AETERNAM: WOLF MARKS 🐾
Lead Tracks: Control by Halsey, LOST AND FOUND by OOR
🐾ALMA DE ALFA 🐾
“Un hombre muerto no puede ser nadie…”
La noche, el eterno manto cubierto por las sombras que en otros tiempos llamaran nictus. Esa melodía cansina y repetitiva que solemos ignorar, la noche con una Luna surcada por cicatrices de un azul purpúreo mientras protagonizamos el desfile infernal desde el páramo oscuro.
—¡Hambre de venganza, tierra de renegados, bienvenidos a Bloody Land!
El rugir de una multitud drogada por el mismo frenesí golpea las decrépitas gradas de madera. El ring está construido sobre una especie de cráter, desde donde pueden apreciarse los asistentes y una clase de palco privado para los “patrocinadores” del evento.
La tierra color sangre, a juzgar por otras contiendas o quizás solo para conferirle más morbo a la presentación, llena el cuadrilátero cuyas cuerdas han sido reemplazadas por herrumbrosas cadenas.
En el centro, y donde debe reposar la campana para iniciar los combates, descansa una especie de pica con la figura de un ángel arrodillado. La desnudez de la pequeña figura de las alas arrancadas consigue que un estremecimiento recorra la columna vertebral del chico que se prepara detrás de otra mohosa cortina.
Park Jimin no puede evitar conmoverse por la estampa del ángel sobre un lobo mancillado.
Es curioso, su omega no ha pronunciado ni una sola palabra aun cuando el corazón bombee desgarradoramente contra su caja torácica. Es como si continuara perdido en aquel sitio donde se encontrara con el de Min y solo quedara el humano terco con todas las probabilidades de perder.
“Sé que me odias por negarme aquella vez, pero si aún me tienes piedad… No me abandones ahora, Yume.”
Se mordió el labio inferior antes de asegurar la última venda en sus nudillos. Solo un pantalón corto de hacer deporte le cubría el cuerpo en una noche donde la única regla era matar o morir.
—¿Listo para olvidarlo todo?
La voz de Jungkook llegaba a él como a través de un océano turbulento. Solo flashes y aromas dispersos por encima del fragor en los altavoces. Solo miradas furtivas para enmarcar el falso armazón de lo que nunca podría ser. Sin embargo…
—Por supuesto. Dame la máscara…
Demandó extendiendo una mano demasiado delicada que paradójicamente se entretenía fracturando extremidades. Jungkook sonrió antes de obedecer e imitar el gesto.
Sus ojos en tonos castaño oscuro quedaron enmarcados por el antifaz de un leopardo mientras un kitsune irreverente terminaba de completar el espectáculo que era Jimin.
—¡Número 4340, al ring!
Una voz estridente pregonó antes que Jungkook asintiera y esa sería la última vez que se verían esa noche. El primer combate del Bloody Land iniciaba bajo los reflectores junto al abucheo de una multitud que ya hacía sus apuestas.
La primera pelea iba por diez mil pero lo que menos le interesaba a Park era el dinero mientras apretaba el colgante con una piedra negra en su cuello.
“Para que te proteja mi niño, fue lo único que pudimos recuperar de ti el día que te dejaron en nuestra puerta.”
La voz de la mujer que reconociera como madre a pesar de todo, volvía a calmarlo, mientras su lobo parecía negado a escucharle. La Luna seguía brillando de una manera desconcertante para uno de sus hijos más volubles, que sin pensarlo se dejaba arrastrar en el desfile de las sombras.
Mientras, otra persona sonreía con sorna al comprobar que los primeros hilos de su plan se estaban entrelazando con demasiada rapidez. A fin de cuentas, aquel show solo era una excusa para clasificar la mercancía y Hwang Min Hyun era experto separando la carroña de la carne de primera.
Sus veinte años eran compatibles con la misma marca que la Diosa Luna pusiera en Jimin. Sus veinte años y una historia tan truncada como la de aquellos que separan al nacer. No nos confundamos con este chico de piel nívea y ojos color caramelo.
Que el aura calmada que exhala un “ausente de aroma” que sería clasificado como beta por las demás castas no les lleve a pensar que está en equilibrio cuando una tormenta de rencores y venganzas mal juradas late en su pecho.
Su objetivo ha llegado para exhibirse en bandeja de plata y no puede esperar para que la otra pieza del puzle haga su magistral aparición.
La venganza es un plato que debe servirse con mensura o corre el riesgo de convertirse en un incendio en potencia. Hwang lo sabe, pero no puede negar que la madre Luna es injusta colocando tanta belleza y arrogancia en una sola persona.
Del otro lado del improvisado bastidor, Jeon Jungkook coloca un desnudo pie sobre el cuello de su compañero, asegurando que el flujo de sangre del territorio de las carótidas vaya más lento.
Ya le han proclamado ganador y pretende seguir escalando cuando ese dinero representa más que una escapada, una puerta a su verdadera esencia. Se siente culpable por arrastrar a Jimin, pero en el fondo no lo lamenta tanto cuando nunca ha confiado del todo en el de orbes color primavera.
Taehyung es un ingenuo al creer que Jimin es ese ángel marchito en medio de la desgracia. Taehyung no ha sido testigo de lo que es capaz el joven de mejillas rellenas y adorables gestos cuando está en su compañía. Jeon no pretende parar, aun cuando existe la probabilidad que esta noche uno de los dos no respire más.
Mientras la sangre escurre por sus sienes, labios maltrechos y pechos empapados en sudor remarcan la escena, dos ocupantes del palco privilegiado esperan con ansias la próxima entrada.
El nombre de Az, les alienta a frotarse las manos. El príncipe elegido está entre todos aquellos que compiten por el gran premio, el príncipe elegido nacerá esta noche cuando las marcas de ascensión de su shifter sean perceptibles finalmente.
Si la codicia pudiera medirse sobre un vaso de cristal, el trago de Min Yoon Gi estaría a rebosar. Desde que abandonara el calor del hogar de Jaehyung una punzada en su pecho le ha estado molestando.
La Luna le acompaña al encontrar la silenciosa gravilla de su residencia en Seúl. Ha tenido un día mortalmente aburrido y su lobo se mantiene en un silencio que no le gusta.
“¿Te estás preparando para joderme la vida, pequeño cabrón?”
Le cuestiona pero no parece ser suficiente para incomodar a su bestia. No sabe por qué la impresión absurda de que tendrá que abandonarlo todo abruptamente le culebrea en la piel. Por eso no acepta cuando las puertas del Rover se abren invitándolo a pasar la verja del jardín delantero de la villa.
Su mano describe una floritura antes de caminar en sentido contrario, justo hacia donde se proyectan las pequeñas escaleras que dan acceso al comedor común en el cual los pupilos del Anexo comparten la comida organizada por Jin. Cada par de ojos le observan con mezcla de admiración y sorpresa.
“Un rey no impone respeto, lo gana con sus acciones.”
Se recuerda a sí mismo mientras toma un servicio de cubiertos y escoge lo mínimo para ocupar un lugar en la cabecera de la mesa.
—Luces preocupado, Yoon. Antes que me preguntes, Park no ha regresado de la universidad.
La voz de Jin lo hizo detenerse a medio camino entre los palillos y su mano. Negarle que iba hacer esa pregunta sería demasiado hipócrita cuando los más cercanos a su dirección estaban al tanto de la condición del de cabellos grises. Min sonrió antes de enrollar los gruesos fideos del oden en sus palillos.
—Tenías razón cuando dijiste que sería un dolor de cabeza de los grandes. Solo lleva dos semanas con nosotros y ha provocado más ajetreo que una purga de clanes. Es un mocoso problemático.
“Tu mocoso.”
Karatsuyu, el lobo de Yoongi apareció abruptamente. Un escalofrío desagradable recorrió la espina dorsal del alfa antes que otra voz más tormentosa le llenara la cabeza.
“Esta noche la Luna está en su máximo esplendor. No seas tonto. Si despierta el shifter dentro de Jimin habrás perdido. Si despierta sin tu presencia, la fragmentación de su alma será más obvia. Deja de ser tan ciego. El momento es ahora.”
Si ya era complejo escuchar a su propio lobo, la voz de Yume consiguió que Yoongi se doblara por la mitad, llamando la atención de los asistentes al comedor común del Anexo. Jin ya estaba detrás de él intentando sostenerle de los hombros mientras las arcadas le impedían hablar.
—El… el jodido helicóptero… Necesito que busques a Hoseok y traigan el helicóptero... mi mocoso me necesita…
Las profundas venas que provenían de la marca en su hombro izquierdo habían ascendido hacia el cuello de manera violenta. Jin no tuvo tiempo de compadecerse antes de soltar a Yoongi y comenzar a bramar órdenes al resto de los aterrados chicos que quedaban en el salón.
Nunca le habían visto tan mal y mientras la agitación de ambos lobos dentro del alfa parecía manchar la frágil representación de la paz en la villa Min, Park Jimin terminaba lacerando el cráneo de su primera víctima aquella noche.
El ángel sobre el que se anunciaban los rounds parecía mirarle con las cuencas vacuas y una sonrisa siniestra, mientras el dolor en sus vértebras era achacado a los golpes recibidos por un inútil contrario.
Faltaban cinco compases más para elegir a los dos que terminarían abonando el suelo de tierra del Bloody Land con algo más que su sangre.
Faltaban cinco compases en una partitura distorsionada donde el fuego de la ira inyectaba en rojo los ojos del chico de la máscara con forma de kitsune.
Se había superado una apuesta de veinticinco mil, cuando una túnica de color azul lapislázuli que diferenciaba a los sacerdotes de la Luna Blanca se dejó ver detrás del bastidor izquierdo.
Choi Min-Ki, apodado como Ren entre sus más cercanos, alcanzó a contemplar cómo otro cuerpo era retirado en una improvisada camilla. Una mueca casi imperceptible adornó sus etéreos rasgos mientras Min Hyun, cubierto de manchas de sangre ajena aparecía en su campo visual.
—Oh… a qué debemos el honor para que “el gran Ren” decida ensuciarse sus pálidas manos de celestina…
Canturreó el paramédico antes de sacarse los guantes de látex y dedicarle una mirada cargada de odio. El chico cuya maldición le categorizaba como un “ausente de aroma” aun comportándose como alfa, no podía esconder su desprecio por aquel que en esos momentos se posicionaba detrás del primer Sacerdote de la Organización.
Un ángel en azul detrás del Ao Akuma, un ángel de hielo con la rubia cabellera hasta la cintura y ganas de cercenarle la garganta con solo tronar los dedos.
—No estoy aquí por voluntad propia ¿Es él verdad? El que se apuntó como Az, para intentar burlarse de su destino. El descendiente más completo de nuestro clan aún debe ascender y yo solo veo a un medicucho de quinta jugando a ser enfermero…
—Hijo de una zorra…
Min Hyun se abalanzó contra aquel ser que le provocaba demasiadas emociones encontradas. Ren sonrió esta vez antes que su representación astral le jugara otra broma al chico cubierto en sangre.
Sentado en el extremo opuesto del estrecho bastidor se miró las uñas con aburrimiento, contemplando cómo Min Hyun casi caía de bruces ante el dominio de su shifter.
Una serpiente de agua mantenía al de cabello azabache y ojos caramelo apresado contra el inicio de la escalera que daba acceso al improvisado ring. Ren suspiró.
—Solo obtiene la cantidad de muestra que necesita el amo y déjame al shifter a mí. No pasará mucho tiempo para que su destinado aparezca. Para ese entonces, necesito la sangre de Park Jimin, corriendo en mis venas…
Lo último hizo que el estómago de Min Hyun se retorciera. Aun cuando odiaba aquel malnacido de Park por tener una mejor suerte que él en términos de piedad, ser el experimento de Ren, eso sí era imperdonable.
—Espero que te quede claro tu lugar, Minhyunnie…
Tal como había llegado, el rastro de su etérea presencia pudo haber sido una imaginación de cualquiera mientras una marca grisácea quedaba sobre las muñecas y el cuello del de ojos color caramelo, justo en el sitio en que la serpiente de agua le había tocado.
“Juego de jade, emperador caído.”
Masculló Min Hyun cuando otro cuerpo fue colocado a los pies de la escalera y las gradas corearon el nombre de Jeon Jungkook una vez más.
Kim Taehyung observó el brillo incandescente en los ojos de su novio y aquel molesto presentimiento que lo había acosado desde su llegada a Seocho-gu volvió arremeter contra sus crispados sentidos.
Su omega daba vueltas con igual grado de agitación cuando la tablilla era cambiada para anunciar a los últimos contrincantes de la noche.
“Az vs. Guk”
La bilis se unió al sabor agrio de su saliva mientras empujaba personas para tratar de llegar a los bastidores del ring. Jimin había dejado inconscientes a todos sus contrincantes y el último bien podría estar muerto, pues dudada de la sonrisa siniestra del paramédico encargado de examinar a los que “caían.”
Jimin no parecía ser él mismo mientras sus ojos bailaban alrededor de la escultura del ángel sin alas que presidía el cuadrilátero, ni siquiera reaccionó cuando una de las herrumbrosas cadenas del ring por poco consigue lacerar su torso en una compleja maniobra contra su último oponente.
Para él eran muñecos sin nombre en los que descargar esa oscuridad a la que tanto le temía el de ojos azules.
Jungkook no iba mejor. Su adorable conejito, como solía llamarlo en la intimidad, había dejado a uno de sus antagonistas casi lisiado con una llave que le hizo escurrir sangre de la boca.
Su precioso Jungkook quizás no era tan inocente como la venda del amor en el corazón de Kim quería seguir enmarcándolo, y él, él también cargaba parte de culpa, siendo testigo de un baño de sangre que hace mucho había dejado de ser entretenido.
—¡Kookie!¡Kook espera!
Taehyung casi se abalanzó contra aquellos fornidos hombres que flanqueaban la entrada trasera de los bastidores sin importarle ser un alterado omega cuyo aroma se había descontrolado llamando la atención de los demás en el sitio.
—¡Kook no lo hagas, no vayas contra Jimin, hoy la Luna está extraña!
Gritó a pesar de ser silenciado por las lágrimas mientras una mano pesada le alejaba tomándolo por la cintura. Taehyung pensó que estaba siendo adsorbido por la misma multitud, más concentrada en plantear sus apuestas para el combate del siglo que concientizar las consecuencias del desastre que vendría después.
Nunca en su existencia caviló que podría encontrarse con alguien de su misma complexión y armadura ósea. Ojos de un frío azul grisáceo y cabello escarlata hasta la cintura, tal como el incendio que puede habitar en un alma desesperada.
Un chico que podría ser considerado su doble exacto sonrió con malicia antes de colocar aquel pañuelo con alcanfor sobre la nariz del de cabellos casi rubios. El omega Kim se retorció entre los fuertes brazos de su irreal captor.
Vante, el señor de la hermandad del Ángel Corrupto tenía en su poder la primera de sus presas.
Mientras tanto, la campana del último combate se agitaba por encima del murmullo de una población sedienta de más sangre y excusas para pagar pecados ajenos.
Park Jimin se había perdido en el desfile de los demonios a su alrededor mientras el escozor en su espalda era enmarcado por la capa de sangre seca que habían construido sus enemigos. Una especie de coraza mugrienta para cubrir la podredumbre de su alma.
Sí, estaba herido, estaba solo con sus temores más indomables, pero irónicamente feliz. Deseoso de bailar al son de la lira del Averno en un desfile de cráneos y cadáveres calcinados mientras la figura del que portaba la máscara de un leopardo quedaba en su campo visual.
A esas alturas, ninguno de los dos chicos podía percibir la naturaleza del juego al que habían aceptado.
Ninguno interpretaba que las pulseras entregadas al momento de entrar a la zona de registro en Bloody Land, más que identificarlos, contenían trazas de alucinógenos diseñados para descontrolar a sus lobos, avivando la lumbre necesaria para exigirles más allá de sus fuerzas por un premio que nadie compraba.
Que su demostración de agonía y poder solo servía de justificación para aquellos que laboraban clasificando cadáveres con los que poder experimentar después. Cómo podía existir tanta oscuridad en medio de un noche tan pacífica, cómo podía brillar la Luna con tanta complacencia sobre dos que antes habían sido amigos.
—¡Un último baile, un último suspiro y sabremos quién quedará en pie! ¡Un hombre muerto…!
—¡No puede ser nadie!
Coreó la audiencia y la campana sonó una vez más. Jimin conocía aquella forma de moverse, o mejor dicho, su cuerpo reconocía los metódicos pasos de su rival en una verdadera danza para medir al más capaz.
Derecha, izquierda, un puño al aire y el abucheo de los desesperados por escuchar los huesos crujir o las heridas ser removidas con la sal del sudor. Derecha, izquierda, lateral, cadenas apresando su fina cintura surcada de manchas grisáceas producto al proceso de cicatrización de su lobo ausente.
Derecha, izquierda y una patada que sirvió para que la máscara del kitsune se rompiera en su rostro. Así, siendo el animal salvaje que prometía su destino, así despertando el color naranja sobre el rojo que inyectaba sus iris, el condenado Asura cabeceó a su opuesto, consiguiendo que el rostro inflamado de Jeon también fuera alcanzado por las sombras.
“Hoy somos un eclipse en el camino de los renegados. Hoy el ángel y el corrupto se enfrentan con puños cansados en una pelea que no tendrá ganador.”
Los ecos de una lejana profecía mantenían vivo el combate mientras ninguno puede escuchar más allá de los latidos de sus corazones. Más golpes, rostros volteados y sangrantes, más abucheos y gritos de júbilo. Jimin yace inconsciente en el suelo con olor a tierra quemada mientras Jungkook continúa impartiendo golpes sobre su magullado rostro.
“Nunca he podido tocar la realidad, no con mis propios dedos. Nunca he podido ser libre, nunca hasta que tú…”
—¡Movimiento sorpresa, con Az no se juega y ahora es Guk quien está de rodillas en el cuadrilátero!
El clamor de quien narraba aquel macabro juego ayuda a ralentizar la respiración de los extraños asistentes. El dolor en la columna del chico de enmarañado cabello gris pizarra es lacerante.
El melancólico brillo de una luna desconocida le acompaña cuando patea furioso aquel cuerpo que ya no conoce. Jungkook ha perdido el conocimiento y algunos dientes en el proceso.
Su anatomía vapuleada pende de una de las cadenas del ring mientras Az solo se concentra en desgarrar la piel encajando los dedos en la carne de quien fuera horas atrás un vivaz muchacho de ojos castaño oscuro.
No importa que ya le hayan declarado ganador, no importa nada cuando el grito de un alma moribunda se agita dentro de su cuerpo.
“Hace tanto tiempo, hace tanto tiempo que yo había muerto…”
No tiene conciencia de cómo la luz del ring ha remitido o del hecho del cuerpo desecho de su antiguo amigo siendo llevado en una camilla de mala muerte. Solo está seguro de que ha cambiado una cosa, y está a punto de dejarse convencer cuando el pinchazo en su cuello le hace voltear la cabeza.
Un rostro ausente de emociones le observa detrás de unos ojos color caramelo que vagamente asocia. La dosis es administrada con pericia y finalmente las marcas del más ancestral de los shifter hacen acto de presencia. Park Jimin grita de rodillas sobre el ring y es increíble el poder de su “cambiante.”
Debería estar dormido en lugar de presenciar la escena a través de una clase de bucle sin fin cuando una luz rojiza eclipsa la Luna y cientos de hombres enfundados en trajes negros llenan el lugar.
A pesar de la niebla mental donde se encuentra recluido, puede reconocer con algo de claridad la marca del dragón sobre ellos. Es el clan Min y sus aliados. Es Min Yoon Gi y por alguna razón la pesadez en su cuerpo cede a la calidez de unas manos familiares.
El olor a whisky y pino le abraza detrás de un confortable abrigo de gabardina en negro. Escucha el rugido de un verdadero alfa mientras busca con desesperación aquel pálido cuello. No le importa verse pequeño y vulnerable.
Por primera vez en su existencia no le importa ser tratado como un frágil juguete del destino, porque a fin de cuentas se trata de eso. Es el juego del ángel sin alas, y aquí equivocarse no tiene precio.
“Un hombre muerto que no puede ser nadie, debe creerse lo suficientemente terco como para volverse a levantar.”
🐾ALMA DE ALFA 🐾
Notas:
*Averno: infierno para los griegos.
* Ausente de aroma: en este fic se referirá aquellos licántropos que han perdido sus habilidades producto de la experimentación y ahora son reconocidos como betas en la sociedad. Recuerden la libertad creativa que me concede este género.
*Cambiante o shifter: los términos serán usados indistintamente para referirse al animal que pueden portar además de su lobo natural.
Vante, el señor de la Hermandad del Ángel Corrupto
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