Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 02.

La luz de la mañana bañaba los jardines de la mansión Kim, un espacio tan amplio y bien cuidado que casi lograba ocultar la tensión en el aire. Taehyung caminaba por los pasillos como si nada lo perturbara, aunque el peso del día lo aplastaba como un yunque. Su traje negro, ajustado perfectamente a su figura, era tan impecable como el porte que mantenía. Cada mirada que recibía por parte de sus aliados y empleados lo trataba como lo que era: El Saejegin, el eje de un clan cuya estabilidad dependía de su capacidad de sacrificio.

El salón principal, adornado con una elegancia sobria, se llenaba lentamente con los murmullos de las principales figuras de ambos clanes. La conversación cesó abruptamente cuando Jeon Jungkook apareció. Su entrada, marcada por pasos firmes y una presencia innegablemente dominante, hizo que las cabezas giraran hacia él. Vestía un traje gris oscuro que complementaba su figura atlética, y sus ojos oscuros eran un abismo insondable que buscaba a un único objetivo.

Cuando sus miradas se encontraron, fue como si el salón se vaciara por completo. Taehyung no apartó los ojos, resistiendo la tentación de estudiar más de lo necesario a su futuro esposo. No permitiría que sus emociones traslucieran; no frente a un hombre como Jungkook, cuya presencia ya comenzaba a dejar un eco incómodo en su mente.

—Kim Taehyung.—Jungkook inclinó ligeramente la cabeza, con una mezcla de cortesía y profesionalismo.

—Jeon Jungkook.—Respondió Taehyung de igual manera, replicando el gesto con una voz que no admitía debilidades.

Ambos mantuvieron la compostura mientras intercambiaban las palabras necesarias para formalizar su encuentro. Nadie más habló; las personalidades que tenían frente a ellos eran imponentes. El silencio que siguió a su saludo fue la aceptación tácita de que la alianza comenzaba a tomar forma.

En un salón privado, donde las paredes revestidas de madera y el lujo sobrio imponían un aire solemne, los aliados de ambos líderes se reunieron para definir los términos finales. Sobre una mesa oscura, cuidadosamente pulida, descansaban los documentos que sellarían la unión. La ceremonia debía realizarse sin demoras, una simple firma y un voto simbólico para mostrar a todos que los clanes caminaban ahora bajo una misma dirección.

Jungkook repasó los papeles en silencio, su rostro inmutable, aunque cada palabra escrita parecía pesar como un recordatorio de lo que estaba sacrificando por el bien de su clan. Sin embargo, no fue el único que habló. Taehyung, con una firmeza que contrastaba con la imagen delicada de un doncel, intervino cuando uno de los consejeros mencionó que ambos debían residir exclusivamente en la mansión Jeon.

—Creo que alternar nuestras residencias sería lo más justo.—Murmuró, apoyando su codo ligeramente sobre la mesa mientras cruzaba las piernas con calma estudiada.

El comentario causó una reacción silenciosa entre los asistentes. Jungkook levantó la mirada hacia Taehyung, con una mezcla de sorpresa e interés que rápidamente fue cubierta por una capa de indiferencia. Pese a las circunstancias, el doncel demostraba que no estaba dispuesto a ceder completamente a los términos del contrato. Una leve sonrisa se dibujó en los labios del contrario, un gesto que nadie más percibió pero que quedó grabado en la memoria de Taehyung.

—Eso me parece razonable.—Aceptó finalmente Jungkook, dejando que su tono neutral indicara que no era algo que lo perturbara.—No tengo ninguna clase de problema con ello. ¿Algo más por definir, agregar o modificar? 

Bajando la mirada a donde los papeles reposaban, negó.—Lo demás se podrá definir con el paso del tiempo. 

El acuerdo quedó sellado, y en menos de 48 horas, la ceremonia tuvo lugar en una capilla discreta a las afueras de la ciudad.

Las flores blancas que adornaban el espacio contrastaban con la oscuridad simbólica del evento. Taehyung, parado frente a un espejo mientras ajustaba los últimos detalles de su atuendo, sentía el nudo en su garganta como un eco de su pasado. Este no era su primer matrimonio, y aunque el dolor de aquella pérdida se había desvanecido con los años, el vacío que dejó seguía presente.

La luz del día parecía más tenue cuando Taehyung caminó hacia el altar. Cada paso resonaba en la pequeña capilla, envuelto por un silencio solemne que incluso las flores blancas, dispuestas con esmero, no podían suavizar. Su atuendo, un hanbok negro con detalles dorados, hablaba tanto de su estatus como de la ocasión, pero bajo su impecable fachada, un torbellino de emociones lo consumía.

"Es solo un pacto. Un sacrificio más por mi clan."

Repitió esas palabras en su mente, tratando de anclar su espíritu al papel que le habían impuesto. Pero los recuerdos del pasado se colaban sin piedad. El día que vio a Hyunwoo por última vez, su sonrisa calmada mientras aceptaba lo inevitable, y la promesa silenciosa que él había hecho: proteger su felicidad, incluso si implicaba fingir su muerte.

Sus ojos se movieron hacia el altar. Allí estaba Jungkook, imponente como una estatua de mármol. Su traje gris oscuro acentuaba sus anchos hombros y su porte majestuoso. Taehyung reconoció la rigidez en sus movimientos; un hombre acostumbrado a dominar cada espacio que ocupaba, pero también un hombre que parecía tan atrapado en este pacto como él mismo.

"¿Qué pensará ahora? ¿Es esto un sacrificio para él o una oportunidad para mostrar poder?"

Por primera vez en años, Taehyung sintió una leve inseguridad. No por la ceremonia ni por los ojos que lo observaban, sino porque no podía leer a Jungkook. La mirada del capo estaba fija en él, pero no como los demás lo miraban. Había algo más profundo, algo que intentaba perforar su fachada cuidadosamente construida.

Jungkook observaba cada paso del doncel como si tratara de descifrar un enigma. No podía evitarlo. Desde que lo había visto en la reunión de negociación, algo en Taehyung lo había mantenido inquieto. Ahora, con cada paso que lo acercaba, esa sensación solo crecía.

"Kim Taehyung. El Saejegin. Un doncel que lleva sobre sus hombros el peso de un clan y la frialdad de un estratega. ¿Qué hay detrás de esa máscara?"

Jungkook apretó ligeramente las manos detrás de su espalda. Había esperado que este matrimonio fuera una mera formalidad, una alianza que pudiera manejar como cualquier otro trato de negocios. Pero Taehyung lo desarmaba de una manera que no entendía del todo. No era su belleza, aunque esta era innegable, sino la forma en que su presencia llenaba el espacio, como si el mundo girara alrededor de su eje.

Cuando finalmente estuvieron uno frente al otro, el aire pareció tensarse. Los ojos de Taehyung, de un marrón profundo, se encontraron con los de Jungkook. Durante un instante, todo lo demás desapareció: los invitados, el oficiante, incluso los murmullos de sus propios pensamientos.

El oficiante comenzó con las palabras tradicionales, pero pronto llegó el momento de los votos. Jungkook fue el primero.

—Yo, Jeon Jungkook, acepto esta unión como un pacto de lealtad y protección. Juro respetarte y ser tu aliado en cada decisión que tome. Aunque esta unión no nace del amor, prometo que mi clan y el tuyo se mantendrán firmes como uno solo, bajo mi cuidado.

Cada palabra salía con firmeza, reflejando el pragmatismo y la resolución del capo. Sin embargo, al terminar, su voz se suavizó casi imperceptiblemente.

—Y aunque no puedo prometerte mi corazón, te prometo mi honestidad y mi fuerza.

Taehyung, quien había mantenido la mirada fija en Jungkook, sintió un nudo formarse en su garganta. No esperaba esa última frase. Respiró profundo y habló, su voz clara y resonante:

—Yo, Kim Taehyung, acepto esta unión como un acto de compromiso y responsabilidad. Prometo honrar este pacto, no como una carga, sino como una decisión que mantendrá a nuestras familias a salvo. Mi clan será tu aliado, como lo seré yo, en cada batalla que enfrentemos.

Hizo una pausa, consciente de que todos los ojos estaban puestos en él. Pero entonces, levantó ligeramente el mentón, mostrando la fortaleza que lo había definido siempre.

—No prometo ceder mi alma, ni tampoco mi libertad, pero sí mi palabra. Y para mí, eso vale más que cualquier otra cosa.

Por su parte, Jungkook apenas escuchaba las palabras del oficiante. Estaba demasiado concentrado en Taehyung, en cómo su mandíbula se tensaba ligeramente con cada voto, como si luchara por mantener su fortaleza intacta.

"¿Qué secretos escondes, Kim Taehyung? ¿Por qué siento que esta ceremonia es tan difícil para ti como lo es para mí?"

Cuando llegó el momento de firmar los papeles, ambos lo hicieron sin vacilar. Pero mientras Jungkook guardaba el bolígrafo en su chaqueta, su mirada se desvió hacia Taehyung. Había algo en la forma en que el doncel sostenía el bolígrafo, con los dedos apenas temblando, que lo dejó intranquilo.

"Tal vez este matrimonio sea más que una alianza. Tal vez sea una puerta hacia algo que ninguno de los dos entiende aún."

Mientras el oficiante declaraba que el pacto estaba sellado, Taehyung apartó la vista de Jungkook y se permitió un pequeño respiro. Había cumplido con su deber, pero sabía que este era solo el comienzo. Miró a la capilla llena de aliados y figuras de poder y, por un instante, deseó que todo fuera diferente.

"Esto no es un matrimonio. Es una tregua en medio de una guerra." pensó con amargura.

Jungkook, por su parte, siguió mirando a Taehyung mientras este desviaba la mirada. Había algo en él que lo atraía como un imán, algo que lo desafiaba y lo intrigaba al mismo tiempo.

"No sé qué nos depara este pacto, Kim Taehyung, pero pienso averiguarlo."

Al salir de la capilla, juntos pero aún distantes, ambos sabían que el pacto que acababan de sellar era mucho más que un acuerdo. Era un campo de batalla que ahora compartían, donde cada palabra y cada acción determinarían si la alianza sobreviviría o si ambos clanes caerían con ella.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro