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D-5

—Sí sabes que estás a punto de cometer la peor estupidez de tu vida ¡Qué digo estupidez! Un error descomunal que repercutirá en el futuro de la humanidad...

Si pagaran el dramatismo, Taehyung sería millonario. Jimin chasqueó la lengua antes de terminar con su exiguo equipaje. Solo una mochila y una maleta de viaje componían su indumentaria a fin de aceptar un destino que detestaba con todas sus fuerzas.

—Pórtate bien Tae. Además, no me estoy largando definitivamente. Me verás en la universidad y seguro tendré vacaciones. Serán siete malditos meses. El tiempo pasa rápido si te mantienes ocupado...

El de cabello castaño dorado y ojos azules puchereó antes de sentarse en la cama de la habitación que a partir de ahora estaría vacía.

—No es eso. En el fondo no temo por tu seguridad. De sobra sé que te las puedes apañar solo. Lo que realmente me intriga y preocupa es que hayas aceptado de tan buen grado. Esa oscuridad cuando estás sobre el ring... A eso es lo que más le temo...

Jimin comprendía perfectamente las razones de su amigo para exponer tales argumentos. Podía ser el mejor actor entre las cuerdas del cuadrilátero, pero frente a Taehyung su verdadera esencia se manifestaba de una forma u otra.

Recordar aquel video donde sus padres aceptaban un contrato que él mismo acababa de ratificar, la mirada sedienta de codicia de Min y aquella sensación de ingravidez mientras pisaba el escenario antes de cada pelea, eran los tres elementos que le tenían al borde del abismo.

Con los pies en la cornisa y el viento de la madrugada golpeándole las mejillas.

—No tengo otra opción. Por egoísta y vano que suene, esta es mi verdad. Trataré de estar siempre en contacto. Dile a Jeon que intente zafarse de las garras de Taemin. Por culpa de esa sanguijuela, Min llegó más rápido.

Taehyung aprieta los labios pero termina asintiendo antes de acompañar al de cabello gris en dirección a la salida del departamento que por alrededor de tres años han compartido.

Jeon Jungkook esperaba allí haciendo florituras con el celular entre sus nerviosos dedos. La culpabilidad parece consumirlo y encontrar la sombra de una de las marionetas de Min del otro lado de la verja de su departamento solo se une al desagradable recordatorio de hasta dónde puedes llegar cuando juegas con lo que no conoces.

—Lo siento, Jiminah. En serio quisiera que fuera diferente...

Trató de excusarse el menor a lo que el de ojos verdes esbozó una triste sonrisa.

—Volveré a fastidiarlos antes de lo que imaginan. Dejen de comportarse como si me fuera a morir... incluso después que mi lobo me abandone volveré para jalarles los pies e inmiscuirme en su intimidad...

—¡Jimin-ah!

Ambos chicos se sonrojaron mientras el peli gris ampliaba la sonrisa a una risa musical. El trayecto de regreso a la Villa Min fue más bien monótono. Las luces de Seúl cambiaron lo suficiente para que Jimin saliera de la especie de estupor que amoldaba sus músculos.

Curiosamente no tuvo que soportar la presencia de Min una vez que fue conducido a través de los portones presididos por el emblema del dragón que identificaban al clan de su nuevo jefe.

Solo la servidumbre y uno de los pequeños alfas que acompañaban a Seok Jin a todas partes estuvieron allí para guiarlo a otra habitación al final del Anexo.

—Descanse bien Jimin hyung... y a pesar de todo, sepa que hemos visto sus peleas. En lo personal me declaro un fanático. Lo tengo muy en cuenta mientras trabajo por convertirme en alguien tan fuerte como usted.

El pequeño cachorro que respondía al nombre de Nikishimura, en su círculo más cerrado, Ni-Ki le sonrió produciendo una extraña calidez en el de ojos verdes. Sin saber qué contestar se limitó a inclinar la cabeza en su dirección.

Un suspiro cansado envolvió la oscuridad de su nueva habitación mientras Jimin casi se dejaba abrazar por la mullida cama.

Cuatro horas después, el sonido de una especie de Gong siendo golpeado hasta el cansancio logró sobresaltar a un adormilado Jimin que apenas reconocía dónde se encontraba.

Obviamente aquella no era su habitación. Al menos no a la que estaba acostumbrado y con lentitud recordó una noche donde las cicatrices en su piel ya habían sanado gracias al poder de su lobo.

La insistente llamada que perforaba sus oídos lo hizo gruñir antes de encontrarse con la figura de Jin abriendo su puerta como si se tratara de su propia madre cuando aun asistía a la preparatoria.

Buenas noches, porque por lo visto no te has dado cuenta de qué hora es. No sé qué te habrá dicho Yoongi, pero aquí no existen favoritos, deberás seguir las reglas, o quedarás a tu propio cuidado Park.

Fue entonces cuando percibió la molestia en el tono del mayor. Jimin se aclaró la garganta antes de excusarse por quedarse dormido aunque todavía el Sol no era alto en el cielo o el hecho de ser sábado.

Una ducha rápida antes de tomar un supresor de aroma y rociarse la esencia que supuestamente debía identificarlo como el alfa que quería ser fue el final para exhibir sus tonificadas piernas en un pantalón de hacer deporte hasta las rodillas y una sudadera a juego.

El alboroto en el Anexo terminaría muy cerca de los cambiadores de lo que le habían presentado como un gimnasio. Las puertas dobles le recibieron aun recolocándose la capucha de su sudadera para descubrir a una población de chicos que se estiraba o hacía uso de los costales para golpear a ambos lados de un cuadrilátero.

El silencio se hizo pesado ante su llegada. Allí estaban los alfas de la otra noche y aquel chico de proporciones etéreas que le había ayudado al pelirrojo a trasladarlo a la mansión.

—Buenos días... estoy aquí porque...

Un puñetazo interrumpió el intento de socializar por parte de Jimin y antes de que pudiera siquiera localizar a su agresor el pie de Yeonjun amenazaba con cortar por completo el flujo de aire hacia los pulmones del peli gris.

—¿Qué de bueno podría tener? Dime, Asura... disfrutas de la asfixia después de noquear dos veces a mi hermano... ¿Para ti el dolor es soportable?

Masculló el omega dominante bajo la mirada afilada de sus compañeros. Lejos de mostrar inquietud, Jimin sonrío afianzando el pie del chico entre sus manos.

—Adelante... morir será la mejor elección mientras me convierto en el esclavo del miserable de tu jefe... tu hermanito fue un daño colateral...

Aquella fue la gota que colmó el vaso mientras el peli rosa se le iba encima solo para caer en la trampa. Jimin utilizó el agarre sobre el pie que el más joven mantenía sobre su cuello para desequilibrarlo e invertir las posiciones.

—Aprende algo, muchachito de rosa... Nunca le des a tu enemigo el beneficio de la duda...

Masculló antes de separarse de él. El resto de los que estaban presentes fingieron no haber visto aquel espectáculo mientras Yeonjun intentaba recuperar la respiración y lanzarse nuevamente hacia un tranquilo Jimin que caminaba en dirección al costal de kickboxing más cercano para preparar su entrenamiento.

—Déjalo en paz... ya viste cómo es... Si hyung lo trajo es por una razón. Ya cobrarás tu venganza cuando se haga la selección para las peleas...

Taehyun había aparecido para tomar las muñecas de su mejor amigo, recibiendo una mirada acerada por parte del peli rosa. Ambos jóvenes comenzarían a discutir si no fuera por la impactante presencia de Kim Namjoon bajo el umbral del gimnasio.

—Park, salimos dentro de media hora. Preséntate ante Jin. Yoongi ha decidido que nos acompañes al intercambio de hoy...

La nueva información fue recibida con dificultad, pero el excelente actor que era Jimin se las ingenió para seguir a Namjoon tronándose los dedos de las manos. Se estaba conteniendo de elucubrar una teoría cuando su curiosidad ganó la apuesta.

—Pensé que tendría que cumplir las reglas de entrenar y toda esa habladuría que me soltó su esposo ¿A quién hay que desaparecer para que Min siga limpio?

El intento de broma se le congeló en la sangre antes que Namjoon atinara a acorralarlo contra la columna que separaba los límites del Anexo con la Casa Mayor.

Los ojos del alfa platinado centellearon en naranja eléctrico antes de enfrentar al insolente que su jefe había contratado por una insulsa teoría que se remontaba a los inicios de su bregar en el bajo mundo.

—Escúchame bien, mozalbete. No me agradas y no me importa si Yoongi quiere invertir en tu lado asesino. Estás aquí para cumplir un acuerdo en el que saldrás más beneficiado que afectado. Mide tus asquerosas palabras y controla tu temperamento. Ahora ve con Jin, él te preparará para la cita de hoy.

El omega que fingía ser un alfa, lejos de sentirse intimidado sonrió. Si Min y sus lame botas, como parecía ser Namjoon, se vanagloriaban manipulando y eliminado gente por deporte, él sabría aprovecharlo a su favor. No solo saldaría su deuda, sino que se encargaría que nadie más pasara por semejante humillación.

—Ya entendí, vale. Dile a tu jefecito que mantendré mi boca cerrada ¿No era seguridad y protección para lo que me contrató? Pues seré una jodida sombra a su servicio. No hace falta que me recuerde también por qué mandé a dormir a ese niño platinado que pareces adorar. Los primeros en cargar la culpa son ustedes ¿Quién en su sano juicio permite que un muchacho tan joven suba al ring en una pelea clandestina?

El argumento de Jimin tenía toda la lógica del mundo, pero Namjoon no estaba allí para decidir. Le debía demasiado a Yoongi como para objetar sus decisiones. Mascullando una maldición empujó a Jimin una vez más hasta que el ceño fruncido de Jin se hizo notar.

—Primero desayunarás y luego te reunirás con el resto de los guardaespaldas de Yoongi.

Fue lo que murmuró el moreno de agraciadas facciones antes de abrir la marcha. Hoy llevaba otro cómodo hanbok, con decoraciones rosáceas sobre un fino lila. La tela era tan suave que Jimin se vio tentado a rozarla con la yema de los dedos, pero se contuvo a tiempo.

Sin dudas, su extraño lobo andaba más hormonal que de costumbre y ese comportamiento en el alfa fuerte que debía interpretar era demasiado sospechoso.

Engulló el desayuno en silencio antes de retirarse nuevamente a su habitación. El esmoquin en negro y el equipo de micrófonos que debía incorporar a su atuendo para comunicarse con el grupo de seguridad le sentaban a la perfección.

Por eso cuando el ahora guardia personal de Min Yoon Gi emergió en la plazoleta donde ya se preparaban los coches que trasladarían a los "embajadores" para la reunión entre los jefes del bajo mundo, nadie podría decir que minutos atrás había sido aquel joven desaliñado de carácter arisco.

—Bienvenido Park, soy Joshua, el segundo al mando del cuerpo de seguridad para esta misión.

Jimin correspondió al cálido saludo de aquel chico que solo le aventajaba unos cuantos centímetros. El aroma a caramelo y pastel de moras lo descolocó por completo. No podía ser cierto que un omega fuera parte de aquel equipo a menos que...

—Soy omega dominante y prácticamente el cerebro detrás de los protocolos...

—Oh... yo no... disculpe pero...

El castaño de impecable tez blanca le restó importancia esbozando una sonrisa. Otro chico todavía más alto que respondía al nombre de Ming Hao se unió a la conversación para rodear con brazo al presentado como Joshua.

—Ya te confundió con su aroma y la posición que ocupa. Bienvenido a esta familia. Soy Ming Hao pero puedes llamarme The8. Es un honor conocer de cerca al temido Asura...

Jimin aceptó el segundo saludo antes de que un tercer chico le hiciera una seña para que los tres abordaran el convertible negro aparcado en la gravilla.

Otro integrante de la seguridad con orígenes en China Wen Junhui, para los habitantes de la Villa Min, mejor conocido como Jun, que exhibía una perfecta cabellera rubia y anillos engarzados con el símbolo del dragón.

El ambiente tenso que había rodeado a Jimin toda la mañana se fue diluyendo mientras los chicos le contaban el itinerario que seguirían una vez dentro de la Torre N de Seúl.

El mirador había sido alquilado por tres de los grandes grupos para llevar a cabo un intercambio. Italia traería capital, Japón, droga y Seúl, armas. Siendo este el rubro donde se movía su jefe y actual cabecilla de la Liga de Dragón Dorado.

—Nuestro trabajo es mantener cubierto a Yoongi. Sobre todo tú Jimin, al ser el nuevo guardia no cuentan con una cara desconocida y puede que te miren de más. Solo ignóralos y concéntrate en nuestro jefe, deberás acompañarlo a todos lados cuando lleguemos.

—¿A qué te refieres con a todos lados?

Jimin se hacía una idea de que debía pegarse a Min como un lapa, pero si sus esperanzas de minimizar encuentros incómodos eran pocas, escuchar a Ming Hao confirmando que debía estar presente hasta cuando el más pálido fuera al sanitario le dejó en los huesos.

—Vale, entonces todo está preparado. Llegaremos en cinco minutos. No olviden mantener los micrófonos encendidos... Ah... y esto es para ti Jimin. Solo tiene diez disparos, úsalos sabiamente...

El peso de la Glock quedando entre las manos del peli gris marcó el inicio de una pesada realización. Quizás Taehyung tenía razón y el ahora guardia de seguridad Park no era tan buen actor.

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