Capítulo 1
Una hora después, llegaron a la mansión principal del ducado Soleil. Con árboles muertos a los alrededores, un gran portón de metal ensangrentado y paredes de ladrillos negros, la mansión Soleil se hacía notar. Las puertas se abrieron con un crujido y luego, Lillianne entró junto con el niño humano. Una mucama se acercó y se inclinó ligeramente.
-—Bienvenida, mi señora. ¿Y ese niño humano? ¿Planea comerlo o subastarlo?
—No. Será entrenado como sirviente.
—Pero un niño tan pequeño no podrá resistir. No ha dejado de llorar. ¿No sería más beneficioso comerlo?
—¿Osas contradecir mis órdenes, Midna?
—No, señora.
Midna Noe, la jefa de los sirvientes en la mansión Soleil. Luego de que el anterior dueño del ducado Soleil asesinara a sus padres, se quedó sola con su hermano pequeño.
Lillianne dirigió su mirada al niño. Lo observó detenidamente, casi como si lo estuviera analizando. Luego de eso levantó la mirada, y dirigió su atención a Midna, la sirviente demonio más confiable que tenía.
—Midna, has que luzca presentable y que deje de llorar. ¿Tenías un hermano menor, no?
—Él está muerto. ¿No lo recuerda?
—Claro que lo recuerdo. Después de todo, fui yo quien lo mató. Ahora apúrate y has algo con este humano. Además, lee este papel y cumple la orden que hay en él.
Midna agarró el brazo del niño y se lo llevó mientras este lloraba. Luego de eso, Lillianne fue a su cuarto a descansar. Se quedó mirando un retrato suyo en la pared.
Algunos de los recuerdos de su vida comenzaron a inundar su cabeza, sin embargo, cualquier rastro de emoción por ellos había desaparecido. Ahora solo quedaba una desagradable sensación de vacío. 2500 años es suficiente para aceptar los hechos, sin embargo, dudo mucho que se puedan olvidar ciertas cosas, sobretodo aquellas que te perseguirán para siempre.
«Espero... que mi verdadera identidad se mantenga como un secreto... Sino... »
Sus párpados comenzaron a cerrarse, hasta que todo se volvió negro. No soñó nada, solo se mantuvo en esa oscuridad hasta dos horas después, cuando unos golpes en la puerta la despertaron.
—Señora, soy yo. Lo traje.
—Puedes entrar, Midna.
Midna ingreso en la habitación junto al niño. Aquel humano no paraba de llorar. Era demasiado. Muchos sentimientos lo atormentaban. La tristeza y el miedo de él seguían latentes. Estaban fuertemente arraigados en lo profundo de su corazón. Para un niño de 5 años, llorar de esa forma... Se supone que los niños deben ser felices, crecer rodeados de amor, mientras se les prepara para la vida. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué un alma inocente debe pasar tal agonía? Ante dicha situación, su corazón llegará a su límite. Sucumbirá al miedo y caerá en la desesperación antes de poder encontrar salvación, y cuándo eso pase, estará atado eternamente a la oscuridad.
—Midna, ¿trajiste lo que te pedí?
-—Sí.
—Tráelo.
—Enseguida.
Midna llamó a varios sirvientes, quienes rápidamente trajeron aquello que se mencionaba en el papel que le había dado Lillianne a Midna.
—¡¡Mamá!!
Un cuerpo sin vida bastante familiar fue puesto bruscamente en el suelo. El cadáver estaba bastante maltratado. Al parecer, no la trataron con cuidado cuando fueron a buscarla. La sangre había comenzado a secarse y su piel era muy pálida. Solo hacía que uno recordara lo horrible de su muerte, aunque también, digna de admiración.
El niño seguía llorando. Probablemente esta sea la vez que más lágrimas derrame... por el resto de su vida.
—Escúchame bien, humano. Tu madre será enterrada aquí. Ella nunca volverá a despertar.
Nunca volverá a hablarle, a mirarle, a darle de comer. No podrá volver a preocuparse por su hijo, a jugar con él, a demostrarle cuanto lo ama. No podría volver a hacer nada de eso. La muerte ya había abrazado por completo su pálido cuerpo, y cada minuto que pasaba, se notaba más que su alma ya se había ido.
El niño lloraba ante las palabras de Lillianne, quién no mostraba empatía alguna, ni siquiera maldad. De hecho, no mostraba nada. "Vacío" probablemente sea la única palabra que pueda describir los sentimientos de Lillianne en este momento.
—Te compré con 70 monedas de plata. Por eso, esfuérzate trabajando para mi, para que así el dinero que gasté no haya sido en vano.
El niño no dijo nada, solo lloró en silencio.
—Mi señora, la cena pronto estará servida.
—Bajo enseguida. Y llévate al niño. El también comerá. Otra cosa, Midna, hay que mantener vigilado a Ray. Que por ningún motivo se acerque a este humano.
—Como ordene.
Luego de 20 minutos, Liilianne fue al comedor. Este era bastante grande. Las paredes eran grises oscuras y las cortinas negras, al igual que el mantel de la mesa larga para 12 personas. Sin embargo, el mayor atractivo de esa habitación, y de la mansión Soleil en general eran los grandes vitrales. Algunas veces, los rayos de la luna entraban por un hueco que daba directamente a la cueva y a la mansión Soleil. Cuando esto pasaba, los vitrales eran innegablemente hermosos. Aunque su diseño era algo tétrico y sangriento, pero era por esta razón que irradiaba belleza por donde sea que se mirara.
Cuando Lillianne llegó al comedor y se sentó, como siempre, los sirvientes estaban parados muy cerca de las paredes. Sin embargo, esta ves, había alguien más, un niño humano que había sido salvado por Lillianne. Ya no lloraba, no estaba bien. Era como si le hubieran arrancado el alma. No reaccionaba a nada, y cuando te miraraba, era como si negara tu existencia y así, su mirada sin emociones regresaba otra vez a la nada.
«Ya tenemos nuestra comida servida, pero soy la única que come. Los humanos son cosas muy inestables. Basta con presenciar algo horrible o doloroso para que se rompan en pedazos, al igual que la porcelana.»
—¿Vas a comer?
El niño no reaccionó a la pregunta de Lillianne. Ella, molesta, se levantó, agarró la mandíbula del niño y la levantó para que él la mirara.
—Te estoy hablando. ¿Comerás, si o no?
Aunque el niño se demoró un poco en responder, pero lo hizo.
—No... No tengo hambre...
—¿En serio?
—Si...
—Ya veo.
Lillianne soltó al humano, agarró su plato de comida y lo tiró al suelo tan fuertemente que hizo un estruendo en la habitación en el momento del impacto. El suelo y la alfombra estaba sucias por la comida derramada.
—Entonces no comas.
El niño no se movió ni un centímetro. Todo le daba igual.
—Midna, que alguien limpie esto. Lleva al humano a su nueva habitación.
—Según las normas de los humanos, las habitaciones de la mansión Soleil no son apropiadas para niños ya que están pintadas de colores oscuros. ¿No importa?
—No importa. No tenemos pintura aquí de todas formas.
—Entendido, señora. Entonces lo llevaré a la habitación 2 del cuarto piso.
«Es la habitación más cercana a la mía. Mi habitación es la 1. Se nota que Midna tuvo un hermano pequeño.»
—De acuerdo.
Midna y el niño se fueron. Lillianne se quedó cenando en el comedor y cuando terminó se fue a dormir.
A la mañana siguiente, luego de que algunas sirvientas vistieran y peinaran a Lillianne, Midna entró con algo muy importante que decirle.
—Buenos días, señora. Es mi deber informarle que el humano se encerró en su habitación y no responde aunque se le llame. No tiré la puerta ya que es cara. ¿Qué debería hacer?
—Me teletrasportaré con las sombras a su habitación. Vienes conmigo, Midna.
—Si, señora.
Los demonios cuentan con algunos poderes de acuerdo a su status. En este caso, Lillianne puede viajar a cualquier lugar mientras haya sombra.
Lillianne tomó la mano de Midna y ambas se teletransportaron a la habitación del niño. Allí, contemplaron la escena. Una pequeña figura, débil y cabizbaja, estaba sentada en el suelo, en una esquina de la habitación. Había una silla bloqueando la puerta. Le debe haber costado mucho mover algo tan pesado.
—¿Qué haces en esa forma tan patética? Es hora del desayuno. ¿Significa que te quedarás sin comer otra vez?
Sin embargo, no hubo respuesta por parte del niño.
—¿Vuelves a mostrar esa conducta arrogante?
Cuando Lillianne se disponía a dar un paso para caminar, el abrió su boca para hablar.
—Quiero morir...
«¿Qué?»
—Quiero morir... Quiero morir.
«...»
—Midna, préstame tu daga de bolsillo.
—¿Señora?
—Solo obedece.
—Si, aquí tiene.
Midna obedeció y le dio la daga. Lillianne miró al niño, y en un parpadeo, ella recorrió la distancia que los separaba y agitó la daga, la cual terminó solo a un centímetro del cuello del humano. Una lágrima se dibujó en la mejilla del niño, seguida de muchas más, y antes de notarlo, había comenzado a llorar sin hacer el menor ruido.
—Si querías morir, ¿entonces por qué lloras?
—... Quiero...
—¿Qué?
—Quiero morir.
(¿Por qué lo sigue repitiendo?)
—Quiero morir... quiero morir... Déjame morir.
El niño seguía repitiendo esas palabras. Su respiración era entrecortada y lágrimas seguían fluyendo de sus ojos. Claramente no quería morir, tenía miedo de hacerlo. Entonces... ¿por qué?
—¿Por qué quieres morir?
Lillianne pronunció esas últimas palabras luego de haber retirado su daga. Pero solo obtuvo una repuesta del niño.
—Quiero morir.
Lillianne se alejó del humano y se dirigió a la puerta bloqueada, retiró la silla y volteó a ver al niño.
—Es hora de desayunar. Te estaré esperando en el comedor. Midna, encárgate de él.
—Como ordene, señora.
Se desconoce el motivo de las palabras del humano. Incluso los que tienen una pequeña sospecha no pueden asegurarlo por completo. Lo único que podemos hacer es esperar, y que el tiempo revele sus razones. Lo que si es seguro, es que a partir de ahora, tanto para el niño como para Lillianne, ya nada será como antes. Lo que ellos llamaban "normalidad" ya se ha desmorado. Todo se rompió desde el momento en que la demonio salvó a esa vida humana. Sin embargo, nada está perdido. A partir de ahora, un nuevo futuro a comenzado a formarse a espaldas de la luz.
Capítulo 1/Fin
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