9. Habitación del bebé.
Hi~ Okey, hasta este punto asumo que todos leyeron las advertencias en gigante que están al inicio del fic, que le tomamos seriedad al canon y tratamos los temas con la seriedad que merecen por ende, porque la salud mental no es un chiste. Partiendo de esta premisa aún así, dejo la advertencia de que considerando que Ash tiene PTSD este capítulo cuenta con una reexperimentación de abuso sexual y si bien, no es nada explicito per ce, por favor leer con precaución porque pueden ser temas reactivantes que merecen ser tratados con la seriedad, información y empatía correspondiente. Fuera de eso, mil gracias a quienes se toman el tiempo para leer.
¡Espero que les guste!
Hay manos encima de Ash.
Dientes presionándole el cuello, apesta a alcohol y se siente asqueroso, es lo más desagradable que ha sentido en su vida, Dios sabe que ha pasado por cosas asquerosas desde su niñez (por demasiadas lamentablemente), pero esto lo sobrepasa. Hay algo asqueroso en este hombre. Algo que lo rompe.
Hay un tirón de cabello.
Su cara enterrada en la almohada.
Una rodilla presionándole la espalda sin que pueda defenderse, su cuerpo le falla, su mente cae bajo un espiral catastrófico de aletargamiento donde apenas consigue mantenerse consciente. Pero ojalá no estuviera consciente durante esto, al menos así no le... al menos si despertara podría fingir que...
Hay un susurro ronco y húmedo contra su oreja. Dos palabras. «Buen chico».
Hay sabor a droga impregnado a su paladar, él conoce a la perfección el dejillo tan característico de las drogas que usan con las prostitutas, debería tener cierto grado de tolerancia en consideración al historial que presenta, pero tal vez, el efecto abofetea así de fuerte gracias a la abstinencia sostenida o quizás esté usando una mierda más fuerte. No sabe. No tiene idea de nada.
Grita.
Pero eso hace que tire más fuerte, disfruta lastimándolo.
Entonces le separa los muslos con su cara todavía enterrada en la almohada y Aslan recibe un dolor agudo, punzante y muy familiar. Entonces llora. Llora como un bebé, se aferra a su anillo, frunce los labios, no quiere besarlo, no quiere besar a nadie que no sea Eiji, sin embargo este hombre lo aprecia igual que un objeto y no le importa lo que Aslan quiera o no, así que lo besa de todas formas a pesar de su llanto que de todas maneras impresiona excitarlo, así que ¡¿cuál es el punto?!
Eiji.
Mi Eiji.
Mi dulce Eiji.
«Eiji» es lo único que piensa.
Perdón.
Yo no quería.
Pero tiene que tragárselo y sobrevivir, no importa que rompan su cuerpo, no importa que arremetan una y otra vez en su interior empujándolo hacia abajo. Solo entiende que debe salir vivo de esto, las piernas le tiemblan y llora adolorido. Haz que pare por favor. Griffin. Griff, ¡Griff! ayúdame, sálvame, por favor, ¿dónde estás? Te necesito, tengo miedo.
—E-Eiji. —Entonces recuerda que lo llamó y eso enfadó a su acompañante, lo confirmó no solo ante el cambio de brusquedad en las estocadas sino porque lo abofeteó.
—No finjas que no querías esto, ni te atrevas a llamar a otro hombre. —Entonces le ordenó—. Tú te lo buscaste, tú me provocaste, cuando te acercaste en el bar sabías que acabaríamos así, me deseas.
Y por primera vez Ash no puede escapar de esto, se queda flotando vagamente en el cuarto, rezando para que esto sea un sueño, por supuesto que no lo es, Dios jamás ha sido benevolente para cuidarlo de las injusticias (no lo hizo de niño, ni lo hace ahora). Y para cuando Aslan finalmente es desechado, lo primero que siente es una oleada de dolor paralizante, todos los músculos le punzan, le arde pero no quiere quedarse quieto y sentir esa viscosidad. No. Ni siquiera con Barba Azul se sintió vulnerable y destrozado, no tanto, nunca tan sucio y encima, supone que extraña su viejo politraumatismo o al menos la disociación que le permitía. Pero acá no hay disociación ni desrealización ni ninguno de los salvavidas que le ofrecía su pasado, acá está reaccionando como si fuera un primer trauma, como si de verdad hubiese logrado renacer y ¿para qué? Estaba muy entumecido cuando agarró su ropa, las lágrimas empaparon su carita cuando se dio cuenta de que llevaba un arma y no lo recordaba ¿cómo no lo recordó?, ¿cómo pudo concentrarse solo en sobrevivir y...?
—Eiji. —Entonces cae en la cuenta de que está casado y acaba de tener sexo con alguien más.
Un engaño.
Lo engañó.
Y Aslan entiende lo delicado que es el tema para su marido a causa de sus padres y la violencia muda de su vínculo, por eso la fidelidad e incondicionalidad es transversal en su relación, es malditamente duro siquiera considerar que él acaba de... a su...
Para siempre.
Mierda. Mierda. ¡Mierda! Al final.
—Naciste como una vulgar prostituta y me tomaré el tiempo necesario. Te convertiré en una esposa decente.
Ja. A fin de cuentas supone que no lo consiguió si sigue rehuyendo a sus viejos hábitos con hombres.
Aunque probablemente Dino tenía razón y solamente sirve para una cosa, ¿no es así?
—No seas tan duro, papá. Si me rompo no podrás usar el inodoro.
Ash se tira agua fría en la cara.
Cuenta hasta diez.
Respira.
Repasa el lugar con el objetivo de regresar al presente: está sano y salvo en el baño del apartamento.
Estaban hablando del cuarto del bebé antes de irse a dormir.
El cuarto de su hijo.
—Ya pasó. —Se dice a sí mismo, abrazándose por encima de su camiseta.
Se mira en el espejo y trata de reincorporarse luego de la ¿pesadilla? No, fue una reexperimentación, pero hace mucho tiempo no le pasaba, de hecho ni siquiera alcanzó a tocar la almohada. Remembra que se estaba lavando los dientes mientras rumiaba en qué cosas podría decirle a Eiji para explicarle correctamente lo sucedido, su cuerpo empezó a arrojar sensaciones físicas y eso lo volvió consciente de lo sucio que estaba, la idea de suciedad lo llevó a pensar en engaño y acá estamos, con el cabello chorreándole hacia la cara, con la boca temblorosa y una mirada de horror absoluto grabada en sus pupilas. Se supone que debe superar estas cosas, que ha "pasado de página". Pero parece que jamás es así, porque la vida sigue mostrándole una y otra vez el mismo destino como si fuese un leopardo.
—¿Aslan? —El aludido parpadea un par de veces hasta que su visión se aclara y consigue contemplar el baño en su totalidad, su respiración se empieza a ralentizar y aun así, no logra deshacerse de esta sensación de temblor en cada fibra de su cuerpo, está débil y se siente desnudo—. ¿Aslan?
—Eiji. —Le duele pronunciar su nombre y le resulta egoísta, sea la decisión de divorcio o matrimonio ambas tienen algo de utilitario, si le permite quedarse a su lado lo arrastrará de nuevo (sí ¡de nuevo!) en su espiral de desesperanza y si no, será un terrible papá, ¿entonces qué es lo correcto?—. ¿Acaso te desperté? —¿Fui tan patético para gritar?
—No. —El japonés se acerca y Aslan retrocede por inercia, hace un esfuerzo sobrehumano mientras se repite mentalmente que está a salvo, que ya pasó y no le hacen daño, sonríe dándole una última mirada a su reflejo y se pregunta si este será el precio de su "normalidad" si las personas corrientes, con vidas normales y felices, no se esperan ser violados y por ende, el trauma los devasta en la plena totalidad—. Vi la luz encendida.
—Ya veo. —Eiji viste una de sus camisas y se le ve el vientre ligeramente abultado, eso le hace trizas el corazón porqué vaya, ¿cómo mirará a su bebé a los ojos si él...? Niega.
—Ash. —Y algo se rompe en sus entrañas cuando escucha esa adorable «u»—. ¿Estás bien? —Nota lo redundante e incluso tonta que es su pregunta y luce avergonzado por eso, Ash no se lo toma de esa manera por supuesto, para él esta clase de gestos son cautivantes y maravillosos, Eiji es siempre tan maravilloso con él, ¿cómo se atrevió a traicionarlo?
—Estoy bien, no te preocupes.
—Es imposible que no me preocupe por ti. —La ternura en su sonrisa le resulta amarga, comprende lo indigno que es de estos tratos, más luego de esa reexperimentación, todo se siente especialmente mal y parte de esto tiene que ver por la bilis subiendo a su garganta sin duda, pero más que nada es que siempre odió usar su cuerpo para obtener información—. Puedes ser honesto conmigo.
—Eiji.
—Por favor, confía en mí. —Es en estos momentos que Ash cierra los ojos y espera, por millonésima vez, despertarse y ser otra persona, alguien merecedor de Eiji "una esposa decente" como diría Dino y que ojalá la última década de su vida sea solo una pesadilla. No ocurre y no ocurrirá, no ocurrió ni siquiera tras años de terapia donde se supone que se reconstruyó ni ocurrirá ahora estando tan mal.
—Estoy bien. —Insiste—. No fue nada. —Pero el moreno no se mira convencido porque es tan terco.
—Ash... —De hecho, ha empezado a enrollar sus dedos contra la orilla de su camisa—. Sino quieres irte a tu propia cama puedes dormir conmigo. —Y es tan jodidamente patético que pretenda buscar consuelo cuando se supone que Aslan es quién buscaba trazar la grieta entre ellos.
—No.
—No tienes que sentirte obligado a nada, yo no...
—De todas formas está amaneciendo. —Interrumpe—. Y necesito irme.
—¿Vas a irte? —¿Vas a dejarme otra vez?
—Sí. —Sonríe, abrazándose a sí mismo como si eso pudiese frenar la intrusión—. Le prometí al viejo que estaría allí a primera hora.
—Ash.
—Buenas noches, Eiji. —Estira su mano para tocarlo y no se atreve.
Y aunque una parte de Ash se muere por ir con Eiji para ser acunado con sus brazos, no puede borrar la sensación de mugre sobre su piel como si fuese una capa gruesa y densa que lo rodea, no consigue olvidar las sensaciones fantasmas, los olores, los sabores y cree que si se queda reposando sano y a salvo contra el pecho del japonés, también terminará ensuciándolo y por ende, manchará a su hijito sin siquiera haber nacido, mejor que nadie comprende lo dañoso que es exponer a un niño al mundo adulto de la crueldad, y no será quién expondrá a su bebé a eso.
No será Barba Azul.
No será Dino.
No será Jim.
No será su papá.
—Buenos días anciano. —Hablando de papá, el aludido luce completamente sorprendido de tenerlo enfrente de su puerta sin previo aviso.
—¿Ash?
—Vine a tomar desayuno.
—¿Qué...? —Se mete a la casa sin esperar una reacción de Lobo—. Sí claro, eres bienvenido mocoso.
Sinceramente Lobo no lo esperaba y aunque es lo bastante agradable para recibirlo, su pijama delata su descontento, pero, ¿qué otra opción tenía? No podía regresar a su propio hogar, no con esos ojos cafés suplicándole para que confíe, acunando su vientre, haciéndolo consciente de que ambos serán padres de esa nueva vida, es duro tener que digerir la paternidad no esperada, de hecho Ash lo juzga como si cada mañana apretara un botón de reinicio y tuviese que convencerse otra vez de la realidad de esto, lo pone contento para ser franco y eso le es tan egoísta. Pero independiente de la catástrofe interna del mundo, el exterior es amable en casa de los Glenreed, Lobo le cuenta banalidades acerca de sus próximos trabajos mientras Michael devora sus tostadas (apenas tragando), intercambian del gusto por lo cotidiano y se acompañan en esto.
¿Así sería haber crecido en una familia "normal"? A veces se lo pregunta.
¿Así debe sentirse una casa?
¿Así debe verse la familia?
—Tengo que ir a dejar a Michael a la escuela. —Entonces Max anuncia, poniéndole fin a esta reunión de trabajo improvisada que se armó—. Pero no quiero que desaparezcas mientras no estoy.
—No voy a desaparecer. —Rueda los ojos y lo llama exagerado—. No me trates como algún criminal.
—Te conozco. —Pero Max no cae en su juego y eso le saca una sonrisa, le sorprende la profundidad de su relación, en varias ocasiones el periodista ha admitido que Ash es como un hijo (viceversa aun sino lo admite en voz alta), es uno de los adultos que más comprensión dio, incluso ante su aparente traición cuando Yut-Lung los amenazó, Max siempre fue papá—. Quédate quieto, todavía tenemos que hablar de cierto tema.
—¿Cierto tema? —Alza una ceja y se burla divertido.
—Un tema con cabello esponjado, ojos de Bambi y una porfía tan grande que asusta hasta Shunichi.
—Oh, entonces creo que me iré.
—¡Aslan!
—No te preocupes. —Jess es quién ha entrado a la cocina, mira el desastre sobre su mesa de granita con fugacidad antes de acomodar una mano sobre el hombro del más joven—. Yo lo vigilo justo acá.
—Eso no es justo. —Bufa—. La anciana es intimidante. —Entonces el agarre se tensa como si ansiase romperle los huesos y hacérselos polvo.
—¿Anciana? —Le pregunta con un tic en el ojo.
—Sí, eres toda una vieja. —Canturrea en inocencia—. Hasta puedo ver polvo salir cuando me hablas.
—Mocoso. —Le advierte—. No me provoques.
—Tienes razón, no debería provocarte. —El rubio tararea—. Es malo para las arrugas en tu frente.
—¿Qué arrugas?
—Esas de ahí. —Ash apunta hacia su entrecejo con una sonrisa felina—. ¿Acaso la ceguera ya no te deja ver bien?
—Vámonos, Michael. —El nombrado corre a agarrar su mochila.
—¡Te amo mamá! ¡Te amo Ash! —Y con un portazo se van, dejándolos a solas.
—Eres un irrespetuoso.
—Y tú eres una abuela. —Y ahora que cae en la cuenta—. Eres una...
Jessica será abuela.
Alto.
¿Qué está diciendo?
No debería pensar así de Jess si ni siquiera su propia mamá lo amó, ¿por qué ella lo haría? Ese vínculo es diferente al que tiene con Max, en cierta medida, se siente más identificado con el carácter gélido, determinado y hasta duro de Jessica, pero al mismo tiempo, se profesa perdido al descubrir ese lado dulce y maternal que ella esconde. Incluso cuando los subordinados de los Lee se metieron a su casa para generar una distracción y poder secuestrar a Eiji, ella antepuso el bienestar de Michael sin darle peso al propio, Jessica también fue abusada, recuerda, probablemente tuvo miedo y aun así fue una mamá, Ash nunca tuvo esto, lo más cercano fue Jennifer y pese a su bondad, no es lo mismo. Algunas veces se cuestiona si una madre habría hecho la diferencia, si quizás la culpa no es tanto de Jim sino de la ausencia de ese amor incondicional.
—¿Ash? —Y como si sus pensamientos no fueran lo suficientemente dolorosos Jessica percibe dicho cambio de actitud y se inclina, como si fuese un niñito y tuviese que agacharse para verlo—. ¿Aslan?
—Serás abuela. —Entonces suelta.
—¿Qué?
—Serás abuela. —Y es la primera persona a quién se lo cuenta—. Eiji está embarazado.
—¡Esto es fabuloso! —A diferencia de Lobo y los otros hombres a su alrededor, se percata enseguida de su falta de emoción, es directa y procede a indagar—. Pero tú no te ves contento.
—No del todo.
—¿No te alegra? —No es reproche en su tono, sino preocupación—. ¿Fue sorpresivo?
—Algo así.
—Aslan.
—Es que... —Y quizás por eso las personas "normales" necesitan de tanta ayuda de sus seres amados luego de un evento traumático, a Aslan solía importarle un carajo si alguien le creía o no, al contrario, su mecanismo de defensa por excelencia era hacer bromas e incomodar con abortos, abusos y otros temas tabús, pero ya no se cree capaz de esto—. Eiji y yo no hemos estado bien. —Entonces Jessica se arrodilla en el piso, es gentil, ni siquiera le pide que se siente derecho ni nada, sino que lo acoge.
—¿Qué ha pasado? —Se lo pregunta muy suave, con ese tono que solo las mamás saben poner, Ash ni siquiera debería notarlo si es huérfano de infancia pero lo hace—. Cariño...
«Cariño».
Ríe.
Mamá estoy sucio.
No merezco que me llames cariño.
—Busqué a Eiji por razones incorrectas. —Lo entiende—. Yo le pedí desesperado que lo hiciéramos, aunque no estábamos bien, no me importó esa noche, necesitaba limpiarme.
—¿Limpiarte? —Ash asiente y de repente está llorando y se siente estúpido, acá está el terrible líder pandillero de veinte años tiritando, sollozando, siendo consolado por quién técnicamente ni siquiera es su mamá—. ¿De qué? No te sientas presionado, si te estoy preguntando es porque no asumiré lo que ocurre, no cometeré ese error.
—Jess. —Entonces dice—. ¿Recuerdas cuando me contaste que te tomó un año entero recuperarte? —Y qué él moriría de viejo si le tomara un año entero recuperarse de cada transgresión, vaya ironía.
—Sí. —Lo abraza contra su pecho—. Lo recuerdo.
—¿C-Cómo lo hiciste? —Solloza—. ¿Cómo pudiste ponerte de pie de nuevo?
—Aslan.
—¿Cómo pudiste volver con Max sin sentir que...?
—Mi pequeño. —No le pregunta más—. Mi niño. —Y de alguna manera las mamás no lo necesitan.
Ash se desarma en este abrazo, los toques de Jessica son suaves pero firmes, lo hacen sentir seguro, huele a perfume y su cabello le cae encima de la cara, ambas sensaciones son agradables y de pronto se encuentra a sí mismo deseando haber crecido con Jessica de mamá, porque sabe que si lo hubiese encontrado luego de Barba Azul le habría creído y no solo eso, habría luchado ni siquiera por justicia, sino para que Ash entendiera que no hizo nada malo, que era un niño y los niños no deberían porqué saber de eso, siente que así habría sanado del inicio. Pero no fue así y Aslan tuvo que sanar de adulto con su niño interno destrozado, lo hizo ¿y para qué? Si otra vez se ha desmoronado. Y no sabe pero cuando la vida se esfuerza en arrojarle el mismo mensaje una y otra vez se vuelve evidente. En estos momentos, temblando como una hoja de papel contra el pecho de Jess, recordando su divorcio que nunca quiso concretizar y lo violentado que se sintió la noche antes de decidirlo...Se siente pequeño.
Se siente frágil.
Se siente como un niño, no como un futuro papá.
Se siente como un corazón hecho trizas, no como un engaño.
Se siente abusado.
Se siente tullido.
Sucio.
Se siente "normal" por fin ¿eh? Vaya precio, siempre subestimó y envidió la normalidad de Eiji, pero ya no tanto, nunca consideró que podría ser así de devastadora ¿cómo Eiji soportó tanto si era ajeno a toda violencia?, ¿cómo se las arregló para ser tan fuerte? Wow, quiénes dicen que Eiji es débil son unos ignorantes, hay que ser jodidamente fuerte para ser "ordinario" y sobrevivir lo extraordinario.
—Estoy acá, estás a salvo, estás en mis brazos. —Le da risa que estas palabras lo reconforten, puede que sea el efecto del aroma tan familiar de Jessica cosquilleando en su nariz o que lo esté meciendo aunque ni siquiera se ha levantado de su silla pero hay algo reconfortante en esto—. No fue tu culpa.
—Tenía un arma conmigo. —Jadea en un apenas entendible hilo de voz—. No lo recordé y no la usé, Jess. Comprendía mejor que nadie lo riesgoso que era buscar a ese sujeto y solo quería información, no soportaba que hubiera otro Dino... —Traga duro, encogiéndose hacia su mamá, sus piernas pesan y el pecho le sangra—. Fui tonto.
—No. —Su tono es duro, más, no intimidante—. Sobreviviste.
—Jess.
—Sobreviviste a eso, de alguna manera te las arreglaste para sobrevivir. —Jess lo aparta, no mucho, lo suficiente para que se miren a los ojos, sus manos se han enrollado entre los cabellos bajos de su nuca, su toque es reconfortante y agradable—. Fuiste muy valiente, Aslan. —No sabe por qué pero...
—No lo fui.
—Sí lo fuiste. —Algo en esas palabras cala demasiado hondo y de repente, le hubiera gustado recibir estas palabras hace más de diez años, le hubiera gustado poder volver a casa con su mamá—. Fuiste muy valiente, mi niño.
—Tengo que encontrar una manera de decírselo a Eiji. —Y mierda, eso le da terror—. Le dije que lo engañé, estábamos en terapia de parejas cuando yo le... porque no podía, nunca he tenido problema para admitir lo que soy pero ahora que hay un bebé de por medio, no quiero que odie a su papá por ser lo que Dino siempre dijo que sería, no quiero aceptar lo que pasó, no puedo, no puedo, lo intento y no recuerdo cómo lo he hecho antes. —Sus pensamientos salen atropellados, siente que su mente escala y escala hacia la catástrofe y no puede bajar—. No sé por qué esto me afectó, antes yo estaba bien con eso, antes no me importaba.
—No Aslan. —Jessica le pone un freno—. Siempre te importó pero tuviste que desconectarte ya que no podías hacerte cargo de que te importara, tenías que estar vivo a toda costa.
—¿Y ahora no?
—No. —Le acomoda un mechón detrás de la oreja—. Eres amado, estás seguro, estás casado, tienes padres y vas a ser papá, las cosas son diferentes, por eso... —Recién ahora se percata de lo duro que parece ser para Jessica pronunciar cada sílaba—. Por eso te afectó diferente, eres alguien diferente.
—Y aun así. —Los músculos de Ash caen en la silla—. Soy el mismo si sigo pasando por lo mismo.
—Escúchame. —No le permite bajar el mentón ni victimizarse y es increíble que aun así... no lo haga sentir culpable, cree que aquel es el verdadero poder de una mamá—. Existen personas malas y eso no depende de ti, a veces a las personas buenas les pasan cosas terriblemente malas y dolorosas.
—Eso es injusto.
—Lo es. —Jessica toma sus manos, la respiración de Aslan se corta y solo acá levanta la cabeza para poderla ver, siente que el corazón de la mujer se rompe en esos ojos azules, porque ella lo ve, puede ver lo asustado y nublado que yace—. Pero puedes optar por recomponerte y no permitir que esos violadores de mierda ganen, no les des la satisfacción de destruirte, no les des ese placer y levántate, ve con Eiji, permítete amarlo otra vez, sé un padre maravilloso y sé feliz, lo mereces, lo mereces más que nadie, Aslan.
—¿Y qué tal si ya me he levantado un millón de veces? —Ríe amargo—. ¿Qué tal si estoy cansado?
—Te tomas el tiempo que necesites pero te levantas una vez más, no te quedas en el piso. —La piel se le eriza cuando Jess tensa aún más el agarre—. Eres mi hijo y tienes mi fortaleza.
—Yo no...
—Perteneces a una familia de sobrevivientes.
Perteneces a nuestro lado.
Y de alguna manera, Jess supo perfectamente qué decirle para que se quebrara, no a raíz de la rabia e impotencia de su propia situación, sino por la misma Jessica. La lastima verlo sollozar y pese a eso, no lo juzga por llorar, por gritar, por quebrarse y por validar sus razones para tirar su toalla. Sabe que ella odia verlo así. Sabe que le duele. Sabe que se siente fracasada por no haberlo cuidado y Ash además de saberlo, la escucha susurrárselo cuando lo consuela: Es jodido lo que te hicieron, lo siento tanto, lo siento por haberte fallado, pero estoy aquí, estoy aquí y te amo.
Está un poquito mejor luego de eso.
Lo suficiente para ir a casa con Eiji y contarle.
Así que lo hace, apenas llega al apartamento saca todo lo que encarnó en soledad y aunque Eiji luce totalmente descompuesto y desprevenido, lo escucha en silencio, usa las palabras que no pudo usar antes en voz alta y se siente horrorizado por la propia crudeza de su relato, su pareja no interrumpe, no le hace preguntas, ni siquiera respira muy fuerte mientras habla para no entorpecerlo, solo toma sus manos con esa clase de mirada que Eiji suele darle cuando le rompe el corazón y flotan sobre la cama. Al acabar ambos se miran y no saben qué decir, lo siente por ponerlo tan incómodo, pero Jess tiene razón y Max también, lo justo si va a haber un divorcio o una crianza conjunta es que entienda el motivo de la separación, sin embargo, ahora aparece algo mucho peor: el temor a que no le crean.
No me odies.
Puedes sentir asco, puedes decepcionarte e incluso querer separarte.
Pero no me odies.
No me apartes de mi hijito.
No me apartes de ti.
Con ese pensamiento lo acepta finalmente, todo este tiempo el divorcio fue excusa para no contarle porque sí, es mucho peor tener que contarle y confirmar sus temores, sea que Eiji le crea o no como poner otra vez a prueba su amor incondicional, Aslan no siente que tenga derecho a tentar su suerte de esa forma, tuvo el amor incondicional de Eiji durante años, debió quedarse con el recuerdo. Ash aprieta sus puños hasta que sus uñas lastiman sus palmas, traga saliva en una ola de náuseas, espera que Eiji le ponga final a este martirio, la gente a su alrededor muere, su cuerpo se ensucia, no puede cambiarlo, se acostó con alguien más y hay una sensación horrible de suciedad por doquier.
—L-Lo siento. —Dice en voz baja y temblorosa.
—Ash. —Eiji está llorando y no debería estar llorando por Aslan, no vale la pena—. Él te ama. —Y le basta con tomar su mano para guiarla hacia su vientre y...—. Te amamos.
¿Por qué?
¿Incluso luego de esto?
Pero tal vez, no todo está perdido. Tal vez Jessica tiene razón y puede recomponerse. Tal vez Max sí sabía sobre lo que hablaba cuando le incitó a contarle a Eiji. Tal vez hay personas malas en el mundo y no lo puede evitar. Y tal vez Eiji es el tipo de persona más rara en este mundo, el tipo que no anhela nada a cambio, que simplemente quiere abrazar a Aslan porque lo ama y ya. Tal vez Eiji es el tipo de persona que no puede dejar de amar. Tal vez pueden arreglar su matrimonio. Tal vez no es tan tarde.
Y tal vez (solo tal vez) tratar de luchar, vale la pena.
Incluso si luego de editar sentí que el capítulo perdió poder en comparación a cuando lo escribía me gusto mucho, no es la primera vez que escribo una develación de abuso en este fandom, no sé porqué me gustó tanto, pero lo sentí especial. Y a partir de mañana esta ruptura del impasse se nota muy fuerte en la relación entre Ash y Eiji, se deben una conversación todavía pero es briguido el cambio en estos cinco días, así que pueden relajarse, pasamos lo más duro. Mil gracias por leer.
¡See ya!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro