D-12
OST: Fight the Night by OOR
🐾ALMA DE ALFA 🐾
Después de la tormenta, todos esperamos el halo que rodea la calma. Sin embargo, no siempre este precepto es aplicable y para el jefe del bajo mundo en aquellos momentos mantenerse ecuánime estaba costando demasiado.
—Deja de lastimarte, es inútil que quieras cortarte el cabello cuando vuelve a crecer como por arte de magia. Por favor, Chim, por favor, cariño…
Yoongi se abrazó a la estrecha cintura de su omega mientras contemplaba el trayecto de las lágrimas en el rostro de Jimin. Ambos habían despertado sin nada que les cubriera o pudiera identificar, en medio del nido desecho donde horas atrás una especie de horrorosa metamorfosis tomara lugar.
El nacimiento de un shifter es un evento que muchos creerían improbable en pleno siglo veintiuno. Aun cuando las tradiciones hubieran quedado un tanto a la sombra, la presencia del kitsune de Jimin y el dragón de Yoongi habían llenado la estancia de manera abrumadora.
No había mucho qué preguntar, además de contar con una marca sin consumar el acto de emparejamiento y plenas cabelleras hasta la cintura, los dos continuaban teniendo las mismas características fisonómicas que los identificaban como ellos mismos.
Solo que Jimin… por la Diosa, Jimin no podía dejar de mirarse al espejo del cuarto de baño de Yoongi y desear desaparecer.
—Tuyo… ahora soy tuyo… Yo… yo no quería nada de esto… yo no quiero ser un elegido o lo que eso signifique… Solo deseaba ser independiente, pero ahora… ahora tendré que estar atado de por vida a un alfa que ni siquiera…
La voz se le quebró nuevamente. Las tijeras en sus manos terminaron sobre el lavamanos mientras los mechones rubio ceniza que se había cortado volvían a crecer frente a sus ojos. Yoongi aspiró el nuevo aroma que se filtraba en la habitación.
Cítricos y flores de cerezo.
Un campo florido y exuberante para coronar a un bello omega. Su bella promesa ancestral aunque el humano siguiera teniendo sus dudas.
—Yo tampoco quiero esto. No me mires como si lo hubiera planeado. Lo único que sabía es que eras especial por descender de uno de los jefes más poderosos del bajo mundo. Algo así como un príncipe oscuro no reconocido. Una respuesta a todas las historias de Jaehyung para darnos esperanza. Además, no sabemos lo que la nueva marca puede haberle hecho a mi maldición. Desde que Young Hye me mordió no ha parado de doler… Solo tú has podido consolarme.
La mención de una persona que ni siquiera conocía trajo la tensión a los hombros del kitsune. Jimin se separó de Yoongi para mirarle con desprecio. Su humano no entendía por qué su animal se sentía tan posesivo.
Quizás por la marca o el hecho de haber completado un proceso que desconocía, pero la idea de Yoongi compartiendo la vida con otra persona le sonaba repulsiva. El alfa de pálidas facciones reparó en el escozor en su cuello.
—Estás celoso. Olvídalo. Mientras estemos juntos no te traicionaré… puedes confiar en mí…
—Por supuesto y de paso planeo mi suicidio. No, gracias.
Jimin le observó con rabia antes de abandonar la estancia. No tenía caso. Debería contentarse con atarse el cabello con una goma, para describir una platinada coleta hasta más allá de la cintura.
Sin pensarlo mucho, se despojó de la playera que Yoongi le prestara para tomar algo más formal del armario del pelinegro. El alfa se apoyó en el marco que separaba el baño del vestidor para admirar su desnudez.
—Deja de mirarme como un viejo verde. No va a suceder. Con marca y todo, el día que me tomes… primero saltaré de un puente.
—¿Quién te dijo que quiero poseerte? Solo tenemos un jodido lazo ancestral. Eres irritante, engreído, pretencioso y tienes complejo de ombligo del mundo. No eres mi tipo de omega, Chim…
—Deja de llamarme así, alfa cabeza de chorlito…
—Tus insultos de primaria no me hieren. Muévete, es mi vestuario después de todo…
—Idiota…
Jimin terminó de escoger un pantalón de cuero a juego con una camisa negra y una cazadora adornada con pequeñas cadenas de plata. Yoongi le siguió escogiendo otro de sus trajes de negocios, prescindiendo del saco para hacerle justicia a la camisa en tonos azules que hacía más notable el púrpura en sus ojos.
Pasando de acomodar sus cabellos, solo los peinó detrás de sus orejas antes de dedicarle una mirada reprobatoria a Jimin.
—Es increíble que te quede tan bien mi ropa.
—Habla otra vez y te estrangulo.
—También te quiero, querido.
Lo pinchó solo para tomarlo de la mano. Jimin refunfuñó algunas maldiciones pero terminó cediendo. Bajaron en ese tira y afloja hasta el comedor principal donde una especie de reunión se estaba librando.
En medio de la mesa con capacidad para unas treinta personas destacaba la figura de Jaehyung. Seok Jin fue el primero en descubrir a la pareja para que tal como la pólvora todas las miradas se encargaran de incinerar el nuevo paisaje que representaban los elegidos.
—¿Qué tan consciente has quedado, hijo?
Preguntó Jaehyung abandonando la seguridad de la mesa para acercarse a Yoongi. Jimin debería haberse apartado, pero su kitsune estaba dominando sus acciones, incluso por encima de un tímido Yume que había quedado en un segundo lugar.
—Mi destinado lo recuerda todo, infame manipulador. Explícate de una vez y por todas y ahórrate el tiempo con otras mentiras. En Bloody Land sabían lo que se proponían cuando me agredieron…
El silencio se hizo y las más de veinte personas en la sala apreciaron el gélido tono en el contralto de un Jimin que no deseaban conocer. No solo el hecho de que hubiera colocado sobre Yoongi la definición de destinado, un título solo compatible para omegas y alfas, cuando para el resto él pertenecía a esta última casta; sino por la agresividad de su ademanes.
Así era Asura, el rey de las bestias. El poderoso kitsune que tenía el poder de sanar y condenar a partes iguales. Yoongi carraspeó antes de cambiar la mano de Jimin por su cintura. Sus dedos le acariciaron inconscientemente mientras esbozaba algo parecido a una sonrisa.
—Maestro, te agradecería que conversemos en privado. Namjoon, Hoseok, Seok Jin, encárguense de la Villa unas horas más. Estamos bien…
Lo último era dirigido a la pequeña multitud de cachorros bajo la protección del clan Min. Los hombres de la seguridad y los del servicio, todas aquellas almas que sin importar la casta le servían y a quienes había jurado defender.
Jimin relajó el ceño antes de atrapar la mano de Yoongi sobre su cintura. Debía aprender a controlar a su kitsune y a su lobo. Esos dos traidores babeaban por el alfa de Yoongi, y él no se podía permitir caer más.
Su humano estaba confundido y hasta cierto punto agotado. Preguntas transcendentales que marcarían el antes y el después en su vida dependían de la conversación que se llevaría a cabo ahora. El típico quién soy, a dónde voy o lo que deseo ser, lo acechaban mientras podía sentir el corazón de Yoongi palpitando en el suyo.
El poder de la marca en su cuello los conectaba demasiado. Era aterrador y al mismo tiempo reconfortante saber que no estaba solo en medio de una lluvia tan gris como la que ambientaba la ventana de Kim Taehyung en el corazón de la base del Ángel Corrupto.
—No, no comprendo cómo pude haber crecido aquí. No tengo recuerdos de nosotros. Lo siento, Hael…
El pequeño cachorro que a los ojos de Hael parecía a punto de desmayarse terminó apoyándose contra el marco del ventanal. Era bello, un hermoso espécimen con los ojos azul cielo y el cabello castaño dorado, pero carecía de aquella esencia oscura que identificaba a Vante. Fingir interés por Kim Taehyung, aun cuando parecían exactamente iguales, era un martirio.
—No recuerdas porque has estado enfermo. Pero tengo buenas noticias para ti. Hemos descubierto una cura para tu infertilidad, mi adorado omega.
Se acercó solo un poco y el chico abrió los ojos como platos. Intentar hacerle creer que había nacido en aquel castillo abandonado, y que padecía de una extraña enfermedad que le impedía estar al aire libre a excepción de las noches, o que era incapaz de concebir, eran solo fragmentos del plan que trazara Vante.
La Luna de Sangre había acontecido la misma noche que el Bloody Land. La maldición de los elegidos estaba en camino y el tiempo corría en el cauce del reencuentro. Faltaban dos meses para el próximo eclipse Lunar.
Una oportunidad para que la energía de la Diosa fuera óptima y el ritual de fragmentación pudiera realizarse. Ocho semanas que los llevarían a tres puntos claves del mapa de los originales. Tres escenarios que Hael recordaba con dolor y añoaranza a partes iguales.
Japón, Tailandia, Busan…
Tres templos, tres lugares imperdonables y tres maldiciones. Tres paradas obligadas del Gran Slang de Boxeo detrás del que desplegarían la cortina de humo en la cual Min Yoongi escondería su afán de unificar las mafias en Asia y colonizar Europa.
La mano estaba echada mientras Hael intentaba atraer a Taehyung con un traicionero abrazo donde la dosis de la droga extraída directamente de su sangre envenenada era administrada con precisión.
“Duerme, duerme como el inocente que eres hasta el día del juicio final. Duerme por tu propio bien, pequeño habitante del mundo. Grandes recompensas traerá la Diosa para sus hijos elegidos.
Nacido de las sombras, amante de las tinieblas. Reencarnado en los brazos del mismo amor maldito, lo que fue unido jamás podrá separarse en medio de la lluvia eterna. Solo los elegidos serán capaces de compartir el poder del perdón.”
Recordar la profecía ante dos escépticos parecía una tarea digna de un necio. Aun así, Jaehyung se empeñó en ser coherente cuando otra preocupación crecía en su pecho. Jimin era un problema, uno que necesitaba para salvar a su hija cuando se completara el ritual del eclipse, un mal preciso que en aquel momento lo examinaba como a un pequeño insecto. Como al gusano traidor que en realidad era.
—Bien, la clase de historia de la era Joseon me lleva a pensar que en las próximas semanas tendré que estar pegado como una lapa a Yoongi mientras se lleva a cabo la búsqueda. Por qué no empezamos por Busan si está en la propia Corea del Sr. Me parece absurdo tener que viajar a Japón y Tailandia primero…
El irreverente platinado esbozó un generoso mohín que hizo a Yoongi desear estar lejos. Jimin le estrangulaba las manos debajo de la mesa auxiliar en la que habían terminado tomando asiento. Si tan solo no tuviera que estar respirando su condenado aroma tentación... Seok Jin contestó aclarándose la voz.
—Japón es la primera parada del gran Slang de Boxeo. La excusa perfecta para que puedan encontrar el primer talismán en los templos del norte. Sé que no crees en nada de esto Jimminie, pero muchos dependemos de que se complete el ritual. Es como acaba de explicar el maestro... Existe un grupo más peligroso que nuestros enemigos de la mafia.
—No es solo lo que puede hacer el clan Yamato, los Song en Italia o nosotros mismos en las calles de Seúl. El Ángel Corrupto se mueve entre nosotros y ya pudiste comprobarlo en el Bloody Land. Aun no tengo idea de cómo fue que te llegó esa invitación suicida…
Confirmó Namjoon acariciando el vientre abultado de Seok Jin. Jimin se mordió el labio inferior. Le acababan de comunicar que su “guardián” o sea, el kitsune que por poco lo mata, aun estaba incompleto, y mientras no se llevara a cabo el ritual que también incluía a cierto alfa de orbes purpúreos, no podría aniquilar a la dichosa Hermandad del Ángel Corrupto que condenaba a los omegas a través de experimentos sacados de la imaginación de cualquier desquiciado.
Dos mundos estaban colapsando sobre sus hombros y él era el protagonista. El juego de niños de hacerse pasar por un alfa cuando era omega, ya no le parecía nada en comparación a lo que ahora le exigían ser.
El protagonista de un desfile macabro, atado a un alfa que despreciaba. El protagonista de una guerra entre la luz y la sombra, sirviendo de escudo para otra organización cuyo nombre ni siquiera podía pronunciar correctamente.
—Los Cazadores Lunares… A ellos hemos servido por siglos. Ese dragón que Yoongi lleva tatuado en su espalda, esa marca que ha cicatrizado desde que te has unido a él... constituye la prueba de que eres el verdadero Asura. Te pedimos por favor que nos ayudes a terminar con los siervos del Ángel Oscuro. Tarde o temprano, ese será tu destino.
—¿Ser la probeta de otro? ¿Ser el títere de una sociedad que pone sobre los omegas la carga de engendrar y traer vida cuando no se les valora? No lo suficiente…
—Jimin…
Intentó calmarlo Yoongi pero el platinado ya estaba de pie, apretando los puños.
—Para ti es simple. Para ti y para cualquier alfa lo es... ¿Qué hubieras pensado ese día sobre el cuadrilátero estando seguro de lo que yo era? ¿Te parece que me hubieran permitido pisar un ring conociendo que soy omega?¿Te parece que es justo que Seok Jin siendo tan brillante se quede en casa cuidando cachorros y cargando uno en su vientre mientras Namjoon y tus peones juegan a la guerra? Igualdad… no me hagan reír. Nunca habrá igualdad mientras existan las castas… Nunca seremos libres, no realmente…
—¡Jimin!
Yoongi también abandonó la comodidad de la terraza del santuario antes de seguir a su destinado de camino a la especie de piscina artificial que comunicaba con la entrada al túnel en el que Jimin se había perdido la primera vez que entró aquel lugar.
El aroma a bosque en calma que podía tener la noche del otro lado de la reserva a la que se conectaba la villa Min le recibió con urgencia. No tuvo que andar mucho mientras admiraba la larga cabellera platinada refulgir mecida por la húmeda brisa. Sobre las gruesas ramas de uno de los alerces que flanqueaban la entrada aquel bosque, la mirada perdida de su destinado lo dejó sin palabras.
—¿Qué quieres que te diga para hacerlo más fácil? No sé qué hacer sinceramente. Si no quieres ayudar... entenderé… pero no podré ocultarte del resto, no lo suficiente… No somos los únicos detrás de tu existencia.
—Manipulador…
Masculló el más joven antes de trepar hacia otro nivel en el árbol. Yoongi puso los ojos en blanco. No tenía la más mínima inclinación por subir, pero Jimin no le dejaba de otra. El primer bloque de ramas lo dejó sin aliento. El alerce medía unos ridículos veinte metros y su omega parecía empeñado en llegar hasta los nudos más altos.
—Manipulador, sí... pero no te estoy mintiendo. No más mentiras entre nosotros. Siento tus dudas a través del lazo. Está decidido. Pero podemos conversar en la tierra... Te puedes lastimar si sigues trepando...
Ahora fue el turno del omega de poner los ojos en blanco, mientras encontraba una oquedad en el árbol desde donde podía ver la ciudad a sus anchas.
El espectáculo por encima de la capa de esmog le sonreía tímidamente. Incluso, si se esforzaba podía escuchar las conversaciones en la casa o examinar con su naricilla el aroma de la noche.
Sus sentidos se estaban acostumbrando al cambio cuando unas manos le apresaron la cintura. La mirada color púrpura de Yoongi quedó a centímetros de la suya. Un latido, misma respiración. El lobo de Jimin apareció de repente para sonreírle al de Yoongi.
—Atrapado… Supongo que estoy viejo para perseguir a mi mocoso…
Jimin intentó enfurruñarse pero era tarde cuando una sonrisa labial le enmarcaba el rostro. Yoongi iba camino a los treinta, era todo menos viejo.
—Necesitaré un entrenador si voy a patear traseros en el gran Slang mientras jugamos a Indiana Jones y la tumba perdida…
—¿Estás aceptando la sugerencia de Jaehyung?
—¿Me dejarán otra opción?
El omega arqueó una pálida ceja. Yoongi suspiró recolocándole los mechones del largo flequillo detrás de las orejas. Jimin no dejaba de mirarlo con la intensidad de la Luna reflejada en sus orbes esmeraldas.
—Supongo que no. Pero puedes estar seguro que cuando todo acabe te dejaré ir. Ya estuve atado una vez a una persona y prometí no volverlo a intentar. Seremos la cruz del otro hasta entonces.
Prometió juntando sus frentes y el más joven de los dos no se pudo contener de respirar el aliento mentolado del alfa.
—Hasta entonces… dragón oscuro.
"Sueña hijo de la Luna, sueña con un futuro al borde de Shion, el paisaje de tus sueños será lo único que conservarás cuando volvamos a ser uno."
Profecía del Eclipse, siglo III
🐾ALMA DE ALFA🐾
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