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Capítulo 18

—¡Oh, Lucas!

—Hola, Rose.

Ella también ha crecido.

La humana se acercó corriendo a Lucas, pero luego se detuvo abruptamente al ver el rostro de Lillianne. Erns también la miró. Al parecer la relación entre ellos no había mejorado nada.

—Iré a hablar con Abigail. Ustedes, humanos, hagan lo que quieran.

Y así Lillianne se retiró. Subió las escaleras en busca de Abigail, pero no la encontró por ningún lado. Mientras caminaba sin rumbo, por un momento escuchó una leve tos proveniente del baño.

—¿Abigail?

Lillianne se dirigió al cuarto de baño y encontró a Abigail tirada en el suelo con un recipiente en sus manos, vomitado.

—¿Li... llianne...?

—Si, soy yo. ¿Qué te pasa? Vomitaste bastante.

—Ah... yo, eh...

La vampiresa miró el recipiente en sus manos, el cual estaba completamente lleno de vómito.

—Yo... A mi... me calló mal la comida...

—¿En serio?

—Si...

—Ya veo. ¿Dónde está Edwin?

Lillianne ayudó a Abigail a levantarse.

—Fue llamado... por el... Emperador.

«¿Por el Emperador?»

—¿Para qué?

—No se...

—Primero te llevaré a tu habitación.

A paso lento, ambas se dirigieron a la habitación. Luego de Abigail acostarse en su cama, Lillianne habló.

—Venía para darte la invitación al debut de Elías. ¿Estás en condiciones de...?

—Si...

«Abigail, ¿en serio es solo indigestión lo que tienes? Aunque pregunte, no me dirás.»

—Me iré ahora. Llamaré a los cálices.

—¡No!

—Entonces a un sirviente.

—Tampoco. Solo... quiero dormir. Tu también vete. Por favor.

«¿Abigail?»

—Está bien, me retiraré.

Cuando Lillianne bajó las escaleras se encontró con Edwin. Al parecer había llegado.

—¿Fuiste llamado por el Emperador?

—Ah, si. Al parecer Abigail te contó. Uno de los barcos que preparé para comerciar con otro imperio fue saboteado. Además, hubo un brote de una enfermedad rara que solo afecta a vampiros. Los marineros lloraron sangre. Aún se están investigando las causas y los otros síntomas.

«¿Llorar sangre? Eso es común para los demonios, pero no para los vampiros.»

—Me pregunto que será. Me retiro ahora. Ya le di a Abigail las invitaciones de todos ustedes para el debut de Elías. Ah, a ella parece haberle caído mal una comida. Ve a verla.

—¿¿Se siente mal?? Iré a verla ahora.

Un Edwin preocupado subió las escaleras, mientras que la demonio fue a donde se encontraba Lucas.

—Nos vamos, humano.

—De acuerdo. Erns, Rose, nos vemos.

—Oye tu, demonio.

Erns le había hablado a Lillianne cuando ella y Lucas se disponían a irse.

—Habla, cáliz.

—.....

Un raro silencio inundó el ambiente. ¿Por qué Erns se quedó callado?

—Olvídalo.

—No me hagas perder mi tiempo, cáliz.

La demonio dio media vuelta y Lucas la siguió.

«Una enfermedad que afecta a vampiros... La última vez que ocurrió esto fue hace más de un milenio, y al final resultó ser que era por una contaminación en la sangre de los humanos. Está vez parece ser diferente. Abigail, Edwin y Gallian deben tener cuidado.»

Pasaron los días y llegó el debut de Elías en la mansión Soleil. El salón de baile era enorme.

—Abigail, llegaste.

La vampiresa lucía bastante bien y se había recuperado completamente de su indigestión. Mirándola ahora, nadie pensaría que una vez estuvo tirada en el suelo y vomitando.

—¡Si! La fiesta tiene un buen ambiente. A Erns y a Rosemary le gustó mucho.

Algo notable en esta celebración es que no se prohíbe la entrada de humanos. Algunas familias también lo hacen, aunque no con buenas intenciones. Es normal que los cálices y esclavos acompañen a sus amos, y los escoltas tienen obligado ir. De esta forma, nadie sospechará de Lucas. Aunque para esto... tuvieron que quitarle a Zero. Sería raro ver a un esclavo y escolta que oculta su presencia con un artefacto que le dió su amo.

Lillianne salió del salón de baile y se dirigió a donde se encontraba el último miembro de los Soleil.

—Elías, los invitados han llegado. Es momento de entrar. ¿Recuerdas los pasos? Eres malo bailando.

—Claro que los recuerdos. Si "alguien" no fuera más alta que yo, todo sería más fácil.

—No me culpes por tu carencia de estatura. Deja eso y apúrate.

Elías extendió la mano y Lillianne la tomó. Las puertas se abrieron y los guardias anunciaron su llegada.

—¡Luna del Imperio, la Duquesa Lillianne Soleil, y el sucesor del ducado Soleil, Elías Soleil!

Ambos caminaron y se detuvieron frente a los invitados.

—Gracias por asistir al debut de mi sucesor. Espero que disfruten de la fiesta.

Luego de que Lillianne, la actual Duquesa dijera esas palabras, ella y Elías bajaron las escaleras y caminaron hasta el centro del salón de baile. La música comenzó, y ambos empezaron a bailar.

—Elías, es la cuarta vez que me pisas.

—El baile es una pérdida de tiempo.

—El baile es parte de la etiqueta. Compórtarte.

—Haaa...

La música se escuchaba en todo el salón. Mientras la Duquesa y su sucesor bailaban, nadie podía apartar los ojos de ellos. Ojos de indiferencia, ojos maliciosos, ojos envidiosos e incluso de admiración. Soleil, Alfierce y Hebrim son las tres familias más adineradas del imperio. Hebrim debido a que es la familia imperial, Alfierce ya que el Archiduque es el hermano del actual emperador. En cuanto a Soleil... ellos si son increíbles.

La música terminó, y Lillianne y Elías hicieron una reverencia. Ahora los demás podían bailar. Una nueva melodía fluyó mientras los invitados con sus parejas salían a bailar. Entre ellos se encontraban Abigail y Edwin. Erns y Rosemary solo bailaron en una esquina. Un hombre se acercó a la demonio. Su rostro no era muy agradable de ver.

—Saludos a Su Alteza Real el Príncipe Heredero, Futura Noche del Imperio.

—Saludos a Su Alteza la Duquesa Lillianne Soleil, Luna del Imperio. ¿Me concedes esta pieza, Lillianne?

«No quiero.»

—Por supuesto.

Ronan y Lillianne se tomaron de la mano. En el momento en el que comenzaron a bailar, todos fijaron su atención en ellos. Sin embargo, entre todas las miradas envidiosas, había una diferente. ¿De donde provenía? No se sabe, sin embargo su objetivo era Ronan. Ira, celos y una terrible sed de sangre.

—No falta mucho, Lillianne.

—¿A qué se refiere, Su Alteza?

—Nuestra boda.

«Ah... Es verdad. Ya se acerca el límite que él puede permitirme. Lo pospuse más porque Lucas... Lo pospuse porqué tenía algo que debía proteger. Pero ahora...»

—Este año será, Su Alteza.

—¿Si?

—A finales de este año.

«A pesar de la inmadurez de Elías, él es un buen sucesor. En cuanto al humano... su cumpleaños 18 se acerca. Ya no tengo más nada a lo que aferrarme.»

—Es un alivio Lillianne.

La música fue disminuyendo gradualmente, y en ese tiempo Ronan agarró la cintura de Lillianne y la acercó hacia él. Inclinó su rostro y le susurró al oído unas palabras que le causaron escalofríos a la demonio.

—Estoy ansioso por nuestra boda.

Ambos terminaron su baile con una ligera reverencia.

—Nos vemos, Lillianne.

—Si.

«Estúpido. Mejor busco a Gallian.»

A lo lejos se observaron a dos personas idénticas.

—Gallian, Edwin, ¿sucede algo?

—Oh, Lillianne. Te cuento ahora. Nos vemos, Edwin.

La próxima pareja de baile de Lillianne sería Gallian. Sus pasos estaban completamente coordinados. Bueno, después de todo llevaban juntos 2400 años.

—Entonces, ¿cuál es el problema?

—Edwin seguro te habló del brote de la enfermedad.

—Si.

—Las personas infestadas se curaron.

«¿Se curaron?»

A primera vista, este acontecimiento podría parecer algo bueno, pero en realidad no lo es.

—Se curaron por si solas. Todas al mismo tiempo. A las 3:10 am de ayer todos los síntomas desaparecieron.

«Algo como esto...»

—Gallian, tal vez...

—Si. Creo que es probable que alguien haya causado la epidemia y la esté controlando.

—También pienso igual. Aunque... si hay una persona controlando la epidemia, ¿por qué la detuvo?

—No se. Necesitamos investigar más. Desgraciadamente no tenemos ninguna pista que seguir.

La hermosa melodía se detuvo indicando el fin de la canción.

—Iré con los Solder. ¿Tú que harás?

—Iré a la terraza a descansar. Nos vemos, Gallian.

La demonio caminó hacia la terraza, con su mente llena de pensamientos. El aire gélido le recorrióa la espalda. Miró hacia arriba, pero solo pudo observar rocas. La misma roca de la que estaban hecha la cueva, era la que impedía observar el cielo nocturno y las estrellas.

«Ahora que lo pienso, la vista no es muy diferente a la de ese entonces. En aquel entonces, también había una cueva que cubría el infierno. Aunque el fuego era tan intenso que no te permitía mirar hacia arriba, o eso me han contado. Después de todo, el fuego no me ataca, me abraza.»

Un calor abrazador, los gritos de aquellas almas pecadoras que imploran por una segunda oportunidad... Todo era tan agradable.

«Definitivamente era mi hogar.»

Si al menos todo se hubiera limitado a eso, pero nada dura para siempre.

«No te lo perdonaré.»

Unos pasos se escucharon desde atrás, e inmediatamente Lillianne se dió la vuelta para ver a la persona que osaba con interrumpir sus pensamientos.

—Lucas.

—¿Qué haces aquí, Lili?

Lucas sonrió al escuchar que la demonio había dicho su nombre e inmediatamente le había respondido con la misma sonrisa. Él se acercó un poco más, pero sin invadir su espacio personal. El tiene claro cual es el límite.

Lillianne abrió la boca para hablar, pero luego la volvió a cerrar.

—¿Lili? ¿Qué pasa?

—Nada. ¿Qué haces aquí?

—Yo...

«Está inquieto. ¿Qué le pasa?»

—Habla, humano.

Lucas respiró hondo y extendió la mano hacia la demonio. La melodía del salón de baile aún podía escucharse a pesar de la distancia.

—Lili, ¿bailamos?
       
                   Capítulo 18/Fin

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