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Capítulo 09.

Las remodelaciones en el ala derecha de la casa avanzaban rápidamente, transformando lo que antes eran habitaciones desocupadas en un espacio funcional y personal para Jungkook. La sala de entrenamiento, equipada con máquinas modernas y suficiente espacio para moverse libremente, era ya uno de sus lugares predilectos. Su despacho, aunque aún sin terminar, comenzaba a tomar forma con estantes robustos y un escritorio minimalista pero elegante. Sin embargo, el gimnasio era su refugio. Aquí podía liberar tensiones y reconectarse consigo mismo.

Ese día, Jungkook había comenzado temprano. Vestido con un pantalón de entrenamiento oscuro y una camiseta sin mangas, movía las pesas con una concentración casi hipnótica. El sudor delineaba los músculos de sus brazos, tensos bajo el esfuerzo. No se percató de que Taehyung había llegado y se encontraba en la entrada, observándolo en silencio.

Taehyung se quedó parado en el umbral de la puerta, observándolo. No había anunciado su presencia, y por un momento se permitió disfrutar de la escena. La fuerza con la que Jungkook se movía era hipnotizante. Su espalda marcada, los músculos que se tensaban con cada movimiento, y la concentración en su rostro le daban una imagen de perfección inalcanzable. Taehyung tragó saliva, sintiendo cómo su pecho se comprimía con emociones contradictorias. La atracción física era innegable, pero su mente rápidamente intentó justificarlo: era la soledad, esa que había cargado durante tantos años, lo que lo hacía más susceptible a este tipo de pensamientos.

No podía negar que Jungkook le parecía atractivo, por supuesto que sabía reconocer cuando alguien le parecía demasiado cautivador ante sus ojos, pero había algo más fascinante en aquel hombre que le estaba rondando desde varias noches atrás. Maldición, no era ningún chiquillo como para andarse por las ramas y ruborizarse con tal solo tenerlo en sus pensamientos, pero tal parecía que su mente y cuerpo parecían ignorar aquello. 

—¿Disfrutando del espectáculo?—La voz profunda de Jungkook lo sobresaltó, arrancándolo de sus pensamientos. El pelirrojo había notado su presencia y ahora sonreía levemente, con una ceja alzada. Dejó las pesas a un lado y se giró hacia él, limpiándose el sudor de la frente con una toalla.

Taehyung parpadeó, saliendo de su ensimismamiento. —No quise interrumpir... Solo quería ver cómo habías organizado este lugar.—Respondió, dando un paso tímido hacia el interior.

—Adelante. No muerdo... a menos que me lo pidas.—Bromeó el contrario, limpiándose el sudor con una toalla antes de lanzarla sobre un banco cercano.

Taehyung rodó los ojos, pero no pudo evitar una ligera sonrisa. Caminó con cuidado, observando cada detalle del espacio. Las máquinas de entrenamiento estaban dispuestas con precisión, y las paredes tenían un diseño minimalista pero elegante que se alineaba con el resto de la casa.—Parece que te estás asentando bien.—Comentó.

Jungkook lo siguió con la mirada mientras Taehyung recorría la sala.—Es gracias a ti. Este espacio es perfecto, justo lo que necesitaba. Aunque debo admitir que es más fácil concentrarme cuando no tengo visitas inesperadas.

Taehyung se detuvo y lo miró, alzando una ceja.—¿Debería irme entonces?

—No. Quédate.—La respuesta de Jungkook fue inmediata, casi imperativa. Dio un par de pasos hacia él, reduciendo la distancia entre ambos. Taehyung sintió cómo su corazón comenzaba a latir más rápido, pero no retrocedió. Jungkook señaló una de las máquinas.—Ven, te enseñaré cómo funciona esta.

Sin darse cuenta, Taehyung terminó de pie junto a una de las máquinas de pesas, con Jungkook muy cerca de él, demasiado cerca. La conversación empezó siendo ligera, sobre el funcionamiento del equipo, pero poco a poco se fue llenando de silencios cargados de una tensión casi palpable. Jungkook movía las manos para explicar algo, y Taehyung notaba cada vez más la proximidad de esas manos grandes y firmes.

—Es impresionante cómo logras organizar todo en tan poco tiempo.—Dijo Taehyung, intentando distraerse.

Jungkook inclinó ligeramente la cabeza, evaluándolo.—Cuando algo me interesa de verdad, no pierdo tiempo.—Su voz era suave, pero había un matiz que hizo que Taehyung sintiera un escalofrío recorrerle la espalda.

Cuando Taehyung quiso retroceder, notó que estaba acorralado entre la máquina y el cuerpo de Jungkook. La cercanía era abrumadora, y podía sentir el calor que emanaba del contrario. Jungkook no se movió, pero tampoco rompió el contacto visual. El aire entre ellos se volvió denso, cargado de algo que ambos entendían pero ninguno se atrevía a nombrar.

Un movimiento casi imperceptible de Jungkook hizo que sus manos rozaran las de Taehyung. El toque fue ligero, pero suficiente para que Taehyung sintiera cómo su piel se encendía. Cerró los ojos por un instante, intentando recuperar el control de su respiración, pero el silencio entre ambos lo hacía aún más difícil.

Jungkook se inclinó un poco más, lo suficiente como para que Taehyung pudiera sentir el aliento del pelirrojo cerca de su rostro. Fue un roce mínimo, apenas un contacto entre sus labios, que los dejó a ambos inmóviles, como si el tiempo se hubiera detenido. 

—¿Por qué haces esto?—La voz de Jungkook era baja, casi un susurro, pero cargada de intensidad.

—¿Hacer qué?—Preguntó Taehyung, su voz temblando ligeramente. Su corazón latía con fuerza, tanto que pensó que Jungkook podría escucharlo.

—Intentar acercarte y mantenerme a distancia al mismo tiempo.—Los ojos del pelirrojo lo mantenían atrapado. Había algo en ellos que lo desarmaba por completo.

Taehyung quiso responder, pero las palabras no salían. Jungkook estaba tan cerca que podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo, el aroma especiado que lo envolvía, haciéndolo perder el hilo de sus pensamientos. Había algo peligrosamente tentador en ese momento.

Jungkook se inclinó ligeramente, su rostro acercándose al de Taehyung. Estaban tan cerca que podían sentir la respiración del otro. Ninguno de los dos se movía, como si el tiempo se hubiera detenido. Entonces, sin planearlo, sus labios se encontraron en un beso que comenzó con suavidad, pero que pronto se tornó más intenso. La tensión acumulada entre ambos explotó en ese instante.

Pero justo cuando parecía que se perderían el uno en el otro, un golpe en la puerta interrumpió el momento.

—El auto está listo, Saejegin Kim.—Anunció una voz masculina al otro lado.

Taehyung reaccionó primero, apartándose rápidamente y llevándose una mano al pecho, como si intentara calmar el tumulto de emociones que sentía.—Tengo que irme.—Dijo, evitando mirar a Jungkook mientras daba un par de pasos hacia la salida.

Jungkook no dijo nada, pero sus ojos seguían fijos en él, analizando cada uno de sus movimientos. Cuando Taehyung estaba a punto de cruzar la puerta, se detuvo por un segundo, como si quisiera decir algo, pero finalmente negó con la cabeza y salió sin mirar atrás.

Mientras caminaba hacia el auto, Taehyung no podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder. Su mente estaba llena de preguntas, pero ninguna tenía respuesta. ¿Por qué había sentido ese impulso? ¿Por qué no había sido capaz de detenerlo antes? Y lo más inquietante: ¿Por qué no se arrepentía? Subió al auto, cerró la puerta y apoyó la frente contra la ventana, dejando escapar un suspiro pesado. Su corazón seguía latiendo con fuerza, y sabía que necesitaba tiempo para calmarse y poner en orden sus pensamientos.

Jungkook, por su parte, permaneció en la sala de entrenamiento, mirando hacia la puerta por donde Taehyung había salido. Una ligera sonrisa se formó en sus labios mientras pasaba una mano por su cabello húmedo. Había sido un simple roce, pero suficiente para encender una chispa que sabía que no se apagaría fácilmente.


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