D-6
El salón de reuniones en N Seoul Tower solo exudaba magnificencia como si el encuentro que se iba a producir fuera cualquier asunto comercial del rubro de las inversiones y no lo que realmente intentaban ocultar.
Las puntas de la mafia en Japón, Italia y Corea del Sur se habían citado para comparecer en un intercambio que supuestamente debía mantenerse bajo los tonos de "lo amistoso."
Park Jimin era uno de los tantos guardias destinados a mantener la seguridad y el orden en aquel sitio, pero realmente no creía que pudiera hacer mucho cuando su cuerpo temblaba y zumbaba a causa de la pequeña invitada revestida en un baño de acero que le arañaba la espalda.
"Diez disparos, pues serían diez oportunidades para llegar a nuestro jefe."
Aun repetía las palabras de Ming Hao minutos atrás cuando el coche se detuviera en el aparcamiento de la torre y fueran conducidos por otro grupo de personas en negro hasta el elevador acristalado donde se reunirían con Min.
Por ahora, Jimin solamente esperaba por la aparición del hombre que prácticamente le había arrancado de su rutina a dos caras y en menos de veinticuatro horas expuesto a la realidad que él seguiría siendo un iluso en un mundo que no comprendía.
—Listo, el jefe acaba de llegar al helipuerto de NTS. Toma el elevador interno para acceder a la plataforma y recuerda, no confíes ni en tu propia sombra cuando estés allí dentro.
Ahora era Joshua susurrándole en el auricular que Jimin celosamente ocultaba detrás de la mata de cabello gris platino. Intentando evadir el escalofrío que le recorría la espalda como una molesta sierpe, Jimin se las arregló para contestar con un asentimiento mientras abandonaba la sala de espera aledaña al salón de reuniones donde inicialmente había sido recibido por el personal del mirador.
El ruido ensordecedor del helicóptero y el viento azotándole los cabellos le abrazaron en la plataforma, solo para corroborar que únicamente Min y el chico que había identificado como Jung Hoseok descendían con elegancia del monstruoso vehículo.
Una mirada profunda que logró congelarle aun más el alma fue lo que recibió de parte de Min antes de llegar a escasos centímetros de su presencia.
—Por lo visto los chicos te instruyeron bien. Hoseok nos acompañará en el intercambio pero tú debes estar a mi lado. Supongo que si estabas al servicio de Lee Taemin podrás con esto... ¿Me equivoco?
Jimin tragó duro sin dejar de sostenerle la mirada a Yoongi. Evidentemente estaba con la soga al cuello, pues no era lo mismo cobrar algunas deudas con golpes como cuando Taemin le cambiaba el ring por los "recados" a manejar el peso de un arma entre sus dedos y la remota posibilidad de cargarse la vida de alguien solo por ser el nuevo sabueso del Rey Oscuro.
Aun así, no tenía intenciones de flaquear y mucho menos hacerle saber que la única pistola que había sostenido en sus manos era de juguete cuando no pasaba los cinco años y las guerras en los días lluviosos con Taehyung parecían ser la prioridad.
—No se preocupe por eso señor...
Yoongi asintió antes de dirigir la marcha. Jimin a su derecha, Hoseok a su izquierda examinó el ambiente tenso entre aquellos dos. El alfa de aroma a coñac y tierra mojada se aclaró la garganta.
—Por cierto, esta sería como una pequeña prueba para ti Jiminnie... disculpa que me tome la confianza de tutearte. No soporto cuando me toca ser la segunda mano en estas reuniones.
—Ya te estabas tardando Jung, pero no tienes que convertirte en su mejor amigo. Deja eso cuando quieras patearle el culo en el ring del Anexo. A partir de aquí, no estamos solos...
Yoongi no mentía y cuando las puertas del ascensor se abrieron, Jimin pudo comprobar cómo otros tres pequeños grupos de personas esperaban en el recibidor cercano al salón de reuniones.
Los otros tres representantes del "intercambio" observaron la llegada de Min y sus acompañantes. Una chica pálida como la nieve, de cabello escarlata, fumaba con despreocupación como si la versión asiática de alguna Marilyn Monroe hubiera reencarnado en ella.
Yamato Hikari, hija de Yamato Hiroki, la actual princesa de la mafia en Japón solo se encargó que las colillas de su cigarrillo descansaran sobre el inmaculado suelo antes de encaminarse hacia Min.
—Tan guapo como te recordaba. Por lo visto con más compañía... Muy hermosa la cara de muñeco de tu nueva mascota...
Jimin comprendió entonces a lo que se referían los amables chicos que le habían acompañado en la camioneta horas después y como si tuviera poderes de invocación, o mejor dicho, gracias a la excelente sincronización del equipo a cargo de la seguridad de Min escuchó a Jun en el auricular.
Yamato Hikari, la representante de Japón. Encargada de controlar el flujo de estupefacientes en estos momentos. Es una omega dominante, ten cuidado con ella, siempre le ha tenido... cierto aprecio a nuestro jefe.
Jimin por poco asiente antes que la mano pálida de Yoongi se extendiera para atrapar los dedos gélidos de Hikari.
—Yo podría decir algo parecido. Por lo visto todos hemos apostado por nuevas adquisiciones para esta reunión.
La mirada color púrpura del alfa recorrió el salón para detenerse sobre las otras tres caras desconocidas en aquellos reinos. Una joven de cabello azul eléctrico, un muchacho de apariencia delicada que no debería pasar los quince años y un joven un poco más robusto con una cicatriz en la mitad de su rostro.
Ellos eran Lalisa Manoban, Lee Felix y Christopher Bang, respectivamente, las nuevas piezas del clan japonés, puesto que la delegación de Italia aún no se presentaba.
—Los tiempos de cambio son los de la oportunidad...
Sentenció Hikari separándose de su contacto para encontrar la mirada vacía de Hoseok y el leve sonrojo en las mejillas de Jimin. No podía reconocer a qué denominación dentro de la casta pertenecía aquel chico, puesto que el aroma que le rodeaba se veía eclipsado por el de Yoongi que en ese momento mostraba sus tonos más profundos de whisky y pino.
La chica chasqueó la lengua antes de reconocer al grupo europeo atravesando el segundo elevador que tenía acceso a esa planta. Nuevamente, Jimin apreciaba rasgos asiáticos en aquellos apodados como "los cisnes de cuello blanco" del negocio.
Esta vez un hombre de unos treinta años, porte regio y cabellera rebelde en tonos chocolate, acompañado por dos chicos que daban la impresión de estar viendo doble.
Los gemelos Song seguían a su padre Song Hyun Jin, completando de esa manera la comitiva que comparecería en la reunión de los líderes de los carteles más importantes en los últimos diez años.
Yoongi arrugó el entrecejo cuando Song estuvo en su presencia. No había que sumar dos más dos para saber que se odiaban. Hikari sonrió como una hiena.
—Corea es el anfitrión. Esperamos tus indicaciones, Min.
El tono grave del hombre solo confirmó lo que Jimin ya sospechaba. Min inclinó la cabeza ligeramente como si se tratara de una silenciosa advertencia antes que el personal abriera las puertas del salón de reuniones finalmente.
Los siguientes minutos fueron un martirio. Jimin pensó que se quedaría fuera de aquel sitio cuando los acompañantes de los tres jefes aguardaban en el reservado contiguo, pero Hoseok le tomó del brazo ligeramente para que siguiera a Min hasta sentarse a su derecha en la mesa semicircular que regentaba la habitación.
—Por lo visto la nueva adquisición es de fiar. Realmente extraño los tiempos en que no eras tan serio, Gigi.
El apodo logró que el omega de Jimin se revolviera con molestia. Por alguna razón que no estaba dispuesto a admitir, que aquella omega le llamara de esa forma a su jefe le repugnaba. Song se dio cuenta de la ligera turbación del chico, anotando mentalmente que debía investigar a fondo quién era la nueva herramienta del peli púrpura.
El aroma a cuero y sándalo del alfa radicado en Italia llenó la estancia aturdiendo al omega de Jimin que arañaba contra la barrera mental que el humano nervioso deseaba preservar. No se sentía atraído pero sí amenazado por la atmósfera donde solo quedaba él y aquella chica a merced del poder de los alfas convocados. Hoseok a su lado, carraspeó.
—Estamos aquí por razones de fuerza mayor. Ya sabemos que cuando se reúne la camorra con la yakuza siempre quedan bajas innecesarias, por eso hemos decidido optar por esta especie de entrevista. La razón principal se las ofrezco ahora...
Jimin estaba tan ocupado analizando las expresiones alrededor que no pudo atrapar el instante en que Hoseok había colocado el proyector, o quizás siempre había estado dentro del acristalado salón, donde la ciudad se insinuaba demasiado apabullante, para encontrar la fotografía con el rostro tachado de un hombre que apodaban como "Ao Akuma."
—Ya deben de tener contexto que el último viaje a Japón que tuvimos al menos unas horas atrás arrojó que el incendio en los almacenes de opio Yamato son prueba de la existencia de este personaje, muy aplicado a provocar desorden entre nuestras direcciones. No habría razón para alarmarse si lo mismo no hubiera sucedido en nuestro casino en la parte baja de la Ciudad. Creo que Italia comparte el sentimiento con los viñedos masacrados en la Toscana...
Song se cruzó de piernas antes de taladrar a Jimin con su mirada grisácea, el único ignorante de aquella especie de informe.
—Sabemos contar Jung, ahora la única pregunta que no parece cuadrarme en esa lógica es para qué incluyeron un guardia de seguridad que hasta ahora no tiene motivos para considerarse relevante, eso despreciando el hecho de que es la copia exacta de Asura, el despiadado...
Por alguna razón que Song le llamara con el apodo que había recibido a su llegada a Seúl cobijado por las noches de pelea en The Rouge le hizo entreabrir lo labios al peligris. Yoongi puso los ojos en blanco.
Si algo le molestaba de Song era su lengua suelta. Sin embargo, el italiano tenía un punto en cuanto a que Jimin fisonómicamente podía ser comparado con una copia de quien le había representado un verdadero dolor de cabeza a la mafia en los años ochenta y que se especulaba había dejado un hijo del que actualmente se hablaba entre las sombras.
Pero lo último que habían sabido de aquel temido "jefe" es que su cría omega había sido vendida o asesinada antes de que el propio Asura se abriera la garganta delante de una multitud enardecida en las calles de Ginza para la fiesta de Halloween de 1997.
—Vas a mitad de camino y eso es lo que pensará el verdadero enemigo cuando lo vea, razón por la cual esta reunión es tan importante. Dentro de un mes estarán creadas las condiciones para abrir Seúl al bajo mundo en todo su esplendor. Para ello las peleas clandestinas serán convertidas en el show más atractivo y legal que haya conocido esta urbe.
—¿Legal?—interrumpió Hikari emergiendo de la nube de aburrimiento donde había quedado suspendida desde que Song iniciara con sus insinuaciones venenosas.
—Legal...—Concedió Yoongi—Estos accidentes, este "demonio azul" especializado en desmembrar a sus víctimas, es solo la punta del iceberg. El verdadero mal danza entre nosotros. De hecho estoy convencido que no dudarían en volarme la cabeza en dos segundos si no conociera cómo funciona la alianza entre la parte dominante del underground.
—¿Qué estás sugiriendo pequeña alimaña codiciosa?
Nuevamente Song, y Hikari entrecerró los ojos en dirección de Min que ya estaba de pie recuperando el control de la presentación de diapositivas que ahora recreaba un ring de boxeo.
—Que nos adelantaremos asestando el golpe que nos coronará en la cima. Unidos podemos no solo descubrir a quién se escode en las sombras. Unidos podemos convertirnos en la alianza más fuerte que consuma a todo el mundo. No hablo de pequeños camellos en las calles de Yokohama o en Shibuya. No hablo de viñedos a medio vender o propiedades compradas a la baja en un lavado de dinero mediocre. Hablo de expandirnos a América y quizás, solo quizás trascender más allá de un grupo de jefes que juegan al gánster ¿Qué dicen, me acompañarán a crear un nuevo Imperio o elegirán la tierra segura de quedarse al margen antes de ser sometidos?
El mensaje era más que claro. Todo o nada, aceptar o perecer ante el hambre de poder contenida en la propuesta de un Min Yoongi demasiado avezado en el arte de engañar como para perder a la primera de cambio.
Jimin ya paladeaba su bilis cuando el pequeño haz de luz rojiza alcanzando el pecho del hombre aterradoramente ambicioso que aún estaba al mando del proyector le hizo caer en la cuenta en cuál era su verdadero cometido.
Diez disparos, úsalos sabiamente.
Ni siquiera supo por qué lo hizo o cómo pudo encontrar el valor para empuñar un arma por primera vez en sus veinte años. Las puertas lumínicas del despacho amortiguaron su falta de precisión mientras su respiración se hacía casi un lamento desesperado intentando proteger a Min de una forma que él no comprendía.
Su último disparo inseguro había apagado las luces antes que un espeso silencio dominara la estancia. Jimin continuaba buscando una explicación para calmar el temblor entre sus manos ahora libres de la Glock antes de reconocer a Hoseok a los pies del cadáver de Song.
Hikari se miraba las uñas mientras Jun emergía desde el falso fondo del salón de reuniones empuñado el arma que había encendido todas las alarmas y por ende confundido a Jimin en cuanto a la verdadera naturaleza de aquella junta. Qué diablos había sucedido.
—Tus habilidades actorales mejoran por día, Gigi. Italia cero, Asia cien...
Canturreó la chica colgada al cuello de Yoongi mientras los ojos verdes de Jimin parecían despedir chispas de irritación. Aun con el cuerpo zumbando después de haber caído en una trampa que ni siquiera comprendía solo para sacar de circulación a Song y tomar como rehenes a sus herederos, la nueva marioneta del clan Min juró en voz alta.
Ahora Italia le pertenecía a Yoongi de la manera más baja posible y contra todo pronóstico, Jimin le había ayudado interpretando todo al revés y tomando la primera vida con el peso de un arma que parecía morderle como una ponzoñosa serpiente.
El apodado como Asura sobre el ring abandonó la estancia contendiendo un ataque de furia antes de azotar las puertas dobles que separaban el salón del recibidor. Hoseok observó a Yoongi antes de concertar con el resto del equipo la retirada mientras el más pálido iba en busca de un alterado Jimin hacia la zona de los ascensores.
El peligris no sabía que le molestaba más, si el hecho de ser engañado o la terrible realización de haber disparado a un hombre que no conocía.
—Necesitarás clases para mejorar esa puntería tuya...
Fue lo que dijo el alfa de orbes púrpuras antes de intentar apretarle el hombro a modo de confortación. El de ojos verdes gruñó apartándose a tiempo de recibir aquel roce.
—Lo único que espero en lo adelante es que no me incluya en estas cosas. Colocar el nombre de un desconocido en la pantalla para crear interés es el peor de los anzuelos. Solo desígneme al ring donde puedo ser algo más que una máquina diseñada para dañar...
—No estaba mintiendo en cuanto a que te pareces al legendario peleador alfa. Taemin te nombró en alusión a él si mal no recuerdo y ambos sabemos que muy en lo profundo no lamentas haberle volado los sesos a Song. Eres más vengativo de lo que deseas aparentar, Asura...
Expuso Yoongi, y Jimin entrecerró los ojos antes que el elevador volviera a reanudar su curso. Ese día muchas cosas habían cambiado para un omega cuya alma se rehusaba a seguir el ritmo de la jerarquía.
Notas:
*Ao Akuma: demonio azul en idioma japonés.
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