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3

La nueva temporada musical en la Casa Garniér, no se hizo esperar más.

Esta vez con Jesuscrist Superstar.

Una obra de Andrew Lyod Webber, bastante aclamada por la crítica artística.

Mientras se encontraban en los ensayos previos antes del estreno de la obra, Christine se encontraba en la enfermería de la ópera. La castaña habïa sufrido un leve desmayo mientras realizaba su rutina de baile, algo que alarmó bastante al equipo de trabajo.

-Tengo mis sospechas, madame, pero es necesario que se haga unos cuantos estudios para lograr salir de la duda- le habría comentado la medica que le atendió, Christine apenas salía de su estado.

La castaña asintió.

-Siento pesado el cuerpo...- se quejó Daaé.

-¿Haz logrado dormir estos días? La semana pasada también te vi algo decaida- esa fue Antoniette Giry, la profesora del cuerpo de baile.

-¿Hace cuanto no te baja la menstruación?- cuestionó la rubia que estaba sentada en una de las sillas que había al lado de la camilla.

La castaña fijó su mirada al techo.

Ella era irregular, pero...

-Soy irregular, Meg, y lo sabes.

-El hecho que seas irregular no significa que no puedas, ya sabes, llenar la piñata con dulces.

-Meg- reprochó Antoniette, su madre.

La duda existencial fue la emoción principal de Christine el día de hoy.

Si bien recordaba que tanto ella como su esposo, se encontraban planificando desde que habían iniciado su vida sexual. Todo por la salud de ambos. Pero ella también era conciente de que en algunos arrebatos que les daban, no había protección.

Por ordenes de la medica, Christine tenía excusa para faltar el resto del día, o mejor dicho para que fuera a realizarse los análisis medicos correspondientes.

Mientras ella iba manejando en su auto, junto con Meg, con I don't wanna live forever de fondo. Su teléfono comenzó a sonar.

-¿Puedes mirar quién es, Meg?

La rubia tomó el celular de su amiga, y sin pedir permiso, contestó.

-Eres un faltón, Raoul Chagny, pero de esos que a uno le provoca no hablarle de nuevo en ninguna vida- exclamó la chica al contestar, para luego reírse- Bonjour, Raoul... sí, lo normal... de maravilla, es un hombre increíble... Vamos camino al hospital con Chris, se enfermó en la mañana... wait, wait...

La rubia colocó el teléfono en altavoz.

-Hola, Raoul...

-Little Lottie, ¿qué te pasó?

-Es agotamiento, es todo... los ensayos han estado complicados últimamente.

-¿Por qué tu marido no está contigo?

En ese momento el semáforo se puso en rojo, lo que le facilitó a Christine soltar el maniubro un momento para tomar su celular.

-No le quise avisar, sabes que él además del teatro tiene su empresa de ingeniería...- excusó la dama. La verdad era distinta, no esa- ahora lo llamo para que venga al hospital.

-Pero que sea seguro, Christine, no quiero enterarme después que están ocurriendo cosas entre ustedes dos.

La castaña colocó su teléfono en la pequeña base que tenía sobre el radio, para poder manejar y hablar por el teléfono. El semáforo ya estaba en verde.

-¿Cómo estás tú?

-En tres días viajo a Inglaterra, ya voy a entrar en mis vacaciones.

-Qué bien... Huhm, Raoul, te llamo luego... no me siento de ánimos para hablar.

En lo que la llamada finaliza, ya se encontraban a las afueras del hospital.

Meg no dejaba de repetirle a su mejor amiga que debía relajar, para que no le diera otro desmayo como en la mañana. La pobre soprano no dejaba de temblar.

Después de solicitar amablemente unos exámenes prioritarios, le llamaron para que fuera pasando.

Los segundos, los minutos, la hora, cada vez se hacía más eterna; pareciera como si todo se hubiese congelado y todo permaneciera en un solo instante. Meg se encontraba viendo algunos videos en su celular, mientras que Christine estaba que se vomitaba de los nervios.

Nauseas...

En la última semana presentó demasiadas nauseas, tanto que Anne fue a prepararle remedios caseros para que se pudiera recuperar.

-Christine Daaé.

Los exámenes ya estaban.

Ya no había un punto de retorno.

































Por enésima vez ella le mencionó a su mejor amiga que todo iba a estar bien, que ella prefería leer a solas su resultado, cualquier novedad se la iba a decir.

De camino a su vivienda, había comprado dos test en la farmacia. Todavía no se atrevía a ver los resultados de los laboratorios, estaba muy asustada.

No se atrevió a llamar a su esposo, no quería ser una carga para él en ese momento, quería afrontar esa noticia sola.

Tres minutos...

Tres minutos debía esperar para que la prueba dejara ver el resultado. Ella misma sabía, que si en dado caso salia positivo o negativo, el papel de laboratorio resolvería la duda.

-Dios, que sea lo que tú quieras... pero preferiblemente que sea negativo.

Sonó la alarma del temporizador.

Con manos temblorosas, levantó las dos pruebas.

-Okay...- tomó con rapidez el papel. Al leerlo, no había rastro alguno de emoción.

Las dos pruebas indicaban que tenía siete semanas de embarazo, y el resultado de laboratorio afirmaba el estado de gestación, junto con una leve anemia que se debía tratar.

-Estoy embarazada...

Abrió la puerta del baño, encontrandose con su perrita la chica le sonrió antes de acariciarle el lomo.

-Sasha, creo que vas a ser hermana mayor.

Su teléfono comenzó a sonar.

Era él.

-Hola, cielo.

-Hola, Cissy, ya voy camino a casa, ¿cómo estás? ¿quieres que te lleve algo de cenar?

-Hoy no fue un buen día, terminé en el médico.

La llamada finalizó.

Pasados unos cinco minutos, se escuchó la puerta.

Christine por instinto escondió rápido cualquier evidencia relacionada a lo que se acababa de enterar. No quería por el momento pensar en eso.

-¿Por qué no me avisaste que te enfermaste hoy?

Fue lo primero que le dijo Erik al verle.

-Sabía que estarías en junta, no quería preocuparte...

El hombre negó repetidas veces.

-Quien manda en esa empresa soy yo, y si a mi esposa le pasa algo, yo perfectamente puedo mandar todo a la mierda para poder estar contigo.

Los ojos avellana de Christine ya no podían acumular más lágrimas.

-Perdón...

Fue momento para desbordarse en llanto.

Erik no dudó en tomarla entre sus brazos para abrazarla.

-Ya pasó, ¿todo está bien?- preguntó, al darle un beso en la frente- ¿Qué tienes?

Ella dudó en contarle, pero lastimosamente sería algo que no se podría contar con el paso del tiempo.

-Tengo hambre... ¿podemos pedir algo para cenar?

Erik plantó un beso corto sobre los labios de su esposa.

-Ve a la habitación, yo me encargo de ello, ¿okay?

































La castaña trataba de disimular su mueca de asco ante la comida.

Erik había ordenado una caja de pizza para que senaran los dos, pero para la castaña fue mala idea... ver el queso, le estaba provocando muchas nauseas.

Dio mordisco tras mordisco, poco a poco. Su estómago no pudo asimilar el alimento así que tuvo que irse corriendo a vomitar.

-¿Estás segura de que no quieres ir al médico?- cuestionó Erik desde afuera.

Christine baja la palanca mientras asimila que su estómago ta no tiene nada más que expulsar. Se siente débil, demasiado.

-No, ya me dieron la razón de mi estado de salud.

Antes de salir, la chica se lavó sus dientes, al igual que sus manos.

Erik estaba recostado sobre la pared esperando a que ella saliera.

-Estás muy mal, ¿qué tienes? ¿no me quieres contar?

Christine relamió sus labios repetidas veces.

-Tengo miedo a tu reacción.

Erik frunció el ceño, era la primera vez que ella le respondía de esa manera.

-Cissy, mira, si quieres vamos a dormir, y mañana hablamos con más calma, ¿te parece?

Ella no se negó ante tal petición.

Se fueron a la cama con la esperanza de que todo había sido quizá un sueño, pero, si no lo era, solo deseaba que él reaccionara de buena manera.

















All too well (phantom's version).

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