Capítulo 9
"Ella la mató" "Es un demonio después de todo" "¿En serio la duquesa la mataría? ¿No era la Baronesa Garnett una cliente regular de las joyerías de los Soleil?" "Es verdad, no tiene sentido. Matándola se perjudica ella misma." "Pero está sosteniendo el arma. La prueba está ahí" "No parece nada perturbada." "Matando inocentes... ¿Realmente podemos confiarle el imperio Hebrim a alguien como ella.?" "Ni siquiera es una hija legítima. Solo es una vagabunda que tuvo un poco de suerte y ahora se cree mucho solo por ser llamada Luna del Imperio"
«Estúpidos.»
Los murmullos no paraban. Incluso empezaron a formarse algunos rumores absurdos. Como sea, nadie sospechó del archiduque, el verdadero culpable. Se podría decir que salió airoso de la situación. ¿Para que ensuciarse las manos, cuando puedes hacer que otro salga perjudicado en tu lugar? ¿No tiene sentido, verdad? Claro que no. ¡Solo una persona estúpida con conciencia y sentido de justicia se echaría la culpa a si mismo! No, ni siquiera cometería el crímen. Esto es a lo que llamamos "persona normal y buena" Pero obviamente no era el caso del archiduque.
Con la mirada, Lillianne le envío una señal a Edwin, Gallian y Abigail. "No vengan. No me ayuden. No me salven. Déjenme atrás y váyanse"
No es para sumarle drama a la situación o aumentar la genialidad de Lillianne. Hablaba en serio. Si la ayudaban, serían cómplices de su falso crimen, y así sería más difícil resolver las cosas. Las cosas no estaban bien, pero por suerte llegó la persona con el suficiente status como para hacer callar a los parlanchines aristócratas y darle vuelta a la situación, aunque su presencia fuera bastante desagradable.
—Dejen de murmurar sobre mi prometida.
La habitación se silenció en un momento y todos se inclinaron ante la presencia de Ronan, el príncipe heredero.
—Saludos a Su Alteza el Príncipe Heredero, Futura Noche de este Imperio. Me disculpo por la conmoción ocasionada por mi falta de cuidado.
Lillianne se había puesto de pie para saludar al príncipe heredero.
—Por aquí, Lillianne. Conversemos un rato. Mis sirvientes recogerán el cadáver.
—Si...
Era un ambiente algo incómodo. Ronan estaba al tanto de la situación. También sabía quién era el culpable, sin embargo, nunca sugirió castigarlo.
—No puedo hacer mucho, Lillianne. El Archiduque es mi tío. No tengo la suficiente autoridad para castigarlo, por lo menos ahora. Cuando sea coronado emperador lo castigaré.
«Mientes. El Archiduque aporta demasiado al imperio. No puedes simplemente apresarlo o matarlo. Además, para ti soy solo un adorno que puede dar hijos. No tiene sentido que me pongas a mi antes que la riqueza y al imperio.»
—Por supuesto, si Lillianne accediera a casarse conmigo, me convertiría en emperador mucho antes.
«Y caemos otra vez en el tema.»
—Aun no estoy lista, su alteza. No se preocupe, será antes de que se cumplan 100 de postergación.
—Esta bien. Esperaré el tiempo que gustes.
Ronan se acercó a Lillianne y le susurró al oído algo que le heló la sangre a la demonio.
—Después de todo, yo realmente te amo.
Ronan agarró a Lillianne por la cintura, la acercó a él y la besó.
«Asco. Me das asco»
Algo tan repugnante y horrendo como ser besada por una persona igual de repugnante y horrenda. Es desagradable. Muy desagradable. Bueno, poniéndolo de forma simple, es como si un gran pedazo de mierda se te pegara a la boca.
Ronan finalizó el beso con una arrogante sonrisa y luego se retiró, creyéndose como esos príncipes de cuentos de hadas que emanan genialidad por donde sea que se les mire. No podría estar él más equivocado. Hay que aprenderlo de una vez por todas. Cuando pensemos en Ronan, hay que pensar en la mierda. Ronan es un pedazo de mierda. Ronan = mierda.
Lillianne agarró un pañuelo y se limpió los labios, llevándose también un poco de lápiz labial, pero por suerte venía preparada y pudo maquillarse otra vez.
Las horas pasaron y la fiesta llegaba a su fin. Por supuesto, los rumores continuarían y no solo eso, sinó que se especirían más. A Ronan no le conviene tener una prometida con mala reputación, así que aunque no castigue al Archiduque, al menos debería encontrar una forma de eliminar los rumores.
«Le dejaré a él ese tema. Tengo otras cosas de las que ocuparme.»
Aunque los rumores pararan, el plan del Archiduque dio resultado. Después de todo, su objetivo es acabar con los Soleil. Con la muerte de Rubi Garnett, los ingresos de los Soleil disminuirían un poco.
«Hay dos opciones. La primera es matar a los otros clientes VIP, pero... Si el Archiduque tiene cerebro, no hará eso. Ya sería muy raro que yo matara a los clientes que más ganancias me dan. Entonces... ¿el asesinato de Rubi Garnett fue una advertencia?»
—Lillianne, ya llegamos.
—¿Qué? Oh, si. ¿Me estabas hablando de alguna otra cosa, Gallian?
—Estabas perdida en tus pensamientos, así que no te dije nada.
—Ya veo.
Abigail y Edwin también habían hecho el viaje en silencio. No estaban solo pensando en el incidente. El silencio en si era su forma de mostrar consideración.
Todos se bajaron del carruaje y los Solder fueron a buscar a sus cálices que ya dormían. Lo único que dijeron antes de irse fue: "No te preocupes. Todo va a estar bien."
«Son las 3:00 am. El humano ya está dormido. Yo también debería dormirme ya. Tengo trabajo que hacer en la mañana.»
Pasaron los días y la aclaración del incidente se publicó en los periódicos. Lo que dijeron fue... más o menos una verdad a medias: "La Duquesa Lillianne Soleil, Luna del Imperio, fue incriminada. Solo se agachó a acudir a la baronesa y fue atrapada en ese acto. El asesinato de la Baronesa Rubi Garnett queda abierto a investigación. Se desconoce al autor de los hechos"
Algunos usan la lógica de que Lillianne no asesinaría a uno de sus clientes VIP, otros no creen en ninguna justificación y se aferran al malentendido viéndolo como verdad. En todo caso, fue un incidente bastante simple que terminó rápido. Como pensaba Lillianne, era casi como una advertencia, algo bastante cliché.
«De todas formas, el asesinato no tiene que ser algo malo. La Baronesa Garnett era la única que conocía el secreto de que salvé al humano. Si no se lo dijo a nadie, ahora con su muerte, todo volverá a ser un secreto. Volviendo al otro tema, ¿debería revertir la situación?»
Lillianne se encontraba en casa de la Marquesa Violet Sawyer. Era una reunión entre Lillianne y sus clientes VIP, así que también estaban la Duquesa Esmeralda Sinclair, la Baronesa Eva Rusty, el Vizconde Jonz Valker, el Marqués Kris Anson y la Condesa Luna de Bellacian. Curiosamente se estaba hablando del incidente.
—Tengan cuidado. El sospechoso podría estar detrás de ustedes. Me sentiría muy mal si mis mejores clientes murieran por mi culpa.
—No se preocupe, duquesa Soleil. Yo, el Marqués Kris Anson, al igual que el resto no dejaremos que la perjudiquen.
—Pero, ¿quién habrá hecho esto?
La Baronesa Eva dijo esas palabras mientras pensaba.
«Veamos...»
—Alguien que quiera dañarme, obviamente. Puede que incluso lo conozca y quizás esa persona y yo ya hayamos tenido problemas, pero... ¿quién?
La Marquesa Violet pareció darse cuenta de algo y abrió la boca para hablar.
—¿Tal vez... el Archiduque?
«Todo va bien.»
Por supuesto que Violet pensaría en el Archiduque. Muchos aristócratas conocen el hecho de que el archiduque y la familia Soleil se llevaban mal. Sabían lo codicioso que era el Archiduque. El codiciaba la fortuna y buena fama de los Soleil. Además, el incidente de infiltrar espías en la mansión Soleil también se había hecho público.
Se comenzaron a crear rumores entre los clientes VIP, que pronto se esparcieron por el imperio. Por supuesto, todos estos rumores perjudicaban al Archiduque Richard. Lo mejor de todo, es que no podía matar a los creadores de los rumores, ya que no sabía quién eran.
Los días lo pasaron y los rumores no disminuían. Habían de todo tipo, incluso algunos bastante descabellados.
«Me pregunto que estará pensando el archiduque ahora. ¿Cuál será su próximo movimiento?»
Dos semanas después un día muy importante dentro de los Soleil.
—Midna, ¿cómo van los ingresos?
—Con la muerte de la Baronesa Garnett los ingresos han disminuido un poco, pero no es una cantidad considerable.
—Entiendo.
«La cantidad que estamos perdiendo es muy pequeña, pero aún así no podemos permitir eso.»
—Lleva los documentos más recientes a mi oficina. Me dirigiré ahí en un momento.
—Como ordene.
Midna salió de la habitación de la demonio. Lillianne se quedó pensando un rato sentada en la cama.
«Mmm... Podría hacer una pequeña rebaja por un tiempo limitado. Lo ideal sería conseguir a otro cliente VIP pero...»
La puerta de la habitación se abre levemente dando lugar a Lucas.
—¿Qué quieres, humano? Dentro de un rato llegaran dos nuevos profesores.
Un profesor encargado de enseñarle a Lucas el método correcto de servidumbre. El otro profesor se encargará de enseñarle a usar una espada.
—¡Lili!
Lucas se acerca corriendo a la demonio y extiende su mano, la cual tenía un papel con un dibujo.
—¡Feliz cumpleaños!
—¿Qué?
El humano hace que la demonio tome el dibujo. Era uno muy colorido en el que Lucas y Lillianne estaban tomados de las manos.
«Qué vestido más raro.»
—Humano, recuerdo haberte dicho que no necesitaba nada. Además, hoy no es mi verdadero cumpleaños. Solo el día en el que me adoptaron.
—¡Estás hablando boberías! ¡Cuando la gente recibe un regalo no dice eso, sino otra cosa!
Lucas estaba haciendo pucheros. Lillianne lo miró y suspiró.
—Gracias. ¿Satisfecho?
El humano estaba sorprendido, pero enseguida remplazó esa expresión con una hermosa sonrisa.
—¡De nada!
En realidad, es la primera vez que Lillianne hace algo como agradecerle a un humano. Por eso Lucas estaba tan feliz. El primer "gracias" de Lillianne...
El humano corrió hacia la puerta y se fue, pero estaba súper feliz.
«¿Tan feliz está? Como sea, no era necesario esto. Además, un dibujo es solo un adorno. No tiene utilidad.»
Mientras la demonio estaba perdida en sus pensamientos, accidentalmente tropezó con el cesto de basura de la habitación. Lo miró fijamente por un rato.
—Mmm...
A la hora del almuerzo, Lillianne y Lucas se sentaron en la mesa. Era de día, así que Gallian no estaba allí.
—Pareces feliz, humano.
—¡Si! Por cierto...
El humano hizo una pausa y habló.
—Lili... ¿botaste el dibujo?
«¿Oh?»
-¿Y qué si lo hice?
De la nada, los ojos del humano se llenaron de lágrimas, cosa que sorprendió a Lillianne. De hecho, estaba demasiado sorprendida.
—¿Humano...?
—Si... Si Lili botó el dibujo... ¡Haré más! ¡Muchos más! Hasta que lo odies... y te arrepientas... de haberlo botado...
«Ah...»
—Solo hice una pregunta. En realidad no boté nada.
—¡Mientes!
—¿Y tu qué sabes? Coge. Límpiate las lágrimas.
Lucas agarró el pañuelo de flores marchitas que le dio Lillianne.
«¿Segura que no lo botaste...?)»
—No lo hice. Lo guardé en la repisa de mi habitación.
—¿En serio?
—Si.
Lucas seco sus lágrimas y sonrió.
—Jeje. Entonces te gustó...
—...
Lillianne se quedó callada unos segundos, pero luego habló.
—Apresúrate y come. Tienes lecciones con tus maestros luego del almuerzo.
En realidad, no hay forma de que a Lillianne no le gustara el dibujo. ¿Cómo podría no gustarle? Después de todo... es su primer regalo de cumpleaños.
Capítulo 9/Fin
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