Capítulo 2
Pasaron tres días y nada cambio. El niño casi no hablaba, y cuando lo hacía, lo único que salía de su boca era "Quiero morir". No atinaba a nada, solo se desplazaba por la mansión como un alma vacía. Las únicas veces que se le podía ver pensando por si mismo, era cuando se escapaba para ver la tumba de su madre. Las cosas no podían seguir así, y Lillianne lo sabía.
«A este paso, habré gastado dinero en vano. Maldito ingrato»
—Midna, envía una carta a la casa Solder. Necesito que venga Abigail.
—Entendido.
A la mañana siguiente llegó la invitada.
—¡Lillianne! Mi querida amiga, ¿qué necesitas? Debe ser algo serio como para poner que no trajera a mi cáliz.
—Si. Te lo contaré todo y luego el por qué de tu visita.
Abigail Solder, marquesa y la más cercana a Lillianne de toda la aristocracia. Una vampiresa alegre que aún conserva sentimientos. Su cáliz es una niña humana de 7 años que ella salvó hace tiempo. Se podría decir que su situación y la de Lillianne es la misma.
—Es una sorpresa que hayas recogido a un niño humano. Je je ¿No será que te estás ablandando?
—Sabes que ese no es el caso.
—Sin embargo, mi pregunta es... ¿por qué debo hacer de niñera?
—Yo nunca dije de ser niñera. Solo que cuides al niño y hagas que se recupere de su patético estado emocional.
«Si este asunto no se resuelve, habré perdido 70 valiosas monedas de plata.»
—Está bien, haré lo que pueda. ¡Después de todo amo a los niños! ¡Puede que incluso mi cáliz y el niño lleguen a jugar juntos!
Un crujido se escucha por toda la habitación. Las puertas del salón de té se habían abierto, dando paso a Midna con el niño en brazos.
—Lo encontramos subido en un árbol. Calló en unos arbustos, por eso solo tiene leves heridas.
«Se quería suicidar.»
El niño miró al nuevo rostro en la habitación y luego dirigió su vista a Lillianne.
«¿Qué es lo que miras, humano?»
Abigail avanzó hacia donde estaba el niño, sonrió y lo cargó en sus brazos.
—¡Hola, soy Abigail! "Abigail" puede ser un poco difícil de pronunciar, así que dime "Abi"
«Un apodo bastante raro.»
—¿Cómo te llamas?
El niño no respondió, solo miraba a la mujer que lo cargaba.
—Tienes unos ojos muy bonitos.
«Ahora qué lo pienso, sus ojos son amarillos, algo que es muy raro en los humanos. Recuerdo haber escuchado que algunos humanos tienen colores raros y únicos de ojos.»
—Mmm
«Si le sacara los ojos y los subastara, ¿Cuánto ganaría? Podemos hacer lo mismo con los huesos y el corazón, y el resto del cuerpo se lo vendemos a los plebeyos.»
Abigail y el humano se retiraron de la habitación. Los días pasaron, pero solo hubo una pequeña mejoría por parte del niño.
—Al parecer el niño se llama Lucas. ¿Lillianne? ¿Me estás escuchando?
—Te escucho, Abigail. Solo estoy terminando de escribir una carta. Midna, manda esto al hermano de Ray.
Dos días después, un nuevo invitado llegó. Un vampiro de 3000 años, de ojos verdes y un hermoso cabello negro. Era el conde Fray Lancaster, hermano de Ray Lancaster, el único sirviente vampiro de la mansión Soleil.
Fray había sido convocado a la mansión con el propósito de ser el maestro de Lucas. Un niño sin educación, no sería capaz de servir en un futuro a la duquesa Soleil como mayordomo. Las clases fueron... no muy normales, por decirlo de alguna forma. El niño solo se limitaba a copiar lo que decía el profesor. No respondía a las preguntas que se le hacían directamente, aunque eso no le importaba a Fray. Para él, su único propósito era obtener dinero por una labor tan "inútil" como educar a un esclavo.
—Abigail, haste cargo del niño por hoy. Debo salir.
—Hoy era el día, ¿no?
—Si. Midna, prepara un carruaje y llama al guardia.
—Entendido.
Aproximadamente 10 minutos después, Lillianne ya se encontraba en el carruaje dirigiéndose hacia su destino, el palacio real. Grandes torres se veían en la distancia. Estás eran tan altas, que te hace preguntarte que tan grande es la cueva que sirve de barrera a todo un imperio gobernado por vampiros.Al llegar, subió aquellas escaleras que parecían no conocer final. Siguió caminando por un pasillo oscuro, iluminado solamente por la débil luz de una vela. Al llegar a unas grandes puertas, el guardia que las custodiaba se inclinó ante la presencia de la duquesa y le anunció a la persona que se encontraba al otro lado de las puertas.
—Su alteza, la Duquesa Soleil ha llegado.
—Has que pase.
Las puertas se abrieron y Lillianne entró. Inmediatamente luego de que las puertas se cerraran con un fuerte retumbar, Lillianne se inclinó ante la persona que tenía delante.
—Saludos a Su Alteza Real el Príncipe Heredero, Futura Noche de este Imperio.
—Te he dicho que puedes ser más informal conmigo, "Duquesa Soleil, Luna del Imperio". Después de todo, soy tu prometido. Puedes decirme solamente Ronan.
—Usted es de un rango más alto que el mío. Incluso después de convertirme en vuestra consorte, tengo pensado continuar llamándolo por vuestro título.
Ronan Hebrim, príncipe heredero del imperio y prometido de Lillianne. Con 2600 años de edad, y una personalidad retorcida, se ganó la lealtad de muchos reinos del imperio.
—Oye Lillianne, ¿cuándo nos vamos a casar? Has estado postergándolo por 84 años.
—Aún no estoy lista, su alteza. De todas formas, para nosotros los inmortales, 84 años no son nada.
«Porque se, que una vez que me case y me convierta en emperatriz, perderé mi libertad. No... ¿alguna vez he sido libre?»
—De acuerdo, esperaré, ya que realmente te amo. Fue por eso que te pedí que fueras mi prometida.
«Mentira. Te escuché decirle a tu mayordomo que solo me escogiste a mi por ser la demonio de clase más alta en este imperio de vampiros. Me necesitas para darte hijos de raza mitad vampiro - mitad demonio.»
—Agradezco los sentimientos que su alteza siente hacia mi.
—Oye Lillianne, ¿me amas?
«...»
—Sí...
—Bien dicho, eres muy obediente.
«Deberías saber que los demonios no conocen el amor.»
Durante todo el tiempo que estuvieron hablando, el príncipe siempre mantuvo una sonrisa "dulce". Eso es lo que pensarían muchos, pero Lillianne lo sabía... Esa sonrisa para ella, solo mostraba un fuerte sentimiento de obsesión y posesión.
Unas horas después, Lillianne ya debía retirarse. Al salir de la habitación, una sirvienta demonio bastante voluptuosa esperaba afuera.
«Por el buen cuerpo que tiene, posiblemente sea un súcubo.»
Ambas hicieron contacto visual, y luego la sirvienta fue a donde el príncipe.
«Aunque intenten vestirla de sirvienta, es inútil, porque ya lo se. Ella es una de las muchas concubinas del príncipe heredero.»
Lillianne ya se encontraba en el carruaje de regreso a la mansión Soleil.
«Ahora que lo pienso, Abigail me recomendó que llevara al humano a un lugar donde le diera el sol. Los cáliz no lo necesitan ya que no son completamente humanos, pero un esclavo es diferente. Qué molesto. En primer lugar... ¿por qué salvé al humano? ¿Qué gano haciéndolo? Solo me ha traído problemas. ¿Debería matarlo?»
Un rato después Lillianne llegó a la mansión y se enteró de que las clases de Fray se habían suspendido. El niño había escapado hacia el cementerio de la mansión, dónde se encontraba enterrado el cadáver de su madre.
—Abigail, ¿porqué el salón de clases está así?
—Según lo que me dijo Fray, cuando Lucas debía responder una pregunta, le dió un ataque de llanto y destrozó todo.
Sillas y decoraciones tumbadas, papeles caídos en incluso una ventana rota. Eso no puede hacerlo solo un niño.
«Al parecer Fray forcejeó con el niño, aunque no mencionó nada para no perjudicar su posición.»
Lillianne agarró la libreta y miró las delicadas páginas en busca de respuestas. Un ejercicio escrito por el profesor le llamó la atención: "Escriba con tres oraciones su día perfecto"
«Fue esto.»
Lillianne dejó la libreta y fue en dirección al cementerio. Un frágil y pequeño cuerpo encorvado yace frente a una tumba.
—¿Qué haces aquí saltándote las clases? ¿"Quiero morir" es lo que me responderás?
—Quiero morir...
(Todos los avances que ha tenido gracias a Abigail... Su estado mental ha retrocedido.)
—Dicen que cuando uno muere va al cielo. Si mi mamá ya murió y yo muero también... podré verla en el cielo.
«Un análisis interesante, pero es en vano. Más allá del cielo y el infierno, cuando los humanos mueren, solo se encuentran con su fin.»
—Quiero morir.
«"Ingrato"... Seguramente el no entienda esa palabra. Entonces...»
—Eres un malagradecido.
El niño miró a la demonio con sus ojos carentes de vida.
—Tu madre murió para salvarte. ¿Dices que la vida que tú madre salvó no vale nada?
Luego de eso Lillianne se fue, dejando al niño solo. "¿Entonces... qué hago?" fueron las palabras que dijo el humano, pero la demonio ya estaba demasiado lejos para escucharlo.
Pasaron tres días y el patrón de conducta "quiero morir" del niño volvió, junto con otro suceso inesperado. Lillianne leía tranquilamente un libro en su cuarto, mientras Midna limpiaba la habitación. Sin embargo...
—Midna, ¿sientes ese olor?
—Es un olor a sangre.
—Si. Es sangre humana.
Lillianne caminó por la mansión acompañada de Midna. Seguían el rastro de sangre, el mismo que las condujo a una zona de descanso en el ala este de dicha casa. Al traspasar la puerta, observaron la escena. Un suelo cubierto de sangre y el niño humano tendido allí, cuya vida parecía querer escaparse de sus frágiles manos. Su piel empezaba a ponerse pálida, y en su cuello, la clara marca de dos colmillos hacia contraste con la oscura sombra de la muerte, la cual acechaba silenciosamente a aquella alma inocente, y con sus horrorosas garras, esperaba el momento adecuado para arrancarle los últimos restos de vida que le quedaban.
Por otra parte, alguien más se encontraba en la habitación en ese momento. Un hombre, de un hermoso cabello negro. Su boca estaba roja, al igual que sus manos. Su ropa también. Sus colmillos estaban ligeramente separados del cuerpo de la víctima. "Culpable" y "asesino" no son las palabras adecuadas para describir a esa persona, después de todo, es su naturaleza. Esto no es una injusticia, tampoco un crímen. Si hay que culpar a alguien, sería a su condición, e incluso así... ¿Acaso él es culpable de ser así? Su único pecado es haber nacido como "vampiro", y culpar a alguien por eso... eso si es una injusticia.
Lillianne avanzó un poco, pero luego se detuvo. Miró al humano y luego al vampiro que lo había matado.
—¿Qué estás haciendo aquí, Ray?
Capítulo 2/Fin
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