Capítulo 03.
El amanecer llegó suave y discreto, inundando la residencia con un cálido resplandor dorado. Taehyung despertó en su habitación, los rayos del sol colándose a través de las cortinas. La noche anterior había sido larga; tras la ceremonia y el traslado a la residencia acordada, ambos habían decidido, casi tácitamente, dormir en habitaciones separadas. No había necesidad de forzar una cercanía que aún no existía.
Taehyung se incorporó en la cama y pasó una mano por su rostro. A pesar de las formalidades y la aparente aceptación, las dudas lo carcomían. Este matrimonio, aunque estratégico, no dejaba de sentirse como un peso que había caído repentinamente sobre sus hombros. Su mente regresaba una y otra vez al rostro de Jungkook, serio pero innegablemente atractivo. Aún podía recordar el leve roce de sus dedos cuando firmaron los papeles, un gesto fugaz que había dejado una extraña sensación en su piel. Dejaba pasar todo ese tipo de detalles por alto, suficientes pendientes tenía en la cabeza para centrarse en nimiedades.
En otra habitación de la casa, Jungkook estaba despierto, mirando el techo con una expresión de fastidio. Había intentado dormir, pero su mente no lo dejaba en paz. "¿Un matrimonio forzado? Esto suena como el mal argumento de una película barata", pensó con sarcasmo. Aunque había aceptado este matrimonio por el bien de su clan, no podía evitar cuestionarse si realmente valía la pena. El recuerdo de la mirada de Taehyung durante la ceremonia persistía en su mente. Había algo en esos ojos que lo desconcertaba: una mezcla de fortaleza y vulnerabilidad que lo ponía incómodo.
Cuando bajó a la cocina, se sorprendió al encontrar a Taehyung ya allí, vestido impecablemente como siempre, con una taza de té entre las manos. Por un momento, ambos se observaron en silencio, incómodos pero conscientes de que, de alguna forma, tenían que encontrar un equilibrio en esta nueva dinámica.
—Buenos días.—Saludó Taehyung, rompiendo el silencio con una voz suave pero firme, aunque su mirada permanecía neutra.
—Buenos días.—Respondió Jungkook mientras se servía una taza de café. Se sentó frente a él, estudiándolo sin disimulo. Finalmente, arqueó una ceja y añadió con tono ligeramente sarcástico.—Parece que tienes todo planeado, incluso madrugar. ¿Es parte del "encanto" del doncel perfecto?
Taehyung levantó la mirada, claramente notando la provocación, pero no mordió el anzuelo.
—Más bien diría que es cuestión de hábito. Algunos de nosotros preferimos empezar el día con productividad.—Respondió, tomando un sorbo de té, su tono perfectamente controlado.
—¿O será por la cuestión de no poder dormir por esperar ser apuñalado mientras duermes?
Con una risa seca, bajó la mirada hasta la taza frente suyo.—Eso se podría decir de ti, las ojeras en tu rostro hablan por ti.
La conversación continuó con tirones ocasionales. Jungkook hacía comentarios incisivos que parecían buscar una reacción, mientras Taehyung mantenía la calma, aunque sus respuestas eran igualmente afiladas, envueltas en una cortesía casi fría. Ambos estaban probándose, evaluando los límites del otro.
Después de la breve interacción, Taehyung se refugió en su habitación, revisando documentos importantes de sus negocios, aunque su mente volvía constantemente a las palabras de Jungkook. "¿Realmente piensa que soy tan superficial?", se preguntó, sintiendo una punzada de irritación. Asimismo la irritación aumentaba por siquiera cuestionarse en la percepción que el pelirrojo podía tener de él, no tenía porqué perder tiempo en ello, todo ello era meramente por negocios.
Mientras tanto, Jungkook exploraba la casa, aunque más por escapar de la incomodidad de su reciente conversación que por verdadera curiosidad. Lidiar con el doncel parecía un nuevo reto por enfrentar y, a pesar de haber buscado un poco de diversión en ello, la confusión y la incógnita de cómo llegar a él le provocaban una punzada en sus sienes.
Unas horas más tarde, el aire en la mansión se cargó de tensión cuando los líderes y representantes de ambos clanes comenzaron a llegar. El salón principal, amplio y decorado con la opulencia característica de estas familias, se llenó rápidamente de murmullos y miradas desconfiadas. La reunión para sentar las bases de su nueva alianza era inevitable.
Jungkook entró al salón con una postura imponente, su presencia acallando cualquier conversación. Llevaba un traje negro perfectamente ajustado, y su mirada seria recorría el lugar con la precisión de alguien acostumbrado a evaluar amenazas. A su lado, Taehyung entró con igual elegancia, vistiendo un conjunto gris que resaltaba su porte refinado. Aunque ambos caminaron juntos, mantenían una distancia que no pasaba desapercibida.
—Damas y caballeros.—Comenzó Taehyung con una voz firme, captando la atención de todos.— Agradecemos que hayan venido hoy. Este es un momento crucial para nuestros clanes, y aunque las circunstancias puedan parecer inusuales, nuestro objetivo sigue siendo el mismo: garantizar la seguridad y prosperidad de nuestras familias.
Un hombre mayor del lado de Jungkook, con una cicatriz visible en el rostro, se cruzó de brazos y habló con un tono cargado de escepticismo.
—¿Y cómo se supone que esta unión garantiza eso? Las alianzas matrimoniales son un método anticuado. Necesitamos acciones, no ceremonias.
Jungkook dio un paso adelante antes de que Taehyung pudiera responder. Su voz, baja pero contundente, cortó el aire como un cuchillo.
—Acciones habrá, pero no subestimen el poder de un frente unido. Este matrimonio no es un símbolo vacío. Es el primer paso para reforzar nuestra cooperación. Si alguno de ustedes tiene dudas, se las aclararemos ahora.
Los murmullos se intensificaron, y Taehyung aprovechó el momento para añadir, con una calma que parecía desafiar la tensión:
—Ambos estamos comprometidos a trabajar juntos. Pero esto no funcionará sin su apoyo. Cada decisión será evaluada y discutida, como siempre lo hemos hecho. Lo que ha cambiado es que ahora tenemos un vínculo que refuerza nuestra causa.
Uno de los aliados de Taehyung asintió, y tras intercambiar miradas con otros miembros, se levantó para hablar.
—Si ambos están dispuestos a liderar con esta nueva visión, pueden contar con nuestro respaldo. Pero no toleraremos signos de debilidad.
Jungkook sonrió de lado, con un toque de ironía.
—No hay lugar para la debilidad aquí. Pero tampoco para la desconfianza. Espero que todos lo tengan claro.
El doncel carraspeó, enfocándose en el tema principal de la reunión.—Comencemos a trazar los nuevos patrones que seguiremos, si bien la forma de operar no cambiará, los esquemas de seguridad y la distribución será clave para seguir con la misma sincronización de siempre.
La reunión continuó con discusiones acaloradas y algunos momentos de tensión palpable. Jungkook y Taehyung, aunque claramente incómodos el uno con el otro, mostraron una frente unida, respondiendo a preguntas y exponiendo sus planes con una sincronía inesperada. Al final, cuando los asistentes comenzaron a retirarse, ambos intercambiaron una mirada silenciosa que, aunque breve, pareció contener un atisbo de reconocimiento mutuo.
Al caer la noche, Taehyung se encontraba sentado junto a la ventana de su habitación, observando las luces de la ciudad a lo lejos. Pensaba en cómo superar esta barrera de desconfianza y desdén mutuos. Sabía que no sería fácil. "Tal vez nunca lo sea", pensó con un suspiro. Pero también sabía que, por el bien de su familia y de su clan, no podía permitirse fallar. Tampoco sabía cuántos días más podría pasar fuera de su residencia, la preocupación lo carcomían al tener que estar lejos y no poder liberarse de aquello sin dar explicaciones.
Por su parte, Jungkook estaba recostado en su cama, repasando los eventos del día. Aunque aún sentía resistencia hacia esta unión, no podía ignorar la curiosidad que Taehyung despertaba en él. Había algo en el doncel que lo intrigaba profundamente, algo que lo hacía cuestionarse si este matrimonio podía ser más que un simple acuerdo estratégico. Pero por ahora, no tenía intención de bajar la guardia. "Si quiere mi respeto, tendrá que ganárselo", pensó antes de apagar las luces.
Esa noche, en sus respectivas habitaciones, ambos reflexionaron sobre lo ocurrido. Las dudas seguían ahí, pero también algo más. Algo que aún no estaban dispuestos a admitir.
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