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Capítulo 3

Lillianne miraba al sirviente, sin apartar la mirada.

—S... Señora... ¡Es vuestra culpa! ¡Trajo a un humano cuando sabe que hay un vampiro en la mansión!

«Qué insolente.»

—Soy libre de traer a quien quiera. Es mi mansión. ¿O debí despedirte?

—N... No...

—Por supuesto. ¿Por qué debería despedir a un sirviente por un insignificante humano, cuando no ha pasado nada todavía?

Lillianne se dirigió al cuerpo inmóvil del niño.

—Si no puedes controlar tu sed, usa un bosal.

—¿Qué?

—Se que no eres culpable de lo que pasó aquí.

La demonio se arrodilló junto al niño.

—Sin embargo, eso no cambia el hecho de que desobedeciste una orden. Te ordené no acercarte al humano. Midna, qué alguien lo lleve al calabozo.

En lo que dos sirvientes se llevaban a Ray, Abigail entra corriendo.

—Entrar corriendo de esa forma no es apropiado para una dama, Abigail.

—¡Olvida eso! ¿Y Lucas? ¿En serio está muerto?

—No. Está vivo. Su respiración es muy débil.

«¿Es esto a lo que llaman "milagro"?»

—¡Es un milagro!

«Al parecer si.»

—Ya debería haber muerto debido a la gran pérdida de sangre. Él es un cobarde. Aunque lo repita cientos de veces, aún teme morir.

«Pero...»

—Marquesa Solder, no puede ser salvado. Necesita una transfusión de sangre, y en un imperio de vampiros, eso no existe.

—Lo se, Midna. Es solo que es triste. Después de haber sobrevivido, tener que morir así... Hay que matarlo, para que su agonía acabe. Después de todo, solo puede ser salvado con una gran cantidad de sangre humana.

«Humana...»

—No es necesario que sea humana.

—¿Lillianne?

—Con sólo unas gotas bastará.

Abigail miró a Lillianne sorprendida.

—No me digas que...

—Midna, mi daga.

—¡¡¡Lillianne, espera!!!

Abigail se puso entre el niño y Lillianne.

—Es una locura. ¡No puedes hacerlo!

—¿Por qué? Tu no puedes darle tu sangre ya que tienes un caliz. Midna es una plebeya y no se cuanta sangre necesitaría. La sangre de una demonio de la nobleza es potente. Soy la mejor opción.

—¡Pero aún así! No sabemos si ustedes son compatibles. El puede rechazar tu sangre. ¡Puede morir con un inmenso dolor o convertirse en un monstruo y vivir para siempre con ese tormento! Incluso puede afectarte a ti. ¡¡Es demasiado arriesgado!!

—La marquesa Solder tiene razón, señora. Lo mejor es matar al niño.

«Puede que tengan razón.¿Exactamente, por qué estoy haciendo esto? Ya he matado a otras personas antes, incluso niños. Entonces, ¿qué hay en este humano que es diferente? No... No es él, es su situación.»

—Yo, Lillianne Soleil, cómo futura emperatriz de este imperio, les ordeno que no se metan en esto.

—¡Pero Lillianne...!

—Es una orden.

Abigail se apartó y Midna permaneció en silencio. Con la daga, Lillianne hizo un corte en su mano, y dejó que el niño ingiriera la sangre negra de la demonio. Los primeros segundos fueron tranquilos, sin embargo, todo empeoró. Un inmenso dolor atormentaba al niño.

—¡¡Ugh!! ¡Due... Duele! ¡¡¡Duele mucho!!! ¡Ayuda...!

—Llevenlo a mi cuarto.

Él niño seguía retorciéndose de dolor, su tormento era enorme.

—Ya no hay vuelta atrás, Lillianne. Ahora hay que ver si acepta la sangre. Si no... morirá.

—La aceptará.

El niño dejó de moverse. Estaba inconsciente.

—Sin embargo, si él vive o muere, eso depende de él.

—¿Qué?

Pasaron las horas, los días, pero el niño no despertó.

—¿Lillianne, sigues ahí?

—Le estoy escuchando, su alteza.

—Te he dicho que me digas Ronan. ¿Por qué estás distraída?

«No puedo evitar pensar en todo este asunto del niño.»

—Estaba pensando en su alteza. El próximo año se cumplen 100 años desde nuestro compromiso.

—Es verdad. ¿Hay algo que quieras?

—Dinero, y una nueva mina ya desarrollada.

—Siempre pides ese tipo de cosas. Bueno, después de todo, el ducado Soleil se especializa en el desarrollo de minas y el comercio de joyas. Sabes, te verías muy bien con un collar de peridotos.

«"Peridoto, la esmeralda de los pobres" Qué indirecta tan directa.»

—Gracias, su alteza. Me siento alagada por vuestro cumplido.

«Como si fuera posible.»

Dos días después, Lillianne y Abigail estaban tomando el te en el invernadero.

—Ya estoy aburrida del mismo te. Debo pedir uno nuevo.

—Esa es la Lillianne habitual. Ja ja.

—Por supuesto.

Abigail miró hacia abajo.

—Ya han pasado dos semanas desde el incidente de Lucas. Aceptó tu sangre, justo como dijiste.

—Obviamente.

«Solo dije cualquier cosa. La verdad, es una sorpresa que aceptara mi sangre. Es demasiado raro.»

Ambas se transportan por las sombras hasta la habitación de Lucas y lo miran.

—Si ya aceptó tu sangre, ¿por qué no despierta?

—Quien sabe. Puede que esté teniendo un sueño.

—¿Un sueño?

—Si. Uno del que no quiera despertar.

Tampoco es que Lillianne esté tan equivocada. Más allá del mundo humano y el de los vampiros, un nuevo lugar había dado la bienvenida a Lucas. Tan cálido... tan acogedor... como mismo hogar. Era lo suficientemente hermoso como para no querer regresar, y hacer que Lucas cierre los ojos, tal vez para la eternidad.

—Lucas, no corras tanto.

—Jeje. ¡Soy más veloz que mamá!

—Si. Ese es mi niño. Ha superado a mamá.

Después de tanto tiempo separados, al fin, madre e hijo se encuentran en la brecha entre la vida y la muerte.

—Mira, mamá, ¡es una flor! Toma, ¡te la doy!

—¿Para mi? Es muy linda, gracias.

—¿No estás feliz, mamá? Te ves triste. ¿No te gustó?

—Oh, no es nada. La flor me gustó. Es preciosa.

Lucas no mentía. Su madre mostraba una sonrisa triste. Una lágrima comenzaba a salir, pero ella la limpió casi instantáneamente. Luego, suavemente, abrazó a su hijo al que tanto amaba.

—¿Mamá...?

—Oye Lucas... Ya hemos jugado demasiado tiempo. Debes regresar.

—¿Regresar? ¿A donde? Mi lugar es con mamá.

—Quedarte conmigo te matará. Esto no es más que un sueño. Debes regresar al mundo real.

El niño estaba sorprendido... y desesperado.

—¿Qué? ¡No! Al fin estoy con mamá. Quiero seguir con mamá.

—Yo también quiero jugar más con Lucas, pero... Has estado jugando mucho.

—¡No me importa!

Lucas empieza a llorar. Todo a su alrededor comienza a desmoronarse. Una puerta aparece detrás de cada uno. Detrás de la madres se encontraba una puerta negra, sin embargo, la puerta detrás de Lucas era blanca. Blanco y negro... Vida y muerte...

—Mamá, esto se está derrumbando, ¡hay que irnos!

El niño corrió en dirección a la puerta negra, pero su madre lo detuvo.

—Es peligroso ir hacia allí.

—¡Entonces...!

Lucas tomó la mano de su madre y se dirigió a la puerta blanca, pero una fuerza invisible hizo que la mujer no pudiera avanzar.

—¡Mamá!

—Es el momento de despedirnos, Lucas.

—No... Volví a verte... Quiero ir contigo al cielo.

De repente las palabras de Lillianne vienen a su mente: "Tu madre murió para salvarte. ¿Dices que la vida que tú madre salvó no vale nada?"

—Pero...

—Dentro de muchos, muchos años, iras al cielo. Ahora vive todo lo que puedas, y cuando nos reencontremos en el cielo, ¿me contarás las cosas que hiciste cuando vivías?

—...

—Lucas, respóndeme por favor.

—Si...

La madre sonrió, mientras sus lágrimas salían.

—Bien... Es una promesa.

Ambos cerraron la promesa entrelazando sus meñiques y se abrazaron, para luego dar media vuelta. La madre se dirigió hacia la puerta negra y Lucas hacia la blanca. Tocaron la manija de la puerta al mismo tiempo.

—Oye, mamá... ¿Podré verte antes de ir al cielo?

—Quien sabe... Puede que si, en un sueño.

El espacio casi se derrumba por completo. Las puertas comenzaban a romperse.

—Entonces, mamá... Hasta luego.

—Si. Hasta luego.

Ambos abrieron las puertas al mismo tiempo y una luz del color de sus respectivas puertas inundó el lugar.

—¡Ah...!

Lucas finalmente abrió los ojos.

—¿Dónde... estoy...?

El niño miró a su alrededor, y vió a Lillianne sentada en una silla al lado de la cama, con un libro en sus manos.

—Te demoraste en despertar, humano.

                    Capítulo 3/Fin

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