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29. Primeras palabras.

Hi~ Este es el último capítulo más de transición para la trama que ya deja sembradito para dónde iremos así que disfrutenlo, se me hizo nada, ya la hecho de menos y estoy emocionada por haber llegado tan lejos. De todo corazoncito gracias por acompañarme y hacer de esto tan hogareño y reconfortante. Bueno, ahora a planificar el flufftober y buscarle otro sentido a mi perfil, so sad, aaaaaah. Sí, estoy con mucha ansiedad por varias cosas XD

Espero que les guste, está escrito con mucho amor.

Ash tiene hambre.

¿Hambre?

Sí, tiene hambre de muchas cosas: de seguir estudiando en la universidad y sacar adelante su carrera de literatura (porque Max pronto va a jubilar y alguien tendrá que mantener el honor de la columna), hambre por ayudar a Michael en las tareas, hambre por compartir con la pandilla, hambre por seguir en terapia (¿quién lo diría?), hambre por seguir explorando su cuerpo, hambre por resignificar todas sus experiencias, hambre por charlar con Griffin, hambre de momentos con sus niños, hambre sobre ser un buen padre, hambre de recaídas, hambre de fracasos, hambre de crecimiento, poemas, libros y películas y citas y todas esas cursilerías adolescentes a las que jamás pudo aspirar. Sí, tiene hambre de muchas cosas y personas, pero sobre todo, tiene hambre de su dulce esposo.

Tiene hambre y tiene ganas de saciar esa hambre con desesperación.

No siempre fue así, entonces piensa.

Antes le gustaba el hambre, mejor dicho, antes disfrutaba una preciosa anorexia nerviosa restrictiva.

«Anoréxico».

Sí.

Recuerda que antes se deleitaba con ese tipo de satisfacción enfermiza a través de la inanición, Ash nunca se profesó en completa comodidad con su cuerpo porque bueno...los pedófilos necesitan que te veas pequeño para sentirse excitados, por ende, antes de que llegase a la adolescencia existió un extensivo debate alrededor de por qué no debía crecer, fue un contraste chocante continuar siendo atractivo a pesar de su contextura más masculina, supuso que estaba maldito y no se libraría de eso, al igual que Yut-Lung, su belleza era una maldición. Pero al menos, creyó esconder su sintomatología de manera efectiva, Max no se daba cuenta cuándo pedía solo bebidas en los restaurantes utilizando el pretexto de "estar a dieta" y los chicos tampoco notaban si comía o no. El único ser humano capaz de notar esto fue Eiji ¡claro que el señor ¿esa-pistola-es-de-verdad? y este-es-mi-problema-también! Se dio cuenta y ¿qué hizo el hijo de puta? Lo alimentó. Ja. Vaya pelotas que tiene.

Ash nunca supo si lo hizo consciente o fue mero instinto, pero Eiji se preocupaba de su salud, además de prepararle platillos deliciosos se aseguraba de que no se saltara ninguna comida y esto lo remeció más de lo que podría explicar. Así que empezó a comer.

Comió y comió y el hambre se fue.

Puff, no está.

La anorexia es mortal por la falta de conciencia de enfermedad, pero supuso que su cuadro estaba enfocado más en la autodestrucción si pudo realimentarse y mitigar la distorsión corporal, la comida fue otra vía que encontró para reapropiarse de su cuerpo, de reafirmarse que era solamente suyo y le fue bien por un tiempo, hasta que...

—¿Tantas ganas tienes de alejarte de mí?

Sí.

Prefiero estar enfermo y no servirte de nada.

Prefiero volverme a matar de hambre hasta que todos mis malditos órganos fallen antes de que me poseas otra vez.

—¿Intentando morir?

—No lo estoy haciendo porque quiera.

Mentira.

En parte era mentira.

—Si estás enfermo te daré la mejor medicina, pero si intentas morir para escapar ese chico japonés tendrá el mismo destino.

Eiji.

Su dulce Eiji.

No.

Nunca lo permitiría.

Así que se recompuso.

Y fingió ser fuerte. Fue bastante fácil, fingió que ser arrastrado a la fiesta no hacía que su cerebro se revolviera dentro de su cráneo, estaba acostumbrado al dolor y por ende no debería darle relevancia al dolor punzante desgarrando las extremidades. Pero entonces...Eiji lo salvó. Otra vez lo salvó. Y Eiji colocó una manta encima de Ash en una estación de metro abandonada. Eiji lo alimentó. Ash apenas podía soportar la comida y Eiji...otra vez convirtió el hambre en algo dulce, no en algo peligroso, Eiji le devolvió el hambre por la vida sin siquiera intentarlo.

—Vamos, Dawn. —Y no sabe por qué, pero ver a su esposo alimentando a sus hijos acomodados en la cama frente a una improvisada televisión le resulta demasiado significativo—. Papá batalló mucho para entender cómo usar el extractor de leche, al menos prueba la mamadera.

—Creo que le gusta tu pecho, onii-chan. —Entonces tararea, inclinando levemente el biberón, tiene a Jade acomodado en su regazo, está bebiendo con fuerza de la botella que Aslan sostiene, wow, es sumamente fuerte alimentar a sus hijos considerando que hace un par de años no podía alimentarse a sí mismo, es fuerte, más...agradable—. Deberías darle en el gusto y rendirte.

—Si le doy en el gusto nunca se acostumbrará a la mamadera. —Pero Dawn rechaza la boquilla del biberón con una mueca asqueada—. ¡Ugh! Es igual de terca que tú. —Eiji gimotea, suplicándole para que tome una vez más solo para que el envase de plástico salga disparado por el aire con una patada.

—No, no, la terquedad la sacó de ti.

—Entonces de ti heredó la maña. —Gruñe, abriéndose con pereza los botones de la camisa—. Nunca voy a lograr que pruebe otras cosas si sigue tan encariñada con mi pecho.

—Tienes un pecho bonito, ¿puedes culparla? —Eiji le arroja su mirada de dagas, no debe molestarlo en estos momentos, necesita aguantarse—. Tus pezones se ven hinchados.

—Yue me recomendó una crema, pero no sé. —Entonces la mirada de Aslan salta hacia el pocillo de colores pasteles encima de la mesita, prefiere concentrarse en la loción a pensar en la posible charla que tuvo con la víbora para llegar a dichosa recomendación—. No muerdas tan fuerte, amor.

—Si quieres después te la aplico. —Eiji alza una ceja, leyendo sus intenciones—. Prometo que luego nos acurrucaremos en la cama y terminaremos de ver la película.

—Ajá.

—De verdad.

—No te creo.

—Hablo en serio.

—Solo quieres manosear mi pecho porque dejé a Sing hacerlo, gato celoso.

—¡Eiji! —Entonces gimotea y Dawn se ahoga con un sorbo de leche.

—Pequeña ansiosa. —El japonés sonríe, llevándola hacia su hombro para palparle la espalda, golpea con gentileza y suavidad, casi como si estuviese ayudándola con los cólicos y eso lo hace reír.

—Jade se tomó la botella entera y parece seguir con hambre.

—El pediatra dijo que era importante empezarles a regular las porciones. —Buddy dormita a los pies de la cama, está pesado, Aslan lo siente tumbado encima de sus tobillos pero claro, como su amante es más bajito ni lo siente—. ¿En qué piensas? —Terminan de limpiar a los niños para arroparlos bajo el arrullo de la cuna que tienen al lado (cortesía de Yut-Lung, por supuesto).

—En que se me durmieron los pies. —Ash intenta patear a Buddy o darle una señal para que cambie de posición, sin embargo, un bostezo perezoso es todo lo que recibe—. ¡Oye! Tu padre es delicado.

—Eso te pasa por ser un gigante. —La pequeña mierda se burla.

—Pues perdóname por ser tan alto, Bilbo Bolson.

—¡Ash! Sabes que no entiendo referencias del señor de los anillos. —Su chillido hace que los niños rían y adora verlos risueños y si molestar a su adorable pareja es el precio por pagar, Ash está mucho más que dispuesto a pagarlo—. Eres malo.

—Sino entiendes las referencias, ¿cómo sabes que son malas?

—Es un hobbit, Ash. —Espeta indignado—. No soy tonto.

—Pero sí enano.

—¡Ash! —Y claro, como es muy maduro se lanza para pellizcarle las mejillas—. ¡No es divertido! Fui más alto que tú en algún momento de mi vida ¿sabes?

—Sí, como cuándo yo tenía diez años y tú unas...¿centésimas? ¿milésimas? —Ah, lo hizo enfadar, lo nota por sus mejillas infladas y su entrecejo completamente tenso.

—Ya no quiero ver una película contigo. —Entonces proclama amurrado.

—Es una lástima. —Ash lo envuelve entre las sábanas y lo atrae hacia su pecho—. Vamos a la mitad.

Sinceramente la película es una mierda y no, afortunadamente logró convencer a su pareja de evitar la saga de crepúsculo porque anticipó sus intenciones malvadas y se excusó sobre los balbuceos que Sing les arrojó de la película. Ven un filme malditamente genérico de superhéroes, si bien, considera que es un ignorante en temas de cómics y cultura popular, es una completa aberración tanto efectos como guion, aunque al menos le da una excusa para perderse en la belleza de Eiji. Oh sí, Aslan tiene hambre de mirar a Eiji. Hambre de los ojos más negros que ha visto en su vida pero tan transparentes que lo remontan al cielo estrellado de Cape Cod luego de la lluvia, hambre de su piel cobriza, hambre de sus mejillas de fresas acarameladas, hambre de sus labios tentadores. Diablos, de verdad guarda muchas ganas de besarlo. Pero no lo hace. No todavía.

Porque Eiji luce...precioso, viendo esa horrorosa película con sus ojos brillando bajo esos asquerosos programas de efectos computacionales mientras se ríe de los chistes malos y alarga el ceño durante la tensión, incluso han preparado palomitas de microondas y no tarda en llevarse bocados y bocados en los instantes de mayor suspenso igual que una ardilla almacenando nueces para el invierno, Aslan ama encontrar nuevas particularidades (o más bien excusas) para enamorarse de Eiji, es afortunado.

—¿Quieres? —Entonces como Eiji a veces parece protagonista de anime harem, no se da cuenta de que Ash lo está contemplando absolutamente maravillado a él, no a las palomitas de maíz.

—Quiero que me alimentes también. —Sus mejillas se cubren de un adorable grana, la película de colores fosforescentes baña su rostro y hace lucir el reflejo de la pantalla como un caleidoscopio en sus pupilas—. ¿No lo harás onii-chan? —Cree que va demasiado lejos cuando impresiona desinflado.

—Abre. —Pero entonces le acerca una palomita—. Abre la boca, cariño. —Mierda, quiere llorar, no sabe por qué el tema alimentario lo pone especialmente sensible hoy, pero lo hace y ni siquiera tuvo síntomas de remisión después de su boda, por ende, no debería importarle tanto—. ¿Aslan?

—Lo siento. —Diablos, realmente lo está afectando esta cuestión de criar a sus hijos con tanto amor.

—¿Qué ocurre? —Su pareja no tarda en encender sus alarmas y dejar las palomitas para darle su atención absoluta como si él valiese la pena y Eiji siempre es así, por eso es un excelente padre pese a las adversidades en su vida familiar e incluso en el embarazo—. Habla conmigo.

—No es nada.

—Pareces a punto de llorar. —Y la voz del japonés duele cuando le dice eso.

—Solo... —La película pierde importancia, sus bebés dormitan al lado de la cama, se hallan cubiertos por demasiadas frazadas—. Me acordé de lo duro que fue comer durante un tiempo ¿sabes? Pensé que nunca saldría de esa mierda porque estuve enfermo años, Eiji. No conocía forma de vincularme con la comida sino era haciéndome daño y cuándo nosotros recién empezamos a salir, no, inclusive antes, tú siempre encontraste la manera de que yo comiera.

—Ash.

—Desde que Griff se fue no había tenido esa preocupación hogareña, a nadie le importaba si comía lo debido, ni siquiera Dino y se supone que era un producto valioso, a veces Shorter me alimentaba, prefería la comida de Nadia porque esa no me intoxicaba, pero no sé, solo estaba divagando acerca de lo impresionante que eres para poder alimentar no solo a nuestros hijos, sino que a mí y supongo que no te lo agradezco lo suficiente. —Y no tenía idea que esto era un tema a nivel emocional hasta que lo pronuncia en voz alta—. Estoy mejorando. —Es eso pero un poquito más—. Estoy mejorando.

—Oh, Aslan. —Eiji lo envuelve contra su pecho, es una sensación de corazón desnudo maravillosa—. Mi tontito, tontito Aslan ¿no lo habías notado?

—No. —Balbucea y lo considera—. No lo noté.

Mierda.

Está mejorando de verdad. No es su imaginación.

Tanto en su sintomatología de trauma como en sus relaciones interpersonales está mejorando, nota que tiene menos reexperimentaciones y pesadillas y las que siguen acá (porque no se irán enseguida y Dios sabe lo familiarizado que está Aslan con eso) ha aprendido a controlarlas mejor, fue a la fiesta conmemorativa de Shorter, confrontó a Jim, se hizo amigo (de trastornos mentales) de Yut-Lung Lee y pudo conformar una familia. Con Max, Jessica y Michael. Con Griffin. Con Eiji, Jade y Dawn, diablos, es un buen papá o al menos así se siente cada día.

—Te enterneció notarlo. —Su esposo traza círculos entre sus espaldillas y el toque es adormecedor.

—Sí.

—¿Por qué? —La pregunta no viene de la exigencia, sino más bien, de un profundo deseo a auxiliar.

—Es complicado.

—Prueba mis 201 puntos de IQ, adelante. —Y claro que le dice eso, haciéndolo sentir absolutamente amado, comprendido y apoyado. Gracias. Así que lo intenta y habla.

—Cuando todavía pensaba en divorcio no veía salida de nada, yo no...me sentí igual que cuando Lao me apuñaló en la biblioteca, sentí que era el final, una parte de mí estaba bien con eso. —Ash hunde sus manos contra la camiseta del japonés, se aferra a la prenda como si su vida dependiese de esto, como si fuese su salvavidas—. Pero otra parte no quería dejarte ir y me odiaba porque veía lo mucho que te estaba lastimando, me sentía como...sentía que te estaba matando, Eiji.

—Nunca. —Su esposo le presiona un beso encima de la frente—. Me siento muy orgulloso de ti.

—Eres tan terco. —Y entonces...

«Te amo en todos los universos» dice la película.

Te amo en todos los universos.

Sí.

En todos los universos, realidades, vidas, caminos de laberinto, planetas de principitos, rosales entre girasoles, países de las maravillas, cantinas donde extranjeros lindos seducen yankis problemáticos, sueños donde saltadores de pértigas se enamoran de nerds de bibliotecas o universos donde existan parejas destinadas y almas gemelas y madrigueras con conejos que domestican linces. Para siempre.

Ese es el sentimiento de mi-alma-siempre-estará-contigo.

—Quiero besarte. —Entonces finalmente le dice y Eiji impresiona coquetamente divertido por aquel cambio de actitud, piensa en los meses de inanición con Dino, fue una cuchillada que mató cualquier pizca de estabilidad que tenía, cuando salió creyó que las cosas serían diferentes, que ya no se podría parar a sí mismo—. Muero por besarte, Eiji Callenreese. —En cierta medida tuvo razón.

—¿Eh? —Las cosas no fueron realmente disímiles, la voz suave del moreno seguía tal como fantaseó, sus brazos envolviendo su cuello fueron igual de reconfortantes e incluso esa lata de sopa tuvo sabor a hogar, a su hogar—. Pensé que tenías hambre de palomitas.

—Al diablo las palomitas si puedo probarlas de tu boca. —Y al mismo tiempo fueron disímiles porque lo ayudaron a darse cuenta de lo malditamente enamorado que estaba—. Abre, Eiji.

—Ash.

—No me hagas suplicarte. —Su esposo ríe con las mejillas muy rojas.

—Jamás.

—Entonces bésame.

—Tú bésame como si me hubieras extrañado.

Los labios de Eiji efectivamente tienen sabor a caramelo entremezclado a palomitas de maíz pero le es mucho más adictivo probarlo directamente de su boca, Eiji se tensa por la apasionada intromisión puesto que Aslan tiene hambre y Eiji es lo único que lo puede satisfacer, estrecha al moreno encima de su pecho sin apartarse un solo centímetro, deseando extender este segundo una eternidad, cada fibra de su ser se estremece cuando su marido intenta tomar la iniciativa y jugar con su lengua, gesto que le roba una sonrisa pícara y lo enternece de sobremanera, puede escuchar a su corazón latiendo con tanta violencia que cree que le explotará dentro del pecho, profundiza mucho más y Eiji recibe ansioso su lengua y es un beso imposible de describir. Es un beso que busca sanar el hambre que no para de crecer mientras más se saborean, es vicioso y les encanta.

—Eres delicioso. —Entonces se burla, tironeándole el labio inferior, consiguiendo un suspiro ronco.

—Este fin de semana. —Su esposo pone el tema—. Cuando los niños se queden en casa de Max...

—Sí. —Traga duro—. Tendremos una cita real por fin. —Pero ambos saben que pasará mucho más.

—Lo intentaremos de verdad.

—No es que necesites mucho para prenderme ¿sabes? —Se da cuenta de la insensibilidad que lanzó considerando el último incidente con respecto al sexo muy tarde—. Yo no...

—Tendré que tirar muchas maldiciones para dejarte muy caliente entonces. —Pero Eiji continúa con el juego y el tema es menos...denso, no porque sea menos grave o más inválido, sino que está mucho más conversado y se siente afortunado para eso, por algo pagan terapia, dah—. Puede que inclusive te muestre el dedo del medio otra vez. —Ash se muerde la boca.

—Joder, eso es tan caliente bebé. —Aslan lo estrecha hacia sus caderas—. Me siento como el villano que corrompió a la dulce hija virgen de Ibe.

—¡Ash!

—¿Qué? Es verdad, tienes una lengua muy sucia.

—¿Quieres que te muestre que tan sucia está? —Eiji alza una ceja con coquetería, le lanza su mirada pícara mientras permite que sus dedos naveguen por el cuello de Aslan y sean pura electricidad.

—Por favor. —Entonces el lince se inclina para susurrarle—. Quiero ver qué tan sucia llega a ser. —Y claro que eso hace enrojecer a su pareja porque por muy valiente que pretenda lucir, en el fondo, su experiencia amorosa se limita a Aslan y ¿a quién engaña? Para Aslan es lo mismo, Eiji es su única experiencia amorosa, se siente bien pensarlo.

—Tienes fetiches raros. —Su esposo suspira, enroscando sus dedos en sus mechones rubios, tirando con tanta ternura y delicadeza que lo hace pensar que son de oro—. Tienes fetiches muy raros, Ash.

—Si tuviera fetiches raros te pediría que usaras delantal.

—¡Ash! —Gimotea—. No te aproveches.

—Pero podríamos considerarlo más adelante. —Tararea—. O tu viejo uniforme de pertiguista. —Su esposo alcanza una almohada para estampársela en la cara—. Lo siento, estoy nervioso.

—También yo. —Es fácil sincerarse—. Hace mucho no vamos a una cita. —Eiji se acurruca sobre Ash igual que un conejito—. Y las citas en la biblioteca pública no cuentan.

—Sí cuentan.

—¡No cuentan! —Gimotea y le saca la lengua, apretando los párpados muy fuerte porque es taaan intimidante—. Además no habían perritos calientes con natto, solo con esa horrible mostaza picante y tengo la lengua sensible.

—A ver. —Y apenas se la muestra y finalmente cae en su treta.

—¡Aslan! —El nombrado aprovecha de besarlo—. Eres un idiota.

—Con 200 puntos de IQ.

—Algún día nuestros hijos usarán eso en tu contra. —El lince ríe.

—Sí. —Abraza a su marido—. Solo para que conste, Eiji...

—Mhm.

—Tú también has avanzado mucho desde que somos papás, me siento muy orgulloso de ti.

—¿Eh? —El moreno impresiona sorprendido, más, eso lo incita a seguir—. ¿A qué te refieres? No lo entiendo del todo, por favor explícame. —Entonces se da el coraje.

—No creo que te valides lo suficiente el trabajo que has hecho. —Pone el tema en voz alta—. Cariño, pasaste por muchas cosas duras y no solo respecto al embarazo, sino que contigo mismo, sospecho que tuviste un par de síntomas de depresión post parto, pero nunca dejaste de asistir a terapia, me apoyaste y apoyaste a Jade y a Dawn, pero lo más importante, es que lograste apoyarte a ti y aunque me dijiste que te sentiste cruel con tu mamá creo que era momento de ponerle un alto, no sé, estaba pensando en lo mucho que has crecido y en lo orgulloso que me siento, no quiero darte por sentado que sabes estás cosas. —Lo mira—. Estoy muy orgulloso de ti, Eiji Callenreese.

—Ash. —Al terminar Eiji lo está mirando con sus grandes ojos de gacela, están transparentados por una pena que fue invisible demasiados años y aunque Aslan no pueda detenerla ni tenga derecho a llevársela, lamenta que la tenga y espera que pueda sonreír pronto porque mierda, la sonrisa de Eiji es preciosa—. Gracias. —Le dice, escondiéndose contra su pecho a causa de la vergüenza.

—No. —Presiona un beso contra sus cabellos—. Lamento no decirte tan seguido lo maravilloso que eres.

—Americano idiota.

—Japonés terco.

Ash no está seguro de cuándo ocurrieron todos esos cambios o cómo lograron pasar de literalmente el peor momento de sus vidas (tanto a nivel personal como de pareja) hasta acá donde diablos, mira el tremendo camino que han recorrido y los avances conjuntos como individuales. Recuerda haberle tenido envidia a la inocencia de Eiji cuando lo conoció, no sabía si debía burlarse o protegerse de los ojos más amables del mundo que lo miraban con su cara roja, totalmente borracho junto a Skip (juró que le dio un ron con coca "nada más"), al principio quiso convencerse de que la falta de experiencia en su mundo lo hacía ignorante y pensó que su sonrisa brillante era digna de una vida fidedigna que lo reflejaba pero más tarde entendió que no, que Eiji se mantenía brillante por pura voluntad gracias al esfuerzo de cada día y Ash tuvo hambre de esa motivación, hambre que lo motivó a salirse de sus roles autoimpuestos.

¿Quién lo diría?

Incluso el pequeño y duro lince, no podía soportar estar solo.

Ja.

—¡Vine por mis niños preferidos! —Aunque claro, demasiada compañía de vez en cuando lo irrita y más considerando que son Yut-Lung y Sing invitándose por sí mismos dentro de su dulce hogar.

—¿Qué hacen acá? —Aslan alza una ceja amurrado, estaba cómodo dándose mimos con su amante y odia que lo hayan interrumpido y aún más, han despertado a Jade y Dawn cuando por fin esperaba darse un descanso—. No recuerdo haberlos invitado. —Sing es grosero y deja varias bolsas encima.

—Estábamos cerca. —Indica la mercancía—. A Yue le dio un ataque de paternidad supongo.

—Qué no es su papá. —Gruñe.

—Cariño, no pelees con el padrino de nuestros hijos. —Y Eiji entra de la cocina con dos tazas repletas de chocolate caliente que le pasa a los invitados, provocando una sonrisa grosera en Yut-Lung Lee y apenas lo tolera, siendo franco no esperaba que el histriónico fuese a terapia de verdad pero supone que subestimó sus ganas de torturarlo y hacerle la vida imposible—. Espero que lo disfruten.

—Luce delicioso. —Sing se relame, sosteniendo con ojos brillantes la cocoa.

—Es la receta especial que uso para Aslan pero no le digan porque "soy muy rudo, Eiji. No me gustan las cosas dulces, me gusta la cafeína".

—¡Eiji! —Gimotea antes de que el moreno contenga una risita y regrese a la cocina.

—Pues no eres tan especial si me lo dio a mí.

—A mí también me dio.

—¿Por qué no vas a jugar con Jade y Dawn, Sing? —El aludido luce resignado a perder la contienda con Yut-Lung Lee, sin embargo el lince no se permitirá ese lujo—. ¡Ah! El chocolate especial para mí está tan delicioso. —No caerá en su juego, debe resistir, respira, respira, no dejes que te provoque.

—Eiji le pone chispas al mío. —Entonces refunfuña pero no porque quiera pelear, por supuesto que no ¿Ash Lynx? ¿Buscarle pelea a su bro de trastorno mental? Nah.

—El mío también tiene chispas.

—¿Qué? —Pero entonces el más joven bambolea la bebida tibia y humeante enfrente de Ash—. Me estás mintiendo, no puedes hablar en serio.

—Oh sí, tiene tantas chispas, apuesto que tiene muchas más chispas que las que te dan a ti.

—¡Déjame ver!

—¡Eiji! ¡El salvaje de tu marido está intentando matarme!

—¡No es verdad!

—¡Eiji! ¡Eiji!

—¡No lo escuches!

—¡Eiji! ¡Quiere cometer un crimen pasional!

—¡Qué no es eso!

La bebida de Yut-Lung sí tenía más chispas.

Víbora mierdosa.

Pero le agradece por ser amigo de Eiji incluso si en un principio le desagradó, su esposo le contó que los vínculos que tenía en Japón eran diferentes, más...superficiales (al parecer hablar de dificultades, dolencias o sentimientos es tabú, ja) entonces le confesó que Shorter y él eran los primeros amigos que sentía reales y desde Shorter lo apreció cerrarse a la posibilidad, claro que está Sing y a su pesar, Bones y Kong, pero siempre hubo una brecha, una pared impermeable que Aslan no sabía atravesar puesto que su naturaleza de relación per se era distinta. Ver a Eiji con Yut-Lung le recuerda a cuando Shorter estaba vivo y Eiji sonreía de esa manera, sí, no conoció a Shorter tanto tiempo como él, ¿qué importa? No cree que haya un tiempo para lamentarse una pérdida.

—¿Qué? —Entonces Yut-Lung le pregunta con el cabello desparramado y la cara hecha un desastre debido a la pequeña riña que tuvieron—. ¿Por qué me miras así? Es asqueroso.

—Solo estaba pensando.

—Qué novedad con tu cerebro vacío.

—¿Tienes que ser siempre tan desagradable?

—Soy muy agradable para que sepas. —Bufa, cruza los brazos contra su pecho—. ¿En qué pensabas?

—En cosas.

—¿Qué cosas? Anda, ya suéltalo.

—Que estoy contento de que seas amigo de Eiji. —Yut-Lung se atraganta con su chocolate caliente.

—¿Qué? —Ha palidecido con sus ojos grandes y su boca tiritona.

—Estoy contento de que seas amigo de Eiji. —Entonces repite—. Se ve mucho más feliz que antes.

—Yo no... —Pero su cara se pone de un rojo extraordinariamente brillante y sus manos trepidan con la taza—. ¿Por qué lo dices de repente? —Ash se apoya en la pared, Sing está jugando con sus niños en el corral mientras Eiji tararea una canción en la cocina, el ambiente es hogareño.

—Porque también estoy contento de que mis hijos te tengan en sus vidas y... —Traga duro, dejando de lado su orgullo—. Incluso yo.

—Oh. —Casi suelta la taza por la sorpresa—. No esperaba eso.

—Ni yo.

—Ja.

—Sí. —Ash se acaricia la nuca—. Fue toda una sorpresa.

Quedan en silencio durante un tiempo, Ash no sabe qué más decir en esa situación, todavía no logra acostumbrarse a la presencia de Yut-Lung puesto que el sujeto lo hace ambivalente, su obsesión con Blanca definitivamente fue una grieta irreparable en su enemistad junto al tema de Shorter, le duele en cierta medida por eso, pero también, sabe que es injusto culparlo únicamente si ha sido la víctima de la situación, por eso se lo toma con calma para ser su ¿amigo? ¿enemigo? ¿bro de enfermedades mentales? No sabe ni cómo llamar a esto.

—Pensé que me matarías. —Entonces confiesa sin mirarlo, la atención de Yut-Lung se halla clavada en el piso pero no está ahí, es como si se encontrase atrapado en el pasado en una memoria que es imposible de ver para el resto—. Esperaba que vinieras por mí, Ash.

«Ash», no «Lynx».

Es un avance.

—Yut-Lung. —Tensa el entrecejo intentando seguir la lógica del pensamiento—. ¿Por qué? ¿Cuándo lo pensaste?

—Luego de que te recuperaste de la puñalada pensé que vendrías a matarme, hice que le dispararan a Eiji sabiendo que... —Yut-Lung luce angustiado, mierda, mierda, ¿qué diablos se hace para consolar a alguien?—. Dijiste que me arrepentiría de apiadarme de ti y que algún día me matarías. —Lo hizo.

—Yut-Lung.

—Y yo te dije que estaba bien con eso, creo que sin querer te elegí como mi verdugo, yo quería que me mataras y eras el único que podía pero tú...fuiste a la universidad y luego iniciaste terapia y Sing me dijo que parecía estarte yendo bien y no sé, cuando le pediste el divorcio a Eiji y vino hasta a mí porque hubo un tiempo en que yo... —Su mano baja hacia su vientre, dolido—. Entonces pensé que debías estar realmente jodido para dejarlo luego de todo lo que nos hiciste pasar, vi mi oportunidad para hacerte y hacerle daño, pero no pude, mierda, creo que así como te elegí de verdugo te escogí para mostrarme que podía salir de eso y es asqueroso, ¡me haces sonar como un libro de autoayuda! Voy a tener que llegar a lavarme la lengua, ugh.

—Yut-Lung.

—¡Es que no soporto sonar así! Realmente todo el rollo de la terapia me lavó el cerebro, tendré que intensificar mi dosis de alcohol para equilibrar el caos en mi vida, es espeluznante, no puedo creerlo.

—Yut-Lung.

—¿Cómo diablos soportas ir a tanta terapia? Me siento limpio.

—¡Yue! —Finalmente lo llama al borde de la histeria.

—¡¿Qué?! Te estaba escuchando. —Aslan rueda los ojos, dándose ánimos mentales para no caer en otra riña por su bienestar emocional.

—¿Por qué me cuentas todo esto?

—No sé. —Ambas manos se apoyan en la taza—. Creo que hay alcohol en esta cosa.

—Es chocolate caliente.

—Las amas de casa le ponen ron a todo ¿sabes? No confíes en la cara inocentona de tu esposo.

—No lo hago. —Ash ríe embelesado por el tarareo a la distancia—. Y-Yue. —Le cuesta el apodo aun.

—¿Sí?

—Me alegra que no te hayas rendido ante ningún verdugo, me alegra que estés acá. —El nombrado se abanica los ojos y mira hacia otro lado, como si eso fuese suficiente para ocultar la conmoción.

—Sí. —No lo hace—. También me alegra, supongo.

No es tan malo tener a Yut-Lung Lee de su bando, cree que en otras circunstancias incluso se habrían podido ayudar mutuamente para conseguir la libertad y al mismo tiempo cree que están en distintas etapas, dónde Aslan se encuentra famélico Yut-Lung recién está aceptando su hambre por sanación, cariño, libertad, seguridad, autonomía, incondicionalidad, amigos, familia, sueños, inspiración, todo lo que implica el hambre por la vida, sí.

—¡Chicos! —La voz de su esposo enciende sus alarmas en un santiamén, tanto Yut-Lung como él no dudan en correr hacia el corral junto a los demás—. Han dicho sus primeras palabras.

—¿Q-Qué? —Ash palidece. No. No. No. No puede habérselas perdido, ya se perdió el embarazo, se ha perdido tanto, no es justo, no quiere, no puede—. ¿Qué dijeron?

—Me llamaron papá. —Indica Sing y Ash quiere asesinarlo pero impresiona a punto de llorar porque tiene rabia y pena e impotencia y mucho más.

—¡Sing! —Su pareja lo nota y lo regaña—. No es verdad, pero mira... —Entonces apunta a la sonrisa curiosa de Dawn mientras no deja de balbucear y balbucear cosas—. Son palabras.

—No son palabras. —Yut-Lung frunce el entrecejo—. Son sonidos de bebés.

—Los sonidos de bebés son palabras.

—No lo son.

—Lo son si Buddy los entiende. —Y antes de que se desate otra pelea...

—Pa-pa-pa.

Papá.

Dawn dijo...

—¿Papá?

—¿Eso es una palabra? —Pero entonces otra vez.

—¡Pa-pa-pa! —Ríe mirando a sus progenitores con una sonrisa brillante y sus ojos de gacela perdida.

—¿La cámara? ¿Dónde está la cámara? —Yut-Lung está histérico buscando el celular, Sing contiene el aliento entre sus dos manos, mirando con ojos muy grandes como Dawn no deja de hacer sonidos y sonidos repitiendo esa palabra, alzando sus manos para ser cargada. ¿Pero Ash y Eiji? Solo pueden mirarse conmocionados, sabiendo que no lo han hecho tan mal como papás, después de todo.

Ellos fueron su primera palabra.

¿Mañana se nos viene el tema? Hell yeah, y puedo decir que es uno de los mejores que he escrito y no da verguenza ajena, así que estoy emocionada, ay, espero que les guste. Recuerden las mil advertencias sobre el sexo que les he puesto por cualquier cosita, pase lo que pase. Ojito.

¡See ya!

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