Capítulo 12
—Humano, ¿qué haces aquí?
«No me digas que lo vio todo»
Lillianne dio un paso, pero Lucas retrocedió. Las manos del niño temblaban mientras abrazaba el gato de peluche que la demonio le había dado.
«Ah, esto es...»
—¿Me tienes miedo, humano?
Lucas no dijo nada. Lillianne asintió y salió del calabozo, dejando al humano atrás. Cuando ella se fue, Lucas soltó el muñeco que la demonio le había regalado y salió corriendo en otra dirección.
El ambiente era bastante incómodo. Abigail, Gallian y Midna ya estaban enterados de la situación. Intentaron hablar con Lucas, pero fue en vano. El humano también comenzó a comer en su habitación. Hace un tiempo, Lucas había dicho alto interesante. "Una persona que mata no es buena, pero un demonio que protege no es malo" Entonces, ¿esas fueron palabras vacías? Con solo mirar al niño puedes notar el miedo.
Los días pasaron y llegó el momento en que Lillianne y Lucas salgan a tomar el sol, sin embargo...
—Mi señora, el humano se niega a salir.
—Lo imaginaba. Midna.
—¿Si?
—Llevarás al humano a tomar el sol.
La situación estaba empeorando, sin embargo Lillianne estaba relajada. O al menos, eso es lo que todos piensaban. Una pequeña gota de intranquilidad perturbaba a la demonio.
«Por eso los sentimientos humanos son inútiles»
Es verdad que Lillianne siempre había protegido a Lucas, pero hasta ahora nunca se había preocupado por lo que él pensara de ella. ¿Qué pasó para que cambiara? Ah... fue el dibujo. El primer regalo que Lillianne recibió por su cumpleaños. Sin embargo, ya no hay nada que hacer. Lucas le tiene miedo a Lillianne.
En la noche el humano continuó encerrado en su cuarto. Mientras tanto, un invitado llegó. Lillianne salió a recibirlo.
—Bienvenido, Elliot.
—Gracias, Lillianne.
El príncipe vampiro entró en la habitación. Gallian se puso feliz y extendió sus brazos hacia Elliot.
—¡Cuánto tiempo sin verte, Elliot! ¿Has estado bien!
—Ha sido un tiempo. He estado bien. Gallian, tu también pareces bien.
—Claro que si.
Gallian abrazó a Elliot mientras que Lillianne se limitó a mirar. Luego la puerta se abrió, dando paso a una vampiresa.
—Estoy aquí... ¡Oh, Elliot! Al fin viste a Gallian.
—Si. ¿Te creció el cabello, Abigail?
—¡Si! ¿No es lindo?
—Te queda bien.
Abigail y Elliot también son buenos amigos. Dado que Elliot no puede salir fácilmente del palacio, y Gallian que desaparece por 100 años, no hay muchas ocasiones para que los cuatro se reúnan. Naturalmente, cenaron juntos y conversaron un rato más después.
—Lillianne, Gallian.
—¿Qué ocurre, Elliot?
Los Soleil respondieron al unísono. El príncipe vampiro hizo una mueca y luego habló.
—Por favor tengan cuidado con el Archiduque. Sobre todo tú, Lillianne.
No es de extrañar que Lillianne sea el objetivo principal del archiduque, después de todo, ella es la actual Duquesa Soleil y también la Luna del Imperio, ya que es la esposa del príncipe heredero.
—No te preocupes. Antes de que consiga dañarme, será encerrado en la Doncella de Hierro, y luego personalmente le clavaré una estaca en el corazón, se lo arrancaré y lo quemaré.
Una idea bastante sanguinaria, pero en fin. Ah, la Doncella de Hierro es un elemento de tortura antiguo que consiste en meter el cuerpo humano en un espacio similar a un clóset. Lleva pinchos por dentro. Cuando las puertas se cierran, los pinchos perforan el cuerpo de la persona haciéndola sufrir y luego matándola. Los gritos de aquellos que mueren dentro de la Doncella de Hierro son desgarradores. Más o menos ese es el futuro que le aguarda a nuestra querida basura de archiduque.
Nadie pareció perturbado por las palabras de Lillianne. En realidad parecían bastante satisfechos.
«Seguro que el humano lloraría si me escuchara.»
Elliot y Abigail se fueron. Era de noche, así que Gallian se pondría a trabajar en su oficina, sin embargo Lillianne debía dormir. Luego de ponerse su camisón negro, se acostó en la cama y se sumergió en un profundo sueño. Todo estaba oscuro. No estaba soñando, pero había algo raro.
—... ñora. ¡Se... ra!
«Alguien me está llamando. También hay un extraño olor»
—¡Señora!
—Te escucho, Midna. ¿Qué está pasan... ¿Eh?
«¿Qué es esto? No, más importante... ¿Quién hizo esto? Lo mataré.»
Lillianne no podía creer lo que veía. La demonio no ha dormido mucho. Ni siquiera es de día, entonces... ¿como es que la mansión está sumergida es fuego?
Lillianne se levantó rápidamente y se dirigió a la repisa. El dibujo que le dio Lucas comenzaba a quemarse. La demonio lo sacudió hasta que el fuego desapareció. Agarró un libro y puso el regalo dentro. Luego se dirigió hacia Midna.
—Informe.
—Los sirvientes demonios de más bajo rango han sido evacuados. El señor Soleil también. Los sirvientes de mayor rango están rescatando los objetos de valor. El fuego es demasiado intenso para intentar apagarlo.
«Y así es como la mansión principal de los Soleil desaparece.»
—¿Y el humano?
—En cuanto a eso... no hemos podido encontrarlo.
«¿Qué?»
—No estaba en su cuarto cuando fuimos a buscarlo. Hemos buscado por todos lados y no lo encontramos. No podemos sentir su esencia. Posiblemente tenga el artefacto Zero puesto.
«Ultimamente es un problema detrás de otro. Ya ni dormir puedo.»
—Midna.
—Si, señora.
—Agarra este libro y no dejes que se queme. Cancela la búsqueda del humano. Yo me encargaré de eso. Saldré por la puerta trasera de la mansión de sirvientes.
—Entendido.
La mansión de sirvientes se encuentra detrás de la mansión Soleil. Allí viven los sirvientes. Ese lugar es muchísimo más pequeño que la mansión principal, sin embargo, aún es bastante grande.
Lillianne caminaba atravesando las llamas, sin embargo nunca se quemó. Su vestido tampoco sufrió daños. Eso sí, tanto la demonio como su ropa tenían pequeños rastros de hollín.
Lillianne buscó por todos lados, pero Lucas no se encontraba por ninguno de ellos. Ese artefacto ocultaba su esencia, así que no podía seguir su rastro.
«Para que incluso alguien como yo no pueda encontrar el rastro... Los Van Helsing son talentosos.»
Aunque este no es el momento de elogiarlos.
«¿El humano habrá muerto? Veamos... un lugar donde el fuego no llegué fácilmente... y que sea lo suficientemente profundo como para no escuchar a alguien gritar o pedir ayuda...»
La demonio puso los ojos en blanco.
«Si lo hubiera sabido antes, me habría ahorrado recorrer toda la mansión y ensuciarme de hollín. Haaa... »
Luego de un débil suspiro, Lillianne se dio media vuelta y comenzó a caminar en la dirección contraria. Delante de ella se encontraba la puerta del calabozo, que había sido bloqueada por pilares de madera caídos.
«Un problema tras otro.»
Lillianne extendió la mano, y dijo algo en un idioma imposible de reconocer. Bueno, no tanto. Solo dijo un simple hechizo alrevés.
—Sotirg sut atsah samall sut noc azarba. Onreifni led luza ogeuf.
De su mano salió un hermoso fuego azúl el cual envolvió los pilares caídos de madera. En pocos segundos, los obstáculos que bloqueaban la puerta quedaron reducidos a cenizas.
«Ha pasado tiempo desde que utilicé ese hechizo.»
La puerta se abrió, e inmediatamente se escucharon los débiles sollozos de alguien. A medida que Lillianne avanzaba, ese sonido que una vez fue débil se hacía cada vez más fuerte.
«Es una suerte que el fuego aún no haya llegado a esta parte. Sin embargo, hay un poco de humo.»
Cuando la demonio bajo las escaleras del calabozo y dobló la esquina, lo vio. En una esquina de la habitación, junto a una guillotina y a un montón de cabezas separadas de sus cuerpos, se encontraba Lucas. Estaba acurrucado, llorando. Abrazaba con sus manos temblorosas el gatito de peluche que le regaló Lillianne. Lo abrazaba tan fuertemente, pero a la vez con tanto cuidado, como si solo con la más mínima señal de brusquedad pudiera romperse en pedazos. Era como si aquel sucio muñeco lleno de hollín fuera su único consuelo. Era lo único a lo que podía aferrarse en este momento.
—Humano.
La voz de Lillianne resonó en el calabozo, haciendo contraste con el aire gélido y pesado de la habitación. Lucas levantó la cabeza. Sus ojos no paraban de soltar lágrimas. No, ahora que vio a Lillianne, estaba llorando incluso más.
«Aún me tiene miedo. No hay nada que pueda hacerse.»
La distancia que separaba a ambos era de unos seis metros. Lillianne se agachó cautelosamente, casi como si le dijera a Lucas que todo estaba bien, que ella no le haría daño.
—A... ah... Li... Lili...
La voz del humano estaba temblorosa.
«¿Tanto miedo me tiene?»
Lillianne extendió los brazos.
—Humano, ven.
Luego de escuchar esas palabras, Lucas inmediatamente se puso de pie con su peluche y corrió hacia Lillianne. La demonio solo iba a sacarlo de allí, pero Lucas hizo algo que ella nunca pudo imaginar. Él la abrazó.
—Lili, yo... ugh... lo... Lo sien... Lo siento.
Lillianne no reaccionó por un momento, pero luego puso su mano en la pequeña espalda de Lucas.
—Salgamos de aquí.
Lillianne cargó al humano. Cuando ambos salieron, Lucas se sorprendió al ver a la mansión en la que había vivido ser consumida por el fuego. Digo, él ya sabía que había un incendio, pero el fuego había avanzado mucho a como estaba antes cuando él se metió en el calabozo. Lillianne arrancó un pedazo de su vestido y mojó la tela en un balde de agua que se encontraba cerca.
—Tápate la nariz y la boca con esto. Así respirarás menos humo.
—Si...
Lillianne caminó, pero ya no podía atravesar las llamas. Si lo hacía, Lucas moriría.
«Por esto los sentimientos humanos son inútiles.»
Como la demonio imaginaba, la puerta principal estaba destruida, así que se dirigió a la mansión de sirvientes. Ambas estaban conectadas por un largo pasillo.
Lucas tosió. Tenía quemaduras en sus brazos, así que su agarre en la tela mojada disminuyó. Sin embargo, a pesar de eso, aún sostenía fuertemente el peluche que la demonio le dio. Lillianne no dijo nada. No podía decir nada. ¿Qué podría decir cuando alguien intenta proteger con todas sus fuerzas algo que ella había regalado? Nunca experimentó algo igual. Por esta razón, solo se concentró en salir de aquél lugar repleto de llamas. Quería salir. No por ella, ya que ella es inmune al fuego. Quería salir por Lucas. Tenía que salvar a Lucas. Solo habían pocas personas con las que ella se esforzaría de esta manera. Casos como este en el que debía dar todo de sí misma. Primero fue con Gallian, y luego se le sumó Abigail, Midna y Elliot. Ahora incluso se esforzaría hasta este punto para salvar a un humano al que conocía hasta hace un poco más de cuatro o cinco meses. Es absurdo. Por esto es que odia los sentimientos humanos, porque son debilidades. Sus debilidades están aumentando, pero ya no puede hacer nada. Ah... esto no es bueno. Muchas personas están abriendo la cerradura. Abren la cerradura, abren la puerta, y luego botan la llave en algún lugar desconocido. "Ya no puedo regresar."
Un sonido se escuchó desde el techo. Algo se ha roto. Lillianne miró hacia arriba, pero ya era tarde. La lámpara que colgaba del techo ha caído sobre ellos.
Capítulo 12/Fin
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