3. Antojos.
Hi~ Día tres de esta dínamica y no se preocupen, es un capítulo más de transición para procesar y aterrizar algunas cosas, el de mañana es mucho más fuerte y de mis favoritos por la inserción de un personaje, pero por mientras nos quedamos acá procesando. Ya saben que voy lento con algunas cuestiones, me conocen. Mil gracias a todas las personas que han elegido acompañarme en esta dinamica, ay, me hacen chiquito el corazón, de verdad, gracias.
¡Espero que les guste!
—¡No!
El chillido de Bones rebota alrededor de las paredes del cuarto, va desde las cortinas bamboleándose por el alba hasta los azulejos del baño, Eiji suspira bajo la cama agotado, todavía se concibe enfermo, y si bien, Aslan suele pedirle a Ibe que le haga compañía en esta clase de situaciones para que hablen en su idioma natal y no haya gasto innecesario de energías, esta vez fue reticente de forma irracional porque pensar en Ibe lo lleva a recordar el incidente, el incidente a pensar en el bebé y su bebé logra que proyecte todo un efecto mariposa catastrófico sobre lo qué ocurrirá (y no ocurrirá) en contraste.
¿Qué debe hacer?
¿Qué diablos se hace en estas circunstancias?
¿Debe decirle a Aslan? ¿Debe firmar los papeles del divorcio y desaparecer sin más? ¿Debe abortar? ¿Debe conservarlo? ¿Debe...? ¿Debe? ¿Debe? ¡Debe! ¡Debe! Debe. Debe. Debe. Debe. Debe. ¡Debe!
—¡Me niego!
Necesita paz y tranquilidad.
No esto.
—Por favor cállense. —Entonces les pide con la mayor amabilidad que puede, su cerebro se incendia por la fiebre y se siente hecho mierda por la vida, como si lo hubieran masticado y regurgito millones de veces antes de ser escupido con una prueba que dio positivo—. Necesito concentrarme.
—¡Me niego a aceptarlo! —Pero Bones grita—. ¡No me van a comprar con esas sucias mentiras!
—¡Ya cállate!
—¡Me niego! —Bueno, la pandilla no es la óptima compañía si lo que aspira es armonía—. Claro que me niego a aceptar que el jefe le pida divorcio, no tiene sentido.
—Bones. —Advierte.
—¡No tiene sentido Kong! ¿Acaso soy el único con cerebro suficiente para verlo? ¡Pasa algo extraño!
—¡No seas grosero con el camaroncito! —Lo regaña, golpeándolo en el antebrazo—. Tampoco creas que eres muy inteligente si te he salvado el trasero en tus clases, ¿no saberse la tabla del siete? Me debes estar jodiendo, ¿cómo diablos entraste a la universidad?
—¡Oye! ¡Es la más difícil!
—¡Es la más fácil!
—Aún sin saberme las tablas de multiplicar soy el único lo suficientemente inteligente para entender de que hay algo terriblemente sospechoso en este asunto del divorcio, ¿no es así, Eiji?
—Yo no...
—Cállate y deja de hacer sentir mal a Eiji. —El nombrado se mantiene apartado de la charla, el envés de la cama cruje apenas deja caer su espalda, llena su cuerpo de aire y lo arroja igual que una válvula, hace un chequeo corporal con el objetivo de permanecer acá, pero el ejercicio fracasa, de pronto el vientre se le siente pesado, realmente pesado, como si tuviese una vida dentro de él—. Luce terrible.
—Creo que voy a vomitar. —Balbucea pálido y afiebrado, preguntándose cuándo las pastillas podrán hacer efecto y odiándose por necesitarlas, a los bebés no se les droga. Tal vez por eso salió tan jodido considerando que su propia madre tomó antidepresivos en el embarazo—. Me siento terrible.
—Bien hecho. —Kong golpea la nuca de Bones, consiguiendo un alarido—. ¿Ya estás contento? Mira lo que hiciste.
—¿Por qué me echas la culpa a mí? —La agudeza en su voz se quiebra en sus tímpanos igual que un cristal añejo y gastado.
—¡Porque se enfermó por tus asquerosas galletas! Incluso lo pusiste panzón.
—¿Creen que estoy panzón?
—Bueno, para ser sincero...
—¡No está panzón, está pachoncito!
—¡Es lo mismo!
—¡No lo es! Tú estás panzón y Eiji está hinchado, son cosas diferentes.
—Chicos. —Ambos se encuentran sentados en el pie de la cama, no se ha levantado desde que Aslan lo dejó acá y francamente teme hacerlo, porque apenas lo haga lo forzarán a firmar el divorcio y eso significará tomar la siguiente decisión sobre contarle o no, aún no está preparado—. Está bien, Aslan está en su derecho a ponerle final al matrimonio, igual que yo.
—Sí, ya deja de tocar el tema, lastimas al camaroncito.
—¡Pero es que no tiene sentido! —Y claro que gimotea reticente—. El jefe jamás se divorciaría, ama demasiado a Eiji.
—Creo que el amor también se acaba.
—Tienes razón, pero no en él, no por la manera en que...es que no lo viste, Eiji. —Bones arrastra sus piernas por encima de la cama hasta finalmente llegar hacia el japonés, sus dedos se enredan en las sábanas, nunca han sido buenos expresándose con toques o palabras de consuelo, aun así, acá están porque les importa este terco—. No lo viste, se veía tan angustiado cuando nos ordenó cuidarte, los ojos le parecían al borde del llanto, siento que fue duro para él tener que dejarte en nuestras manos.
—Eso no...
—Es verdad. —Kong interrumpe—. No está exagerando, también me sorprendió lo pequeño que el jefe se veía.
—Debe tener sus razones. —Se miente.
—Creo que tiene una sola razón. —Bones se aventura para alzarle el mentón, siempre ha sentido al japonés con cariño fraternal, (independiente de la brecha etaria), no duda, aprecia que así se sentiría tener un preciado hermanito al cual amparar, algo tan frágil, maravilloso y valioso que es constante fuente de arrugas y desvelos, vale la pena más considerando lo mucho que ha visto a Eiji brillar sobre la oscuridad de Nueva York—. Y creo que tú sabes cuál es la razón.
—Si fuera de esa manera. —El moreno se encoge dentro de su pijama de franela, sus manos navegan hacia su vientre y lo aprieta con fuerza—. No me habría pedido el divorcio para empezar.
—Pero...
—Bones. —Kong le apoya la palma encima del hombro—. Ya déjalo.
Pero no puede dejar el tema.
Fue obvio desde el inicio, aún recuerda ese laboratorio en llamas, Ash se encontraba enfundado con un traje elegante salpicado de sangre y hecho mierda, sin duda era intimidante e infundió acato bajo sus palabras de esquirlas de hielo. Por esto mientras destruían los autos de Dino para que no pudiese perseguirlos y Bones se lamentaba al no querer destrozar un Lamborghini tan rojo como las manchas de sangre en el cuerpo de su jefe, al escucharlo decir que usaría ese vehículo para escapar y que aun así se quedaría porque no podían dejar a Shorter ahí...
—Alex, cuida bien de él. No lo dejen solo ni un segundo.
Ahí lo supo.
—¡Ash! ¡Vuelve a salvo!
Ahí lo vio.
—¡Te estaré esperando, siempre!
«Siempre».
Aunque era obvio lo que esos dos habían desarrollado con el tiempo nunca fue un tema que Ash les permitiese tocar abiertamente, todos estaban confundidos sobre si era una relación romántica o no y de cualquier manera se sentía terrible llamarlos "amigos" por favor, incluso ellos sabían cómo lucía el verdadero amor.
Pero aun así, hubo una división de opiniones dentro de su pandilla y francamente Bones lo entiende, porque en una vida como esta, amar, mostrar cercanía o afecto es sinónimo de debilidad y Ash Lynx no es débil, por eso lo siguen incluso a ciegas. Matar, robar, luchar por una libertad que jamás parece llegar, esa es la forma en que aprendieron a seguir adelante y la manera en que han forzado dichosa supervivencia. Nadie apostaba ni un centavo por Eiji, Bones y Kong pecaron por prejuiciosos también puesto que se veía completamente ajeno a este mundo y aun así, Okumura fue el único con las bolas lo suficientemente bien puestas para quedarse por voluntad. El resto si pudiera huiría y Eiji no huyó, al contrario, le pidió a Alex que lo entrenara para usar un arma, se antepuso en la línea del fuego en las alcantarillas haciendo de carnada y recibió un disparo por Aslan. Mierda, ¡tiene coraje! Y ni hablar de la mirada completamente enamorada que le dedican esos ojos verdes, a diferencia de la crueldad en sus palabras, sus ojos son sinceros cuando se trata de Eiji.
Regresa a Japón, serás una carga.
(Quiero que te quedes a mi lado).
No tiene que ser para siempre, aunque solo sea por ahora.
(Para siempre, por favor prométeme un para siempre).
¡Regresa a Japón! ¡Yo...! ¡No quiero que me veas así!
(Tengo miedo de que me odies, no quiero perderte. Haría cualquier cosa por ti. Te amo tanto que me duele).
Por ende, ¿divorcio?
Meh.
No.
No es posible.
Ash Lynx jamás se divorciaría de su alma gemela sin tener una razón "inteligente" para hacerlo, para ser honesto es indignante que Bones sea el único con las neuronas funcionando para pensar en esto, y si bien, él entiende que en este mundo incluso con Dino Golzine muerto es imposible tener un: «Y vivieron felices por siempre». No está mal querer algo así y deseárselo a su jefe.
Amor.
Amor verdadero.
Amor de mi-alma-siempre-estará-contigo.
Así que perdónenlo si es irrespetuoso pero a la mierda el divorcio, no significa nada si Ash en secreto les suplica con una cara de perrito pateado que por favor cuiden a su amorcito porque está resfriado.
Eiji por otro lado ha podido ordenar mejor sus pensamientos, las ambivalencias no han desaparecido ni cree que lo hagan hasta poner el tema en la mesa con Ash, sin embargo, ha desglosado punto por punto lo ocurrido con el embarazo, debe tener al menos unos dos meses considerando la última vez que tuvieron ¿sexo? No sabe si puede llamarlo así, aunque las cosas llevaban bastante tiempo yendo mal, la última vez que se acostaron dicha grieta se consolidó y se volvió irreversible.
Lo recuerda, Aslan llegó especialmente demacrado luego del trabajo y aunque quiso indagar fue casi automático el consuelo que buscó en su cuerpo y Eiji apenas toleró ese arremeter de carne sudorosa contra carne sudorosa, los gruñidos de animal herido y las disculpas que rociaron besos desabridos, fue sexo sin amor, la clase de sexo que Ash debió dar a sus clientes, un trámite destinado a acabarse lo más rápido e impersonal posible. Okumura deseó que su encuentro hubiese significado algo, más, no lo hizo y lo peor no es haber tenido sexo utilitario, sino que eso lo ha vuelto consciente del tiempo que lleva su bebé en su vientre y lo pequeño qué es. ¡Qué risa! ¿Ahora tiene las pelotas para sentirse mal y preocuparse por la precaria salud del niño?
Hace un par de horas pensaba en cómo matarlo.
Lo comparó con un cáncer ramificado.
Vaya papá de mierda que será.
—Debería firmarlo de una vez y ponerle final a esto.
—Eiji. —Bones no tiene tiempo para terminar, el gruñido de su estómago hace eco por el cuarto sin dejar espacio para nada más—. Lo siento, debes tener hambre.
—Un poco. —Siente las mejillas calientes y la cara cosquillosa, no le gusta mostrarse vulnerable ante sus amigos, probablemente por eso no les cuente, tiende a cargar con el mundo encima ¿y quién es para criticar a Ash a fin de cuentas? Él tampoco se ha deshecho de sus malos hábitos.
—¿Quieres natto? Queda un poco en el refrigerador.
—Perritos calientes.
—¿Eh? —A Eiji también le sorprende la naturalidad con la que escapa el comentario—. ¿Qué dijiste?
—Quiero perritos calientes. —Repite, perplejo—. De estos que venden frente a la biblioteca pública, tengo antojos de eso. —Bones y Kong intercambian una mirada angustiada ante semejante petición, es poco factible y el japonés también lo comprende, de hecho no ansía causarles problemas ni logra desglosar por qué su bebé ha elegido de todos los alimentos antojarse de hot dogs, pero lo ha hecho.
—Veremos lo que podemos hacer.
Así que acá está, lidiando con su propia irresponsabilidad por no hacerse el examen y mentir acerca de su condición, en retrospectiva fue peligrosa esa ignorancia, porque claro, el Eiji de años atrás solo pensaba en proteger a su Ash, así que jamás reparó en el peligro a su alrededor, por ejemplo, si Dino lo hubiese violado esa noche en la mansión y lo hubiese embarazado... ¿qué habría sido de su propia vida? Y le da pena no poder empatizar tanto con su sufrimiento, porque automáticamente vislumbra lo horrorosa que habría sido para Ash esa situación, en general, ha mostrado rechazo por embarazos sean masculinos o femeninos, de hecho, una vez puso el tema de la familia y la negativa fue rotunda.
No es por él, lo sabe.
Ash simplemente no quiere una familia.
Y le dijo que estaba bien con eso.
Mentiroso.
—El jefe no tarda en llegar. —Bones lo acuna contra su pecho como si fuese una mamá pajarito, eso le saca una sonrisa y lo hace sentir más amado de lo que acostumbra, al menos durante este periodo de separación teme haber estado desarrollando un cuadro depresivo—. Escríbenos, pídenos ayuda, por favor.
—Sí, sí.
—Te estoy hablando en serio. —Lo regaña con severidad—. Cualquier cosa que necesites mándanos un mensaje y vamos a volar a tu lado, ¿entiendes?
—Lo entiendo. —Ríe por la terquedad—. Lo prometo.
Sí, definitivamente la sensación de vacío crónico y agujero negro en su pecho la encarnó durante su lesión pero de alguna manera esta soledad es mil veces peor. A diferencia de Japón esta soledad no es rabiosa ni violenta, es más... desesperanzada. Es un merindo a la vida, un tirar la toalla. La cuestión es con respecto a qué tira la toalla, ¿a sí mismo?, ¿su bebé?, ¿su matrimonio?, ¿su carrera?, ¿o acaso es una mezcolanza de todo y simplemente renuncia a la vida y se resigna a sobrevivir desconectado? Cualquiera que sea la respuesta le da pena, por eso prefiere obligarse a dormir, no por la necesidad a reponer energías, sino que quiere callar su voz mental. Es suficiente. Ha tenido demasiado durante este último año.
—Lo siento. —Eiji se abraza a sí mismo, envolviendo su pequeño vientre bajo sus brazos—. Lamento que no seas amado, desearía que lo fueras, desearía ser un buen papá para ti, perdón.
Se queda dormido.
No sabe cuánto duerme, pero sí sabe que cuándo despierta alguien está acariciándole la cabeza con tanto pero tanto cariño que sino hubiese un acuerdo de divorcio encima de la mesa creería que todo esto ha sido una pesadilla y siguen tan enamorados como unos recién casados.
—Por favor, perdóname. —Se escucha triste, tan triste—. Perdóname, no debo quedarme a tu lado.
—A-Ash... —Lo llama adormilado por la inconsciencia, el nombrado parece horrorizado al haber sido descubierto con las manos en la masa y no duda en soltarlo como si no se sintiera digno, lo remonta a esas veces donde Ash se limitaba a arrodillarse ante la cama y apretar las sábanas porque aparecía un temor irracional sobre ensuciarlo—. Regresaste. —Balbucea.
—Regresé. —Su esposo permanece enfrente con su mueca maltrecha—. Te traje algo para animarte un poco.
—¿Eh? —Y Eiji parpadea perplejo apenas repara en el perrito caliente encima de su velador.
—Los chicos me escribieron que querías cenarlos y no pudieron encontrarlos, así que...
—No te entiendo para nada. —Entonces lo suelta—. A veces me cuesta tanto leer lo que pasa dentro de tu mente. —Sus manos se tensan alrededor de las sábanas, su pecho sube y baja con pesadumbre sofocante, como si alguien tuviese sus manos contra su garganta en una parálisis de sueño—. ¿Crees que me convencerás de firmar con un perrito caliente?
—No te lo traje como un chantaje. —Aslan impresiona herido.
—Entonces no me mandes doble mensaje. —Pero Eiji lo está aún más—. Porque me lastimas.
—Haga lo que haga termino lastimándote.
—Porque tiendes a encerrarte en tu propia cabeza y me dejas fuera. —Le explica, su estómago gruñe por el aroma del hot dog encima de la mesa, no obstante, su prioridad es profundizar en este atisbo de vulnerabilidad que esos jades le están ofreciendo—. No puedo ayudarnos si estoy afuera.
—Siempre ha sido de esta manera. —Su voz escapa fría, su rostro luce hermoso bajo el matiz rojizo del atardecer, hermoso como solo las cosas rotas saben serlo, pero esa es la cuestión con esas cosas rotas que llevan demasiado tiempo estando incompletas—. Siempre estoy ahogado en mi cabeza.
—No. —Y aunque es Eiji quién hace dos minutos se flagelaba con sus pensamientos, su prioridad es Aslan—. No siempre fue así, hubo un tiempo en que hablabas conmigo, que confiabas en mí, cuando todavía ibas a terapia y te diste el valor para pedirme matrimonio, ¿lo recuerdas? Ambos estábamos bien...o al menos así lo sentía. Fue la época más feliz de mi vida. —Él lo observa como si acabase de ser apuñalado y Eiji fuese quien sostuviese la navaja—. Sé que odias hablar del pasado pero necesito mostrarte que las cosas no siempre fueron así, que hubieron cosas buenas que estás ignorando.
—¿Por qué no puedes hacérmelo más fácil? ¿Por qué no puedes firmar y ya? Estoy siendo muy cruel.
—Porque tengo la impresión de que tienes la idea de que me estás haciendo un favor al dejarme ir.
—¿Acaso no te lo estoy haciendo?
—No. —Esos despampanantes ojos verdes rebosan perplejidad tras esa confesión, la boca le tiembla en una manifestación de miedo y fragilidad, silencio florece y el amor se marchita—. Y otra vez, está perfecto si quieres el divorcio, no te mantendré a mi lado a la fuerza, pero tampoco es justo que me mientas y no tengas el coraje para decirme por qué lo quieres.
—Te lo dije. —Gruñe—. Ya no te amo.
—Y yo no te creo. —No porque Eiji sea un egocéntrico masoquista, al contrario, es que es un experto leyendo ese idioma indescifrablemente complicado que es Ash, una obra de arte a primera vista que jamás es vista porque su público es superficial, jamás es atesorada como corresponde, Eiji se perjuró a sí mismo no caer en ese error, y sí, sería sencillo solo firmar y ya, huir la salida inmediata ahorraría cantidades inconmensurables de sufrimiento, autoconsciencia y valentía—. No eres sincero. —Pero no hará eso, no sería justo para Aslan ni para su hijo.
—¿Por qué te crees tan especial? Asumiendo que me puedes leer, debe darte cierta superioridad.
—No es eso. —Le asegura, tomando finalmente el perrito caliente—. Pero te conozco bien.
—¡Tú no...!
—Te conozco y aun así... —Te amo—. Por eso me casé contigo.
—Ya veo.
Quedan en silencio.
Eiji se come su perrito caliente.
Se van a acostar sin que Ash tenga idea sobre la existencia de su hijo.
Todavía.
Este fic alterna los povs, si bien, se enfoca mucho más en Eiji es una dinamica similar a la del flufftober y vamos a ir alternando, el capítulo 5 se tiene una mucho mejor idea de qué onda con Ash y sus propias batallas, porque de nuevo, esto no ocurre solo porqué sí. Pero mañana se nos viene potente con Eiji, las cosas no son iguales luego de mañana (en el buen sentido) Mil gracias por leer.
¡See ya!
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