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D-29

🐾ALMA DE ALFA🐾

En los momentos de crisis se suele recurrir a la última reserva de cordura para salir adelante. Esa debe ser la máxima de la supervivencia,  pero pasar por la misma situación dos veces no parecía aligerar la carga de Kim Taehyung.

Los ruidos fuera del maletero lo hacían chillar detrás de la mordaza de cinta adhesiva. Las manos y los tobillos asegurados con cuerdas impedían que se preocupara por su voluptuoso vientre, mientras sus ojos se anegaban de las lágrimas que había olvidado derramar.

Qué diferente había sido todo en la mañana. El cielo limpio, el olor a tierra nevada y las flores del jardín de Katia Mijailov para inspirarle la idea de que un paseo a caballo no sería algo serio.

Aún cuando su avanzado embarazo pudiera ser un impedimento, había retomado aquel placer de sus días de estudiante en Busan o de los veranos con sus abuelos paternos en Daegu.

Le gustaba estar en contacto con su montura y quizás debía haberle prestado mayor atención a Cherry, su caballo asignado, y no alejarse tanto de la propiedad. 

Ahora solo le pedía a la Diosa tener el valor necesario para proteger a su cría, de quién fuera que estuviera detrás de todo aquello. 

"Vivimos en un mundo que se esfuerza por maquillar el horror con ropas y cosas lujosas. La inmundicia rodea cada palmo de este terreno, sin embargo, para los ojos del vulgo estamos en la cima. No somos más que ángeles del silencio con las alas arrancadas."

Recordaba el sermón de Agust cuando él y Jimin llegaron a las manos del clan ruso. No tenía corazón para negarse ayudar a su mejor amigo y mucho menos para renegar la hospitalidad de aquellos que hasta cierto punto le habían librado del peso completo de la pérdida. 

Una franja de luz era lo único que lo comunicaba con la realidad mientras los sonidos se mezclaban como si estuvieran a punto de realizar una inmersión.

Un túnel, un puente subterráneo y Taehyung perdió nuevamente la noción del tiempo hasta que la luz le estampó el rostro.

—Qué mala educación ¿Por qué le han traído así?

Preguntó una voz desconocida pero que evidentemente pertenecía a un alfa. Alguien masculló palabras incoherentes, entonces Tae recordó que no había sido presa fácil.

Aún cuando le faltara mucho por aprender había ejecutado su rutina de defensa personal contra sus agresores antes de liberar a Cherry.

A esas alturas, el clan Mijailov ya estaría al tanto de su desaparición, al menos eso se repetía cuando fue puesto sobre sus pies y la mordaza abandonó su boca con un ruido desagradable.

—Por la Diosa… el Príncipe sí que tiene suerte.

Tae parpadeó para enfocar a un hombre alto enfundado de negro de pies a cabeza. Estaban en el parqueo subterráneo de un edificio. Uno muy lujoso a juzgar por las plazas privadas.

—Mis disculpas. Los chicos aún deben trabajar en sus modales. Permítame que lo escolte hasta el piso de nuestro Señor. Soy el Mayor, Kim Woosung.

Una sonrisa amable decoró las armónicas facciones de aquel alfa. Taehyung se vio reflejado en los ojos color caramelo de su interlocutor y por un instante creyó reconocerle de otro lugar, aunque eso se pasaba de lo ilógico.

Las ataduras abandonaron sus extremidades, mientras una escolta de cuatro hombres lo rodeaban. Una mezcla de alfas y betas, entonces cayó en la cuenta de lo que representaba ser el único omega entre ellos.

—Quisiera saber, al menos, quién es su señor.

"El camino de la diplomacia a veces asegura la victoria. Si logras hacer creer a tus enemigos que eres vulnerable ya has ganado media guerra."

La sonrisa cínica de Agust regresó sobre el de cabellos dorados y ojos azul turquesa. Woosung le obsequió una expresión taimada.

—El Máster aún no regresa a esta localización,  pero no dude que se entrevistará con usted. No se preocupe, joven Kim. La seguridad está garantizada.

Taehyung no opinaba lo mismo, pero tampoco podía ponerse a la defensiva cuando su bebé nonato estaba en peligro.

Apostó por mantener un perfil bajo mientras trataba de memorizar cada detalle del camino hacia el ascensor. Manillares en dorado y una puerta doble con una pesada ornamentación en plata.

Woosung lo guió hasta la cabina con espejos cromados. Los números se perdieron hasta el nivel cuarenta y cinco. Un penthouse, pensó Taehyung mientras mordisqueaba su labio inferior.

—Sea formalmente bienvenido a la Residencia del Máster, omega Taehyung. Las habitaciones con vistas al Volga son las destinadas a usted y al futuro heredero. Misha le servirá de compañía.

El auto titulado como Mayor Woosung le señaló a una pequeña omega de tez pálida y ojos almendrados. Sus cabellos color platino le recordaron a las gemelas Mijailov.

—Un gusto conocerle, amo Taehyung.

El aludido no conseguía salir de la estupefacción cuando Woosung continuaba recitando un conjunto de reglas que debería acatar si deseaba que su estancia fuera placentera.

Una sutil manera de plantear la realidad de su cautiverio. Taehyung escuchó a medias mientras se adentraba en la habitación que decían le pertenecería a su bebé. Las paredes color azul cielo y el papel tapiz de pequeños osos dorados le cortaron la respiración.

Una mecedora frente a la cuna en iguales tonos azul pastel hacía las delicias para recrearse en una colección de juguetes para los que su niño tendría que esperar a crecer.

Entre ellos sobresalía un tren rojo sobre la afelpada alfombra, para terminar en un vestidor o el magnífico librero cercano a la ventana. Taehyung se abrazó a sí mismo. No necesitaba que Woosung o sus nuevos captores le pusieran nombre a su amo.

La sensación de familiaridad y aquel aroma a cuero y tormenta se lo dejaron en claro. Jungkook había regresado a su vida con un rostro desconocido y él… él era su prisionero.

Al tiempo que las luces parecían morir para el omega que en otros tiempos creía en la fuerza del amor y la lealtad, el silencio caía gota a gota sobre la biblioteca de la Casa Matriarcal.

Una mujer menuda, enfundada en unos vaqueros negros y un suéter de cachemira azul prusia intentaba que su relato fuera creíble. 

—Sé que debía haberlo dicho antes, que quizás dolería menos pero…

—¿Lucien y Agust? ¿Ustedes lo sabían todo?

Jimin trató que su tono más desdeñoso camuflara el nuevo rictus de violencia que palpitaba en su interior. Tanta bondad tenía un precio y saberse una mentira ambulante era más de lo que podía digerir, mientras los dedos de Yoongi se anclaban a los suyos a fin de traer algo de estabilidad a la nueva avalancha de hechos.

—Tu hermano y su consorte solo lo supieron cuando regresaron a casa…

—O sea, hace seis meses… hace seis meses que juegas a ser mi madrastra cuando en realidad eres mi madre y él…

Jimin temblaba de furia mientras señalaba a Uriah como si estuviera viendo al mismo diablo. El antiguo líder del clan japonés, conocido como el demonio azul de los mil rostros colocó una mano sobre los frágiles hombros de su esposa.

—Hace veinte años, Hee Joo, que fue el nombre con el que camuflamos la historia de tu madre, debió morir junto a sus cachorros. Para mí era más fácil cubrir las actividades de la Hermandad con el negocio del hermano de ella en Busan. Los almacenes portuarios encajaban bien en el perfil de las pequeñas organizaciones que dirigía al que conociste como tu padre. Él y el progenitor de Jungkook estaban en el mismo círculo y hubieran llegado a nosotros si…

—Si no hubieran armado todo el teatro de Asura y compañía… es… Por la Diosa, ni siquiera puedo decirlo ¡Vivía un infierno cada día y ustedes estaban aquí jugando al ajedrez retorcido solo para conservar el jodido estatus de una organización más oscura que cualquier mafia!

—¡Jimin!

Rugió Lucien, pero el de ojos verdes no se detuvo.

—Claro, para ti es más fácil, querido hermano. Tú tuviste la suerte de no ser dejado atrás. La manipulación solo llegaba a mí porque ellos creían que tú serías elegido. El mundo se les fue abajo cuando nos presentamos. Ahora todo tiene sentido. No fue decepción lo que vi aquella noche en el rostro de los Park. Realmente estaban calculando cuánto tiempo pasaría antes de venderme al mejor postor ¿No fue eso, dulce madre?

Los nudillos del omega aporrearon la mesa antes de hacerla añicos. Katia le sostuvo la mirada como la reina imperturbable que era. Su voz sonó amarga incluso para los que no compartían aquel pulso.

—No me arrepiento de nada de lo que ha acontecido hasta aquí. Siempre he creído en el destino, al punto que estoy segura que ahora me abandonarás.

—Katia…

Empezó Uriah pero ella negó hasta ponerse en frente a Jimin. Intentó acariciarle la mejilla pero él se apartó.

—Te quiero muchísimo hijo mío, al punto que esperaré por tu perdón…

—Puedes esperar sentada entonces…

Jimin espetó aquello antes de abandonar la habitación entre maldiciones y murmullos del resto de los asistentes.

Yoongi le dirigió una mirada gélida a los presentes antes de recomponer las mangas de su gabán.

—Esto deja en claro de adónde pertenece. Asia se ha cansado de librar batallas que no le pertenecen. Después del ritual de fragmentación no les debemos nada. Buena suerte en la cacería de los Cuervos.

Min acentuó cada palabra con todo el veneno que podía acumular. Lucien intentó detener su retirada pero Agust le atrapó del brazo, negando con la cabeza. Cuando solo quedaron Kai y los Mijailov, el omega de ojos color atardecer habló finalmente.

—La marea ha cambiado, ahora nos toca a nosotros mover las piezas. 

—No puedo creer que estén pensando en la disolución… el idiota de Min no sabe lo que es manejar a un Mijailov. Jimin ya es una pesadilla, si se embaraza entonces…

—Ese es el objetivo exacto que se está persiguiendo aquí.

Atacó Uriah para consternación de todos.

—El nuevo Máster será omega y sus hijos compartirán la sangre del dragón.

—¡No voy a  jurarle lealtad a ese mocoso manipulador, mucho menos a su alfa!

Espetó Kai antes de abandonar la sala. Casi lo consigue cuando Katia arrojó la última brizna para prender el fuego.

—Lo harás de todas formas. Recuerda quién está en manos del enemigo ahora. Tu frágil vástago omega ha sido secuestrado esta mañana y adivina quién quiere nuestras cabezas en bandeja de plata…

Kai la miró con repulsión. A veces dudaba de los orígenes de la Hermandad, cuando las aguas más oscuras se agitaban.

Aquellas que le conectaban a su hermana pequeña en Daegu y a un pasado donde debería eliminarse su nombre y el de Woosung al mismo tiempo.

La maldición de los iguales sobre los débiles. La necesidad de ser un protector contra viento y marea. Kai se mordió el labio hasta percibir el sabor metálico de su contradicción.

—Será lo último que haré bajo vuestro nombre. Una vez que la cacería del Cuervo acabe, no tendré ninguna relación con la Hermandad. Esa es mi última palabra y que el infierno se apiade del que intente perseguirme.

Nuevamente la puerta de la biblioteca fue azotada hasta dejar otro silencio tenso sobre el clan Mijailov. Cansada de jugar a la guerra, como la gran dama del ajedrez de la Bravtva, Katia rompió a llorar.

Fuera del ambiente caldeado en la Casa Matriarcal, Park Jimin levantaba una escueta maleta en dirección al asiento trasero del Rover de Yoongi.

Su obstinación por encontrar a Taehyung iba por encima de aquellos seres que ahora no reconocía lejanos. Los lazos de sangre eran tan traicioneros como las cuerdas de su alma.

Cada caricia, cada mirada de comprensión y anhelo se reflejaba ahora sobre el espejo de la verdad. Qué clase de monstruos eran aquellos padres para usar a sus hijos como peones en una guerra más antigua que la propia oscuridad.

—Estás helado…

Yoongi se apropió de las gélidas manos del testarudo omega del que se había enamorado.

Hoseok iba en el asiento del copiloto y Jimin agradeció aquella ofrenda de cortesía cuando lo único que lo podía calmar era el aroma del más pálido.

—Ya ves… no puedo relajarme ni un instante, mucho menos confiar. Todos quieren algo a lo que ponerle precio.

Masculló con tristeza antes de acurrucarse contra el pecho de su alfa e inhalar una preciosa bocanada de su esencia. El de ojos violeta suspiró.

—Solo tú puedes acabar con todo esto. Después que encontremos a Taehyung, quiero que regresemos.

Jimin sabía perfectamente a qué se refería, pero prefirió ignorarlo todo alcanzado el regazo de Min hasta enmarcarle el rostro entre sus manos.

—Tú tampoco deberías intentar comprarme. No voy a ser tu rey para que ganes sobre el tablero.

Murmuró sobre aquellos labios antes de presionar los suyos. Yoongi acarició las manos sobre sus mejillas antes de morder el voluptuoso contorno de esa boca pecaminosa.

—No hay acuerdo comercial que te haga justicia. Pero no he de negar que te quiero a mi lado. Sin príncipes ni profecías. Solo siendo mío… para siempre.

Las primeras lágrimas hicieron su aparición en los brillantes lagos verdes del omega. Yoongi se encargó de eliminar la humedad con besos. Como si de esa manera, sus almas también pudieran sanar.

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