Desde que Alma dijo que lo intentaría con Julián, pensé que ya era tiempo de seguir adelante aunque le quisiera gritar a la cara que estaba equivocada y que terminaría sufriendo igual que todas las chicas ilusas de un rostro bonito. Intenté nuevamente deshacerme de su recuerdo con las chicas que me ofreciera la vida, y pensé que quizás su importancia en mi vida se había borrado. Pero ahora me veo caminando con ella de la mano, mientras trato de no mirarla a la cara para que vea que estoy sonrojado, para que no vea que después de un mes intentando olvidar lo que me provocaba el contacto de su piel, todo se deshizo solo con entrelazar su mano con la mía.
El paso de Alma era rápido, quizás casi desesperado por salir de la situación en la que estábamos mientras me apretaba fuertemente la mano canalizando todo lo que sentía en ese momento.
—¿Por qué me lo contaste? — sonó su voz algo baja, en tanto soltaba mi mano.
Me quedé callado un momento, analizando la situación en la que ambos caminábamos a un paso más lento, sin mirarnos a la cara como si nos avergonzáramos de lo que acabábamos de hacer.
—Porque no te quería ver sufrir.
Ella rió algo irónica
—¿De qué te ríes?
—Pensé que si pasaba algo así, ibas a ser el primero que iba a estar celebrando— me miró a los ojos en tanto caminaba y por fin pude verla mas detalladamente. Tenía unas ojeras gigantes bajo los ojos, lo que me da a entender que no pudo dormir nada anoche después de lo que le dije, y tenía un extraño brillo que me hacía pensar que se pondría a llorar en cualquier momento.
—¿Por qué celebraría por algo así?
—Porque pensé que no querías verme junto a él— miró el suelo.
—Nunca pondría tu felicidad por encima de la mía.
—Entonces te hace feliz que ya no esté con Julián— sonrió.
—No... — evite mirarla— no me refería a eso.
Alma suspiro, y luego se formó un silencio incómodo. La miraba intermitentemente para ver si había agua en sus ojos, pero no era así. Tenía una expresión pensativa, como si analizará si la reacción que tuvo fue la correcta.
—¿Quién es Scarlette? — rompí el silencio, y vi como su atención se puso en mi.
—Una chica seguidora de Julián.
—¿Seguidora?
—Eso decía el— rió — Siempre estaba cerca de él, pero creo que realmente estaba más cerca de lo que pensaba.
—¿Estuvo siempre ahí? — me rasque la cabeza incomodo
—Si— me sonrió mirándome a los ojos
—Yo...
—No digas nada — puso su mano en mi boca.
Asentí lentamente y ella quito su mano después de mi respuesta. Seguimos caminando hasta llegar cerca de mi residencia. Realmente pensé que ella se daría la vuelta y comenzaría a caminar a su casa cuando llegáramos a la puerta de la mía, pero se quedo ahí mirando como sacaba las llaves y abría la cerradura de la entrada principal.
Alma entro , dejo su bolso en el suelo como si fuera su casa, y se lanzo al sofá para luego prender la televisión.
—¿Estas cómoda? — la mire mientras cerraba la puerta principal con llave.
— Si pudieras traerme algo de comer— me miro en tanto ponía mi bolso en el suelo — seria ideal— sonrió angelicalmente.
—¿Crees que soy tu esclavo?— fruncí el ceño.
—Vamos Sam, deberías ayudar a una amiga en momentos de melancolía.
—Ni siquiera pareces estar en melancolía — camine hacia la cocina para traer algo de comida.
—No voy a llorar en frente tuyo — sonó su voz a lo lejos.
Busque entre los muebles algo comestible que no se tuviera que preparar, y encontré una bolsa de patatas fritas junto a unas galletas. Luego de sentirme victorioso por encontrar algo de comer pensé que realmente estaba siendo controlado por Alma, para servirle comida mientras tanto ella estaba recostada en mi sofá.
—De todas formas no quería verte llorar — aparecí en la sala con la comida y una botella de gaseosa — te verías mas fea de lo que eres normalmente, y no creo que lo podría soportar.
—Eres un amigo terrible — me lanzo una almohada.
Coloque los aperitivos en la mesa de centro en tanto ponía la almohada que lanzo Alma en el sofá nuevamente. Me senté en un sillón individual para abrir las patatas y comenzar a comer.
—No soy un amigo terrible— la mire colocando mis pies arriba de la mesa de centro para descansar— tengo muy buenas recomendaciones.
—¿Crees que Victoria da buenas recomendaciones de ti? — rió normalmente y eso hizo que mi pecho comenzara a doler extrañamente.
—Mejores de las que da de William — reí junto a ella.
Alma se levanto para poder sentarse cómodamente y disfrutar de los bocadillos que le traje tal como si fuera una diosa griega. Me miró dulcemente casi agradeciendo la compañía con el gesto de una sonrisa amplia como la de una niña pequeña. Y mi pecho nuevamente comenzó a doler , como si mi corazón fuera a explotar si no me acercaba a ella y la besaba desesperadamente.
—Eres un amor de persona cuando quieres serlo — agarro la botella de gaseosa, la abrió y tomo directo de ella.
—Soy un amor de persona siempre— le quite la botella y bebí de ella — Solo que exclusivamente contigo no lo soy, menos cuando estabas con ese imbécil.
—Ese imbécil — río mirando la mesa de centro, como si hubiera recordado algo, y sus ojos se comenzaron a poner tristes de nuevo.
—¿Te enamoraste de el? — deje la botella en la mesa y me apoye en el sillón mirando hacia el techo.
—No.
Mi pecho pudo respirar un poco mejor después de escuchar esa respuesta.
—Entonces ¿Que sentías por el?
—No lo se.
Mi cabeza bajo inmediatamente a mirarla, y ella ya me estaba mirando. Me sentí observado por aquellos ojos verdes, como si quisieran descifrar algo de mi pero aun no supieran que es lo que quieren saber de mi.
—Aquella noche...— hablé en un tono bajo casi susurrando—Aquella noche parecías muy segura de lo que sentías por Julian.
Ella apartó la mirada y sonrió avergonzada.
—Ya habíamos hablado de que lo que paso esa vez había que olvidarlo — me miro con una sonrisa algo incomoda.
—Dijiste que te gustaba pensando que yo era Julian — reí irónico — eso es sentir algo por una persona para mi .
—Puedes... — cerró los ojos molesta — ¿Puedes dejar de hablar de el por 5 minutos? — volvió a recostarse en el sofá y comenzó a mirar la televisión.
Cruce los brazos enfadado a causa de recordar esa noche. Alma era la mujer mas mentirosa que he conocido. Reconocer que pensaba en Julián cuando estaba conmigo aquella noche y después decir que no sabia lo que sentía por el era una estupidez. Sin embargo en tanto pensaba eso, escuche unos ahogados y pequeños sollozos.
—¿Alma? — deje de apoyarme en el sillón para acercarme a ella.
—Déjame en paz — se giro en el sofá dándome la espalda, dejando su cabeza escondida entre el respaldo y una almohada.
—Oye no quería decir... — suspire frustrado y me reprendí mentalmente por la poca delicadeza que tengo con estas cosas.
— Los hombres son unos imbéciles — dijo su voz ahogada entre los pliegues del sofá— y tu eres el rey de los imbéciles.
Puse mis manos en mi cabeza casi quitándome el cabello de la desesperación. Alma intentaba aguantarse los sollozos y hacerse la chica fuerte pero parecía que había llegado a su limite.
—Alma — Me levante del sillón y me senté junto a su espalda— dijiste que no ibas a llorar enfrente de mi.
—No puedo evitarlo— rió entre unos ocultos sollozos.
Me recosté junto a ella en el sofá , y aunque me estuviera dando la espalda comencé a acariciar su cabellera tratando de que mi mano no temblara. Intente ser lo mas suave que pude con su cabello, y aun cuando su cuerpo se tenso un poco al momento en que mi mano llegara por primera vez a su cabeza, sus escondidos sollozos silenciosos comenzaron a disminuir en tanto seguía acariciándola.
—Se que no debo seguir tocando el tema— permanecí acariciando su cabello — pero es un imbécil por haber causado todo esto.
Ella dio vuelta su rostro para mirarme y el delineador que llevaba puesto pareció atravesar su cara con las pocas lagrimas que salieron de sus ojos. Alma se dio vuelta y puso mi brazo alrededor de su cuello con suavidad. Mi corazón comenzó a latir bastante fuerte, pero ella sin pensarlo puso su cabeza apoyada en mi pecho, pudiendo escuchar todo lo que provocaba en mi otra vez.
—¿Estas incomoda? — fue lo único que pude decir
—No
Alma puso su brazo alrededor de mi torso y me dio un extraño abrazo que hizo que me diera escalofríos.
—Ahora creo en ti cuando de verdad dices que quieres algo bueno para mi — rió — eres un buen amigo después de todo.
Amigo.
Mi cuerpo se tenso al escuchar esa palabra otra vez, y me hubiera gustado levantarme de ese extraño agarre en el que me tenia envuelto y decirle que se fuera a su casa. Pero la voz de Victoria sonó en mi cabeza diciendo que mis palabras podrían cambiar todo lo que respecta a Alma, pero de solo pensar en decirle en su cara que siento algo por ella hacia que mi estomago se revolviera.
—Solo de una cosa estoy agradecida contigo — sonrió ya sin sollozar
—¿De que? — la mire mientras subía su vista desde mi pecho para mirarme a los ojos.
—Que no me dijiste : Te lo dije
— Tengo tantas ganas de hacerlo — cerré los ojos riendo— pero no creo que estés en condiciones de recibir ese castigo.
—Puedo soportarlo — desarmo la posición en que estábamos y se sentó en el sofá decidida mientras pasaba sus manos en el rostro para recomponerse.
—¿Estas segura? — Me senté frente a ella.
— Si — me miro a los ojos y no pudo evitar sonreír — no la verdad creo que no.
—¿Puedes o no puedes?
—¿Puedo escucharlo pero a la vez no?
—¿Como es eso? — la mire confundido
— Yo cerrare los ojos y me tapare los oídos, y tu me lo dices — rió
—¿De que servirá eso? — reí junto con ella mientras pensaba en lo estúpido que sonaba eso.
—Tu podrás desahogarte — comenzó a poner sus manos en los oídos — y yo sabre que lo dijiste pero no lo escuchare.
—Esta bien —sonreí
Ella rió nerviosa y se tapo los oídos. En tanto hacíamos pruebas para ver si escuchaba o no lo que le estaba diciendo, pensé en que momento me vi envuelto en esta situación. Observe como a pesar de estar riendo su maquillaje estaba arruinado por unas lagrimas a un imbécil que no se las merecía, pero pese a que tenia los ojos envueltos en un color negro por cosméticos y ojeras, aun creía que era la chica mas hermosa que había conocido en la vida. Tener el pecho y el estomago envuelto en extrañas sensaciones a causa de su presencia, era algo que no quería tener, pero que no podía evitar y tenia que aceptarlo de una vez por todas: Ninguna chica hará que me olvide de lo que Alma puede causar en mi.
— Esta bien, creo que ahora no te puedo escuchar — dijo casi gritando.
Hice un gesto de que estaba listo para decirlo y ella asintió cerrando los ojos con fuerza junto a una sonrisa amplia. Reí al pensar que tendría que decir algo tan extraño después de tanto tiempo de ser yo el que cometía errores. Cerré los ojos con fuerza y luego de un par de respiraciones agitadas finalmente pude darme el valor para decirlo.
—Me gustas.
Una extraña sensación se apodero de mi, como si me sintiera vulnerable a cualquier cosa que Alma dijera. Abrí los ojos algo agitado y vi como ella ya me estaba mirando algo sorprendida.
¿Habra escuchado lo que dije? Solo lo dije porque ella no lo iba a escuchar.
—¿Ya lo dijiste? — saco sus manos de los oídos.
—Si— respire aliviado debido a su respuesta.
—Tenias los ojos cerrados — sonrió — ¿Tanto placer te causo?
Pensé en la frase que realmente dije, y algo en mi estomago se movió.
—Si— sonreí asintiendo— demasiado.
Ella sonrió y se recostó de nuevo en el sofá.
—Ahora que hiciste algo que te causo placer— se dio una pausa— ¿Puedo hacer algo que me cause placer a mi?
—¿Me propondrás cosas de adultos? — le comencé a mover las cejas.
Ella rió y le dio nuevamente unos golpesitos al sofá, invitándome a recostarme a su lado, y tal cual fuera una persona hipnotizada por aquellos ojos lo hice sin pensarlo dos veces.
Ella coloco mi brazo alrededor de su cuello y me abrazo nuevamente casi escondiendo su rostro en mi pecho.
—¿Que harás que te cause placer? — mire su cabello y lo acaricie involuntariamente.
—Ya lo estoy haciendo — sentí como en mi torso, en la cara de Alma se dibujaba una sonrisa.
Sentí como mi cara se comenzaba a calentar y con mi mano libre me palpe las mejillas para evitar que se manifestara ese calor. Como si no tuviera control en mi cuerpo, mi mano izquierda seguía acariciando el cabello de Alma, algo que no había hecho hace años con una chica, ella logró que lo hiciera en un par de meses y sin siquiera acostarme con ella.
—¿Estas incómodo? — preguntó ella ahora.
—No.
—Siento haber dicho que conocerte fue un error— sonó su voz algo cohibida.
Sentía como mi corazón latía fuerte, casi golpeando la cabeza de Alma. Como si se quisiera escapar para decirle a Alma todo lo que debí decir aquella noche.
—Siento haber dicho... —pensé en todo lo que dije y no quería repetirlo— todas las cosas horribles que dije.
Ella rió y apretó más su agarre a mi torso acercando su cuerpo al mío.
—Estas perdonado— subió su vista y me miró con una expresión más tranquila— pero esto no te quita lo imbécil.
Sonreí y cerré los ojos mas relajado que nunca antes, en tanto acariciaba su cabello. Pensé en todas las chicas que hice sufrir y debieron estar en la misma posición que ella.Pensé en cuando yo estuve en la misma posición, sufriendo y recordando buenos momentos que nunca iban a volver, para luego convertirme en esto. Recordé cómo llegó al salón de clases a la defensiva, como pensé que estaba con Will, como logró hacer todo esto tan solo siendo ella, la niña pequeña e insoportable.
He sido una mala persona con ella, pero aún así haberla ayudado a recuperarse un momento, hizo que sintiera que mi pasado pesaba un poco menos, y que no era tan mala persona como todos me repetían.
Abrí los ojos y levante un momento la cabeza para ver su rostro, pero ya estaba profundamente dormida. Reí avergonzado por estar en esta posición sin siquiera haberla tocado. No tenía salida hasta que Alma despertará, ya que después de lo ocurrido no tenía la intensión de perturbar su paz momentánea.
La admire un rato mientras su respiración era más profunda. Seguí acariciando su pelo y saqué algunos cabellos rebeldes que caían en su cara para ponerlos detrás de su oreja. Y aunque tuviera una extraña desesperación por abrazarla lo más fuerte que pudiera lo único que me atreví a hacer fue darle un pequeño beso en su cabeza y acomodarme para seguirla en su sueño.
No se como lo hiciste, pero lo lograste.
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