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Butterfly

El día era tormentoso, nublado. El frío incesante lograba que hasta el aliento de cada ser se proyectara en el aire. Tres lobas corrían sin cesar entre los árboles, salpicando el lodo del suelo bajo sus pies; el trío huía de algo que las perseguía haciendo ruidos escalofriantes. La castaña iba adelante marcando el camino, le tocaba elegir que camino era adecuado usando sus sentidos; la menor iba después, siguiendo de cerca el paso de la castaña; y por último iba la mayor del trío, asegurándose que el par menor se mantuviera a salvo. Seguían la formación a la perfección tal y como habían aprendido, trabajaban como buena máquina e iban a buen ritmo.

Pero al parecer aquella cosa que las perseguía tenía mayor destreza, cada vez se escuchaba más cerca.

- ¡Al claro! - Gritó en el fondo la pelinegra.

La líder de la formación oyó su orden y giró al gran espacio del bosque sin árboles.

Las tres corrían con todas sus fuerzas, como si sus vidas dependieran de aquello, y así era.

Los pasos que las seguían cada vez eran más fuertes y cercanos; la niebla del lugar no ayudaba a su tranquilidad, a duras penas podían ver su alrededor. La mayor era quien más cerca estaba de aquellos pasos, al voltear para intentar ver que tan cerca estaba no logro ver nada.

Al llegar al claro se posicionaron en el centro de aquel espacio y unieron sus espaldas para que no quedara ningún ángulo sin vigilar.

Sus respiraciones agitadas se escuchaban en el aire, y cualquiera con buen oído podía escuchar la tosca manera en la que sus corazones latian. Se mantenían en alerta ante cualquier movimiento, el ambiente era adecuado para cualquier ataque sorpresa.

A lo lejos se comenzaron a escuchar unas palmas chocar, eran aplausos. Ninguna bajaba la guardia, enfocaron su audición totalmente al lugar de donde provenía aquel ruido que cada vez se acercaban más y más, alertas de cualquier cambio repentino.

- Chicas pueden descansar - Dijo cuando logró ser visible entre tanta niebla para el trío lobo. - ¡Lo han hecho excelente! -

El trío relajó totalmente sus músculos, estaban exhaustas. La peliplata se tiró al suelo intentando regular su respiración y su muy agitado corazón; su resistencia era un verdadero asco, debía hacer más ejercicio.

- Aprendimos del mejor - Halagó la castaña sentándose junto a su menor.

- Estoy sorprendido, para su edad, lo que han hecho allá atrás a sido perfecto. - Ahora, vamos a casa por unos helados se lo ganaron - Hablo el hombre dándose la vuelta.

- ¡Papá! - Grito la peliplata antes que el peliplata mayor se fuera con sus hermanas y se olvidarán que ella estaba ahí tirada. - ¡Cargame! No siento mis piernas - Expresó haciendo su mejor berrinche.

- Cachorro pulgoso - Dijo él antes de acercarse a la pequeña niña y levantarla por un pie al aire.

- ¡No tengo pulgas! - Se quejó la loba de cabeza - ¡Cargame bien que se me va la sangre al cerebro! - Agarró su cabeza con ambas manos.

- Apestas - le dijo subiendola a sus hombros. - Necesitas un baño. -

- Jamás- La peliplata levantó sus brazos al aire.

Aquel hombre peliplata tomo a sus otras dos hijas por las manos y comenzaron su trayecto a casa. Había sido un duro día de entrenamiento y merecían un descanso; sobretodo su primogénita, ella se había encargado de explicarle las formaciones y todo a sus hermanas.

Al llegar a casa el peliplata dio la orden de darse un baño, los cuatro estaban totalmente cubiertos de lodo y maleza. Sin embargo, la más pequeña se negaba y se había escondido en algún lugar de la enorme casa.

- ¡Kim YooHyeon! - Gritaba la mujer ya cansada del juego de su hija. - Ya tus hermanas se bañaron y están abajo con tu padre, más te vale salir ya. - Sonaba enojada, pero no era así, la mujer poseía un carácter encantador y transmitía paz con la mirada aunque la situación fuera la peor.

- ¡Jamás me bañaré! - Gritó la pequeña desde su escondite. Grave error, la loba había usado sus sentidos para sentir de donde provenía el ruido.

Un par de segundos pasaron cuando ya la tenía al cachorro en sus brazos peleando con todas sus fuerzas mientras se dirigían al baño.

Por otro lado de la bella morada se encontraba el peliplata con sus dos hijas mayores. Los tres en pijamas comiendo helado mientras veían cosas en la televisión.

- Papi - Lo llamo la pelinegra terminando el helado que tenía en su boca. - ¿De verdad crees que lo hicimos bien? -

- Claro que sí Bora, estoy muy orgulloso. - Hablo honestamente. - Les enseñaste muy bien lo que aprendiste, eres buena hermana mayor. - Decía mientras acomodaba el gorrito de la pijama de la niña.

- Yo casi me muero de un infarto - Interrumpió la castaña.

El otro par río en respuesta.

- ¡Es cierto! - Volvió a reclamar la niña - Cuando comenzaste a hacer esos ruidos raros, daban mucho miedo. -

- HanDong tranquila - La atrajo el hombre para darle un abrazo. - No quise asustarte tanto. - Peino el castaño cabello de la niña.

De fondo se oían unos piecitos bajar rápidamente las escaleras. Momento después una pequeña peliplata con pijama de cuerpo completo amarilla hizo aparición saltando al sofá.

El mayor la tomó en brazos y comenzó a hacerle cosquillas.

- ¡Mocosa me asustaste - Se quejó la pelinegra, uniéndose a su padre para hacerle cosquillas a la pequeña.

La niña reía sin parar pidiendo piedad, no podía más, su pancita dolía ya.

En el fondo dos castañas veían la escena enternecidas; la madre del trío tomó a HanDong y la sentó en sus piernas, disfrutarían del espectáculo.

- Bien bien, iré por tu helado - Anunció el peliplata yendo a la cocina.

"El cachorro" de la familia tenía algo entre sus manitos, al cesar su risa se acomodó en el sofá y le pasó lo que sostenía a su hermana mayor.

- ¿Me lo pones? Por favor - Cargaba un pequeño gorrito entre sus manos.

La mayor se subió al sofá junto a ella y tomó el gorro para ponérselo a la peliplata. La vista de las niñas era tan simple pero tan tierna.

- Hueles rico - Comentó la pelinegra luego de terminar de acomodarle el gorrito.

- Gracias - La pequeña se abalanzó sobre su mayor y comenzó a llenarle el rostro de besitos. - Ahora tú también hueles rico. Me eché perfume. - Decía de forma presumida.

- Vaya, eres toda una diva - Bromeó.

- Lo sé Unnie -

Y así fue el resto de la noche, jugaban entre todos. Hasta que llegó el momento de dormir, el día siguiente sería duro.

**

El sol saliente se notaba entre las copas de los árboles, tan sutil y tan hermoso. Una buena mañana dejaba ver que el día sería cálido, totalmente lo opuesto al día anterior. El trío de niñas entrenaba constantemente, bueno, dos de ellas lo hacían; la menor andaba jugando con los pequeños animalitos que conseguía a su alrededor.

- YooHyeon, padre te va a regañar. - Advirtió la castaña.

- Ven a hacer los ejercicios con nosotras - Hablo la líder del trío.

- Soy un espíritu libre - Respondió simplemente la peliplata, mientras tenía un par de pajaritos en sus dedos.

- Espíritu libre que voy a castigar si no obedece - Hizo aparición el hombre.

- ¡Papá! - Se quejó.

- Que los hagas - Hablo firme el peliplata. - Sino no te daré tu regalo. -

- ¿Regalo? - Los ojos del cachorro se iluminaron.

- Haz los ejercicios. -

Pasaron las horas y el pequeño trío lobo ya había terminado. Iban camino a casa junto a su progenitor.

- ¿Y mi regalo? - Insistió por décima vez en el camino la menor.

- Espérate YooHyeon, cuando lleguemos a casa. Tengo regalos para las tres - Le volvía a responder.

Al llegar a casa el peliplata fue entregando sus sorpresas a las niñas de mayor a menor; a Bora le dio un hermoso conjunto, la niña adoraba vestirse con estilo. A la castaña le dio un juego de laboratorio, la niña adoraba la ciencia y todo lo correspondiente a la naturaleza. Y a la menor le dio una pequeña cajita, la cual no podía abrir y tuvo que ser rescatada por la pelinegra, dentro había una hermosa cámara fotográfica profesional, la menor en ese momento no tenía idea de lo que próximamente se convertiría en una de sus pasiones.

Con permiso de su madre salió de casa para probar el aparato, sin embargo no encontraba que fotografiar. Nada le resultaba atractivo para plasmarlo. Su padre le había explicado la funcionalidad del aparato y le había enseñado para que servía.

El pequeño cachorro caminaba lentamente entre los árboles viendo hacia el horizonte de forma distraída, perdida en el canto de los ocultos pájaros entre las copas de los frondosos árboles. Sumergida en sus pensamientos de cual seria la toma perfecta de su primera fotografía, le habían dado la tarea de hacer que su primera fotografía fuera memorable. Su familia esperaba mucho de ella y no los iba a decepcionar.

En ese momento pasó una dulce mariposa celeste frente a sus ojos, una majestuosa obra de la naturaleza. Comenzó a correr detrás de ella siendo lo más delicada posible, no quería que huyera lejos sin poder sacarle la fotografía.

Notó que el insecto se movía cuando ella lo hacía, así que decidió sentarse en el suelo y dedicarse a observarla detalladamente, esperando que con suerte su amiga dejara de volar.

Pensó en tomarle la foto en el aire pero lo más seguro es que hubiera terminado en desastre, nunca había hecho esto.

Pasaban los minutos y su celeste amiga voladora seguía rondando el lugar en círculos. Respiro profundo, era una prueba a su paciencia y a cuento tiempo podía quedarse quieta y era realmente difícil para el cachorro. Aún con sus ojos cerrados pudo sentir ligeras cosquillas en su nariz, abrió lentamente sus párpados y ahí estaba, el insecto había aterrizado en su nariz. ¿Como se supone que iba a sacar la foto así?. Movió un poco su rostro y observó como la mariposa no planeaba moverse del lugar. Quizás quería ser su amiga.

Se levantó lo más lento posible y poco a poco fue acercándose a un árbol caido; había recordado que su cámara poseía un temporizador. Era arriesgado, lo sabía, la mariposa podía irse en cualquier momento, pero aún así decidió arriesgar todo.

Colocó el aparato en la superficie del tronco y activó el temporizador, se colocó de cuclillas frente a la cámara, con vista de perfil. El tic toc de la cámara hacia pasar el tiempo por una eternidad y cuando al fin sonó la señal de que había sido tomada la foto la mariposa despegó de su nariz, dio un par de vueltas y se colocó luego en la punta de sus dedos. Por un momento se había olvidado totalmente de la fotografía y se quedó admirando el hermoso diseño de sus alas, el click de la cámara volvió a sonar; estaba confundida pues estaba segura que solo había puesto para que sacara una fotografía.

Segundos después de entre los arbustos se asomaba el peliplata, con otra cámara en manos.

La mariposa despegó para irse hacia otro lugar; YooHyeon comenzó a extrañar la sensación cosquilluda del insecto en sus dedos y entristeció pues su nueva amiga se había ido sin decirle adiós.

- ¿Que tal te ha ido? - Pregunto su progenitor.

- No he visto la foto - Confeso viendo la cámara encima de aquel árbol caído.

- Entonces revisemos - El hombre tomó la cámara y se sentó en el tronco, haciendo señas para que el cachorro tomara asiento junto a él.

Ya ambos uno al lado del otro el mayor busco la fotografía y la abrió sin verla.

- ¿Lista? - Le pregunto a su hija, escondiendo la vista de la cámara para ambos tener una sorpresa.

- ¿Y si no salió bien? - Se preocupó la niña.

- Cachorro, sea cual sea el resultado, va a ser maravillosa. - Le respondió su padre - ¿Sabes por qué? - La niña negó con su cabeza - Porque le pusiste sentimiento y esfuerzo a tu trabajo. Una fotografía es capaz de contar una historia, transmite sentimientos, transmite un momento, lleva su esencia. - Explicaba con pasión el de cabello color plata.

- La mariposa se fue sin despedirse de mi - Soltó la pequeña de pronto, con tristeza en su voz. - Pensé que éramos amigas. -

El hombre sonriente le respondió.

- Cariño, tiene que volver a su hogar. - Dijo con dulzura. - Era una hermosa mariposa, con la cual tuviste suerte de cruzar. -

- ¿No se podía quedar a mi lado? - El hombre negó con su cabeza. - ¿Por qué? -

- Tiene que expandir sus alas y cumplir sus sueños, tiene que volar y demostrarle al mundo de lo que es capaz. Debe encontrar el amor, tener su propia familia, y luego seguir volando hasta su muerte. - Acariciaba el lacio cabello de su cachorro más pequeño.

- ¿Tú si te quedarás a mi lado? - Jugaba con sus dedos nerviosa.

- ¿Por qué preguntas eso? -

- Si suelto tu mano, podrías irte volando... Como una mariposa. ¿Te perderé? -

- Yo me quedaré a tu lado. - Aseguro el padre. A veces le sorprendía la inteligencia de su hija, había captado su metáfora y la había aplicado a su vida. Para su corta edad aquello era sorprendente.

- ¿Me lo prometes? - Insistió.

- Te lo prometo, cachorro. - Respondió tomando su manito. - Brillas en esta oscuridad, con tus toques de luz... Desapareciendo la realidad de inmediato. - La pequeña le respondió con una dulce sonrisa. - Hora de ver tu primera fotografía. -

Destapó la cámara dejando ver un hermoso trabajo.

Se veía el hermoso perfil de la peliplata, sus ojos ligeramente abiertos observando el aleteo de la mariposa comenzando a despegar de su nariz. Un momento oportuno bellamente plasmado. En fondo contrastaba perfectamente con el cabello de la niña y el intenso azul del insecto dándole una bella perspectiva de ambos colores resaltantes.

El cachorro poseía un talento natural para la fotografia, una nueva pasión a punto de desarrollar.

**

- Señor; llego su informe. -

El alto hombre de traje gris tomó el sobre para ver su contenido.

- Tiene tres niñas... - Susurro para él mismo. - No tiene buen heredero. -

Tiro los papeles sobre su escritorio. Tenía un plan en mente, pero por el momento no podía ser desarrollado, sería peligroso. Debe esperar un tiempo prudente.



Holis~

Perdun, sé que tarde demasiado :c
Gracias por su paciencia y su apoyo~ de verdad espero que les guste este capítulo que escribí para ustedes. Casi 2500 palabras uwu
Nos leemos pronto ^~^
(Perdón si hay errores)

-Z

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