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D-1

Desde que solo contaba con cinco años de edad Jimin supo que su deber era proteger a su familia. Cada vez que sus padres se sentaban a la pequeña mesa de la cocina en lo que fuera su casa natal, los susurros y lágrimas silenciosas adornaban una jornada donde la palabra deudas llenaba el ambiente.

En ese tiempo él no entendía el por qué debía esconderse en la despensa cuando unos hombres de elegantes trajes negros aparecían para exigirle a sus padres una especie de pago.

Solo terminando la primaria se enteró que eran agiotistas y que el trabajo de su padre en el puerto de Busan había cesado por lo menos tres años atrás justo cuando las visitas a su hogar y los ruegos de su madre porque se escondiera se habían hecho más regulares.

Para hacerse de esa información lo habían golpeado casi hasta la muerte y quizás el destino quiso que ese día conociera a Kim Taehyung y desde entonces el rubio fuera parte esencial de su vida.

Con trece años Jimin sufrió su primer celo, llevándose una decepción doble al presentarse como omega cuando su carácter hablaba más del fuerte alfa que debía ser en un futuro.

Lejos de rechazarle sus padres le cobijaron aquella noche y aun siendo considerado como uno de los destinados a servir en una cruel sociedad, Jimin juró que sacaría a su familia adelante.

Por eso no lo pensó dos veces cuando la idea de ir a vivir a Seúl como parte de la beca que ganaría años después para la universidad estuvo en sus manos. Ese día, justo antes de partir con la sonrisa de su mejor amigo y la promesa de graduarse como Ingeniero Civil también había firmado otro trato, uno en el que se hacía responsable por la deuda de sus padres y su propio futuro fingiendo ser el alfa que no era.

Taehyung le había advertido. Si lo atrapaban usando imitaciones del aroma de los alfas era el fin. A Jimin no le importaba. Su nueva vida en Seúl requería que fuera un orgulloso alfa y desgraciadamente la madre Luna no les había dejado esa cualidad a los omegas o al menos no a todos los de su casta.

Así que a pesar de las propuestas de su compañero de piso y alma gemela, Park Jimin sería alabado como el alfa de irreal belleza que dominaba el campus universitario de día y de noche les rompía los huesos a sus contrincantes en el ring.

Otra cosa que él debía a Taehyung y su insana curiosidad. El primer día en la universidad el rubio se había perdido por ir a comprar un refrigerio y el resultado fue encontrarse con Jeon Jungkook, el dueño de una Harley Davidson y una colección de tatuajes que hablaban de sus contactos con otro lado que Taehyung jamás pensó visitar.

Lo demás fue obra del destino y de la especie de fascinación del pelinegro por el de la sonrisa cuadrada. Pronto comenzaron a salir juntos y las quejas de Jimin por lo poco que se le pagaba en los trabajos de medio tiempo despertaron el oído de Jungkook.

Fue simple, siendo el padre de Jeon dueño de un gimnasio aplicarse al oficio de mejorar sus capacidades físicas.

Jimin había empezado a interesarse por la defensa personal y las artes marciales después del incidente en la escuela primaria. Desde entonces él marcaba las reglas y su bien construido personaje de alfa, aun cuando carecía de voz de mando, le había ganado la confianza suficiente con el pelinegro como para revelar lo que podría ser una solución a sus problemas económicos.

Así pasó de ser un simple estudiante viviendo la mentira de representar a quién no era para convertirse en Asura, el demonio de cabello gris ceniza que con suerte dejaba inconscientes a sus oponentes antes de fracturarle algún hueso.

Taehyung estaba en contra de todo aquel derroche de sangre en el que estaban envueltos su novio y mejor amigo, pero no se atrevía a hurgar más en la herida porque sabía lo que para Jimin estaba en juego.

Tardaron siete meses para contarle a Jungkook sobre la verdadera naturaleza de Park y todo porque su celo se adelantó y el olor a pastel de mandarinas se impuso sobre la nube de cedro y whisky que usaba para simular el aroma de un alfa fuerte.

Jeon reía con ganas y a Taehyung por poco le da un infarto. Estuvieron a segundos de ser descubiertos de no haber olvidado sus pertenencias en el loft que los tres chicos compartían. Jimin por su parte le hizo jurar a Jungkook que guardara su secreto.

El hombre que los había contratado para entretener en las peleas clandestinas en las que participaban lo echaría a patadas de solo imaginar que era omega.

Cuando la máscara de la mentira lleva tanto tiempo en tu rostro hasta tú mismo llegas a creerla. Hoy no era la excepción y cuando las puertas del vestidor del Club subterráneo que se había convertido en su segunda casa se abrieron para anunciar al despiadado Asura, aquel torrente de adrenalina rebotaba contra cada vaso sanguíneo del cuerpo de Jimin.

—Esmérate hoy Park. No te des el lujo de dejarle en pie más de veinte minutos. Tenemos visitas importantes a las que entretener.

Lee Taemin, el hijo del jefe, un alfa recalcitrante que le miraba a veces de una forma nada decorosa le palmeó el hombro. Jimin aseguró las vendas en sus nudillos antes de intercambiar miradas con Jungkook. Esta noche él abría el ring.

—Haré lo mejor que pueda.

Taemin le dedicó otra mirada asesina antes de asentir y largarse al palco que usualmente ocupaba con las personas de mayor rango que asistían a las peleas clandestinas en The Rouge.

—¿Tomaste los supresores correctamente? Escúchame Jimin, te ves más ruborizado de lo normal y Tae me dijo...

Taehyung como siempre sin poder cerrar la boca cuando se trataba de Jungkook. Las molestias que estaba sintiendo noches atrás en su bajo vientre o los sueños donde su propio lobo le arañaba el cuello, lo habían llevado a desahogarse con su mejor amigo, pero por lo visto hasta con eso tendría que ser más cuidadoso.

—Estoy bien. Mejor preocúpate por tu oponente.

Kook frunció el ceño, claramente ofendido por como el mayor lo subestimaba aun siendo omega.

—Y tú trata de tener medida. Hacemos esto por dinero, no tienes que mandarlo al hospital por una semana como la otra vez.

Jimin asintió por compromiso. Realmente no escuchaba más nada que el latido agitado de su corazón preparándose para la batalla. Allí, sobre las luces de neón que llenaban el ring podía ser él mismo. No un alfa o un omega, solo el venerado y temido Asura, un hombre que no conocía lo que era la derrota.

—Damas y caballeros, ustedes lo esperaban y finalmente está aquí. El demonio que no conoce la piedad. Levanta tus oraciones ahora porque esta noche conocerás una probada del despiadado Asura.

El presentador de aquella noche exageraba un poco pero a Jimin no le importó. Tronando los músculos de su cuello y espalda se deshizo del batón color bronce que lo identificaba como el contrincante de la esquina azul y con gesto arrogante subió de dos en dos los escalones hasta que las luces casi le cegaron.

Una multitud enardecida coreó el nombre del excelente peleador que con suerte dejaba al borde de la inconsciencia a sus adversarios. El temido Asura era cobijado por los flashes y las miradas cargadas de pretensiones y lujuria que le dedicaba la afición.

—Y no podíamos tener un mejor inicio. Hoy con participación foránea. Directo de Daegu, y no le teman a su aspecto casi inofensivo, este niño muerde, Choi Soobin.

Jimin masculló que tenía que ser una broma. El muchacho que alcanzó la esquina opuesta del ring era aún más alto que él pero lejos de lucir amenazador parecía solo estar allí por una especie de mala broma.

Con su mirada intentó localizar a Jungkook para recibir una silenciosa contestación de si era eso a lo que se refería cuando le suplicó que se detuviera, y es que para Jimin una vez sonaba la campana y las luces bañaban su torso desnudo decorado con algunos tatuajes era otra la misión.

A veces se trataba de la manera en que su lobo tomaba el control, demostrando que su alma contenía más de alfa que de omega.

—Caballeros las reglas son claras, el primero en perder la conciencia pierde. El ganador pasa a la próxima ronda por el Gran Premio de esta noche.

El presentador le sacó de sus cavilaciones y el apretón de manos antes de que la batalla comenzara le hizo dudar. Para tener esa expresión de no matar una mosca la mano del chico Choi era demasiado firme.

—Buena suerte, hyung.

Susurró Soobin cuando ambos se separaron.

—Lo mismo para ti cachorro.

Fue la respuesta de Park y solo tuvo que ser arrojado el primer banderín dorado por una de las chicas que presentaban los rounds para que la masacre se desatara. Soobin esperaba por el ataque de Jimin y este se paseaba a su alrededor con la guardia en alto.

La multitud abucheaba la falta de acción hasta que el primer golpe fue asestado. Jimin no se había equivocado y la sonrisa perversa en el rostro del que parecía un niño inocente le hizo saber que de las formas más delicadas venían los peores demonios. Casi pierde su posición cuando escupiendo sangre logró incorporarse.

Le había roto la nariz pero Park solo sonreía. Otro golpe de parte del menor de cabello platinado y Jimin aprovechó para escabullirse y atacar de vuelta. La multitud coreaba ambos nombres sin saber por quien decidirse. Ambos chicos se concentraban en amagar y conectar algún que otro golpe en la fisonomía contraria.

Llenando de cortes y heridas un tanto más agresivas al contrario hasta que en un movimiento casi antigravedad el demonio que era Asura pateó el cráneo de su oponente en la región occipital.

—Buenas noches cachorro.

Fue todo lo que dijo antes que la campana sonara y el presentador empezara la cuenta regresiva. Jimin aún observaba lo que había sido del chico inocente segundos atrás mientras declaraban su victoria.

Había sido fácil pero un poco más entretenida que las demás. Jungkook lo recibió tras bambalinas con un cigarrillo entre los dedos. No le felicitó. Solo le ofreció una mirada desaprobadora cuando la camilla donde transportaban a Soobin se perdía detrás de los médicos privados de The Rouge.

Jimin tuvo ganas de decir lo siento, pero Taemin apareció para gritarle que se alistara para la última ronda. La noche siguió moviéndose hasta convertirse en madrugada. Los que no resistían más de tres segundos, como el oponente de Jungkook eran descartados inmediatamente y los pesos pesados quedaban para el final, como ese gigante con el que Jimin casi se ve al borde del cuadrilátero mientras el mal nacido le apretaba la garganta.

—¡Enséñame al famoso demonio, maldito engreído!

Bramaba su oponente. Un francés de morena tez y malas pulgas. Jimin apenas podía respirar pero eso no le impidió morder el rostro que le miraba entre la furia y la curiosidad.

Con eso ganaba tiempo mientras las acciones se volvían a reanudar en el ring y los errantes puñetazos lo llevaban a sentarse a horcajadas sobre le francés mientras la sangre ajena machaba sus nudillos. Jimin gritaba con cada golpe al tiempo que sentía la liberación.

"Por mis padres, por mis orígenes, por lo que soy y no deseo continuar siendo. Por lo que queda de mi alma."

Se repetía mientras le separaban a regañadientes del hombre que probablemente no pudiera recuperarse de semejantes heridas en su rostro y torso. Por alguna razón hoy había sentido todos sus demonios en libertad y aun cuando hubiera conseguido todas sus peleas de manera justa, presentía que esa vieja sombra que se paseaba en su interior estaba tomando el control por encima de él.

—Saluden al Rey del Ring, Asura el demonio lo ha hecho otra vez.

Escuchaba como si estuviera debajo del agua aquel epíteto mientras los hombres de Taemin lo sostenían de camino al vestidor. Jungkook no dudó en asestarle un derechazo en el pómulo izquierdo a fin que reaccionara. Los anillos dorados y rojos alrededor de los orbes normalmente verdes de Jimin disminuyeron su intensidad.

—Joder, te dije que te controlaras.

Fue lo que dijo el chico antes de sostener a Jimin contra la ducha más cercana y abrir la regadera. El agua fría sirvió como una especie de interruptor para que su corazón se calmara. La tormenta perfecta para ocultar sus lágrimas mezcladas con la sangre que brotaba de sus heridas.

Estuvo más tiempo bajo la lluvia de miseria y soledad que seguía a aquellas noches en el ring, el suficiente para ser nuevamente el Park Jimin que a excepción de los cortes en su labio inferior y ceja derecha, exhibía una ligera sonrisa mientras aplicaba hielo sobre el pómulo que había afectado a Jungkook.

—Park, tienes una entrevista. Después de eso te daré la paga de hoy. Buen trabajo.

Taemin regresó teléfono en manos y Jimin se encogió de hombros ante la mirada interrogante de Jungkook. A veces sucedía esto después de los combates. Algún caza talentos o jefe de pandilla se interesaba por sus habilidades y la respuesta era siempre la misma.

Hacía aquello para saldar la deuda de su familia y por qué no admitirlo para descargar su frustración en cuanto a un sistema que no le favorecía. Gracias a los supresores y los aerosoles simuladores de aroma su cuartada seguía intacta pero no le emociona para nada convertiste en el perro rabioso de alguien más.

Alcanzó los peldaños que comunicaban con el despacho donde los Lee recibían a aquellas personas consideradas de alto calibre para el negocio. Se peinó con los dedos el húmedo cabello y con paso decidido empujó la puerta. La habitación lo recibió con el olor a tabaco, whisky y pino.

Un bosque en calma con tintes de cacao.

Murmuró su lobo levantando las orejas para localizar al portador de aquel aroma. Jimin disfrazó la especie de turbación que lo había asaltado al reconocer a su silenciado omega nuevamente mordiendo su maltrecho labio inferior. En la sala estaban solo tres personas pero todo parecía eclipsarse bajo los atentos ojos color violeta de aquel alfa que lo escaneaba de pies a cabeza.

—Tome asiento, tenemos una propuesta que hacerle.

Uno de los allí presentes ofreció la silla frente al hombre que presidía el escritorio y por el cual su omega parecía sentirse extrañamente interesado. Aquí llegaba otro detalle. Nunca, en sus veinte años, Jimin había considerado relacionarse con un alfa. Casta a la que despreciaba solo por el hecho de creerse superiores.

Vaya hipocresía cuando fingía ser uno.
Sin embargo, en ese momento el rubor extendiéndose como fuego sobre su nívea piel mientras aquel extraño le miraba fijamente casi lograban trastornarlo. Dando pasos lentos terminó de obedecer las indicaciones del que había hablado. Era otro alfa de aroma a frutos secos y tequila, cuyos mechones platinados le recordaban mucho al chico con el que había compartido el primer combate.

—Gracias RM. Lo demás lo haré yo.

—¿Estás seguro? Bien podríamos dejar a Taehyun por si surgen inconvenientes.

El de plateados cabellos se dirigió al chico pelirrojo que aguardaba a solo un metro de distancia del escritorio. Como una especie de guardaespaldas enfundado en un grueso gabán negro.

—No habrá inconvenientes, también puedes decirle a los que esperan que se retiren. Quiero estar completamente a solas con mi invitado.

Aquel tono oscuro en la voz del contrario logró hacer temblar a Jimin que gracias a la sudadera que llevaba pudo ocultar el rictus en sus manos frotándolas unas con otras dentro de la tela de los bolsillos.

El mencionado como RM pareció vacilar pero al final se retiró llevándose al pelirrojo detrás de él. Cuando la puerta de la habitación se cerró el aroma de aquel alfa enrareció el lugar. Jimin tragó duro cuando su interlocutor le dedicó otra mirada hasta cierto punto beligerante.

—A partir de hoy serás parte de mi guardia personal.

Anunció como si acabara de comprar una propiedad. Jimin estaba a punto de plantarle cara cuando la maleta plateada que descansaba en una esquina del escritorio fue abierta y su anfitrión no dudó en exponer su brillante contenido. Más dinero del que había podido ver en su vida lo tentaban abrir la boca como un tonto.

—Creo que con eso será suficiente para saldar aquellas viejas cuentas o... ¿acaso necesita más el despiadado Asura?

A Jimin se le secó la boca cuando por un segundo leyó en los ojos del contrario que estaba caminando sobre un fino hilo de fuego. Si sabía de sus deudas bien podría conocer también ese otro secreto que tanto se esforzaba por guardar.

Por otro lado, si le ofrecía esa cantidad a él, cuánto le habría dado a Taemin para que siquiera estuvieran sosteniendo aquella conversación.

Por su parte, el hombre frente a él no tenía paciencia como para andarse de bromas. Algo peligroso se removía detrás de ese aspecto de empresario del bajo mundo. El contrario pareció leer entre líneas las cavilaciones del de cabello grisáceo.

Así que sin más cargó su Colt M1911 y apuntó directo a la frente de un sobresaltado Jimin que no pudo capturar el momento en el que el alfa de ojos violetas había volado por encima del escritorio y ahora le amenazaba dejando fluir aquel aroma que le privaba de razonamiento.

—Mi tiempo es más preciado que el de los demás. Formula una respuesta razonable o únete a la misma basura que somos todos al final.

La frialdad del arma arañando la tersa piel del omega solo consiguió que un traicionero escalofrío le atravesara el cuerpo. Una sonrisa irónica tironeó de los abultados labios de Park antes de colocar ambas manos sobre el cuello de su atacante.

—Veremos quién gana entonces.

El alfa de ojos y cabello púrpura sonrió con arrogancia. Si había algo que espoleaba su ego eran los desafíos y para Min Yoon Gi tampoco existía espacio para las derrotas.

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