4. Ultrasonido.
Hi~ Día cuatro y seguimos estando al día con la tematica. Como les comenté antes, el capítulo de hoy es super desivo en cuestiones de Eiji y como suele pasar en mis fics, tenemos a un catalizador que lo ayuda con estas desiciones, así que bienvenido sea Yue a la trama. Estoy emocionada y ambivalente con lo que se viene, 100% nerviosa a que les guste, aaaah, mil gracias a quienes se tomaron el cariño para leer, recuerden las notitas anteriores sobre el tacto.
¡Espero que les guste!
Eiji escucha el zumbido del mundo a su alrededor, el ladrido de un perro callejero arremetiendo bajo los transeúntes, los pitidos de los automóviles en la gran avenida, la riña violenta en un apartamento superior del edificio de consulta, una bicicleta que pasa por fuera, el traqueteo de la secretaria entre las teclas del ordenador, el retumbo de los pies entrando y saliendo a la sala de espera, y sobre todo, escucha el chillido exasperado de parte de Yut-Lung.
—No sacas nada poniéndote de esa manera. —Los sonidos de afuera parecen desaparecer para que su atención plena y absoluta se enfoque en su némesis—. Te van a llamar de todas maneras.
—Lo sé. —Musita, sintiéndose especialmente vulnerable en los decadentes asientos del consultorio gratuito—. Perdón.
—No hagas que me arrepienta por haber venido. —Yut-Lung bufa, indignado—. No me agradas para nada, Okumura.
—Lo sé. —Sus puños se tensan encima de sus jeans, se ha colocado la chaqueta favorita de Ash para no sentirse tan desamparado en esta travesía y el efecto ha sido completamente opuesto, usar dicha chamarra de mezclilla no solo lo ha vuelto más consciente de su aroma y calidez, sino del tiempo en que no los ha sentido sobre su propia piel y le duele—. Lo siento.
—Eres un dolor de culo, Okumura. —Gruñe, enfocando su mirada sobre su brillante sortija—. O creo que debería llamarte Callenreese a estas alturas.
—¿Eh?
—Eiji Callenreese, ya sabes. —El más joven hace un ademán irritado hacia el anillo—. Adoptaste ese apellido con la boda, ¿no es así?
—Sí. —Balbucea—. Verdad que sí.
Eiji Callenreese.
Hace mucho nadie lo llamaba de esa manera.
Incluso Ash retomó el hábito de usar el apellido original, esa debió ser la primera grieta que no notó, es como si su matrimonio fuese una pequeña embarcación a remos en un mar repleto de monstruos, ambos se esforzaban en mantenerse a flote sobre las olas negras y rabiosas, de surfear los témpanos de algas estancados a la mitad esperando ser el iceberg que estrellara su romance y los convirtieran en Rose y Jack pero en algún punto que no logró pesquisar, Ash dejó de remar y Eiji careció de fuerza suficiente para mantenerlos a flote a los dos, quedando a la deriva, en un océano donde se perderían y desaparecerían por siempre.
Así que sí.
Escuchar que lo llamen Eiji Callenreese otra vez, es... doloroso.
Muy doloroso y desearía que Aslan estuviera acá para reconfortarlo, desearía que Aslan apretase su mano muerto de nervios por ver a su bebé por primera vez, pero contento porque sabe que lo amará independiente de cómo sea. Esa imagen mental de él con el vientre descubierto, con gel frío encima de su pancita aun sin abultar, con los ojos de Ash deslumbrados viendo el ultrasonido, presionándole una infinidad de besos y repitiéndole: «Es nuestro niñito, es nuestro de verdad», vuelca su estómago con un asco intolerable. Porque debería estar acá, debería estar contento con la noticia, no deberían tener que lidiar con un divorcio, sino que deberían estar comprando coches y ropa de bebés pero la realidad de Okumura es distinta y lo comprende.
Ah, debería volver a usar Okumura en lugar de Callenreese con esto de la separación.
Cierto.
Qué tonto.
—¿Por qué? —Yut-Lung escupe las palabras, se mira notoriamente rígido e incómodo, si bien, desde que decidió quedarse en Nueva York su relación no ha empeorado tampoco han tenido intercambios significativos y los que poseen tienden a estar mediados por su amigo común—. ¿Por qué estoy acá?
—Tú pasaste a buscarme. —Dice como si fuese lo más obvio, consiguiendo una mueca de desprecio y desdén absoluto de parte del más joven.
—No te pases de listo conmigo ¿por qué me llamaste a mí? Estoy seguro de que Lynx te habría traído encantado.
—No podía. —Miente.
—Entonces uno de tus gorilas. —Bufa cruzando una de sus piernas por encima de la otra—. Inclusive Sing te habría acompañado más que encantado, podrías haber recurrido a alguien más.
—No.
—¿Qué dices?
—No podía recurrir a nadie más.
—¿Ah? —Entonces una sonrisa maliciosa se acomoda entre sus mejillas, pronto cambia ese lenguaje corporal, mostrándose más abierto y hasta entretenido por el caos de la situación, Yut-Lung enrosca sus dedos alrededor del cuello de Eiji—. ¿Acaso no lo saben? —Canturrea, picando su herida abierta con perversidad, consiguiendo que se infecte y la infección se ramifique a su alma—. ¿Es un secreto?
—Sí. —Le confiesa.
—¿Alguien más sabe?
—Solo Ibe-san, Ash no... —No puede terminar—. Solo Ibe-san.
—Así que Lynx no quiere hijos. —Infiere regocijado—. Y tú fuiste descuidado pero puedo entenderlo considerando la cantidad de cerdos que deben estar detrás de él, solo imagínate el festín que tendría otro Dino Golzine con un Ash bebé, completamente indefenso y moldeable a voluntad.
—¿Q-Qué...? —Y de repente quiere vomitar.
—Puedo entender que los niños le generen un asco absoluto si solamente los ha visto como el origen de su maltrato y abuso, imagínate se pareciera físicamente a él, qué pesadilla, si fuera Lynx preferiría suicidarme a tener un hijo no deseado, recién está terminando su carrera y sería un estorbo, además puede ser un distractor gigante en su recuperación, por eso yo me operé para jamás embarazarme...
Pero no escucha más allá.
Silencio.
Eiji ve que Yut-Lung articula palabras, sin embargo los sonidos se han visto amortiguados como si su botecito de remos finalmente se hubiera volcado y se estuviese ahogando. Piensa casi divertido para sí mismo en lo triste y desesperante que puede ser un embarazo no deseado, pero este pensamiento no alcanza a tomar forma cuando el médico lo llama por el altoparlante, debe entrar a esa habitación tan oscura solamente acompañado por su enemigo y le da pena no haber confiado en Ibe para venir, pero temía demasiado esa presión inconsciente que el adulto pudiese ejercer para que lo conservara y más considerando que últimamente piensa mucho sobre abortar y no ve otra salida al aborto. Por eso en su mente era buena idea traer a la voz de la sinceridad, claro, tacto y honestidad no van ante la misma línea parece, ¿y qué creyó? Era peligroso traer a Lee desde un inicio, wow, no sabe lo que hace. Se siente tan perdido sin Ash.
—Vamos a empezar.
La pantalla del ultrasonido se prende, está sobre una camilla inclinada, tiene el vientre desnudo más no se atreve a mirarlo, le vuelcan un gel frío, es desagradable, escucha la instrucción, no comprende, Yut-Lung responde por él, parándose al lado. Luce horrible, Eiji no se ha mirado desde que la prueba salió positiva y se ve como la mierda en el reflejo de la pantalla, el agotamiento le ha succionado las mejillas, las bolsas negras devoran su mirada risueña, su estómago se ve tan...raro. Quiere alcanzarlo y tocarlo pero sus manos están ocupadas desesperadamente abrazándose a sí mismo. Hace silencio.
Silencio.
Silencio. Silencio. Silencio.
Plic.
—Aún es demasiado pequeño para que tenga un corazón formado, pero se ve el ritmo cardiaco y lo que parece es que está sano. Eso que escuchas. —El aparato se mueve alrededor de su vientre, hace que se sobresalte por la sensación y que se engrife con el pitido. Plic—. Eso que escuchas es tu hijo.
—Mi hijo. —Repite.
—Todo indica que está sano, ¿no quieres inclinarte a verlo? —Entonces obedece y...
—¿Eso? —Eiji apunta perplejo a la figura que se forma en la pantalla—. ¿Ese es mi bebé? —Su palma abraza por inercia su vientre y lo inunda un sentimiento desconocido e inexplicable, trascendental.
—Lo es. —Su sonrisa queda a la mitad.
—Es muy pequeño. —Balbucea, apretando con la otra mano a Yut-Lung, buscando apoyo de manera casi parasitaria porque tiene miedo y ahora no solo debe cargar con su mundo encima, sino con dos.
—Es normal que sea así de pequeño. —El médico es amable, mueve la máquina del ultrasonido ante un bamboleo gentil y suave, lo lleva desde sus costillas hasta su ombligo para monitorearlo todo.
—¿Cuánto mide? —Incluso Yut-Lung se mira asombrado por su tamaño, tiene las pupilas iluminadas con una ingenuidad propia de un niño perdido, de un Peter Pan violentado—. Es diminuto.
—Mide unos 16 milímetros. —La voz del médico se esfuma ante lo maravillado que se concibe ante el simple pitido del aparato que indica el ritmo cardiaco de su bebé. Todavía no es un palpitar propio, no realmente, pero... Plic. Plic. Plic.
Está ahí.
Su corazón es visible.
Es real.
Es real y no se puede encariñar, no puede permitirse sentir cariño por su preciado bebé o va a querer conservarlo y eso hará imposible una ruptura definitiva con Ash, no anhela hacerles daño, es incapaz de cuidarse a sí mismo, ¿cómo se encargará de otra vida?, ¿cómo podría amarrar a Ash con esa otra vida?, ¿qué culpa tiene ese pequeño? No pidió que lo trajera acá. Y esos sentimientos se exteriorizan en un látigo de dolor que lo castiga, ¿cómo se le ocurre pensar así? Es un monstruo y por eso, merece ser castigado y rodear aquel dolor. Le da la bienvenida al ardor en sus piernas, sus brazos y su vientre porque su bebé sabe que no lo quiere y también debe odiarlo. Le duele arrastrarse sobre la camilla, le duele escuchar al médico, le duele respirar, le duele apretar la mano de Yut-Lung, le duele tironear de los aparatos a los que se encuentra conectado, le duele arrastrarse por el pasillo, le duele hallarse a sí mismo frente al espejo en el baño.
Se dice a sí mismo que lo hizo, se dice a sí mismo que no le importaría matarlo o deshacerse a través de una adopción, dárselo a personas que sí puedan cuidarlo y amarlo. No debe sentir afecto en todo el resto del embarazo no más, afecto lo hace todo mucho más complicado, por qué amó tiene esos problemas. Y lo ha hecho bien, ¡sí! Pasó por su primer ultrasonido y no sintió nada.
Nada de nada.
¡Bravo!
¿Nada? Vaya, que bueno que no se lo queda, sería un papá de mierda, ¿no tiene instinto? Pero para qué se lamenta, lo que busca es no amarlo y así de raíz dejar de amar a Aslan, así ambos serán libres.
¡Sí!
¡Es perfecto!
¡Al carajo su matrimonio!
—¡Ah!
Deja escapar ese grito estrangulado, doloroso y sorprendido, no se ha dado cuenta de lo mucho que tiene acumulado hasta que aprieta los bordes del lavamanos haciéndose heridas y le arde la tráquea como si sus gritos fuesen una lima raspándolo por dentro, entonces debe gritar más, debe lastimarse más, merece ser castigado porque es un maldito monstruo carga ¡que privó a Ash de un ultrasonido!
—¡Aaaaah!
Plic. Plic. Plic.
Su bebé sabe lo que piensa.
Su bebé sabe que no lo quiere.
Su bebé está vivo.
Plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic, plic.
Su bebé está vivo.
Eiji va a matarlo.
Así como mató a Skipper.
Así como mató a Griffin.
A Shorter.
Plic.
—¡AAAAAAAAAAAAH!
Plic. Plic. Plic.
—¡Basta! ¡Ya basta! ¡Lo lamento! ¡Por favor, perdóname! Pero no puedo tenerte, no puedo lastimar a Ash de esa manera, ya escuchaste, él no nos quiere, somos un estorbo, perdón.
Colapsa sobre el lavamanos, las lágrimas empañan su visión pero nunca olvidará la cara reflejada en el vidrio, Eiji había pensado que si ignoraba las emociones no sería tan malo, simplemente soportaría todo el embarazo en un estado de disociación cual trámite y luego podría deshacerse de su bebé sin ser una carga o una molestia para nadie. Pero no puede, debe aceptar lo sucedido, no puede escapar de su propio cuerpo. Y ese cuerpo, el cuerpo con el que solía volar por el equipo de atletismo. Cuerpo que usaba para tomar fotografías. Cuerpo con que reía con sus amigos. Cuerpo con que amó a Aslan. Cuerpo con que vivía. Un cuerpo que no es suyo. No más. Ahora existe otro cuerpo habitando dentro de su propio cuerpo. Un cuerpo no deseado. Un cuerpo del que busca deshacerse. Un cuerpo todavía sin formar. Un cuerpo real. El cuerpo de su hijo. El cuerpo de su hijo y el de Ash.
Y de repente, está sobre sus rodillas vomitando en el baño, las lágrimas corren sin cesar por su cara, el ácido estomacal arde, siente que vomita hasta las tripas, eso no puede ser bueno para otro cuerpo dentro de él, para su bebé, su pequeño. Y lo odia porque por mucho que intentó verlo aunque fuese del tamaño de un frijol todavía, lo hizo sentir amor y si siente amor...si lo ama...si desea tenerlo ¿eso no sería atar a Aslan? Y le prometió respetar su libertad, no atarlo, no ser una carga.
—¡Okumura! ¡Okumura! —No sabe cuándo Yut-Lung llegó hasta su lado, sin embargo, lo ha tomado de las mejillas y el toque es frío como el helero—. ¡Okumura! —Lo zarandea una y otra vez, pero no reacciona, es un muñeco de trapo usado y roto, tan roto—. ¡Eiji!
—Ash me pidió el divorcio.
—¿Qué?
—Ash quiere separarse. —Apenas logra articular esas palabras, aun así son lo bastantemente crudas para deformar la fachada altiva de Yut-Lung Lee en una cosa que jamás le ha visto: arrepentimiento.
—Mierda. —Está arrepentido por todas las barbaridades que le dijo—. No tenía idea.
—Casi nadie lo sabe.
—Mierda, Eiji. —El nombrado se apoya contra la taza del inodoro, sus fosas nasales se ensanchan al estar faltas de aire, tiene que tragarse una segunda arcada para mitigar el vómito, está afiebrado.
—Sí. —Ríe—. Mierda.
—Lo lamento mucho.
—Yo también.
Se quedan en silencio durante lo que impresiona ser una eternidad, eso no le gusta, el silencio logra que piense en la frecuencia cardiaca, esto hace demasiado real al bebé. Entonces necesita aceptarlo, ese bebé no va a desaparecer, va a seguir acá mañana, seguirá creciendo y creciendo mientras Aslan se aleja y Eiji no puede hacer nada. Está agotado. No puede más. No da. Ni siquiera en terapia estaba tan drenado como en estos momentos, ¿así serán todos los embarazos? ¿o simplemente embarazos indeseados?
—Todo saldrá bien. —Y vaya, jamás en la vida se hubiera imaginado que Yut-Lung le daría palmadas en la espalda y buscaría palabras de consuelo, la última vez que estuvieron tan cerca Eiji lo amenazó con cortarle la garganta usando un vidrio quebrado de su propia mansión—. Sana, sana.
—¿Sana, sana? —Eiji junta valor suficiente para carcajear—. ¿En serio? —El más joven enrojece de cabeza a pies, están tirados frente al cubículo del baño con la puerta abierta y la bilis goteando hacia el piso.
—¡Fue lo mejor que se me ocurrió! —Chilla, pateándole el talón con unas plataformas tan altas que hacen a Eiji el más bajo de los dos—. ¡Aprecia mis malditos esfuerzos por ser jodidamente adorable!
—¡Oye! —Gimotea—. No se golpea a la gente embarazada.
—Si el embarazado es un imbécil me parece justificable golpearlo. —Oh y de verdad lo hace.
—¡Basta!
—¡Basta tu llanto! ¡Me pones incómodo con las lágrimas!
—¡Tú me pones incómodo si me gritas!
—¡Te grito porque estoy hormonal!
—¡Pero si tú no estás embarazado!
—¡Siempre soy hormonal! —El más joven declara, dándole un puñetazo a la puerta, el pestillo choca contra el azulejo del baño con un ruido seco y de repente se siente...mejor, más relajado, más calmo.
Eiji ríe.
Ríe de verdad y Yut-Lung empieza a reír a su lado por lo particular que es la situación, ¿quién hubiera imaginado que sería su némesis el que le daría palmaditas durante su primer ultrasonido y luego iría a consolarlo al baño? Esto es tonto, tan tonto que se alegra de tenerlo acá. Supone que Sing está en lo correcto y Yut-Lung sí es un buen chico a su manera.
—Quería que vinieras porque eres el único hombre que puede concebir vida que conozco.
—¿Cómo...?
—Recordé que lo dijiste en la mansión de Dino Golzine cuando él te... —No puede continuar—. Y tú le dijiste que no se preocupara, porque no quedarías embarazado gracias a tu operación y ahí incluso ebrio me contaste un poco de lo que habías pasado.
—Oh.
—Sí.
—No lo recordaba. —Yut-Lung se tira contra las baldosas, agotado por la pelea—. Había olvidado la velada que casi compartimos gracias al cerdo.
Pero él jamás la olvidaría, porque cuando Dino Golzine se fue de la habitación, dejándolo amarrado, desnudo y tiritando como una hoja, sintiéndose grotescamente débil si ni siquiera lo violó y su Aslan ha tenido que soportarlo mil veces peor, que Yut-Lung no solo deshizo el amarre en sus muñecas en una floja libertad, sino que lo reconfortó y permitió que se acurrucara cerca, hablándole siempre en ese tono altivo y a la vez, mostrándose más humano de lo que concebía. En ese entonces tenía solo 16 años.
—Te dije esas cosas por envidia, lo siento. —Entonces le dice, mostrándole esa humanidad que hizo que lo llamara esta mañana y lo incitó a mantenerlo acá—. No es extraño que los hombres consigan preñarse, puede ser imprevisto sino te tomas el examen, pero no raro y a mí...
—Yut-Lung. —Sus manos navegan hacia su propio vientre para dejarlas reposar ahí, inertes.
—Siempre me salvó esta idea de formar una familia propia, puede que te suene tonto considerando que lo maté, pero inclusive creí que Shorter sería un buen padre para... —Se detiene—. Se veía como la clase de persona que me hacía falta, se veía como la clase de persona que podría salvarme de mis hermanos y de mí mismo, se veía como el Eiji de mi Ash.
—No lo mataste. —Y de repente, Eiji puede realmente verlo, no más fachada ni agresiones—. Tú no sabías que nos llevarían para eso.
—No. —Balbucea—. No lo sabía.
—¿Ves?
—Y escuchar que ibas a tener un bebé con Lynx fue un poco el colmo, ¿sabes? —El más joven suspira con arrepentimiento—. Algo así como: ellos me están restregando su final feliz, yo sigo en la mierda.
—Yut-Lung,
—Sé que no querías, yo tampoco quería herirte, no de verdad. —Agacha la cabeza y tensa las manos sobre sus rodillas, vacilando si tomar las de Eiji o no—. Sé lo jodido que puede ser enfrentar esto sin tener a nadie al lado, no sé, me alegra que me llamaras y me contaras eso, sí, supongo que eso trato de decir. Me alegra estar en este baño de mierda llorando contigo, Eiji Callenreese.
Eiji corta la brecha y es quien le toma las manos, mira su dolor, el dolor de un niñito que deseó amar y ser amado, mira la culpa por lastimar a quién quiso amar, mira la cólera por no poder ser la fuente de otra vida, lo mira y lo acoge absolutamente todo para bien y para mal.
—¿Sabes? —Los dedos de Eiji delinean las líneas de vida que se marcan en sus nudillos—. Creo que me vendría muy bien un amigo en estos momentos, un amigo que me entienda en esto.
—Sí. —Yut-Lung baja los hombros rendido—. Creo que a mí también y solo para que conste, lamento lo que dije de Lynx, creo que él amaría tener un hijo tuyo.
—No sé. —Ambos abrazan el vientre de Eiji—. No sé qué haría de ser así.
Siento que lo sentí más fuerte cuando lo escribí a cuando lo edite, pero no es un tema facil la paternidad, más sino es planificada y Eiji ni siquiera había tenido espacio para procesarlo, así que este fue su punto para mirar las cosas, porque a fin de cuentas si no quería a su bebé, no le dolería despedirse de él o de Ash, pero le duele porque lo ama y eh acá el nuevo arco del fic que inicialmente parte mañana con Ash, se viene potente, es lo que diré, mil gracias por tanto.
¡See ya!
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