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30. Primeros pasos.

Hi~ Mis bonitos lectores. Friendly reminder de que literalmente todo este fic ha tratado sobre la importancia de la desistagmatización de la vida sexual o poner en la victimización a alguien que ha pasado por una situación adversa por lo que se pide empatia con respecto al tema, incluso a estas alturas del fic me han tocado uno que otro lectores (nunca mis regulares, a ustedes los amo) que impresionan o no haber leído las notas o el sarcasmo en los parrafos, don't know, pero si soy tan enfatica en estos temas es porque los abusos le suceden a personas reales, no solo a nuestros pixeles favoritos y es importante darle acogida al tema en lugar de condonar los avances. Eso, espero que vayan con eso en mente.

¡Mil gracias por leer!

Ash Lynx posee una belleza espectacular.

Es hermoso.

Sublime.

Indomable.

Un leopardo atrapado en las nieves del Kilimanjaro. Un lince exótico y mascota. Un demonio salvaje.

La belleza de Aslan ha sido constante fuente de alabanzas, al igual que las palabras «te amo» dichosa belleza estaba sucia.

En paralelo a Yut-Lung desde una prematura edad Ash concibió que su cara bonita no era motivo de alabanza, sino de maldición, por su rostro delicado y los rasgos exóticos los pedófilos solían consumir su pornografía en demasía, convirtiéndolo en toda una superestrella ¡ja! Marvin tuvo la razón siendo un trágico ejemplo de uno de sus muchos fans, ser guapo lo mantenía vivo, cierto, pero también fue lo que lo transformó en la mascota y obsesión de Dino. Entender esto fue el primer paso para reducir su cuerpo a una mera transacción, de hecho lo ayudó a volverse más elaborado en las riñas y ganarle a quién lo hubiera subestimado, así pasó con Bull en la celda y con Fox, Dino, Marvin, Froggy, incluso con todos estos sujetos que fingieron su muerte para internarlo dentro del instituto de salud mental.

—Será mejor que no andes solo por ahí.

—¿Por qué?

—En este lugar, los chicos jóvenes son considerados "princesas".

Max se lo advirtió.

De cierta manera le recordó a cuando conoció a Shorter en la correccional y también le dijo: «cuánto menos te resistas, antes terminará. Y trata de mantenerte tan callado como puedas, porque si haces mucho ruido solo los excitarás y durará mucho más».

Claro, era parte de la supervivencia, pero prácticamente estaba diciendo que dejara que lo violaran.

Por supuesto, Aslan ya lo sabía así que arrojó una mirada que gritó que si no podía o quería ayudarlo al menos mantuviera su bocota cerrada y lo dejara en paz. Mintió. Igual que el iceberg del Titanic su pasado no es más que una pizca de lo que se aprecia y lo único que lo volvía vulnerable convirtiendo a su belleza en ternura infantil fue Griffin, sin su hermano Aslan jamás habría sobrevivido. Y tal como Max y Shorter refirieron, lo violaron en prisión y aunque no fue la primera violación grupal que sufrió algo en las palabras de Garvey despertó...dio cumplidos asquerosos igual que su violador en el hotel.

Buen chico.

Tanto su belleza, su cuerpo y su cara son motivo de dolor.

—Te ves precioso, Aslan. —A menos que sea Eiji quién lo alabe, por supuesto, y es lindo que lo llame por su nombre real con esa mirada brillosa y su voz angelical, no le dice demonio, ni mascota, lince, leopardo, depredador, asesino ni puta. No debería sorprenderle, Eiji se lo mostró en esas fotografías plasmadas en New York Sense, amándolo en voz alta y sin vergüenza, no por su belleza sucia de cara sino por algo más profundo e indescriptible—. Eres tan hermoso.

Eiji lo ama por ser...Aslan.

Nada más.

Esa es la belleza de mi-alma-siempre-estará-contigo.

—¿Eso crees? —Y es ridículo concebirse cohibido por algo tan inocente como un cumplido, más tras tanto tiempo juntos (sea oficial o no).

—Eso creo. —Eiji canturrea, entrando a la habitación—. Creo que eres lo más hermoso que he visto.

—¿Eh? —Aslan esboza una sonrisa felina—. Me gusta como suena, dilo otra vez. —No pierde chance si se trata de juguetear con el moreno—. ¿Soy más hermoso que Sing y Yut-Lung?

—Sí, lo eres.

—¿Incluso que Edward? ¿Tu novio vampiro?

—¿Acaso eres un niño? —Eiji ríe con su risa que hace estrellas y Aslan vive por dichas constelaciones.

—Dame el gusto. —Gimotea, consiguiendo que ruede los ojos—. Vamos, onii-chan.

—Te ves precioso. —Entonces repite, sin embargo, frunce el entrecejo arrepentido—. No, no te ves precioso. —Vaya manera de matar la atmósfera—. Eres precioso, Aslan.

—Oh. —Siente la cara caliente y el pulso acelerado.

—Sí, eso te queda mejor. —Su esposo se planta frente para poder acunar sus mejillas como si dentro sostuviese su mundo entero y de esa manera lo hace sentir—. Hoy te ves especialmente precioso.

—¿Acaso me estás coqueteando? —Y claro que Aslan no pierde oportunidad para seguirle el juego, deja de lado la ropa que se estaba probando para envolver la cintura de Eiji y acercarlo, la habitación es un desastre de camisetas, jeans rasgados y zapatillas, aunque optó por un conjunto con un suéter crema y un jeans oscuro junto a su reloj y quizás, sus anteojos—. ¿Estás tratando de seducirme?

—Tal vez. —Su marido tararea—. Esta es nuestra noche libre sin Jade y Dawn, déjame ser coqueto.

—Tus coqueteos son más que bienvenidos. —Sus narices chocan con un beso esquimal (Eiji necesita elevarse en la puntita de sus pies porque es un enano) todavía es extraño, de hecho, perjura que no le dejará de ser extraño jamás ver a su corazón fuera de su cuerpo en forma de un ex pertiguista tan terco con el cabello de pluma de pájaro bebé y ojos de Bambi—. ¿Estás emocionado por la cita?

—Sí, incluso me vestí para la ocasión. —Entonces el lince baja su mirada y...

—No.

—¿Eh?

—No. —Sentencia otra vez—. No llevarás ese horrible suéter en nuestra primera cita luego de tanto.

—¡Pero...! —No le da la opción de protestar, Ash toma los bordes del suéter para tirarlo hacia arriba, la prenda cae encima del rostro de Buddy y aunque se queja en primera instancia, termina por usarlo para proteger sus patas del frío—. ¡Ash! —Gimotea—. Ahora tendré que usar mi chaqueta verde.

—¿Esa chaqueta inflada? —La recuerda, esa que utilizó el fatídico día de la puñalada y el aeropuerto.

—Sí, es mi favorita. —Entonces el más joven suspira, se interroga de porqué Yut-Lung critica su estilo de Walmart pero ni siquiera critica los estampados deformes en un adulto, ¿cómo es posible que ni siquiera le hayan dicho algo en la universidad?, ¿acaso nadie viste normal ahí dentro? No tiene lógica alguna que Nori Nori sea universalmente aceptado—. ¿Por qué me ves así? ¿Tengo algo en el rostro?

—Porque eres demasiado bonito para que te trague esa ropa. —El piropo hace sonrojar a su esposo, quién tiende a mostrarse reticente cuando le habla sobre su belleza—. Eres precioso.

—A-Ash...

—Y justamente por eso te prestaré una de mis chaquetas, no permitiré que mi atractivo esposo usé estampados de bebés o cazadoras obesas en el restaurante de ostras.

—¡Ash! —Lo hace gimotear aunque en el fondo, sabe que lo pone contento, hipótesis que corrobora al ver su sonrisa con el rabillo de su ojo—. Parece que un tornado arrasó nuestro cuarto.

—Toma trabajo verse tan bien. —Aunque su pareja rueda los ojos, de todas formas le regala una de esas majestuosas sonrisas mientras Aslan rebusca la prenda dentro del closet—. No me queda bien, la guardé por si te gustaba. —Eiji recibe con timidez la chaqueta, Nueva York está congelado incluso dentro del apartamento así que no anhela ni imaginarse cómo será cuando salgan.

—Gracias. —Entonces musita y se la pone.

Es hermoso.

Hermoso como solo Eiji sabe serlo.

Siempre le ha llamado la atención lo desapercibida que la belleza de Eiji tiende a pasar igual que una mariposa con las alas iridiscentes, tal vez no sea la apariencia lo que hace a su esposo una preciosura de semejante calibre, quizás sea una mezcolanza entre su amabilidad, bondad, determinación, claro, también su terquedad. Después de todo fue Eiji con su sonrisa especial y su corazón sangrando sobre la manga quién logró que un grupo de asesinos se quitaran sus zapatillas para entrar al apartamento, bebieran chocolate caliente y se pusieran a chillar como si fueran adolescentes en pijamada. Entabló un hogar para homicidas, ladrones acostumbrados a luchar con uñas y dientes. Ni siquiera se esforzó en demasía para convertirse en el defecto de su armadura impenetrable.

En su talón de Aquiles.

Ash sonríe al pensar en la metáfora, contemplando entretenido cómo su esposo se acomoda aquella prenda encima de un suéter azulado que vestía y a pesar del largo, le sienta de maravilla. Rumia en la Ilíada (o en la historia original de Aquiles al menos), siempre sintió cierto paralelismo con la belleza sublime del personaje y su fuerza profética para destruir, pero lo que mató a Aquiles no fue la batalla ni su profecía autocumplida. Sino su verdadero talón, su única debilidad fatal.

Su Patroclo.

Y acá está, mirando al Patroclo de su Aquiles, rumiando acerca del significado de la belleza y dejando que ese concepto se limpie y pase a algo más...puro, a una belleza más "cotidiana" para esos simples espectadores que no saben apreciar y totalmente sublime para quien vislumbra. Entonces recuerda:

«Solo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos».

Y sonríe.

—¿Estás listo? —Entonces le pregunta una vez se ha puesto la chaqueta y mierda, es muy adorable, le queda larga a los bordes de la cadera e incluso le cuelgan las mangas sino las arremanga pero Ash cree que le luce perfecta, que de alguna manera la prenda está hecha para Eiji o tal vez es su corazón hablando sobre lo perfecto que es Eiji para Aslan.

—Listo. —Lo escucha tragar duro antes de extenderle la mano—. Vamos.

Una cita con Eiji.

Joder.

—Afírmate bien para que no te caigas. —Y por supuesto, Ash no perderá la oportunidad de conducir su motocicleta con la excusa de tener a Eiji enganchado detrás.

—¿Seguro no es una excusa para que te abrace?

—¿Tienes alguna objeción? —Entonces siente al moreno subirse en el asiento trasero y pegarse muy cerca, pasando sus dedos de manera tentativa alrededor del torso de Aslan y luego tensándolos.

—Ninguna, boss.

Ríe, sintiéndose como todo un James Dean (o mejor dicho, un Danny Zuko conquistando a su Sandra Dee) antes de acelerar. Hay algo mágico en poder regresar a esta faceta de enamoramiento con Eiji, supone que es una de las ventajas en que la terapia de pareja y toda la mierda del divorcio los ayudó, sin querer el lince de Nueva York acabó aún más jodido en ese amor, de hecho lo comprueba cuando sus manos sudan hacia el acelerador aunque el día se encuentre extraordinariamente frío, pasan en una tormenta de viento con las mejillas rojas y el pulso agitado, va tan rápido que inclusive su ciudad luce hermosa, como si fuera una acuarela de foco fosforescente y colores neones, un caleidoscopio sintético de rascacielos, postes de luces y letreros comerciales. Pero justamente eso adora Eiji, tanto la luz cómo la oscuridad, vaya dualidad, por eso los críticos refieren que sus fotos irradian ternura.

—Hace mucho no salíamos en motocicleta. —Entonces dice mientras pasean por la ciudad, dejaron la motocicleta estacionada cerca y están...tomados de las manos. Hace años no caminaban tomados de las manos debido a todo el caos de encerrarse en su cabeza.

—¿Te gusta? —Eiji tararea dentro de su chaqueta de mezclilla, no puede quitarle los ojos de encima.

—Me encanta. —Entonces proclama—. Siempre me ha parecido emocionante que la uses.

—¿Eh? —La confesión lo incita a crispar su ceja con coquetería y a meterse en una mala película de los ochenta, fingiendo un bostezo con la excusa de abrazarlo de los hombros—. ¿Te gustaría que te enseñara a conducir? —Los ojos de su pareja hacen estrellas mientras caminan por la ciudad.

—¿De verdad? ¿Crees que podrías?

—Necesitas llegar de alguna manera a la universidad cuando quieras regresar ¿no? —Entonces bufa con una sonrisa tímida, admira de sobremanera que su pareja no se haya querido rendir en las clases considerando lo exigido y agotado que quedará tras de eso, pero no está solo y Aslan es el encargado de recordárselo.

—Me gustaría aprender, Bones también sabe andar en motocicleta, podría pedirle que se nos una.

—Solo si quieres terminar perdiendo la mitad de tus dientes contra el pavimento.

—Él dijo que tú le tumbaste el colmillo y que perdió los dientes bajo tu mano.

—Algunos. —Reflexiona—. Pero no todos.

—¡Ash! —Y claro que se enfada si tiene favoritismo por el pandillero—. Deja de tumbarle los dientes a las personas que te aman solo por despertarte, imagínate que Jade y Dawn lo aprendan de ti.

—Ya tienen tu terquedad, deben sacar algo de mí.

—¿Acaso los tratas de mal influenciar? —La pregunta escapa en un resqueme de indignación—. ¿Te gustaría que acabaran siendo unos Holdens bebés insoportables?

—Esa es la idea. —Entonces lo ve inflar las mejillas y golpearlo sutilmente en el hombro sin apartarse un solo centímetro y Aslan ama cómo la calidez de su esposo fluye hacia él, es emocionante sentirse como un adolescente estúpidamente enamorado otra vez, aunque bueno la primera no es tan válida considerando que estaban más pendientes de sobrevivir que de su romance—. Estoy nervioso. —Él lo admite en voz alta, saboreando cada letra y el temblor en sus propias manos.

—Yo igual. —Pero Eiji entrelaza sus dedos y...las cosas están bien—. Estoy nervioso.

—Pero en el buen sentido ¿verdad?

—En el mejor, es una cita.

Llegan al local. El corazón le late fuerte. Sus manos sudan. No se puede concentrar. Eiji usa su mente.

El restaurante de ostras es elegante en demasía y si bien, a Aslan no le encantan esta clase de lugares con manteles a cuadrille que le recuerdan demasiado a un restaurante italiano y sillas con terciopelo rojo, las luces doradas son agradables, la atmósfera es cálida, incluso el prensado de madera encima de las paredes es lindo, suspira, se quitan los abrigos, Aslan le aparta la silla para ayudarlo a sentarse y se concibe como todo un galán. Mentira. Está malditamente nervioso, sabe que al finalizar esa cita van a volverlo a intentar y tendrán sexo, ya va más de un año desde la última...entonces apareció su presunto divorcio y Eiji quedó embarazado. Aún no sabe si está listo para reapropiarse de su cuerpo, pero se siente más calmo y en control gracias a las intervenciones, así que quiere hacerlo en su tarde de cuento de hadas. Mierda, es duro.

—Es un restaurante bonito. —Entonces su esposo toma la palabra, han ordenado prácticamente su menú entero pero Ash empieza con un café, necesita bajar la ansiedad con algo.

—¿Te gusta?

—Bastante. —Los platillos están humeando y la atmósfera es íntima—. ¿Cómo lo encontraste?

—Tus amigas amas de casa me amenazaron.

—¿Eh? —Eiji detiene su tenedor a mitad del aire—. ¿A qué te refieres?

—Literalmente, se juntaron en manada un día que regresé tarde a nuestro hogar y me atacaron bajo coerción, diciéndome que era un mal marido por no ayudarte más y no sacarte a citas románticas y la señora Owens no dejaba de parlotear sobre lo mucho que se había divertido en este restaurante con su marido, no sabía que era casada, ¿acaso no le coqueteó a Ibe y llamó exquisito a Max? Cielos.

—Oh no. —Su esposo se cubre la cara, avergonzado, hasta la punta de sus orejas se tiñe de un fuerte rojo—. Lamento mucho que hayas pasado por eso.

—Francamente las amas de casa dan miedo.

—No lo dan. —Claro que las defiende, el hijo de puta es una—. Pero ellas sí, no las has visto dentro de las reuniones de los jueves, Ash. Si crees que Yue da miedo es porque aún no las conoces a ellas.

—Eso me pone nervioso.

—Deberían, chismean bastante sobre ti. —Entonces se atraganta con su propio café.

—¿Qué? —Parpadea—. ¿Hablan sobre mí?

—Sí. —Eiji toma una ostra divertido antes de sorber y el sonido es adorable—. No debería extrañarte si tú y Max son la pareja de padre e hijo candente. —Tener el nombre del periodista junto a esa otra palabra hace que pierda el apetito y estampe la taza encima de la mesa, traumatizado.

—¿Podrías no decir cosas asquerosas cuando intento ser romántico? —Entonces le pide, abriéndose el cuello del suéter crema para poder respirar—. Especialmente si se tratan de Max, suficiente tengo con imaginármelo de cuñado posible.

—¿Max y tu hermano...?

—No sé. —Bufa—. Ni quiero saber aunque no me imagino a Griff con una mujer ahora que lo pienso, siempre lo imaginaba con alguien que pudiera cuidar de él, mi hermano podía ser muy fuerte y aun así, había algo bastante frágil en su corazón, quería a alguien que pudiese protegerlo, y supongo que el anciano no era tan mala opción, pero no sé deben existir hombres más decentes que Max, diablos.

—Ash.

—Y no es que tenga algo contra que Griffin fuera gay, siempre sospeché que Max no era totalmente heterosexual, pero es raro que el viejo siempre se las arregle para convertirse en una figura paternal, creo que es masoquista para elegirme. —Ash se arroja ante el respaldo de la silla, agotado, se limpia el sudor que le pende en la cara y escurre hacia los anteojos (los usa única y exclusivamente por Eiji) y entonces entabla contacto visual y lo nota—. ¿Qué?

—¿Qué cosa?

—¿Por qué me miras así?

—No es nada. —Eiji le da una mirada que conoce demasiado bien, es la misma que le arrojó cuando le contó sobre calabazas de Jack y sombras que dan miedo, la misma que ponía al sentarse enfrente de Aslan para no dejarlo en soledad en la biblioteca pública y la misma que esbozó tras recibir un disparo en su lugar. Es su sonrisa de yo-soy-responsable-de-mi-rosa y de lo-esencial-es-invisible-a-los-ojos—. Solo estaba pensando.

—¿Pensando? No sabía que los deportistas pensaran. —Pero en lugar de enfadarse porque la lengua de Ash no se mide estando bajo nervios solo intensifica su mohín, se imagina que es el mismo que Patroclo dio a Aquiles en el campo de batalla en su sonrisa de: «me dolería más allá de lo imaginable que la guerra terminase mañana y nunca volviera a verte»—. ¿En qué piensas?

—En que es lindo escucharte hablar de Griffin tan contento. —Mi alma siempre estará contigo, esta clase de sonrisa es—. Siempre que lo mencionabas antes te escuchabas triste.

—Oh. —Ash baja su mirada hacia el plato de ostras—. No lo había notado.

—Yo sí. —Por supuesto lo notó, es Eiji—. Me pone muy contento escucharte incluso bromear acerca de él.

—Eiji... —Entonces toma la espina y se la arranca—. ¿Crees que podamos regresar a Cape Cod?

—¿Qué? —Su esposo parece desconcertado, más, no molesto—. ¿Quieres hablar con Jim?

—No, qué asco.

—¿Entonces?

—Quiero sus poemas. —Dice finalmente listo—. Quiero las cosas de mi hermano de regreso.

—Ash.

—No me las llevé la primera vez porque me sentí indigno ¿sabes?

—¿Indigno? —Asiente—. ¿Por qué?

—Griffin escribió sus poemas con tanto cariño, quién era yo para robarme eso, para mancharlo, más considerando el evento que experimenté, no quería dejarle mis traumas esparcidos por doquier, sé que no funciona así, que no puedo andar contagiando a nadie por estrés post traumático, oh mierda, de hecho, una de las cosas que me asustaba era no sé...ensuciar a Jade y Dawn con la... —Traga duro pero se mantiene acá—. Con la violación, no quería que ellos lo vieran, los bebés saben cosas, si no les gustó ni Jim ni tu madre es por algo, solo digo. Pero mi mente era un caos y quería llevarme todas sus cosas porque lo extraño, todavía no sé si es lo que él querría solo...

—Aslan. —Eiji aprieta su mano, es gentil—. Vamos a Cape Cod.

—Pero...

—Estoy seguro de que Griffin querría que tuvieras esas cosas más que nadie. —Se queda en silencio, relajándose en la silla y permitiendo que el toque sanador de su esposo sangre hacia él—. Y no digo estas cosas solo para hacerte sentir mejor, pero fuiste su inspiración ¿no es así?

—Lo fui. —Confiesa bajito, casi apenado.

—Así como también fuiste la inspiración de mis fotografías. —Entonces su esposo le sonríe—. Creo que tu belleza es inspiradora. —Y por primera vez su belleza no es maldita y entiende que tanto los trabajos de Eiji como de Griff hacen alusión a la belleza de su alma, al centro frágil de la rosa, no sus espinas magnánimas ni su escarlata imponente.

New York Sense.

[Este libro está dedicado a mi amigo A...

Quién se convirtió en mi amanecer].

Todavía recuerda el día que Eiji se lo mostró.

Si el título le resultó curioso, la dedicatoria lo dejó perplejo.

¿Quién podría ser «A»?

¿Amanecer?

Sus dedos repasaron el prefacio de esas letras diminutas, primero creyó que era un juego porque él definitivamente no podía ser el «amanecer» de quién estaba hablando, pero había un gato atigrado en la portada y eso lo hizo jadear, podría haber usado un lince, cualquiera que tuviera algún sentido de autoconservación habría usado un lince y sin embargo, el hijo de puta eligió un gatito, eso lo hizo jadear y temblar, sus dedos estaban tiritando mientras miraba a través de las páginas, todo el primer apartado se encontraba dedicado a Nueva York con su luz fría contrastante con la ternura del lente, era cautivador, siempre había admirado las fotografías del japonés pero no fue hasta este punto por verlas encuadernadas y ordenadas que entendió lo maravillosas que eran, entonces...hubo una zona diferente de fotografías, una dedicada única y exclusivamente para Aslan. Fotografías dónde estaba acurrucado sin más que boxer hecho una fajita en la cama, fotografías con el torso desnudo, con su cabello envuelto en una toalla mientras saboreaba pasta. Fotografías con Ash riendo y una cruz ante su pecho. Fotografías de nidos mañaneros y fotografías de Cape Cod. Fotos de pecho desnudo. Fotos de sus piernas con sus vellos rubios. Fotos expuesto. Vulnerable.

Buen chico.

Imágenes sugestivas dónde estaba medio desnudo, imágenes que debería haber asociado a Marvin, Froggy y toda su carrera de superestrella en la pornografía. No lo hizo. Porque no eran imágenes en dónde estuviese objetado o sexualizado inclusive con poca ropa, esto era hermoso y no en el sentido magnánimo y sublime que Dino le decía, no, esto era sincero. Humano. Una persona... no un trauma, no un niño abusado, no un asesino. Solo Ash.

¿Así ves el mundo?

¿Así me ves?

¿Así me ves ahora?

—Te quedaste callado de repente. —No solo eso, sino que Aslan ha apoyado un codo sobre la mesa mientras sostiene su taza y le da a Eiji esa clase de mirada que dice soy-responsable-de-mi-principito y Alicia-ya-se-ama. La clase de mirada que Aquiles debió darle a su Patroclo en medio del campo de batalla, la clase de mirada que agradece y ama, la clase de mirada con que mira a Eiji siempre.

Te amo, gracias por quedarte a mi lado.

Eres maravilloso.

—Creo que nunca te dije lo maravillosas que son tus fotografías. —Su esposo estaba devorando del plato principal con las mejillas rellenas cuando le dice eso—. No puedo esperar a ver el tipo de cosas que harás de ahora en adelante. —Eiji baja el mentón, cohibido, sus manos se han tensado mientras sus piernas se enredan en los soportes de la silla, lo ha puesto nervioso.

—Jade y Dawn. —Entonces le confiesa—. He estado pensando en sacar un proyecto de ustedes tres.

—¿Los tres? —Ash suelta el tenedor con ostras antes de tomarlo—. ¿Conmigo también?

—¡Claro que sí! —Sus ojos cafés son fuego fatuo y cielo sin estrellas—. Eres mi musa, ¿cómo podrías no estar ahí? —Y es increíble cómo Eiji ha ido ayudándolo a sanar de a poco sus traumas, es lo mismo que pasó con las fotografías, su cuerpo, la comida y su historia, y no porque Eiji per se lo haya sanado pero ha estado a su lado mientras se reescribe y eso...no puede agradecerlo lo suficiente.

—Tienes razón. —Sonríe—. No puedo esperar a que lo hagas, de seguro Dawn es una natural.

—Dawn es arisca como un gato, será complicado hacerla sonreír en la cámara, Jade es más risueño.

—Se parece a ti en eso. —Entonces Eiji bufa—. De seguro nos dará imágenes preciosas.

—Soy muy poco fotogénico, no heredaron la belleza de mí.

—No es lo que Ibe me mostró en sus fotografías.

—¡Ash! —Su esposo enrojece—. No le pidas ver eso, es vergonzoso.

—Justamente por eso se lo pido, onii-chan. —Canturrea, consiguiendo una patada por debajo de la mesa que definitivamente vale la pena—. ¿Está rico?

—Lo está. —Eiji ensarta un par de patatas fritas para extendérselas—. Abre, cariño. —Y aunque ese gesto como el apodo empalagoso deberían generarle rechazo—. Se te va a enfriar.

—Idiota. —Le hace caso y deja que Eiji lo alimente—. Están deliciosas.

—¿Ves? —Ash les sirve vino—. ¿Quieres brindar?

—Justamente. —Le ofrece una copa—. ¿Sabes cuál es la ocasión?

—No.

—Nosotros. —Le confiesa sin pena—. Brindo por nosotros.

—Por nosotros. —Eiji repite el gesto, chocando las copas.

Salud.

Está lloviendo cuando salen del restaurante y han venido en motocicleta, si bien, Aslan podría haber maldecido sobre la situación, Eiji está riendo y bailoteando bajo el temporal así que Ash ríe también y se une al bailoteo mientras corren hacia la motocicleta entre risas y dadas de mano, anoche debió haber visto el clima y así habría traído un paraguas, pero a Eiji no impresiona importarle, al contrario, lo escucha carcajear en el asiento trasero de la moto y lo siente hundirse contra su espalda con tanta fuerza que incluso Aslan se ve tentado a bajar la velocidad para que el viaje dure más. Cuando llegan al apartamento están empapados, no se había detenido a mirar a su esposo hasta estar a salvo entre las seguras paredes de su hogar y verlo...mierda.

Eiji luce sexy.

Sí, luce extraordinariamente sensual con su chaqueta de mezclilla pegada a su silueta, con el suéter goteando y las gotas besando desde sus tupidas pestañas, cayendo por sus mejillas sonrojadas para perderse a través de su clavícula, no puede quitarle la mirada de encima y entonces debe admitirlo, siente atracción sexual por Eiji y eso todavía le genera ambivalencias. Ya sufrió una vez los prejuicios de una víctima de abuso sexual, qué prácticamente hay que tratarlo como si fuese cristal, ya escuchó los prejuicios sobre su imposibilidad de sentir libido y placer. Jessica se lo recordó antes de hoy, sexo no es algo sucio, no está mal que quiera tenerlo con Eiji, no está mal que lo desee, no está mal verlo con ojos que "no son puros" al carajo, nadie tiene derecho a meterse en su vida sexual o nadie tiene derecho a imponerle si debe o no tener vida sexual.

—¿Ash? —Su nombre se escucha lejano, como si hubiese sido dicho para alguien más aunque tiene a su esposo enfrente—. ¿Pasa algo?

—Quiero intentarlo. —Entonces lo admite y aplaca la tensión antes de que nazca—. Quiero intentar tener sexo contigo.

—Oh. —Las mejillas de Eiji se colorean de un brillante carmesí.

—Sí.

—Yo también. —Entonces le dice y lo sorprende—. También estoy listo para dar los primeros pasos.

—¿De verdad? —Una oleada de emociones arremete dentro de su vientre, las manos de Eiji enredan las caderas de Ash sabiendo que puede caerse en cualquier momento por la sorpresa.

—Solo tenemos que mantener el espacio seguro, como lo hablamos en sesión ¿cierto?

—Luz encendida, aromas agradables, que me llames por mi nombre y seamos abiertos con respecto a la incomodidad ¿verdad? —Porque sabe que esto también es difícil para Eiji y su propio proceso.

—Exactamente. —Entonces su esposo se alza en la punta de sus pies y enreda sus brazos alrededor de su cuello—. Por eso tienes 200 puntos de IQ, ya entiendo.

—Te estás burlando de mí. —Ash le da una sonrisa bobalicona.

—Sí. —Y Eiji se la corresponde—. Ahora bésame, Aslan.

«Aslan», joder.

Cómo adora que lo llame por su nombre real.

No se hace de suplicar, Ash lo toma de las caderas mientras devora sus labios, Eiji enreda sus piernas alrededor del americano para dejarse cargar, la fricción es deliciosa, poco a poco caen las prendas mojadas, se meten al baño para darse una ducha veloz sin poderse apartar de la boca ajena, la piel de Eiji contra la suya se siente demasiado bien, todo: tenerlo enredando sus dedos con urgencia en su cabello rubio, sus muslos estrechados contra su cadera, sus labios entre los suyos, su voz, su aroma, su sabor, todo. Maldición, es caliente, no ayuda en nada la capa de vapor que inunda el baño cuando el agua choca con sus cuerpos helados.

—Aslan. —Lo siente jadear cuando lo apoya contra la pared, los toques de Eiji son fuego encima de su piel y es tan distinto a esta última sensación, es algo urgente pero no carnal, es más trascendental.

—Eiji. —Abandona sus labios solo para bajar hacia su cuello, siguen bajo la ducha, están empapados.

—Me gusta eso. —Entonces suspira con la voz ronca—. Me gusta que beses ahí. —Es importante el que puedan sostener la comunicación sin pudor durante todo el sexo.

—¿Acá? —Una sonrisa de Cheshire nace inconscientemente entre sus mejillas al llegar a su manzana de Adán, no duda en lamerla y su esposo se derrite bajo sus toques, lo sabe por la tensión que ejerce en sus muslos, apretando con aún más dureza sus caderas, están prácticamente desnudos.

—Ahí. —Los dedos del japonés cepillan sus cabellos empapados—. ¿Dónde quieres que te toque mi dulce Aslan? —Y aunque sabe que es una simple pregunta podría llorar de felicidad, porque inclusive en estos momentos de excitación la prioridad de Eiji es mantener su consentimiento y comodidad y eso es tan Eiji que ríe.

—En todos lados. —Le dice y se miran a los ojos, el agua sigue cayendo arriba de ellos, las gotas son cristales iridiscentes entre sus mechones entintados.

—¿En todas partes? —Le pregunta divertido, repasando los hombros desnudos de Ash en sus dedos.

—Sí. —Sus frentes se juntan y sus respiraciones escapan en un vaho de vapor—. Espero que toques todas las partes de mi cuerpo

—Eso es un poco ambicioso. —Tararea entretenido, la excitación entre ellos se ha hecho presente.

—¿Te molesta? —Puede sentir la dureza de Eiji contra su propio pene erecto.

—No. —Lo besa en la mejilla—. No me molesta, me encanta.

—Eiji.

—Me encantas tanto, Aslan.

Entonces lo besa otra vez y se siente tan bien sucumbir a esta hambre, le devora la boca entera, Ash se deleita por el regusto a vino entremezclado al sabor propio a Eiji impregnado a su lengua, sonidos húmedos llenan el cuarto de baño junto a la fosca mientras se emborracha por semejante dulzor. El japonés lo abraza por la espalda, luchando para mantenerse enredado a Aslan mientras él se atreve a posar sus manos sobre las nalgas del moreno y apretarlas, lo escucha jadear entre besos y mierda, el placer de apretarle el trasero a su antojo es indescriptible. Porque sigue siendo lascivo pero bueno y mutuo. No tiene que dar explicaciones para desearlo, ¡joder! ¿cómo no desearlo si desprende pura sensualidad?

Eiji lo devora con sus muslos mientras más aprieta, es su punto sensible, la única prenda que queda entre sus cuerpos es la ropa interior, se atreve a ir más lejos, a apoyarlo contra la pared de la ducha, a colar sus manos hacia el interior de la prenda húmeda, lo siente tensarse aún más contra su cadera y tenerlo restregándose contra su pene lo pone mucho más duro, es una tensión insoportablemente caliente, pero antes de arrastrarlo al dormitorio quiere amasar un poco más sus nalgas, sin importar la falta de entrenamiento son firmes aunque suaves, las aprieta, las delinea con sus dedos, rozando su entrada sin llegarlo a tocar, tanteando terreno sobre lo que está bien.

—D-Deja de jugar conmigo. —Oh, y al parecer está más que bien—. Estoy duro, Aslan.

—Lo sé. —El nombrado ríe entre besos—. También yo.

—¿Entonces qué esperas? —El lince se inclina para lamerle todo el cuello hacia el mentón.

—Te estoy saboreando antes.

—Por favor. —Le ruega y Ash nunca podría negarle nada—. Llévame al cuarto, te deseo.

Definitivamente este hombre es su perdición.

El cuarto se ve inundado por el vapor cuando abren la puerta y se meten de golpe.

A Eiji le cuesta seguir el ritmo de sus besos, sus labios se mueven y colisionan, saborean, se muerden, se devoran y lo deja caer encima de la inmensa cama King y su esposo se retuerce cuando suelta sus piernas para poder enredarse mejor. Se manosean, se recorren, se tocan, se necesitan y lo gritan en cada roce apasionado. Más, quiero más de ti.

Las manos de Aslan viajan hacia la cintura de su esposo dónde aprieta con dureza contra sus caderas, lo estrecha, lo amasa, siente los huesos de su pelvis, de repente, la brecha corporal se ensancha tras percatarse de que él creció varios centímetros incluso en musculatura pero Eiji prácticamente quedó dentro de su contextura de 19 años, lindo, es tan lindo que no puede parar de saborearlo, hay dulzor en la tenue capa de agua que recubre su piel, baja para beber de esta, lame su pecho, esto hace que Eiji se estremezca y crispe los pies en las sábanas.

—¿Puedo lamer acá? —Entonces le pregunta con cierta malicia, ve lo erectos que tiene los pezones, están tan necesitados de atención, de su atención.

—A-Aslan. —Jadea adolorido.

—No entenderé a menos que me des una respuesta explícita, onii-chan.

—Puedes. —Que la luz esté encendida lo hace aún más vergonzoso—. Pero no me mires mientras chupas. —Entonces le pide, cubriendo su cara con ambos brazos por la vergüenza, hasta las puntas de sus orejas han enrojecido y su excitación es tan grande que hasta la ropa interior parece dolorosa, están realmente duros y ansiosos por tenerse.

—¿Por qué no quieres que te mire?

—Es vergonzoso. —Entonces Aslan se inclina para entrelazar sus dedos con los de su esposo.

—Creo que hemos pasado ese nivel de vergüenza, Eiji. —Y no le dice esto para invalidarlo, sino para demostrarle que también está acá y ambos son igualmente vulnerables—. Déjame verte.

—Pero...

—Deja ver lo precioso que eres. —Traga duro, gracias a la cercanía puede escuchar lo atronador que es el latido de su esposo.

—Bueno. —Entonces accede, dándose el coraje para sostenerle una mirada, Aslan sonríe satisfecho.

—Eres adorable.

Primero besa a Eiji en la boca.

Lo besa, lo besa, lo besa.

Lo besa tanto que ríe.

Eiji ríe y lo besa de vuelta.

Eiji ríe, se besan y ríen.

Solo cuando ambos están cómodos los besos suben otra vez la temperatura, permitiéndole que vaya desde sus labios, su mentón, su cuello, su pecho y finalmente atrape un pezón, está completamente erecto entre sus labios y húmedo, eso es nuevo, hay un resqueme dulce en la piel de Eiji, no entiende si es por el agua o por el cambio de la paternidad, no le importa, primero parte con movimientos de lengua gentiles, se dedica a enroscar su lengua en el pezón de Eiji mientras una mano ha bajado al boxer de su esposo para jugar con su pene y volverlo loco en el roce, sus ojos cafés se inundan en una intensa capa de placer, las luces doradas lo empapan haciéndolo ver aún más etéreo y se siente malditamente bien tener a semejante beldad así de mojado por sus toques.

Eiji arroja su cuello para atrás, su pecho sube y baja con mucha fuerza, como si no pudiese soportar tanta estimulación, siente a su pene ponerse más duro y palpitante ante su mano mientras le presta atención a ambos pezones, los besa, atrapa la aureola entre sus dientes y tira, dejándolo enrojecido y aún más erecto. Ash empuja su propia cadera hacia su esposo, mostrándole su dureza, restregando sus pollas mojadas de líquido preseminal.

—Q-Quiero... —Entonces dice entre jadeos porque Aslan no le da un descanso—. Quiero tocarte.

—Quiero que me toques. —Es Aslan quién guía al moreno hacia su propia ropa interior—. Tócame, Eiji. Te necesito.

—A-Aslan.

—¡A-Ah! —Jadea cuando envuelve su erección—. Mira cómo me tienes, estoy tan duro.

Vuelven a besarse, se empiezan a masturbar mutuamente y wow, las cosas van bien, Aslan esperaba un escenario catastrófico dónde reexperimentara o Eiji le pusiera alto por su incomodidad corporal, pero ambos se sienten amados y deseados, supone que sus avances de comunicación se han llegado a traducir en sus caricias y que antes no estaban listos. Lo que sea que pase se alegra de poder hacer esto con su esposo sin tabús ni prejuicios. Es reconfortante.

—Aslan. —Entonces Eiji llama—. Te fuiste por un segundo ¿estás bien? —Y no existen palabras para describir lo arrollador que es escuchar semejante preocupación de su pareja.

—Solo estaba pensando.

—¿En qué cosa?

—En lo contento que estoy de estar intentando esto. —Le confiesa—. Pensé que sería más difícil.

—Y-Yo también. —Eiji se encoge bajo su mirada—. Aún es raro que me mires ¿sabes? Pero se siente bien atreverse a comprobar las cosas, me siento cómodo, me siento a salvo. —Entonces la atención de Aslan baja hacia la cicatriz de la cesárea—. Sé que no soy igual que antes pero...

—Eres deslumbrante Eiji Callenreese. —Declara, recuerda el ejercicio de la primera sesión de terapia en parejas, ¿decirle las tres cosas que más ama de su esposo? Ja, qué fácil—. Amo la manera en que tu cabello se está crispando en la almohada. —Entonces dice, besando los rulos esparcidos por sobre su frente—. Amo tu sonrojo descarado y tus ojos de Bambi y cómo tus labios se hinchan cuando los beso mucho y cómo incluso tu pecho se puede sonrojar cuando estás muy avergonzado.

—Ash...

—Amo lo hermoso que es tu cuerpo. —Baja su boca hacia su pecho—. Amo los cambios que tuviste, amo tu cicatriz de cesárea, amo tu vientre, amo tus muslos y las estrías que tienen aún, amo la forma en que tu ombligo se curva, amo tus ojeras, amo tus líneas de preocupación, amo que seas tan terco, amo que me lleves la contraria, amo que seas apasionado, amo que seas determinado, amo tus días buenos, amo tus días malos, amo tus recaídas así como amo tus caídas, lo amo todo de ti.

—A-Aslan. —Y de repente, el moreno impresiona al borde del llanto.

—Te amo y ya, Eiji.

—Yo también. —El japonés lo envuelve en un abrazo protector hacia su pecho—. Te amo tanto, amo que hayas ido a terapia conmigo, amo que hayas tenido el coraje para admitir lo que te ocurrió, amo que hayas ido a visitar a Griffin y que hayas estado en el memorándum de Shorter, amo que seas un maravilloso padre, amo que seas un intelectual y sepas tanto, amo admirarte, amo tu belleza dentro de todo sentido, amo tu alma, amo tu corazón, amo tu pasado, amo tu presente, amaré tu futuro y amo que me dejes estar acá. —De pronto quiere llorar por escuchar eso.

—¿Qué hice para merecerte? —Le pregunta, apartándose del pecho de Eiji aunque se siente tibio.

—No sé. —El japonés juguetea—. Amo incluso tu horroroso gusto en libros, tienes mucha suerte.

—¿Sí? Pues yo amo incluso tu cuestionable gusto de moda.

—Idiota. —Ríe y le besa el mentón—. Amo que estés duro.

—Amo que tú también estés duro. —Entonces incluso bromean—. Quiero metértela.

—Amo que me la quieras meter.

—Ya cállate.

—Cállame, Callenreese.

—Mierda, me sacas de quicio.

—No se te olvide ponerte el condón, no quiero otros embarazos. —El rubio obedece y se lo coloca.

—¿Contento?

—Ahora sí, ven acá.

Esparciendo una nueva corrida de besos hacia la parte inferior de Eiji, Ash se dedica a besar la parte interior de sus muslos, consiguiendo que la piel se le erice y su cuerpo entero palpite, mientras besa, muerde y lame aquella parte tan sensible e íntima de su esposos sus manos se dedican a amasar sus nalgas, a hundirse, a apretarlas y luego separarlas hasta ver su rosada y necesitada entrada, no tarda en volcar lubricante y hundir un dedo en Eiji, se mueve complacido por el suave jadeo que suelta su amante por el placer, lo abre y Eiji abre las piernas, moviéndose por su cuenta, pidiéndole más y Ash sonríe contra su muslo, sin dejarlo de besar ya que ha pasado bastante tiempo, le alegra ver que no es el único ansioso.

Inserta dedo tras dedo solo para estar seguro y únicamente cuando la dilatación recibe tres dedos, se aparta para posicionar su pene duro, caliente y palpitante contra la entrada de su amante.

—A-Aslan, ah.

—Joder, Eiji.

La intromisión es deliciosa, el interior de Eiji es caliente, lo más caliente que ha probado en su vida, la presión contra su pene lo vuelve loco, pero no tanto como la expresión de su amante, quién tiene el labio inferior mordido a la espera de una oleada de placer. Empieza con estocadas lentas, regresa a sus labios sin dejarse de mover, permite que su amante lo abrace con fuerza y vuelva a enredarlos con sus piernas alrededor de su cadera, están cerca y es delicioso. Tan obsceno.

Los espasmos y los temblores aumentan in crescendo igual que las estocadas, se abre paso entre las entrañas de su esposo que cada vez jadea más alto, no se está reprimiendo, lo llama con voz tiritona para mantenerlos a ambos en este momento y asegurarse que Aslan se sienta seguro, incluso apretó su mano, Ash no puede dejar de besarlo y arremeter contra Eiji. Sí, puede que el sexo sea algo banal para los demás e incluso innecesario, pero esa es su elección, suya y de Eiji, nadie más y nadie tiene derecho a opinar o decirle lo que está bien en su vida sexual. No es solo víctima, está disfrutando mientras folla a su amante y Dios, tardaron más de un año (casi dos años en realidad). Valió la pena.

—¡A-Ah! ¡A-Aslan...! —Eiji jadea su nombre entre besos y aprieta su palma muy fuerte—. ¡Hazlo más rápido! ¡Es ahí! —Al parecer encontró su zona erógena y eso lo hace sonreír con picardía.

—¿Acá? —Pregunta arremetiendo otra vez, provocando que su esposo lance un gemido y se crispe.

—Ahí. —Solloza—. Por favor, sigue.

Claro que obedece.

¿Cuándo le ha negado algo a Eiji?

Una oleada de placer presiona desde su vientre hacia abajo mientras más hondo embiste, arremete una y otra vez, sintiéndose a sí mismo cada vez más duro y grande en el interior de Eiji, es tan erótico, es lo más sensual que ha sentido en su vida, cree que podría correrse si lo escucha jadear su nombre.

—¡Eiji! E-Eiji...Eiji.

Lo llama, repitiendo su nombre una y otra vez antes de que el aludido lo bese por todas partes, Ash le pidió que lo tocara por doquier y eso hace, con sus manos nerviosas y su boca hinchada, se siente renovado por esos besos, es libre y no porque Eiji lo ha librado, sino que ambos se llevaron a esto.

—Quiero correrme. —Eiji clava sus uñas en la espalda del más joven, tratando de aguantar el ardor en su propia polla, el líquido preseminal les ha facilitado la lubricación, la habitación está repleta de una sinfonía obscena—. A-Aslan...ya no puedo.

—Corrámonos juntos. —Ordena, presionándole un beso en la mandíbula antes de delinearla con los dientes y bajar hacia su cuello, marcando un chupón—. Mierda, Eiji. Se siente delicioso estar adentro tuyo.

—¡A-Ah! ¡Ahí! ¡Es ahí! —Aslan juguetea con su punto dulce y no duda en embestir con fuerza una vez más hasta que...

Es demasiado.

Ambos se corren.

—Estoy agotado. —Eiji cae encima de su pecho como un conejito mimoso—. Eso fue...

—Intenso. —Ash ríe, trata de regularizar su respiración pero es inútil, su corazón martillea con tanta fuerza que cree que se le saldrá—. Estoy contento.

—Oh, Aslan. —Entonces Eiji pone su modo alerta y cambia su postura corporal—. No llores.

—No estoy... —Está llorando—. Lo siento, es que esto se sintió bien y yo...

—Lo sé. —Eiji aprieta su mano con ternura—. Es lo mismo para mí. —Sonríen mirándose a los ojos, perdidamente enamorados y conmocionados, es un nuevo paso aterrador en su relación y aun así...

—Este es solo el primer paso ¿verdad?

—El primero de muchos. —Se lo confirma—. Pero mientras sigamos juntos creo que estaremos bien.

Están listos.

Mañana nos espera el capítulo final y no tendremos epilogo, lo pensé mucho porque quería igual escribir un Jade y una Dawn más adolescentes y tuve uno que otro borrador pero no siento que queden más temas que profundizar porque el final los cierra bien todos y de manera realista desde mi percepción so, se nos va esta dinamica mañanita.

Gracias por acompañarme tanto.

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