I mina mardrömmar.⸙
Ailín
No puedo...
Respirar...
Todo está oscuro y en penumbra. Se siente muy pesado y una sensación de presión oprime mi pecho con fuerza.
Necesito oxígeno.
¿Cómo terminé aquí?.
Recuerdo estar en mi habitación antes de irme a dormir, pero ahora...
Estoy luchando por mi vida.
¿No entiendo que está sucediendo?.
Nadé con brusquedad en cada brazada, en un intentando desesperado por salir a la superficie. mientras el poco aire contenido en mis pulmones dejaba mi cuerpo en pequeñas burbujas.
No puedo ver nada y todo a mi alrededor es tan...
Gélido.
Quería gritar.
Mi corazón palpitaba con rapidez, asustado como nunca. Sin embargo, incluso ante mi desesperada situación, traté de calmarme.
Puedo hacerlo.
Lo lograré.
Continúe con brazadas constantes por un par de segundos, pero me sentía atascada en medio de una penumbra aterradora y lúgubre. El miedo volvía a ganar terreno. Por suerte, logré salir a la superficie; dando una gran bocanada de aire, extasiada.
Lo conseguí.
Mi cabello húmedo se pegaba a mi rostro y lágrimas de felicidad recorrían mis mejillas. Alcé la vista y frente a mí había una figura encapuchada sobre un bote.
Fruncí el entrecejo, extrañada.
—¿Quién...? —Traté de decir. Mientras su sonrisa se agrandaba antes de sumergirme en el agua, con sus frías manos.
—¡No!,
Abrí los ojos por la fuerte impresión, y los mantuve fijos en el techo grisáceo de la habitación por unos instantes. Mientras mi respiración volvía a la normalidad.
Otra pesadilla...
Suspiré.
Aún no me acostumbraba a tenerlas con regularidad...
Además, ésta había sido un poco...
Diferente.
Cuando me recompuse, salí de mi cama, frotando mis ojos. Luego, frente a mi closet, cambié mi pijama por unos jeans azules y un suéter de lana: Mi favorito —Color verde opaco y mangas largas—, para luego salir de la habitación.
⸙⸙⸙⸙
—Me voy, cariño —Se despidió, besando mi frente—. Hoy resolveré lo de tu inscripción.
Como aún no terminaba mi último año de preparatoria por múltiples problemas —Entre ellos la reciente mudanza—, mi padre había decidido inscribirme en la prepa local lo más pronto posible y así, no tener retrasos en mi educación académica.
—Esta bien, papá —Le sonreí. Mientras él se introducía en el auto—. Cuidado al conducir.
Encendió el motor del vehículo y me regaló una mirada rápida.
—Tu desayuno está en la cocina —Me informó, con dulzura—. Hice tu favorito.
Una sonrisita tierna se formó en mi rostro sin poder controlarla.
No sé que haría sin él.
—Te amo mucho, papá. ¿Lo sabes, verdad?.
—Lo sé —Me sonrió. Luego, condujo por el sendero hasta perderse de vista, rumbo a la carretera.
⸙⸙⸙⸙
Mientras desayunaba, noté que el señor Curru's apenas se molestaba por oler o degustar su comida. Éso me preocupó mucho, así que decidí ir a alguna tienda por su favorita. Subí a mi bici y a travesé la larga y ancha carretera rodeada de árboles, hasta llegar a Lost Ville.
Bien, éste debe ser el lugar.
Después de un largo tiempo buscando lo había conseguido. Al parecer, solo existía uno en todo el pueblo. En frente del sitio, me detuve y estacioné mi bicicleta.
El mercado lucía solido e imponente. La entrada principal estaba adornada por un amplió y ancho cristal repleto de folletos. Entorné un poco los ojos, analizando la foto en el panfleto.
Desaparecida chica de 17 años.
Desaparecida...
Me agité un poco al enterarme de la noticia.
—Espero que logren encontrarte... —Murmure, mientras tomaba el pomo de la puerta para entrar al lugar—. Iana Barnes...
El interior del mercado estaba repleto de estantes con múltiples envoltorios de productos comestibles o de uso domestico. El piso estaba decorado con cerámicas de cuadros en tonos blancos y negros. Mientras las paredes se vestían de tonos azulados; dándole un ambiente de los 90s al lugar.
¿Ahora dónde esta la sección de mascotas?.
Le eche una ojeada al lugar a medida que caminaba, por si lograba ver a algún encargado. Sin embargo, no logré ver a nadie, salvo a alguna persona en la lejanía. Pensé en pedirles indicaciones, pero no fue necesario.
"N°3 - Mascotas".
Leí en un cartel azul frente al pasillo y luego, me introduje en su interior en busca del favorito del señor Curru's. Se trataba de una mezcla procesada entre salmón y carne de res.
—Aquí estás —Solté, con suficiencia. Lo había encontrado en uno de los estantes superiores.
Mierda.
Tengo un problema.
¿Como voy a alcanzarlo?.
No había pensado en eso.
Mi objetivo estaba a una altura considerable en comparación con mi reducida estatura. A la cual yo llamaba: "Un Hobbit y medio". Sí, una de esas criaturas fascinantes de los libros de J.R.R. Tolkien. Sin más opciones que las de intentarlo, me estiré, pero no obtuve éxito.
—Oh, vamos —Bufé—. ¿Estas de broma?.
—Déjame ayudarte —Una voz gruesa y áspera resopló cerca en mi oído, al tomar el envoltorio.
¿Gandalf?.
—En serio te lo agradezco —Me volví para observar a mi salvador.
—No tienes qué —Me la entregó y una amplia sonrisa se formó en su rostro—. Solo hago mi trabajo.
Con rapidez, analicé al chico de cabellera oscura como la penumbra, espesa y muy desordenada: Era uno de los encargados de la tienda.
—¿No eres de por aquí, cierto? —Su mirada plateada fija en mí—. Recordaría unos ojos tan azulados como los tuyos.
La sangre amenazó con subir a mis mejillas debido a sus repentinas palabras. Ademas, su voz profunda me hacía estremecer.
—Estas en lo correcto —Le respondí—. Acabo de mudarme a la casa de mi abuelo con mi padre.
El chico arqueó las cejas en sorpresa.
—Buena elección de mudanza —Dijo, con ironía—. Has llegado al pueblo de los perdidos. Soy Izan —Me ofreció un saludo, con la sonrisa aún en su rostro—, uno de los pocos encargados del único supermercado en todo Lost Ville.
—Ailín —Le sonreí, aceptando su saludo—. Ailín Bell, la nueva forastera.
—La única forastera —Enfatizó.
—¿Es broma, cierto?.
—No —Soltó una pequeña risita—. Bueno, han sido muy pocos los que lo han hecho. Supongo que casi nadie está tan loco como para venir aquí. Salvo por tí, chica nueva.
—Pues gracias por la cálida bienvenida, Izan —Dije, con sarcasmo y él sonrió.
—Pero no es un mal lugar, te acostumbraras rápido —Afirmó y señaló el envoltorio en mis manos—. ¿Es todo lo que necesitas?.
—Sí, ésto es todo.
—Ven, entonces.
SIguiendo sus ordenes, lo seguí a través del pasillo.
Su perfil era muy atractivo y bien definido. Ademas, el uniforme de la tienda se ajustaba a su cuerpo marcado. ¿Cómo lo hace?. Por lo general, no a muchas personas le lucían ese tipo de atuendos. Sin embargo, a Izan, parecía eludirlo esa regla; le quedaba fantástico, en toda regla.
—¿Tienes algún gato en casa? —Fijó su mirada reluciente sobre mí, acompañada del aroma masculino de su colonia, y sentí mis mejillas arder en descontrol.
—Sí, y uno muy creído —Le sonreí, un poco hipnotizada—. Le decimos el señor Curru's, y hoy no ha querido comer —Le expliqué—. Espero que con su comida favorita lo haga.
—Créeme. Con éso —Señaló una vez más el paquete—, seguro que lo hará.
Salimos del pasillo y luego cruzamos hacia la derecha, hasta llegar a la caja registradora. En el amplio lugar Izan, me atendió con amabilidad. Cancelé la comida y después, me dispuse a irme.
—¡Oye, chica nueva! —Llamó mi atención hacia él—. Si tú mascota no mejora ven a verme —Me ofreció—. Sé un poco de veterinaria y podría ayudarte.
Sentí una calidez envolver mi cuerpo y detenerse en mi pecho. Me alegré al escuchar sus palabras y saber que ya podía contar con alguien en aquel lugar. Algo que era muy diferente en comparación con mi ciudad anterior.
Podía ser el pueblo de los perdidos, pero...
Me empezaba a agradar.
—Lo haré, Izan —Me despedí, regalándole una sonrisa dulce.
Y cuando salí del supermercado, tomé mi bicicleta y me fuí a casa, complacida.
⸙⸙⸙⸙
Al llegar, fui a la cocina para servirle la comida que había comprado al señor Curru's. Sin embargo, apenas la probó.
Si no mejora pronto...
Tendré que buscar la ayuda de Izan.
Acaricié su sedoso pelaje en tono blanco y reluciente, con pequeñas pinceladas en forma de manchas color naranja.
Espero que no sea necesario.
Papá, aún no había regresado. Así que dejé la cocina, subí las escaleras y me encaminé por el pasillo del primer piso, rumbo a mi habitación.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Fruncí el ceño, cruzándome de brazos mientras me apoyaba sobre el marco de la puerta. Él sonrió con desdén—. ¿Y bien?.
—Te dije que volvería o ¿no? —Recalcó, tendido sobre mi cama y de piernas cruzadas—. Además, está es mí habitación. Tienes que habituarte a mi presencia.
Solté una carcajada por la gran ridiculez que acababa de oír.
—Ya no te pertenece —Bufé—. Pensé que te había quedado claro y sabes muy bien que no puedes estar...
—¿Estuviste leyendo el libro? —Inquirió, al tomarlo de la mesita de noche y echarle una mirada rápida.
Contraje el entrecejo.
—¡No me interrumpas cada vez hablo! —Exclamé, cansada de su actitud inmadura.
—Entonces, deja de decirme que hacer —Me observó con una mirada fría en sus ojos celestes y con su mandíbula apretada.
En esa ocasión se me antojó muy intimidante.
Bajé el borde de una de las mangas de mi suéter, algo nerviosa. Sin embargo, me armé de valor y me acerqué a la cama.
—¿Lo leíste? —Volvió a decir, y su semblante se suavizó.
—No reconozco el idioma —Solté, de manera atropellada.
—Bra... —Llevó su mano al bolsillo de sus jeans y sacó un envoltorio rectangular; era alguna clase de goma de mascar color morado—. ¿Pero aún así trataste de leerlo?.
—No.
—No me mientas.
—¿De dónde es? —Presioné, para saber algo más e ignorando así su pregunta, como suele hacerlo él—. ¿Es Europeo?.
—¿Trataste de leerlo? —Insistió.
¡Cómo odio su molesta actitud!.
Se llevó el pequeño rectángulo a la boca.
—Pensé que los chicos como tú solo consumen cosas dañinas —Enarqué una ceja—. Algo así como los cigarrillos.
—¿Chicos como yo? —Me observó, con un deseo vivaz.
—Chicos malos y egocéntricos.
—No me gustan los cigarrillos. —Sonrió, divertido. El hoyuelo formándose en su mejilla.
¿Cómo podía cambiar tan rápido de un semblante tan frío y serio a uno dulce y atractivo?.
Colocó el libro una vez más sobre la mesita de noche.
—Creo que soy un chico malo diferente... —Se levantó de la cama. Hundió sus manos en los bolsillos del suéter y se acercó a mí.
—Sera mejor que te vayas —Le dije, retrocediendo.
—¿Y por qué haría eso?.
Su rostro poco iluminado en la oscuridad de la capucha le daba un aire siniestro y tenebroso. Una sonrisa ladeada decoraba su rostro y la mezcla de colores plateados y celestes jugaban en sus ojos, mientras se mantenían fijos sobre mí.
Pasé saliva, nerviosa.
—Mi padre está por llegar... —Logré decir.
Él bufó, mientras continuaba acercándose.
Pronto, sentí mi espalda contra la pared y cuando alcé la vista para hacerle frente, su robusto cuerpo se cernió sobre mí.
—En esta ocasión... no voy a irme sin obtener algo de tí, ¿recuerdas? —Susurró, muy cerca de mis labios. Su aliento con olor a uva llegó a mi nariz mezclado con alguna colonia masculina en su suéter, complementándose de una manera armoniosa.
Va a volverme loca...
Mi corazón latía a mil por hora y mis emociones saltaban en agite, desbocadas.
Aunque el extraño era un completo idiota, no podía negar que era muy atractivo, tanto que el tenerlo tan cerca de mí suponía un peligro.
—No voy a darte nada —Fingí firmeza en mi voz.
Nuestros alientos estaban tan cerca que se mezclaban. Mi mirada se mantenía fija en su rostro, detallando cada detalle de él; Sus cabellos rubios que cubrían su frente hasta la altura de sus cejas. Sus facciones bien definidas y marcadas. La manera única con la que jugaba con su mirada y sobre todo, esa mezcla de colores sin igual.
Sentí la sangre llegar a mis mejillas en un rubor que se volvió notable.
—Cuando te niegas, solo haces que aumenten mis ganas de tener lo que quiero de tí, Bell...
La manera en la que susurró mi apellido envío una descarga de sensaciones a todo mi cuerpo y mi respiración se tornó errática.
¿Cómo puede causar estragos en mí con solo un par de palabras?.
Relamió sus labios y con una sonrisa que incitaba a la perversión, presionó aun más su cuerpo contra el mío, haciendo que pudiera sentir lo definido y fornido que estaba.
—¿Qué es lo que tanto quieres de mí...? —Al preguntarle, su aliento mentolado rozaba mis labios y sus hipnotizantes ojos celestes me mantenían sumida en un trance. Estaba desorientada.
Su mirada inusual bajó a mis labios.
—Quiero...
—¡Ailín! —La voz de papá, me alertó, sacándome de mi ensimismamiento—. ¡Estoy de vuelta, cariño!
—Esto es malo —Me apresuré a decir, tratando de ocultar la calentura en mis mejillas—. No puedes estar aquí. Si mi padre te encuentra yo... Tienes que irte ahora.
—Aún no.
Unos pasos largos y profundos se acercaban.
—¿Ailín?. ¿Estás en tu habitación?.
—Estoy hablando en serio —Murmuré, para no hacer ruido—. V-e-t-e... —Traté de apartarlo con mis manos, pero no podía moverlo ni un centímetro.
—No.
¿Cómo pensé que sería tan fácil?.
Este chico me mantenía al borde de la locura y me desesperaba como ningún otro. No sabía que hacer, hasta que sin pensarlo; lo miré fijamente y susurré aquel nombre escrito al final del libro.
—Allein... —Mi voz apenas firme—. Debes irte.
La mera mención de su nombre hizo que se alejara con una sonrisa amplía en su rostro.
—Låt... spela...
Murmuró algunas palabras en ese idioma extraño que no pude discernir del todo y luego, me observó para volver a hablar:
—Volveré —Afirmó y salió de la habitación, bajando por el balcón como la vez pasada.
Apenas tuve la oportunidad, salí a hablar con papá, desesperada. Quién al darme una ojeada, formó un mohín de extrañes.
No quería ni imaginarme el aspecto de vergüenza que tenía pintado en el rostro: con mi respiración aún agitada y mis mejillas coloradas de rosa, pero de igual manera, supe controlar la situación.
⸙⸙⸙⸙
En la cena, mi padre me contó que había resultó lo de mi inscripción y que mi primera clase sería a la mañana siguiente, así que me dispuse a dormir temprano.
Había tenido suerte que el extraño o Allein, no había hecho acto de presencia desde nuestro último encuentro ese mismo día y en parte, me sentía muy aliviada por eso.
Aquella noche fué distinta a cualquier otra, pues desde hace un par de meses sufro de pesadillas contantes que me impiden dormir. Sin embargo, en cierto punto de mi sueño no deseado, una calma repentina me envolvió, haciéndome sentir tranquila y reconfortada.
Y por primera vez en mucho tiempo...
Logré dormir a gusto.
⸙⸙⸙⸙
Bra = Bien.
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