Capítulo 2
—Esto es una mierda total.
—Lo sé...
Voltee a ver a mi hermano quien, de no ser por sus ojos aperlados y cabello largo, era una copia exacta de mi. Algo normal, puesto que somos gemelos, pero de todas formas no podía comprender como Haru, siendo mi gemelo, era tan diferente a mi. Él era alguien muy tranquilo, amable y sereno, pero con una puntería mortal que lo hace el mejor francotirador que la familia ha tenido en décadas.
—Estoy emocionada por conocer a los Uchihas. No hay nada mejor que tener al enemigo cerca para ver sus puntos débiles y luego encajar los dientes.
Tampoco comprendía como es que mi pequeña hermana menor era alguien tan cínica y mordaz. Ella era alguien sumamente alegre y amable, pero cuando se trataba de los enemigos de la familia o de alguien que odiaba, se volvía como el mismismo diablo. Yo en sí no es como que fuese un santo, pero le tengo un verdadero pavor a Himawari.
Los tres estábamos alistándonos para el primer encuentro con los hermanos Uchiha. Habían pasado varias semanas desde que mi padre nos informó sobre la supuesta alianza. En todo ese tiempo, tuve que mentalizarme sobre todo lo que pasaría en el futuro y el peso que cargaría en mis hombros.
Se había acordado construir una mansión desde cero en donde se puedan realizar las reuniones. No se tenían la confianza de hacerlas en el territorio del contrario, por lo que mi papá y Sasuke acordaron hacer una nueva justo en un área desalojada que combinaba nuestro territorio con el de ellos. El área sería custodiada por cientos de hombres de ambos bandos y las habitaciones de cada mafia estarían en extremos opuestos.
Nosotros ya nos encontrábamos en la mansión, solo faltaban los Uchihas.
—No tenemos muchas opciones. Si los Otsutsukis de verdad vienen a Japón, la alianza si es lo mejor que podemos hacer.— Comentó Haru mientras se arreglaba su traje negro.
—¡Tsk! Estoy seguro de que hubiéramos podido encontrar otra manera de prevalecer sin tener que aliarnos a los Uchiha. Pero mira que llegar a este punto... ¡Ugh!— Boruto se ajustó su chaleco antibalas y se colocó su camisa blanca.
—Yo sigo diciendo que esta es una oportunidad maravillosa para poder conocer mejor al enemigo. Cuando todo esto termine y tengamos información de ellos, ¡Pam! los atacaremos donde más les duela y los destruiremos.— Cerró el zíper de su bota con fuerza mientras sonreía desde el otro lado del vestidor.
—De verdad, Hima, a veces me preocupas.
Luego de esas palabras, la puerta del cuarto sonó. Tanto yo como mis hermanos tomamos nuestras armas y apuntamos a la puerta sin dudar. Luego de un par de miradas fugaces, di el afirmativo.
—Boruto-sama, los Uchiha están por llegar.— El hombre ni siquiera se vio intimidado por los cañones de pistola que lo apuntaban.
—Oh, ya veo. Gracias por la información. Puedes retirarte.
Nos volvimos a mirar entre sí luego de que el hombre abandonara la habitación. Haru se colocó su capucha negra y su máscara mientras tomaba, fuertemente, su francotirador. Himawari se estiró mientras acomodaba sus cuchillos en su cintura y su 9mm en su mano. Yo, por mi parte, solo llevaba un arma escondida atrás, en mi cintura, por mi manga larga blanca y mi chaleco fucsia. Aunque el color no se notaba, puesto que era tan oscuro que parecía ser más un negro. Me coloqué un abrigo largo y negro en los hombros y, sin abotonarlo, salí de la habitación con mis hermanos.
Himawari fue la única que se quedó a mi lado, ya que Haru se desvió mediante íbamos avanzando para llegar a su puesto. Llegamos a una sala amplia y lujosa con dos sofás y una mesa en el centro. Yo me senté en el que daba vista a la puerta y Himawari se colocó un paso atrás de mi. Estábamos en la sala principal, justo la que daba a la entrada y salida de la mansión.
Al ver como los secuaces de mi padre—que ahora son míos—se comenzaban a mover al escuchar el motor de varios autos acercándose, fruncí mi ceño y me erguí sobre mi lugar.
Los Uchihas habían llegado.
Varios pasos se escucharon en el exterior. El sonido se fue haciendo más alto hasta que vi como el pomo de la puerta fue girado. La puerta de madera oscura fue abierta; dando paso a varios hombres armados que entraron para verificar el área. Al verlos amontonados me sentí tensó y desconfiado; no me gustaba verlos juntos como si fueran a atacarnos. Llámenme paranoico, pero me espero absolutamente cualquier cosa de esta familia llena de locos psicópatas.
—Dispérsense y a la pared. No los quiero juntos.— Ordenó Boruto con los ojos entrecerrados, pero ninguno de los hombres le hizo caso.
—Que descarado de tu parte el darle ordenes a mis hombres, Uzumaki.
Mis músculos se tensaron y me enojé de inmediato ante esa voz. Por la puerta, un pie enfundado en caros zapatos italianos pasó seguido de un elegante—aunque malnacido—joven de 17 años. Sus hebras oscuras estaban ordenadas de tal modo que poseía una forma extraña y levantada; una forma que siempre me pareció curiosa y graciosa, puesto que parecía el culo de un pato. Sus ojos verdes me miraron con hastío y yo solo me levanté con el rostro serio.
—Inosuke Uchiha.
—Boruto Uzumaki.
Nos encontramos cara a cara. No éramos tan diferentes de altura, puesto que la genética de los dos era buena. A pesar de tener 17 años, yo ya medía 1.80. Era una altura más que aceptable, teniendo en cuenta que mi bisabuelo, abuelo y padre no bajaban de esa altura. En cambio, Inosuke, aún teniendo mi misma edad, medía 1.85.
Y estoy seguro de que él se sentía superior solo por ese mínimo detalle de mierda.
Inosuke tenía su típica cara de muerto y muerte, esa que le brindaba solo a las personas que miraba inferiores—que, de hecho, era casi a todas—. Aborrecía esa mirada. Las ganas de estampar mi puño en su cara para quitársela tuvieron que ser controladas al recordar todo lo que estaba en juego.
Fui yo quien extendió mi mano a modo de tregua. Inosuke, por su lado, solo observó mi mano extendida. Su cara de asco no la dejé pasar.
Oh, créeme que yo te tengo el mismo o mayor asco. Y odio ni hablemos.
Fue después de unos segundos que finalmente se dignó en estrechar su mano. Aunque, claro, sus guantes negros evitaban un toque directo. Porque el señorito perfecto de Uchiha no tocaba a la mugre.
—Espero que nos toleremos, Uzumaki. Estamos haciendo esto por el bien del país. Después de todo somos grandes patriotas, ¿no?
Su tono de burla fue tan notorio que hizo que una vena sobresaliera en mi frente. Solté mi mano de inmediato y me senté de brazos cruzados. Inosuke me observó con una sonrisa burlona, muy propia de él. Él también tomó asiento. Se cruzó de piernas y me miró con su típica cara seria. Noté como observaba su alrededor; analizando el lugar y a mis hombres. Su vista se detuvo en Himawari, en donde soltó una risa queda.
—Así que tienes una perra guardiana.
El gruñido de Himawari fue muy fuerte. No solo era ella la enojada, yo estaba sumamente encabronado por su comentario. ¿Cómo se atreve a decir eso? Porque Inosuke Uchiha nunca dice las cosas de forma inocente o bien intencionada, está claro que lo hizo en forma de insulto. No por nada remarcó el "perra". Y aclaro esto porque él siempre hace este tipo de comentarios.
SIEMPRE.
—Gruñe y todo.
—Cuidado, Uchiha. Las perras suelen morder si se les provoca.— Amenazó Himawari mientras daba un paso con enojo.
—No si se les rompe los colmillos.
Eso solo hizo que la furia de mi hermana aumentara. La voltee a ver y tomé su brazo a modo de tranquilizarla. No podíamos pelearnos en la primera reunión.
Por lo menos esperaríamos a la segunda.
—Bueno, ¿Qué les parece si igualamos las cosas y traigo a mi hermana para estar parejos?
Ninguno de los dos le respondimos. Vi como hizo una seña con su mano, mandando a uno de sus hombres al exterior. Fue tan solo unos segundos después que mi corazón dio un vuelco.
—¿Necesitas algo, nii-san?
Por la puerta, una hermosa chica de cabello negro entraba. Sus botas con tacón resonaban por todo el lugar y su apretada camisa desmangada dejaba a la vista sus exquisitas curvas. Y su pequeño short negro hacía que apreciara sus blanquecinos muslos. Llevaba un cuchillo amarrado en su muslo y una pistola en su cintura. Su cabello era corto, muy corto. Le llegaba a la nuca. Y traía unos pendientes con la forma del símbolo de su familia.
Por Dios. Era hermosa.
Me niego a creer que sea hermana de Inosuke.
Mi corazón comenzó a ir rápido al solo verla. Me recriminé y golpee mentalmente por sentirme de esa manera por la hermana de Inosuke. Era simplemente inaceptable que yo siquiera tenga ese pensamiento acerca de un Uchiha. De seguro ella era exactamente igual a su hermano: prepotente y arrogante. Estoy seguro de que no tardará en darme una mirada de asco.
—Sí. Quédate aquí.
—Entendido.
Mi mirada estaba puesta en ella; esperando a que me mire o diga algo, pero su vista esta centrada en el suelo. Su postura es una seria y estricta. De hecho, está parada como si de un militar se tratase. Inosuke de seguro notó mi mirada en ella, porque soltó una leve risa.
—Oh, claro. Estoy seguro de que no se conocen. ¿En dónde están tus modales, pequeña hermana?
La escuché bufar para luego, finalmente, mirarme. Sus ojos eran negros, de un negro tan profundo que te hacía perderte en ellos. Pero, para mi sorpresa, no había asco ni repulsión. En cambio, su mirada estaba llena de desinterés. Cuando se me acercó me puse alerta y me erguí sobre mi asiento.
—Soy Sarada Uchiha.
Su mano se extendió a mi. Ella no llevaba guantes como su hermano, en cambio, una hermosa pedicura rojiza adornaba sus uñas. Me levanté por respeto y ahí se vio la diferencia en nuestras alturas. Le sacaba una cabeza de alto, por lo que ella volteó a verme hacia arriba. Estreché su mano y no pude evitar sentir una corriente eléctrica que me subió por el brazo hasta la espalda. Ella también pareció sentir algo, puesto que pegó un ligero brinco repentino. Al separarnos, mi mano extrañó su contacto suave.
Me volví a reprender al pensar eso. De verdad que ella era hermosa y sexy, pero era una Uchiha.
Si tan solo no fuera la hermana de Inosuke.
Si tan solo no fuera una maldita Uchiha.
—Ahora, ¿Qué les parece si comenzamos con la reunión?
Me senté sin mediar palabra alguna y lo observé. Noté de reojo como ella se devolvía a su lugar y el como me observaba fijamente. Admitiré que me sentí nervioso, puesto que sus ojos negros eran tan penetrantes que sentía que me miraba hasta el alma.
—Según se tiene entendido, los Otsutsuki estarán en el territorio japonés pasado mañana. Aterrizaran en el aeropuerto de Tokyo, por lo que ustedes son los que tienen que vigilar sus movimientos.
—¿Cómo estás tan seguro de que llegarán pasado mañana y en Tokyo?
—Mi padre tiene buenos contactos en Rusia.
—¿Y cómo sé si la información es de fiar?
Ambos nos quedamos viendo fijamente; iniciando una batalla de miradas frívolas que ninguno quería perder. No podía confiar en ellos. ¿Y sí ellos nos quieren tender una trampa?
—¿En serio dudas de la información? No sé si lo sabes, Uzumaki, pero esta alianza se pactó para proteger el país. Aunque no lo creas, deseo que mi parte de Japón siga siendo mi parte para cuando tome el control. Por mucho que te odie y quiera meterte mercurio, tengo que aguantarme. Mi padre confía en mi. Aunque no estoy seguro en si tu padre tiene la misma confianza en ti que la que me tiene mi padre.
Una vena me sobresalió ante sus palabras. Era claro que se quería burlar. Su sonrisita de arrogante estaba presente. Estoy comenzando a dudar en si podré contenerme lo suficiente, puesto que esa sonrisa era muy frecuente en él.
—Así que sugiero que comencemos a tener un poco más de confianza. ¿Qué te parece si comenzamos con que tu francotirador no me apunte a la cabeza?
Disimulé mi sorpresa y mantuve mi expresión seria. Lastimosamente, Himawari fue exactamente lo contrario a mi. Ella se notó visiblemente alterada. ¿Cómo diablos supo de Haru?
—De seguro te preguntas, "¿Cómo sabes eso?". Bueno, es sencillo, ¿sabes? Por muy bien escondido que se encuentre, en un área tan abierta como lo es una sala, es fácil de verlo.
Luego de eso, y de forma muy inesperada, sacó una pistola. Todos nos colocamos alerta. Himawari sacó dos cuchillos y los hombres de ambos bandos se apuntaron entre sí. Yo solo guie mi mano a la empuñadura de mi pistola mientras observaba fijamente a Inosuke, quien me devolvía la mirada mientras apuntaba a una parte de la segunda planta. Observé de reojo hacia donde apuntaba, y solo pude sudar frío.
Era en donde estaba Haru.
—Baja el arma, Uchiha.
—Que primero lo haga tu francotirador, Uzumaki. Créeme que tengo una muy buena puntería, cortesía de mi adorada madre. No necesito ver para atinar.
Solté un gruñido de enojo mientras le hacía una seña a Haru. Fueron unos minutos los que pasaron para tenerlo a unos pasos atrás mío. Podía notar el nerviosismo de mi hermano. Haru era alguien muy tímido y nervioso en público. Pero cuando no hay nadie, se volvía una bestia. Era un maestro del sigilo y la muerte rápida.
Pero ahora mismo, ante la mirada indagadora que Inosuke le brindaba, estoy seguro de que Haru estaba temblando del miedo. Intenté hacer que la mirada verdosa del idiota de Uchiha se posara en mi al darle una mirada pesada, pero él seguía viéndolo fijamente con los labios ligeramente abiertos. De seguro estaba intrigado por saber la identidad de mi hermano, algo que por el momento no dejaré que se revele. Inosuke no sabe que tengo un gemelo, puesto que Haru siempre se encontraba en el lado opuesto de la facultad de Inosuke. Y él se iba primero que yo, por lo que nunca nos había visto irnos juntos. Además, Haru siempre pasa desapercibido con la prensa al punto en que todo el mundo cree que solo yo existo. Al ser gemelos, no es de sorprenderse. Por lo que Inosuke no tiene ni idea de que es mi gemelo.
¿De qué servía esa información? No lo sé, pero de algo servirá en el futuro.
—Baja el arma, Uchiha.
Inosuke me volteó a ver de inmediato mientras fruncía el ceño levemente. Finalmente, bajó su arma y la guardó. El resto en la sala hizo lo mismo, haciendo que la tensión disminuyera. Observé como Sarada guardaba en un movimiento rápido y hábil la daga que había sacado para defenderse. Aquel movimiento fue tan suave y grácil que fácilmente podía hipnotizar a alguien.
Era talentosa.
—Hmp. Por las cejas rubias del mismo tono ridículo que el tuyo, puedo deducir que es tu hermano, ¿o me equivoco, Uzumaki?
No le respondí, en cambio, lo miré con odio. ¿Cómo siquiera dedujo eso? La única diferencia que había entre Haru y yo eran nuestros ojos, lo cual era lo único a la vista. Unas cejas rubias eran una característica tan normal en las personas del imperio Uzumaki, que el pensar que justo él era mi hermano era tan errado.
Aunque, en este caso, no fue así. Sin duda atinó.
—Tus suposiciones son muy extrañas y poco argumentadas. Piensa lo que quieras, Uchiha.
Una ligera risa salió de sus labios mientras se sentaba de golpe en el sofá. Se cruzó de piernas mientras colocaba sus brazos sobre el respaldo.
—Supongo que, para igualar las cosas, debo traer a mi querido hermano menor. Para finalmente terminar de conocernos, ¿no crees, Bo-ru-to?
Volví a gruñir con enojo mientras me nombraba y hacía otra seña. Tardó un poco más que su hermana, pero el tercer hijo de los Uchihas entró por la puerta. Mi sorpresa no pasó desapercibida al ver que iba vestido justo como Haru, quien—a excepción de la capucha—iba con un traje militar de color negro.
Él también es un francotirador, y su arma lo afirmaba. Se colocó al lado opuesto de su hermana; imitando su misma posición rígida. Al traer una gorra y un cubrebocas, lo único que se dejaba ver eran sus ojos verdes y unas cejas rosadas; herencia de su madre, sin lugar a dudas. Sakura Haruno—ahora Uchiha—era bien conocida por su cabello exótico rosáceo.
Dejando de lado que también era la mejor sicario del país y una traidora de nuestro imperio.
Ahora, finalmente, estábamos los tres hermanos cara a cara. Las tres firmas igualitarias del contrato. Las llaves que abrieron las puertas a aquella alianza tan espantosa y que, seguramente, acabaría mal.
—Él es Saru Uchiha, mi preciado hermano menor. ¿No me presentarás a tu hermanito también, Uzumaki?
—Como te dije con anterioridad, tus suposiciones son poco argumentadas y carentes de sentido. No me detendré a hablar sobre tus teorías tontas.
Por primera vez en todo el rato que llevamos juntos, lo veo fruncir el ceño con enojo. Supongo que cree que lo estoy tomando por tonto.
—¿Intentas engañarme?
—¿Yo? ¿Engañar al grandioso Inosuke Uchiha? Por favor, ¿Cómo podría siquiera?
Ante mi burla, su ceño se acentuó, pero luego soltó una carcajada arrogante.
—Claro, ¿Qué me esperaba de alguien como tú? Alguien que no tiene nada de especial más que la genética patética de tu padre. Ni siquiera tienes buena genética materna como para poder presumir. Después de todo, es una cualquiera.
—No te atrevas a hablar de mi madre de esa forma, Inosuke. Que todos sabemos que tu madre lo que tiene de asesina lo tiene de puta y traidora.
Estaba equivocado si creía que me quedaría callado ante su insulto. Era bien sabido que mi madre no era alguien de una buena familia o que destacara. Había sido una simple mucama que encantó a mi padre con su amabilidad y belleza. Se le fue acusada de cazafortunas y prostituta arrastrada solo por haberse enamorado puramente de mi padre. Ellos miraban a mi madre como una escoria y deshonra para la familia, aún sin conocerla. Irónicamente, yo también estaba juzgando a la madre de Inosuke sin conocerla.
¿Pero quién se pone a pensar en la hipocresía cuando se insulta a tu madre?
—Oye, imbécil, vuelve a decir eso sobre mi madre y te cortaré la lengua.
Sorpresivamente, la que dijo eso fue Sarada, quien parecía seriamente enojada y lista para atacar. La observé fijamente; notando sus ojos iracundos y sus labios fruncidos. En mi interior no se pudo contener el deseo de...
Besarla.
Mi mente me golpeó fuertemente y reemplazó la palabra de inmediato por "humillarla".
—Oh, ¿te ofendió la realidad? No me sorprende. Los hijos de las prostitutas siempre niegan el pasado de sus progenitores. Así que yo que tú me cuido, porque también he escuchado que la manzana no cayó lejos del árbol con respecto a ti, puta.
Su cara se tornó por completo roja y pareció que estaba a punto de lanzárseme, pero Inosuke la detuvo al elevar su mano. Me sorprendió como ella se detuvo de inmediato; controlándose y volviendo a su posición. Sentí la mirada de Inosuke sobre mi, y no pude evitar ponerme serio ante la oscuridad de sus ojos verdes. Su mandíbula estaba apretada a la vez que sus puños se tornaban blancos por la fuerza empleada.
—Boruto Uzumaki, solo te diré una cosa, y espero que te la guardes muy bien en ese cerebro de chimpancé que tienes: no insultes a mi hermana.
Su vista se afiló mientras me observaba. Pude haber jurado que, durante unos segundos, un brillo rojizo destelló sobre sus ojos.
—Así como sé cuando alguien tiene una gripe o conjuntivitis, sé cuanta norepinefrina necesita el corazón humano para que estalle como un petardo; sé cual es el punto más débil del cuerpo; sé en donde se encuentra la arteria más importante; sé cuanto mercurio necesita el cuerpo para que tu sistema nervioso se haga mierda y sé, en especial, cuales son los químicos necesarios para derretir un cuerpo humano por completo.
Se levantó de golpe y me observó con furia clara. Yo solo le sonreí.
—Sí, yo también me vi Breaking Bad, perra.
Inosuke solo soltó un gruñido y, posteriormente, se fue caminando hacia el área asignada por los Uchihas con sus hermanos detrás; estos no sin antes mandarme una mirada amenazante.
Continuará...
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