquellas palabras un silencio cayó sobre nosotros.
-Roe... la verdad es que tu... me...
Íngrid reunió todo el valor de su corazón en un intento de decirme algo importante para ella, pero fue interrumpida, la pared detrás de nosotros se abrió con una explosión haciéndose pedazos, mi magia me permitió empujar a Íngrid hacia el frente de mi mientras yo daba un salto hacia atrás esquivando los escombros y la garra de la sirena, nuestro depredador había dado con nuestro escondite.
- ¡Íngrid!
Exclame mientras desenfundaba mi espada mirando como aquel monstruo nos separaba, al otro lado podía observar a mi compañera noble en el suelo intentando levantarse, pero quejándose por el dolor pues su pierna aun no había sanado por completo.
Maldije nuestra suerte temiendo por la vida de Íngrid sabiendo que ella no podría escapar, así que debía atraer la atención del monstruo.
- ¡Fuego!
Grite sin pensar lanzando una bola de fuego hacia la cabeza del monstro ciego, el cual al recibirla grito de dolor girando hacia mí y lanzando un golpe con sus garras.
- ¡Íngrid! ¡Escapa ahora que puedes! ¡Busca la ayuda de nuestros compañeros!
Ordene mientras mi espada abría una profunda herida en el brazo derecho de la sirena, Íngrid dudo por unos instantes para después desobedecer.
- ¡No! ¡Acelerar!
Exclamo lanzándome un hechizo sintiendo como el viento me rodeaba aumentando mi velocidad, permitiéndome escapar de las fauces de la sirena que intento devorarme con una gran mordida.
- [Dios de los vientos, atraviesa a mis enemigos] ¡flecha viento!
Canto disparando una flecha de viento hacia las branquias de la sirena abriéndole una gran herida en su cuello, aquello provoco que la sirena girara hacia Íngrid.
- ¡No lo harás! ¡Fuego!
Exclame mientras corría a gran velocidad atacando el pecho del monstruo bajo su brazo derecho.
La herida fue profunda mientras empujaba con mis piernas para saltar y subir al lomo de la criatura intentando llamar su atención, pero no funcionaba pues había puesto su interés en Íngrid quien ya se notaba débil extendiendo su bastón hacia la criatura.
- ¡Roe! ¡Ayuda!
Grito desesperadamente sosteniendo su bastón con fuerza intentando concentrarse para usar algo de magia pero, como maga blanca ella no estaba especializada en ataque.
Apreté mis dientes enterando mi espada en el lomo de la sirena lanzando fuego con mi espada empezando a quemar su carne.
Ese fue mi error.
La sirena grito lanzando una poderosa onda de viento contra Íngrid de la cual solo escuche un grito agudo mientras era lanzada hacia la pared, sentí un escalofrió al sentir como el viento que me rodeaba se desvanecía repentinamente levantando la mirada hacia Íngrid, vi su cuerpo tendido sobre el suelo junto a la pared, ya no respiraba, había recibido el ataque directamente sin tener una buena protección.
Murió en ese preciso momento.
Murió bajo mi protección.
No pude hacer nada por ella.
Apreté mis labios mientras intentaba aferrarme a mi espada enterrada dentro de la bestia, estuve en shock por un par de segundos procesando lo que había pasado.
Apreté mi agarre mientras intentaba contener mi ira, pero no pude.
- ¡Te hare pedazos maldita sardina!
Exclame dejando que mi magia me invadiera, sentí como el fuego cubría mi cuerpo envolviéndome, mi espada se calentó empezando a arder al rojo vivo, el contenerla dejo de ser una preocupación.
El monstruo no me presto atención acercándose al cuerpo sin vida de Íngrid queriendo devorarla.
- ¡Aléjate de ella!
Grite saltando y dando un corte contra el cuello del monstruo abriéndole una gran herida mucho más profunda que antes, pero ni siquiera me importo pues rápidamente lancé el hechizo fuego contra sus branquias otra vez, el monstruo grito removiéndose y girando hacia la pared intentando escapar.
- ¡No te dejare escapar!
Exclame con gran enojo dando un gran salto hacia la cabeza de la sirena enterrando mi espada en el cuello de la criatura, empezando a apuñalarlo una y otra vez abriendo grandes heridas intentando alcanzar su columna.
¿De qué sirve un caballero si no podía proteger a una damisela?
Deje que mi ira me consumiera expulsando mi magia por la hoja de mi espada haciendo que esta se calentara más y más, mi espada abría heridas profundas antes de cauterizarlas carbonizando su carne mientras aun seguía con vida.
Me sentía impotente.
Indigno.
Íngrid, apenas la conocía.
Ni siquiera era una amiga.
Pero era mi responsabilidad protegerla.
Como campeón de Horizon.
Como campeón de Horizon.
Como campeón de Horizon.
No hice nada.
No logre nada.
Lo único que quería era matar a este monstruo, evitar que el resto de mis amigos sufrieran del mismo destino que Íngrid.
Ni siquiera me di cuenta cuando el monstruo dejo de luchar, ni cuando mi magia prácticamente se consumió por completo mis propias llamas, la sangre de la criatura mancho mis brazos, mis piernas, mi pecho y mi rostro, pero seguía apuñalando una y otra vez.
Así estuve un rato hasta que mi espada se rompió, aquello hizo que yo perdiera el equilibrio cayendo hacia el suelo, mientras sentía como mi magia se había terminado. Miraba el techo mientras respiraba pesadamente, en ese momento me percate que la sirena ya había muerto, su apestosa sangre y el olor a pescado quemado inundaban el ambiente.
-Perdóname... Íngrid, no pude escuchar lo que querías decirme.
Dije soltando un suspiro lleno de tristeza, pensando que me hubiera gustado conocerla mejor, ¿se llevaría bien con Luna? ¿Mejoraría la relación entre nuestras familias? Nunca lo sabría.
Estaba tan cansado, los parpados me pesaban, mi respiración se tranquilizaba, ni siquiera pensaba en aguantar el cansancio, hasta que cerré mis ojos, pero, ni siquiera tuve tiempo de dormir.
En ese momento sentí algo suave tocando mi mejilla derecha, era una suave caricia.
-Ayuda...
Escuche levemente abriendo mis ojos de golpe y levantándome, trague saliva sentándome y sintiendo el cansancio y dolor de haber llevado mi cuerpo a mi límite, aguante el grito de mis músculos, mientras gire a los lados intentando buscar mi espada encontrándome únicamente con un trozo de la hoja con el gravado "pasión".
-Lo siento padre.
Suspire mientras me ponía de pie con dificultad apoyándome en el cuerpo del monstro girando un poco hacia Íngrid, suspire pesadamente mirándola con tristeza.
-Volveré por ti, pero ahora alguien me necesita... y necesito ayuda para salvarte.
Dije empezando a caminar hacia el agujero dejado por el monstruo.
-Ayuda...
Volví a escuchar débilmente, parecía venir del piso de arriba, me preocupaba que el monstruo hubiera dañado severamente la estructura de la mansión, débilmente camine por el destrozado pasillo buscando una escalera e intentando escuchar el llamado otra vez, pues parecía ser de un hombre.
- ¿Hay sobrevivientes aquí?
Me pregunte mientras avanzaba llegando a unas escaleras empezando a subirlas hacia el siguiente piso, mis pasos metálicos hacían eco en los pisos de madera de esta casa, esperaba que al menos me diera una señal.
- ¿¡Hay... alguien ahí!?
Exclame intentando obtener una respuesta, posiblemente era un hombre herido.
Al subir las escaleras me encontré con la figura de un hombre delgado desangrado sentado junto a una puerta cerrada de color rosa, camine hacia él esperando que aún siguiera con vida. Pero tan pronto como di un paso en el piso de madera, el hombre giro su cabeza mirándome.
-Un estudiante de la escuela militar... que bueno que sigues vivió.
-Señor... he venido a rescatarlo.
Dije mientras me acercaba a él, en ese momento me di cuenta que era el actual alcalde de la ciudad, Axel Black, al darme cuenta de su situación corrí hacia él. Cuando llegue junto a él me arrodille con dificultad el dolor de mi cuerpo no me dejaba moverme correctamente.
-Alcalde soy yo Rohei.
-...El campeón de la escuela militar... realmente es una suerte que me encuentre contigo... pero no desperdicies tus fuerzas conmigo.
- ¿Qué está diciendo señor?
Le pregunte con preocupación estaba dispuesto a llevarlo conmigo para que Luna lo salvara.
-Digo que en estas situaciones yo no debería importarte, adamas yo ya no podré salir de aquí, pero quiero que salves a una personita que es mucho más importante que yo... es mi...hija, está dentro del cuarto aun lado de mí, sácala de la ciudad y llévala a Crescend.
Cuando dijo esto me sujeto de mi armadura para hablarme lo más claro que pudo.
-Júrame que la llevaras a Crescend.
Me dijo mirándome a los ojos con lo que bien podía ser sus últimas energías.
-Lo... lo juro, mi señor.
No podía desobedecer, por lo que al responderle me soltó recostándose contra la pared.
-Entrare por su hija.
Respire profundamente y abrí la puerta, lo primero que vi fue el colorido cuarto de una niña pequeña con muchos peluches por todos lados, pero no vi señal de la hija del alcalde, busque por todos lados, pero no la encontraba.
Debajo de la cama solo vi unos juguetes es condados, bajo las mesas no había nada de polvo, revise los armarios uno tras otro sin suerte hasta que vi el ultimo, un armario blanco con flores rosadas.
-Ese debe ser.
Me dije a mi mismo, me acerque al armario de madera, extendí mi mano y deslice la puerta abriéndolo, dentro de este había una niña de pelo dorado la cual parecía estar durmiendo sobre la ropa limpia, mientras abrazaba una mochila con su equipaje y algún peluche.
-La encontré.
Dije suspirando, al mirarla sentí algo familiar, pero también tristeza.
-Prometo sacarte a ti segura de esta ciudad.
Suavemente acaricie sus mejillas rosadas, entonces la tome en mis brazos empezando a levantarla, y cargándola, luego tome su mochila colgándola en mi hombro izquierdo. No me importo el dolor, resistí con todo lo que pude antes de empezar a caminar de nuevo saliendo de la habitación.
Pero al salir me encontré con que el alcalde había muerto, sin embargo con su sangre había escrito unas palabras en el suelo.
-"Júrame que la protegerás como tu hermana".
Leí, sentía como si sus instrucciones se contradijeran, pero, como caballero debía obedecer, estaba dispuesto a salvar a esta niña, a dar mi vida por protegerla.
-Lo hare, no dejare que nada le pase nunca.
Dije asintiendo para después mirar la espada del alcalde la cual se encontraba enfundada, rápidamente la tomé mirando su hoja color azul zafiro.
-Prometo darte un descanso digno señor Axel, usare esta espada para proteger a su hija.
Jure mientras sacaba la espada de su vaina guardándola ahora en la vaina de mi espada anterior, siendo amabas armas de tamaños similares.
-Debo regresar con mis compañeros... espero que ellos estén bien.
Pensé en voz alta mientras intentaba caminar sin perder el equilibrio.
-También... debo sacar a Íngrid de aquí, cumpliré mi promesa con ella.
Trague saliva sintiendo como miles de cuchillos atravesaban mis piernas, pero era por el esfuerzo únicamente, quería resurtir hasta reunirme con los demás, mis pasos fueron lentos dando uno a la vez mientras cargaba a la niña con cuidado.
***
-Rohei Castelar...
Una mujer observaba la mansión desde una torre sentada sobre una de las almenas.
-Tengo muchas esperanzas en ti.
Ella miraba su dedo índice manchado de sangre, mirándolo atentamente, ella era la misma señorita Lulú o más bien lo que la había remplazado ese día.
-Mi niña, espero que sigas creciendo grande y fuerte.
Sonrió mientras se levantaba volviendo a mirar hacia la ciudad.
-Bien, creo que debo facilitarle un poco su escape.
Sus ojos azules se tornaron rojos, mientras mostraba una sonrisa sádica.
-Algún día nos conoceremos, Roe.
Ella desapareció dejando únicamente un par de plumas negras.
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Bueno, bueno, bueno, ahora me siento mal por haber desperdiciado un buen diseño.
Así es hablo de Íngrid, creo que habría sido mejor que matara a Alicia, bueno, es lo malo de que Ingrid fuera agregada para aumentar un conflicto en un futuro para la saga, bueno si logra llegar a saga este libro, pero imaginemos cosas chingonas.
¿A quien mas le gusto el diseño de Íngrid? es bastante mas llamativo que otros, a mi en particular me encanto.
Ahora a esperar para cuando se me apetece actualizar, pero seguro será de los mas avanzados.
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