
D-16
OST: I’m so Sick by Flyleaf
🐾ALMA DE ALFA🐾
BEFORE MADNESS COMES…
“Los traidores empuñan la espada de la mentira entre palabras sedosas. La copa de la revancha tiene tintes de codicia y autocomplacencia. Estoy muerto dentro de la piel vacía de un títere.
Estoy muerto y siento la inspiración de la vida reírse en mi cara, mientras tú tiras de las fibras de mi interior. La pregunta es… ¿Fui yo quién escogí este final?”
🐾ALMA DE ALFA 🐾
El salón de reuniones del Solárium en Yokohama hacía honor a su nombre. Más de cuarenta ventanas acristaladas componían un círculo entero para darle el aspecto de bóveda al local. Cada ventanal recreaba el logo de una serpiente devorando a la otra por la cola.
Un Uróboros anudado por una espada sangrante, el símbolo de la rebelión para aquellos en busca de un sueño idílico que solo un omega elegido podía acariciar. Un omega elegido nacido en medio de las mentiras de otras circunstancias.
—Sean bienvenidos, ambos lados de la luz y la sombra estaban ansiosos por la llegada de este día. Faltan solo siete semanas para la Gran Luna Llena, para la luna absoluta donde el ritual de fragmentación debe ser completado. Es un honor para mí ofrecer mi linaje y empeño para cumplir con ese cometido. Estimados caballeros del Ángel Corrupto, estimada sacerdotisa de los que han traicionado a su clan, permítanme develarles el magnífico resultado de las investigaciones que desarrollamos en Yokohama.
Un muchacho pálido como la luna, de cabello azul eléctrico y ojos febriles, estaba al frente de una mesa semicircular, aquella donde un incómodo Hoseok retorcía sus dedos intentando por todos los medios tragar el nudo en su garganta.
A su derecha, Lyall enfrentaba la mirada color esmeralda de un hombre enfundado en negro y su temerario acompañante. Jeon Jungkook era el único que no le veía ni pies ni cabeza a aquella reunión mientras las ganas de desahogar su ira en algo o en alguien, burbujeaban en su interior.
—No fue esto lo que acordamos… Prometiste que me darías la cabeza de Park Jimin en una bandeja de plata, no una aburrida reunión donde un lunático eleva sus manos y muestra unos viales ridículos.
En ese momento Shoji procedía a explicar el alcance de aquella droga que sería utilizada en los oponentes del clan Min durante el gran Slang. A esas alturas su hermana estaría con el famoso Tigre de Daegu y su nueva marioneta, otro punto a favor de la ambición de los Yamato. Vante disimuló la aversión que le dispensaba aquel hombrecillo con una sonrisa forzada.
—Hasta que Min Hyung y Ren no cumplan con su cometido no podemos mostrarnos a la defensiva. Tendrás tu premio, mi querido Kookie. Recuérdalo bien, yo siempre cumplo mis promesas.
Apostilló el de cabello de fuego mientras Shoji continuaba con su letanía.
—De esta manera, el nuevo suero no solo maximiza las capacidades físicas del portador sino que conecta con las fibras más primitivas de su animal. Estos dos sujetos son la prueba de ello. Por favor, Yoshinori…
El mismo muchacho desgarbado y de malas pulgas que había sido parte del cortejo de bienvenida a Vante presionó uno de los controles que reposaban en el dispositivo electrónico a un lado de la especie de podio que estaba al fondo del salón.
Una jaula dorada descendía ante los ojos de los asistentes para develar a dos lobos de pelaje gris y ojos rojos como la sangre. Los gemelos Song, pensó Hoseok con un dolor cercano a la culpa en su interior.
Debería detenerse, debería tomar el beneficio de la duda y arrepentirse de su decisión, pero la mirada en fragmentos marrones de Lyall le hacía contenerse.
—Ante ustedes, el futuro de las castas o mejor dicho de la propia divinidad. Haruto…
Fue solo un instante, una milésima de segundo antes que los haces de luz rojiza que enmarcaban el pecho de Hoseok, Lyall, Vante y Jungkook se hicieran apreciables y la carcajadas de Shoji adquirieran mayores proporciones.
—¿En serio creían que podían desafiar a la serpiente de Japón?¿En serio creían que era tan fácil venir a ridiculizar a la yakuza para luego marcharse sin asumir las consecuencias? ¡Cuánta solidaridad…! En nuestro reino existe el precepto que los guerreros caen de rodillas cuando han cumplido con su misión en el campo de batalla. Como el samurái ante la posibilidad de cometer seppuku… ¡Arrodíllense ahora o perezcan bajo la misma furia de su codicia!
Elevando los brazos hacia el punto donde la luz solar se derramaba contra los cristales, cometer la equivocación de proclamarse ganador cuando todos te traicionan fue el gran error de Shoji Yamato mientras su cabeza era atravesada por una descomunal flecha color escarlata.
Una flecha cuyo material Vante conocía muy bien. La risa del Señor del Ángel Corrupto eclipsó ese segundo momento mientras más sombras llegaban para pregonar el baño de sangre sobre las paredes del solárium.
Hoseok pudo contemplar cómo su prima intentaba luchar ante la fuerza de los antiguos gemelos Song, peleando infructuosamente para proteger la marca que de forma grotesca latía en su hombro izquierdo, una que palpitaba al mismo tiempo en el de cierto alfa a la entrada del restaurante del Uróboros en Shibuya, una cuya perturbación hacía a Yoongi tragar saliva y apoyarse en el hombro de Jimin, tratando de disimular su ausencia de visión.
—¿Yoongi?
—Estoy bien, no permitas que Hikari se dé cuenta.
Murmuró forzando una sonrisa mientras le exigía a su cuerpo no desfallecer. Jimin le rodeó la cintura con un brazo mientras vislumbraban el comedor detrás de la peli azul que les miraba con recelo.
—No, no lo estás. Tu mirada luce empañada y perdida. Estás sufriendo literalmente, algo te quema la piel, puedo sentirlo a través de nuestra conexión. Yo puedo…
—No en estos instantes. Me preocupa más que salgamos con vida de aquí. Te dije que confiaras en mí. Si mi instinto está en lo correcto, necesitaré de tu fuerza, omega elegido.
Susurró antes que una arcada le doblara por la mitad.
—¡Yoongi!
Ahora quien gritaba era Hikari al descubrir el vómito ensangrentado que había expulsado el alfa sobre la alfombra de su restaurante. Jimin alcanzó a sostenerlo de los hombros mientras sus garras salían por encima de la humana piel.
—Deja la farsa ¿Qué demonios pusiste en esa cuchilla que lo ha hecho enfermarse? ¿Qué demonios nos pusiste a los dos cuando no puedo pensar en otra cosa que arrancarte la cabeza?
La cuerda del autocontrol se tensaba mientras los ojos de Hikari mudaban al rojo y su omega despertaba para hacer frente a la peligrosa presencia del shifter de Jimin.
—¡Demonio, Ao Akuma…! ¡Manoban, Ban… es su turno…!
Jimin sonrió mientras ayudaba a Yoongi a incorporarse, apoyando el peso de su cuerpo sobre sí mismo. Aun medio inconsciente, el alfa le apretaba una mano pidiéndole que se contuviera.
El siguiente baño de sangre sería marcado como una de las etapas del ritual que a ciegas debían completar. Ambición y codicia, fuego en la mirada mientras la sala del restaurante privado de Uróboros era visitada por la diosa del desastre. Sangre manando de las entrañas.
Garras desgarrando la carne, huesos crepitando mientras el límite de la cordura era sustituido por lo primitivo de una venganza. A centímetros de traspasar la línea entre un vengador y un asesino, probando el poder del veneno en sus papilas, Park Jimin fue interrumpido por quien menos esperaba.
Yoongi, aun en su estado hasta cierto punto desvalido se interponía entre él y la muerte de quien les había citado para darles fin.
—No, aún no. Déjame a mí el honor de ensuciarme las manos. Aun no estás listo para una corrupción de ese tipo.
El lobo de Jimin gruñó negándose a soltar al maltratado lobezno que era el omega de Hikari. Gotas de cálida sangre empapaban el pelaje azul de la chica mientras Yoongi le obstruía el camino.
—No Yume... el Yume que conozco le mostraría piedad a su peor enemigo…
Karatsuyu había llegado en ayuda del alfa mientras Jimin negaba dando zarpazos desordenados mientras las garras y orejas mermaban para dejar espacio a la figura de un joven ensangrentado de cabellera platinada hasta la cintura en sus tambaleantes piernas.
—Entonces mereces morir por el veneno de ella cuando es obvio que no me necesitas.
Escupió la sangre ajena que rezumaba en su boca. Hasta ese instante no se había hecho consciente de la masacre a su alrededor.
De cómo los cuerpos de los guardias de seguridad habían sido decapitados sin misericordia o cómo Banchan le miraba horrorizado, mientras intentaba contener la hemorragia en el abdomen de Lisa.
Hasta ese instante, Jimin no había reparado en que lo que para él significaba supervivencia, para otros llevaba el letrero incandescente de una masacre.
Tan perdido por dentro, tan consumido como el peor de los hipócritas. Cómo había llegado allí, cómo el cruce de su destino con el alfa que ahora le observaba le había impulsado a desatar aquella parte dentro de sí mismo que estaba lejos de aceptar.
Un asesino, un demonio azul y rojo. Ao Akuma, el hijo perdido de un jefe de la mafia, un asesino nato que bailaba con la muerte ahora fuera del ring.
—Te odio, Min Yoon Gi. Te odio por recordarme lo maldito que puedo estar.
Fue lo que dijo antes de volver a cambiar y aunque a la mayoría de los asistentes a esa área del Skycryper les hubiera llamado la atención encontrar a un descomunal lobo de pelaje gris ceniza cubierto de sangre, Jimin estaba más preocupado por alejarse.
Por esconderse del infierno de la culpa palpitando en su interior mientras su shifter sonreía orgulloso por el desastre que acababa de protagonizar. Por qué debía sellar su destino con sangre y fuego, por qué a pesar de odiar a quien dejaba atrás, su lobo deseaba volver y arrancar a su alfa a ese lugar que siglos atrás les uniera y condenara para siempre.
Tal como Hoseok era arrojado a una inmunda celda junto a quien conociera como su prima adoptiva, tal como Min Hyun se retiraba la máscara con el símbolo de un ángel caído de alas masacradas para contemplar otra escena macabra, los altos jefes del bajo mundo se quedaban pequeños ante la oscuridad del primer círculo de sangre.
Siete, seis eventos dolorosos para completar una oración superior. Seis pasos para llegar a Jimin y la magnificencia que convertiría su alma hasta recuperar su estatus.
Vante llevaba demasiados siglos entre los simples cambiaformas para ser tan poco cuidadoso, por eso aceptó la invitación del egocéntrico de Shoji, una que estaba seguro se complementaba con la de su hermana gemela.
Tanta codicia en unos simples cachorros. Chasqueando la lengua, sus botas cubiertas por salpicaduras de sangre se acercaron al límite del descascarado marco de una de las ventanas de lo que había sido el Solárium.
—Dime… querido Jungkook… ¿Ha sido esta tu prueba de que la codicia también tiene una frontera?
Preguntó dirigiéndose a la ciudad cuando la figura del aludido contemplaba sobre el alfeizar el descenso del sol de mediodía. Una línea tensa se dibujaba en los labios de Kook.
—Sí, entendí que no debo desafiarlo, mi señor.
Vante dulcificó el gesto. Aun cuando fuera una copia exacta de Hael, nunca podría saber qué había dentro de la cabeza de ese chico, así que en parte había errado apostando por ese “intercambio.”
Las acciones pesan más que las palabras la mayoría de las veces. Las acciones y la previsión que se tuviera sobre los movimientos del enemigo eran recompensa asegurada. Sobre todo con un oponente que había cometido el error de ser compasivo y mostrarle clemencia a quien debía erradicar de la faz de la tierra.
“No confíes en nadie. No confíes en nadie a menos que quieras terminar seis pies bajo tierra. No confíes en nadie, especialmente en… él.”
Las palabras que Jin había susurrado antes de la partida parecían convertirse en pedazos de cristal sobre el pecho de Jimin, comprobando algo que se rehusaba a admitir, temiendo besar a la locura mientras sus fuerzas menguaban y sus formas humanas volvían a ser perceptibles.
La desesperación por ocultarse le llevó a escoger uno de los laberínticos jardines ecológicos que rodeaban Shibuya.
No sabía a cuál de las voces en su cabeza escuchar mientras su campo visual se reducía a bultos. No sabía si estaba a punto de cometer la desesperada decisión de darse por vencido cuando terminó chocando con el pecho firme de la persona que había visto convulsionar entre el fuego de su ira minutos atrás. Un espeso aroma a lluvia y cuero le llenó las fosas nasales.
Min Yoon Gi parecía hecho de concreto mientras sus manos se enredaban en su cintura y un gabán en tonos grises cubría la desnudez de su omega.
—Te dije que confiaras en mí. Vamos ahora, Hoseok ha enviado noticias desde Yokohama. Vante ha dado la cara finalmente.
—¿Vante?
Atinó a replicar mientras intentaba zafarse de su agarre. Yoongi continuó tirando de la mano del platinado hasta que la puerta entre abierta de un coche les recibió.
Aun debajo de la nueva camisa que portaba el alfa, las agresivas venas oscuras sobre el hombro izquierdo de Yoongi seguían palpitando con vida propia.
—El señor del inframundo para nosotros. El verdadero responsable de que deseemos matarnos unos a otros. Estuviste alucinando todo este tiempo…
—Pero… entonces… la sangre… el desastre... yo…
—Sí, mataste a medio cuerpo de seguridad de Hikari y ella vertió el veneno en la cuchilla que me hirió, solo que trataste de curarme y tu shifter se descontroló. Hoseok lo vio en Yokohama. El transmisor que lleva implantado en sus muelas dejó de emitir señales. Lo del Skycryper era una distracción. A estas alturas, Vante cree que estoy herido y que tú andas perdido o medio muerto. Es mejor así, ahora vamos a casa.
A casa… como si realmente existiera eso cerca de Yoongi. Jimin procesaba todo aquello en cámara lenta mientras el temblor en sus manos le impedía concentrarse en otra cosa que no fuera abrazarse a sí mismo cuando la algidez de la culpabilidad caía sobre sus hombros.
—Podías… podías habérmelo dicho antes… casi… Por la Diosa, casi maté a una veintena mientras…
—Shhh… Jimin, luna mía, mírame esta vez…
Pidió el alfa mientras sus dedos se apoderaban del afilado mentón del de ojos verdes.
—La culpabilidad no se hizo para nosotros cuando hemos evitado un mal mayor…
—Pero…
—En este mundo en el que has venido a vivir—Yoongi se mordió el labio inferior antes de casi estar respiración con respiración. Los ojos color bosque de Jimin centellearon—En este mundo nuestro, nunca se ha conseguido nada sin sangre y fuego. Hikari cometió traición, no terminamos de limpiar su desastre porque Japón necesita un nuevo líder. Nos reuniremos esta noche después de la primera ronda del Gran Slang.
—No vas a desistir después de esto ¿Así de grande es tu ambición? Estás enfermo… Ambos lo estamos.
La mandíbula del omega se tensó, disparando su verdadera esencia en notas agridulces. La mirada de Yoongi no cedió ni un milímetro.
—Mi ambición me ha mantenido vivo y ahora será lo único que te ofrezca redención. Lo quieras o no, estarás en mi lado como el rey que necesito. Como el destinado que la Diosa escogió para mí y a quien prometo honrar. Limpia tu mente ahora y mira adelante. La paz como otros la conocen no existe para aquellos que como cuervos no temen en dejar ciegos a quienes les alimentan.
Jimin estuvo tentado a rehusarse ante el ímpetu de aquellos orbes color púrpura, cuando estaba seguro que el joven que había sido hasta el momento se sentiría asqueado por maquillar la verdad ante el demonio que era hoy.
Un nuevo punto de inflexión estaba siendo presionado y las manos fuertes del hombre que le ayudaba a subir al pasajero de aquel coche blindado no mentían.
Ese era el verdadero dragón de acero, ese era Min Yoon Gi al desnudo y algo dentro del humano que era Park Jimin se fracturó dolorosamente, pues a pesar de todo él caminaría a su lado con tal de sentir el licor de la ira humedecer sus labios una vez más.
BEFORE MADNESS COMES… THE PAINFUL TRUTH
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