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D-2

El despacho de los Lee estaba cargado del aroma de aquel alfa de afilada mirada que sonreía ante la invitación que representaban las manos del chico en su cuello. El gatillo de la Colt arañaba la piel de la frente de Jimin tal como sus dedos se hundían en la pálida garganta de Min.

Ninguno de los dos dejaba de mirar al otro. Como una especie de tortura lenta donde no interesaba el dolor o el peligro rodeando a sus lobos y tensando a sus cuerpos.

Lo único que parecía importante para aquellos dos era aprenderse al otro de memoria mientras los anillos dorados que identificaban su conexión con los elegidos por la madre luna confirmaban aquella inútil apuesta.

—Si sigues apretando más abajo de la nuez de Adán te darás cuenta que una falta puede hacer que dejes de respirar según tu rango.

La voz oscura de Min había casi susurrado aquello, consiguiendo otro escalofrío en el cuerpo de Jimin.

—Si gusta, termine de correr el gatillo. Se dará cuenta que no le tengo apego ninguno a la vida.

Fueron las duras palabras de Park mientras encontraba su reflejo en las pupilas contrarias.

—Si cometiera la estupidez de desperdiciar un espécimen como tú no fuera considerado quién soy en el rubro. Solo acepta de una vez.

—¿A cambio de qué? Del mismo precio por el cual obtuvo información sobre mí. Métase sus millones por donde mejor le quepa señor...

Jimin apretó con más saña la garganta contraria mientras escuchaba el gatillo afirmarse contra su piel. La sonrisa desfigurada en el rostro sonrojado de Min por el esfuerzo fue el preludio para que una ráfaga de fuego impactara el lugar.

Los que estaban haciendo guardia fuera del despacho no tardaron en correr en auxilio de su líder y los que poblaban los vestidores se apresuraron en busca de una respuesta a tal alboroto. Namjoon casi maldice al encontrarse el desastre sobre el tapete de los Lee.

—Eres un cabrón traicionero. Cuando despierte va a querer arrancarte las bolas y con toda la razón.

El de mechones platinados observaba como Yoongi registraba el cuerpo flácido de Jimin en busca de armas o dispositivos de transmisión. En el último momento había decidido asustar aquel extraño alfa fingiendo que el aire no le llegaba a los pulmones por su poco creativo intento de asfixiarle y cuando el boxeador había casi paladeado el sabor de la victoria una descarga al aire para aturdirle y propinarle un golpe en el estómago que lo había dejado hasta cierto punto inconsciente.

No le importaba cuánto se negara o el pasado en la oscuridad que tuviera Park. Había comprobado desde la primera fila el potencial que tenía el chico y esa furia incontrolable que se pintaba en sus facciones cuando estaba sobre el ring. Era un diamante en bruto que se encargaría de pulir aún en contra de su voluntad.

—Encárguense de arreglarlo todo. Salimos para Tokio esta noche.

Taehyun ya levantaba sobre sus hombros el cuerpo de Park. Namjoon elevó una ceja mientras veía a Yoongi alcanzar el umbral.

—Espero que sepas bien en qué te estás metiendo.

El alfa de cabellos purpúreos sonrío con sorna.

—Yo nunca me equivoco, Kim.

Tal arrogancia solo era concebible cuando se trataba de Min, pero ni el jefe del clan Kim ni el discípulo de los Kang estaban allí para decidir algo.

Con paso marcial siguieron a un parsimonioso alfa de cabellos y orbes purpúreos hasta la salida trasera del club, allí le esperaba una verdadera caravana de coches cada uno más lujoso que el otro.

Todo fue tan rápido que para Jungkook solo quedaron las marcas de los autos sobre el arcén cuando pudo darse cuenta que Jimin jamás volvería. El pelinegro se mordió el labio inferior hasta que el sabor metálico de la sangre inundó su boca.

—Joder, Tae me va a matar esta vez.

Estaba seguro que en cuanto su omega se enterara de que Jimin había sido secuestrado en sus narices por sabría la Madre Luna quién, se desataría un infierno en la tierra, y todo por ese ser repulsivo de Taemin.

Jeon giró sobre su propio eje antes de hacerse camino hacia el despacho donde minutos atrás había sido llamado su amigo. Consiguió presenciar cómo retiraban una chamuscada alfombra donde las manchas frescas de sangre solo conseguían ponerle más peso a sus argumentos.

Tronando sus dedos se decidió a tomar por las solapas del gabán a un insensible Taemin que le miraba con media sonrisa en su rostro.

—¿Qué mosco te picó golden boy?

Jungkook no lo pensó dos veces para darle un fuerte cabezazo a lo que el líder del local solo respondió con una estrepitosa carcajada.

—Ahh ya lo sé, será el hecho que tu amiguito acaba de ser contratado por el Rey Oscuro de Seúl. Deberías darme las gracias.

—¡Voy a darte una tunda, infeliz! ¡Jimin nunca estaría interesado en un contrato con la mafia, él no es como...!

—Como tú...

Completó el rubio alfa haciendo retroceder a Jeon.

—No seas tan ingenuo muchacho. Una vez que se ingresa a este mundo no hay escapatoria ni redención, tú los has visto mejor que nadie. Park nació para matar y a adonde le han llevado esa sed de venganza solo se convertirá en perfección. Acabo de hacer la mejor inversión de mi vida y de paso le ayudé a tu amigo con sus problemas económicos. Deberías felicitarme.

Jungkook aun procesaba aquel escenario mientras Lee se le acercaba a la oreja solo para envenenar más sus pensamientos.

—Si quieres verlo preséntate en la puerta Norte de la ciudad, siempre habrá un omega tonto que caiga en tu labia y te deje acceder al patio trasero de la residencia Min.

Jungkook se separó antes de escupir en la cara de aquel arrogante que solo disfrutaba con la extraña situación. En lugar de reñirle el alfa rubio puso los ojos en blanco como si la saliva en su rostro no fuera del todo repulsiva.

—Esa actitud no te llevará a ningún sitio. Nos vemos el próximo fin de semana, Jeon.

Se despidió mientras con uno de los pañuelos que cargaban las iniciales de la familia Lee y el antiquísimo sol de siete puntas se retiraba los restos de saliva ensangrentada con que le atacara Jeon.

Por otra parte el pelinegro se tiraba de los cabellos literalmente mientras ideaba una justificación para que Taehyung le perdonara la vida si se presentaba sin Jimin en el departamento que compartían.

Mientras tanto la camioneta bajo la marca Range Rover se deslizaba sobre la gravilla hacia el interior de una propiedad que excedía las cuatro hectáreas. A las afueras de Seúl, mezclando arte, historia y buen gusto, la Mansión Min se alzaba como un castillo de la era Joseon solo para maquillar la fortuna de un hombre conocido en el bajo mundo como el Rey Oscuro.

Namjoon se había quedado con el grupo que junto a Min tomarían uno de los tantos jets privados con que contaba el magnate para realizar su periplo en Tokio, dejando en manos de Yeonjun y Taehyun la llegada y adecentamiento de Park al Anexo. El sitio destinado a su personal de seguridad.

—¿Cuánto crees que tarde para volver a estar consciente?

Fue la pregunta de Taehyun a un pensativo peli rosa bajo el nombre de Choi Yeonjun.

—A juzgar por cómo Suga hyung lo tacleó, quizás dentro de unas horas más. Aunque puede que antes. Este chico acabó con Soobinnie y eso no se lo voy a perdonar jamás.

Taehyun negó mientras comprobaba que Jimin estuviera bien atado por el cinturón de seguridad a uno de los asientos traseros de la camioneta. Yeonjun y Soobin, sus hyungs habían sido adoptados por Namjoon cuando apenas eran unos cachorros.

Aun cuando el platinado ahora llevara el apellido de los Kim por la insistencia de Seok Jin y Yeonjun siguiera siendo Choi debido a su mente tozuda, ambos hermanos parecían estar más que conectados en alma a pesar del año y medio que les separaba en edad o el hecho que Yeonjun fuera un omega dominante en comparación al rango de alfa con el que contaba Soobin.

Era admirable cómo se protegían los unos a los otros y en cierta medida Taehyun les envidiaba. Seguía soñando con salir al exterior y dejar de estar bajo el cuidado de Yoongi aunque fuera su único familiar vivo.

—Debes dejar tu ira a un lado. Suga hyung fue claro antes de abordar con los demás. Debemos hacerlo sentir en casa.

—No he dicho nada en contra de mostrarle el lugar. De hecho ya tendré tiempo de patearle el trasero en el ring de kick boxing.

—Estás más loco de lo que pensaba, Yeonjunnie.

Sonrió Taehyun cuando finalmente la gran verja que marcaba los límites de la propiedad Min se hizo visible. Minutos después ambos jóvenes cargaban con el cuerpo medio entumecido de un delgado chico aun en sudadera y pantalones de hacer deporte.

—Listo. Por si las moscas espósale al barandal de la cama.

Concluyó Yeonjun y su compañero pelirrojo asintió. Estaban seguros que Jimin intentaría escarparse nada más pudiera abrir los ojos.

—Bueno, pero le decimos a Seokjinnie que la entrega ha sido realizada y que se encargue él de lidiar con la fiera.

Fueron las palabras de Taehyun antes de dejar encendida una lámpara de noche con la forma de un loto justo al otro extremo de la que sería la habitación de Park. Ambos chicos cerraron la puerta para encontrarse con los pulcros tatamis del Anexo.

Dentro de la habitación unos ojos color esmeralda resplandecieron de ira. Jimin estaba despierto y su cuerpo pedía venganza.

Del otro lado de la ciudad Kim Taehyung le arrojaba el primer florero que encontrara en su campo visual a un malratado Jeon Jungkook.

—¿Pero cómo demonios permitiste que sucediera?¿Siquiera te estás escuchando Kook?

Al final había decidido que la mejor manera para evitar males mayores era la verdad y en esos momentos su omega bien podría se comparado como un tsunami en su máxima expresión.

—¿Sabes siquiera lo que eso significa?¿Cómo rayos sobrevivirá? Y lo peor, si descubren lo que realmente es...si no tiene como ocultar su aroma, lo más probable es que sea descubierto y lo decapiten...

—¿Y crees que no lo sé? El cabrón de Taemin lo tenía todo planeado y Jimin ha estado más hiperactivo que nunca, eso lo sabes mejor que nadie. Se lució en la última pelea, creí que mataría a ese chico y lo peor de todo es que esa misma sed de sangre fue lo que esos bastardos de la mafia vieron en él...

Taehyung tiraba de su castaña melena consiguiendo que algunos mechones quedaran de raíz entre sus dedos. Solo pensarlo le daba escalofríos. Cómo demonios podría salvar a su amigo de las garras de un hombre que parecía como un limpio espejo en las noticias pero que tenía un historial más cenagoso que cualquier alcantarilla.

Fue como si algo se iluminara de pronto en el centro de su cerebro y con el ceño fruncido tomó su abrigo y unas botas que le permitieran caminar con libertad sobre la nieve.

—¿A dónde crees que vas?

Jeon apareció para cortarle su intento de alcanzar la puerta del departamento. El castaño lo fulminó con la mirada antes de empujarlo por el pecho y casi acorralarle contra la puerta. Alfa y omega se miraban de manera amenazante. En el tiempo que llevaban saliendo Jeon nunca había visto esa ferocidad en los ojos color turquesa del castaño.

—Voy al lugar que te dijo ese tipo. Si tú no tienes las bolas para arreglar este desastre, pues a mí me sobran.

No se dijera más, Taehyung aprovechó el aturdimiento de su alfa para sacar las llaves a un lado de la puerta y correr sobre el arcén lleno de nieve. Jeon seguía la escena en cámara lenta mientras juraba en voz alta.

Su omega no mentía y muy en el fondo quiso tener el mismo valor para decirle que todo aquello sería en vano contando a quienes se enfrentaban.

A casi un kilómetro de distancia, bajo la astuta mirada de la madre luna, Park Jimin terminaba de desbloquear el cierre de las esposas que retenían su muñeca izquierda al barandal de la cama personal a la que había sido atado.

Aquellos niños le habían despreciado y criticado durante todo el viaje mientras él fingía estar inconsciente. Solo poniéndose al tanto de quién era aquel alfa prepotente que había pasado de amenazarle a secuestrarle para que firmara un contrato que jamás iba a aceptar.

—Solo espera, cabrón arrogante. Cuando nos volvamos a ver borraré esa sonrisilla sarcástica de tu rostro.

Prometió cuando el cierre cedió con un ligero click. Gracias a su lobo las heridas en su cuerpo ya se regeneraban y quizás fuera la ira o el hecho de que no se rociara neutralizador, pero su aroma a mandarinas y caramelo se estaba haciendo cada vez más perceptible.

Algo muy negativo para su plan de escape. Comprobando la puerta de aquella habitación solo iluminada por la luz de la luna y de una tenue lámpara de noche Jimin salió al pasillo del Anexo para encontrarse con un jardín tradicional coreano salpicado por los copos de nieve. Un paisaje indescriptiblemente hermoso que a su madre le hubiera sacado un par de lágrimas.

—El idiota tiene buen gusto.

Reconoció mientras su lobo elevaba las orejas al percibir movimiento del otro lado del pasillo. Una disyuntiva apareció para el de ojos esmeraldas cuando una figura distorsionada se hacía más nítida y la alternativa de huir o regresar a la habitación y fingirse débil pasaban por su cabeza.

Eligió la segunda con suficiente tiempo de volver a colocar a medias, la dichosa esposa que comunicaba su muñeca con el barandal. Segundos después una luz pálida se hizo presente detrás de la silueta de un hombre de delicadas formas y sonrisa limpia.

—Que bárbaros me han salido estos niños. Mira qué forma de tratar a un invitado ¿Estás despierto, cariño?

El tono maternal de la criatura que con paso seguro avanzaba hacia la esquina de la cama le provocó un choque. Jimin intentaba fingir que dormía cuando para Seok Jin el espectáculo no podría ser más rocambolesco.

—Puedes dejar de fingir Park. Ya vi como escapaste con la habilidad de Houdini y como casi planeas golpearme segundos atrás. En esta casa existen ojos y oídos en todas partes.

Cómo había sido tan estúpido. Era obvio que el arrogante de Min sería controlador hasta la médula y que tendría cámaras hasta en los sanitarios. Jimin refunfuñó audiblemente antes de volver a desbloquear las esposas con el pequeño pasador de pelo que le robara a Yeonjun.

—Si tan legible soy para ustedes, por qué no me dejan ir. Fingiré que esta noche no ocurrió y estaremos en paz.

Jimin esperaba que el hermoso pelinegro sentado en el borde de la cama sonriera con la misma efusividad que le recibió, pero en su lugar había una expresión seria y pesada que le marcaba finas arrugas en el entrecejo.

—Me temo pequeño, que es muy tarde para dar marcha atrás.

El de ojos color esmeralda estuvo a punto de cuestionar cuando Seok Jin extrajo del bolsillo de su pantalón la pantalla luminosa de un celular.

La sangre dejó de correr unos segundos en el cuerpo del omega que fingía ser un alfa al ver a sus padres sentados a la mesa de un lujoso restaurante en compañía del mismo alfa peli púrpura que le amenazara horas atrás.

Sentía algo cáustico crecer en su interior mientras sus manos se hacían puños y sus ojos se inyectaban en rojo y dorado.

—Lo siento, pero al parecer ellos también decidieron por ti Jiminnie.

Fue la triste respuesta por parte de Jin y el más joven de los dos se rehusó a creer en un destino que otros le habían escogido.

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