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27. Nuevas comidas.

Hi~ Bueno mis bonitos lectores, hoy me aparezco más temprano de lo usual, este capítulo pasa dos cosas que ya me han chocado en otros capítulos y prefiero aclarar acá: tanto las personas que han sufrido abuso sexual como sus parejas no tiene una "pauta" para ver cómo retomar el contacto, por lo tanto es una cuestión de pura comunicación y dialogo y a fin de cuentas de encontrar un timing así que no esperen que "fluya natural" i mean, todo el fic llevamos hablando sobre quitar estigmas y aún así me han tocado lectores que victimizan, bro, estamos tratando de sacar eso, sino no se entendió nada del fic, aaaah. Y en segundo lugar, paciencia con la mamá de Eiji, recordar que si bien, nada justifica la invalidación, viene de algújn lugar. Eso~ Espero que les guste.

¡Muchas gracias por leer!

—¡Eiji! ¡Eiji!

El grito de Aslan retumba frenéticamente por el apartamento, Eiji se paraliza, si bien ha sido un mero accidente en la cocina obviamente su esposo se ha preocupado porque tiende a ser así. En parte Eiji entiende que debe ser algún síntoma del PTSD reactivándose bajo un estímulo familiar (en este caso un sonido), pero otra parte de él lo remonta a sus raíces en Nueva York, más específicamente a una conversación que tuvo con Cain, aunque le dijo que había errado al juzgar su misericordia siendo un "amigo" invaluable para Aslan también le comentó sobre los peligros que implicaba, le contó acerca de la insuficiencia que era mantenerlo a salvo y que ponerlo en ventura implicaba desatar el infierno, le contó que pese a lo aterrador que era tener un compañero como Ash Lynx quedó pasmado luego de descubrir el poder que Eiji tenía sobre él y eso lo hizo tenerle miedo.

Han llamado a Aslan por tantos nombres, ha sido lince y leopardo, monstruo y demonio, un asesino y también un prostituto. Pero nunca ha escuchado a alguien tratarlo con el amor que merece, quedó hecho trizas su corazón al ver juzgada a su rosa.

Soy responsable de mi rosa.

Cain se equivocaba, no fue misericordia lo que le dio a Aslan, fue amor.

—¡Eiji! —La misma clase de amor que su esposo le entrega a través de esos gritos preocupados ante el sonido del apartamento—. ¿Dónde estás?

—En la cocina.

—¡Eiji! —Ash lo llama presa del pánico antes de aparecer en la puerta de la cocina, sus ojos se hallan muy abiertos y se encuentran arremolinados por el terror, como si aún fuesen rehenes de su pasado, como si aquel ruido en lugar de un tazón quebrado fuese un disparo bajo la lumbrera—. ¿Estás bien?

—Sí. —Las manos del moreno tiemblan contra los bordes de su camisa, si bien, se ha acostumbrado a robarle las partes superiores a su amante (porque tienden a hacerlo sentir cálido) es demasiada la exposición que profesa al estar cubierto por una camiseta y un delantal ante sus jades—. Estoy bien.

—¿Qué fue lo que pasó? —Su voz aún se escucha tensa, su mirada repasa en un santiamén la cocina entera, buscando algún indicio de los hombres de Dino—. Escuché un disparo y pensé que...

—No fue un disparo. —Su atención navega hacia el piso—. Se me rompió un plato.

—¿Qué? —Ash repara en los trozos de cerámica esparcidos alrededor del suelo—. ¿Qué haces a las tres de la mañana cocinando? —Hay masa de galleta desparramada contra el soporte de los muebles y es un desastre.

—Estaba probando una nueva receta.

—Ajá. —Ash crispa una ceja—. Una nueva receta.

—Sí. —Eiji escamotea aunque sabe que no durará.

—¿A las 3 de la mañana?

—¿Qué tiene? Tú lees a las 3 de la mañana. —Y el desgraciado no tiene cómo refutar lo que estimula una sonrisa victoriosa ante sus mofletes adoloridos por la rigidez—. Oh sí, tu lamparita me despierta.

—Bien, tienes un punto válido. —Finalmente se resigna—. ¿Por qué estabas cocinando a esta hora?

—Porque... —Eiji comprime sus puños hacia su vientre—. No podía dormir pensando en mi mamá y su llegada.

—Oh.

—Oh.

—Lo entiendo. —Tanto su expresión como su voz se suavizan en un instante, Eiji recuerda que Bones y Kong solían molestarlo incluso antes de su relación refiriendo que su jefe se "ponía blando" cuando le hablaba y era algo omnipotente que abarcaba cada fibra de su ser, aunque al inicio se burló puesto que no quería albergar fantasías no correspondidas, ahora vislumbra que es verdad—. Cariño.

—No te acerques, hay vidrio por todas partes. —Aslan rueda los ojos como si estuviese exagerando.

—Y tú cocinando descalzo.

—No estoy descalzo, solo me quité las pantuflas porque estaban llenas de masa de galletas. —Aslan suspira con un mohín de resignación antes de adentrarse por el laberinto de vidrio para llegar a Eiji.

—Ven acá. —No le da tiempo para protestar, lo levanta del piso para acunarlo entre sus brazos igual que lo haría Superman con Lois Lane o un caballero en un corcel blanco con una damisela en apuros.

—A-Ash. —Sus piernas tiemblan en el aire, pasa sus manos alrededor del cuello de su esposo y todo está demasiado cerca e irreal.

—Eres tan torpe, onii-chan. —No duda en sacarlo de la cocina como si estuviese rescatándolo de las llamas, le recuerda a esa noche dónde Dino lo secuestró, Ash entró con el traje roto y una apariencia de James Bond mucho más galante para rescatarlo y eso hizo latir en exceso a su corazón, repasando hacia atrás era obvio que esos sentimientos no eran solo para un "amigo" aunque supone que seguía en negación—. Siempre te tengo que andar salvando.

—Yo también te ando salvando el trasero. —Entonces se aqueja e intenta forcejear, pero es en vano, el pecho de Ash se encuentra desnudo (pues Eiji es quién le robó la camiseta del pijama) y se siente demasiado agradable su piel expuesta contra su rostro—. Varias veces.

—¿Nombra alguna? —Se sientan en el sillón y sin embargo, su pareja se niega a cambiar de posición.

—Te salvé cuando salté por primera vez.

—Justo después de que te salvé porque te secuestraron.

—Y luego me robé un automóvil por ti.

—Justo después de que Arthur siguiera tu trasero y casi te secuestrara.

—Salté al fuego por ti cuando estábamos en las alcantarillas y evité que te arriesgaras.

—Y luego Blanca te secuestró.

—¡Ash! —Gimotea—. Ya deja de decir eso, no siempre me secuestraban. ¡No me hagas sonar como una damisela en apuros!

—El 99% del tiempo te intentaban secuestrar. —Entonces esboza una sonrisa galantemente coqueta que le arrebata el aliento y derretiría a cualquier chico o chica—. Imagínate lo obvio que debí hacerlo para que todo el mundo se diera cuenta, infiero que nunca he podido dejar de mirarte como si fuera un tonto enamorado. —El japonés tararea, enredando sus dedos en sus cabellos de brotes de girasol y acomodándose sobre su regazo sin apartarse un solo centímetro, se profesa bien esta cercanía.

—Ash, no sé cómo decirte esto. —Entonces dice—. Pero eres un tonto enamorado.

—No te intentes pasar de listo. —Advierte, acomodando sus manos encima de su cintura, apretando con tanta fuerza que lo hace contraer los músculos por lo bien que se siente esa brusquedad—. Creo que tu altanería podría salirte costosa. —Entonces le susurra en el cuello, raspándolo con sus dientes y consiguiendo un jadeo ahogado, el efecto es eléctrico y mucho más emborrachador que el alcohol.

—A-Ash. —Musita, aferrándose con desesperación a los hombros desnudos de su amante, el latido de su corazón se ha tornado errante y violento—. No juegues conmigo.

—Me encanta que uses delantal. —Es acá cuando cae en la cuenta de que jamás se lo quitó en este lapsus—. Deberías prepararme el desayuno solo con esto. —El aliento de su esposo se concibe tibio, húmedo y aterciopelado en su oreja, esas palabras escapan en sensuales ronroneos, el apartamento se encuentra sumergido en una oscuridad total que lo ha vuelto demasiado consciente de sus toques de fuego sangrando hacia su piel—. Me comería el natto sin protestar si lo hicieras.

—No te creo. —Se ríe, Ash desarma el nudo y el delantal acaba en el piso.

—Te ves muy sexy arriba mío. —Basta de un brusco tirón de cintura para que Eiji quede a horcajadas de su amante.

—Estás duro.

—Mierda, Eiji. —El nombrado puede sentir la erección de su esposo contra sus propias caderas, esto desata un remolino de emociones tan rápidas y violentas que no consigue atajar.

—A-Aslan. —El aludido desabrocha los botones de su camisa con sus dientes, va uno por uno, nunca le quita los ojos de encima y algo en el efecto bajo la oscuridad y haber sido rescatado como si fuera la escena de una novela romántica lo excita demasiado—. Mi mamá llegará hoy.

—No llegará a las tres de la mañana.

—Tienes razón. —Ríe—. ¿Quieres intentarlo? —Entonces se da el coraje para preguntar, sus palmas están tiritando encima de los hombros de su esposo, sus piernas parecen de gelatina, su cabeza está hecha un desastre y es aquí, siendo víctima del tormento de la inseguridad cuando el lince se percata de lo estresante que es la situación con su madre y las ganas que tiene de llorar.

—Lo siento. —Se detiene—. Me emocioné demasiado rápido y no medí lo aterrado que debes estar.

—Ash. —Lo baja de su regazo y lo recuesta encima del sillón, lo mira tomar una bocanada gigantesca de oxígeno antes de hacer lo mismo—. ¿Seguro no quieres continuar? Estás duro, no quiero fallarte.

—¿Tú quieres continuar? —¿Quiere continuar? Recuerda la confrontación que su terapeuta le lanzó sobre que así como para su vínculo es sustancial el consentimiento explícito de Ash, también el suyo es imprescindible, Eiji no debe querer tener sexo cada vez que su esposo lo desee y puede rechazarlo sin temor a hacerlo sentir mal, no tiene obligaciones que cumplir y sus deseos no son menos a causa del abuso sexual, esa no es una moneda de cambio, sino quiere es no—. No te sientas obligado, Eiji.

—No quiero. —Entonces le dice porque está demasiado estresado con el tema de su mamá, no está de humor para pasar a un contacto sexual independiente de cómo termine—. Perdón.

—No te disculpes. —Ash no impresiona reprochador, al contrario, es comprensivo.

—No es el momento.

—No es el momento. —Musita, recostándose sobre el pecho de Eiji y aplazando su propia excitación a segundo plano—. ¿Quieres hablar del tema? —Nota el esfuerzo sobrehumano que hace al debatir el tópico en voz alta, Ash no suele acostumbrar a las charlas de corazones abiertos, esto es adorable.

—No sé. —Musita.

—No saberlo también está bien.

Piensa en esas palabras mientras cepilla los cabellos de su amante e intenta apartar el resqueme de culpa que queda incrustado en el corazón por decir que no, aun se le dificulta poner límites (consigo mismo y con los demás), es ridículo, comprobó que si alguien aprecia su consentimiento es su pareja independiente si la respuesta discorde con sus propios deseos. Pero aún así, un lugar de su cerebro reproduce la voz de su madre reprochándolo por haber fallado en las obligaciones maritales, no será un hipócrita, no puede serlo, si le da tanta relevancia a la comodidad de Ash también al menos debe mirar la suya.

«Tú y yo vivimos en mundos diferentes», entonces piensa.

Y una parte de él mismo cree que es verdad.

Cuando se crece en ambientes tan disímiles no es raro que exista una brecha de entendimiento en que necesiten estar clarificando constantemente en lugar de asumir lo que el otro piensa. Releyendo hacia atrás incluso ahí era obvia dichosa brecha, Eiji solía insistirle que no se estigmatizara bajo tanta etiqueta autoimpuesta puesto que por harto que comprendiera la motivación detrás de las acciones de su esposo, no las podía justificar y menos considerando los valores con los que había crecido. Eso los llevó a pelearse, por supuesto, le gritó palabras hirientes sobre que no estaba actuando como él mismo, que no era el Aslan que Skipper y Shorter habían conocido y esto lo lastimó de sobremanera, en ese entonces Eiji no le había tomado el peso a sus propios peligros. Subestimó que así como para él Ash era lo más importante, Eiji era lo más importante para Ash y si lo llegase a perder...dejaría de ser el Aslan que conoció de verdad. Esa brecha reaparece de vez en cuando, en estos temas que van a ciegas por ejemplo, Eiji aún no sabe cómo diablos tocar el sexo así que solo lo saca, guardarlo sería un retroceso y fomentar sus viejos impasses, cosa que no hará.

—Lo siento. —Pero eso no aplaca la culpa, es una situación complicada donde el culpable es difuso, Eiji no tendría que disculparse por estar tan estresado que no desea sexo y al mismo tiempo, guarda miedo de que Aslan no se sienta deseado, sí, en cierta medida se aprecia obligado (por él mismo) a corresponder—. Lo siento por dejarte así.

—Eiji. —Hay algo crudo en la voz de su esposo y preocupado, alza su mentón para mirarlo, sus jades parecen un cosmos que arruga una especie de dolor vulnerable que Eiji conoce demasiado bien.

—No es mi culpa, lo sé. —Suspira con los labios apretados y temblando, intentando no llorar al verse sobrepasado—. No quiero que creas que es tu culpa tampoco, si fueran otras circunstancias yo...

—Amor. —Lo detiene—. No tienes que justificarte. —Lo acoge—. Estabas cocinando de madrugada por el estrés, no puedo imaginarme el terror que debe darte tu mamá, es comprensible que no estés caliente por eso, fui yo el que se perdió a sí mismo, pero ¿puedes culparme? —Su tono juguetón ha regresado aun si es un intento para no romperle el corazón—. Te ves tan sexy con delantal.

—Eres un idiota. —Entonces susurra, apretando a Ash contra su pecho, acurrucándolo en sus brazos sin quererlo soltar jamás—. Gracias por comprenderlo.

—Gracias por decirme. —Ash es su zona segura, entonces piensa—. Lo enfrentaremos juntos.

Está agradecido.

Soy tan afortunado.

Gratitud que no tarda en esfumarse con la llegada prepotente de su madre. Si bien, se ha preparado mentalmente para cualquier escenario posible es desigual confrontarla en realidad, su mirada gélida lo repasa con tanto desdén que incluso él se siente como si tuviera VIH y puede contagiarla si se dan un abrazo, la incomodidad es palpable en el ambiente, hasta Aslan no sabe qué decir y ese encanto que conquistó a las amas de casa resulta impermeable con la crueldad de su madre.

—Así que esta es la vida por la que nos cambiaste. —Es lo que sentencia con disconformidad, cruza sus brazos encima de su pecho y de repente, Eiji se siente muy ínfimo, igual que cuando era un niño y ella lo humillaba ante los demás por no ser lo suficientemente bueno en los estudios y luego en el salto de pértiga—. Parece que se te olvidaron tus valores.

—Mamá.

—¿Mamá? —Repite en un inglés tosco y forzado—. Hasta se te olvidaron los honoríficos, vaya. —El moreno traga duro y se siente en pánico, su estómago es una pelota de angustia, intenta realizar de las habilidades aprendidas en terapia pero ninguna funciona y a estas alturas el malestar resulta tan pero tan sofocante que ni meterse al congelador lo bajará—. Incluso me obligas a hablarte en inglés.

—¿No quieres conocer a tus nietos? —Su pregunta es baja y tiritona, están parados en el comedor.

—Mis nietos. —Ella rueda los ojos con prepotencia—. Sí, vine para eso.

—Lo sé.

—Si lo sabes no te quedes parado ahí como un inútil.

—Perdón.

Mientras Ash prepara el almuerzo, Eiji la guía hacia la habitación de sus bebés intentando derrumbar sus propios pensamientos catastróficos que florecen y florecen hasta distorsionar la realidad en algo completamente imposible y apocalíptico. Jade alza sus manitos apenas lo ve entrar y sonríe mientras que Dawn les arroja una mirada de gato perezoso e intenta regresar a sus sueños aunque impresiona dudar debido a la extraña parada frente a ellos. Los bebés pueden leer los corazones ajenos, medita.

—Él es Jade. —Entonces lo toma entre sus brazos con orgullo porque existe una conexión imposible de describir entre ellos dos, los adora, son su corazón, orgullo, anhelo y alma—. Dile hola a la abuela.

—¿Así que los criarás como yankis? —Respira, respira, respira. Sigue adelante.

—Y ella es Dawn. —Le explica, apuntando a su niñita que tiene los ojos realmente abiertos y la nariz muy arrugada por el sutil perfume que su abuela se ha puesto, es raro, no suelen usar perfumes tan fuertes por una cuestión cultural de gustos y de hecho, su madre los solía usar cuando...—. ¿Trajiste a alguien? —Su progenitora luce genuinamente irritada por el comentario.

—Me encontraré con alguien después de esto, sí.

—Oh.

—No iba a venir a América solo para conocerlos, aprovecho el viaje para verme con un buen amigo.

—Pero papá aún... —Niega—. Me alegro por ti. —Miente.

—Jade y Dawn. —Ella repite con altanería—. Son nombres tan americanos.

—¿Eh?

—Pensé que les pondrías un nombre más tradicional. —Eiji traga duro, el nudo en su garganta duele.

—No. —Abraza a Jade como si sus brazos pudiesen ser el escudo para la crueldad—. Nunca me gustó esa idea, el nombre de Aslan es hermoso y quería que ellos tuvieran un pedacito de su papá.

—Por supuesto. —Dice despectiva, sin querer tocar a sus nietos—. Siempre renegaste de tus raíces, nunca debí dejar que Shunichi te sacara. —¿Entonces qué hubiera sido mejor, mamá?, ¿quedarme?, ¿haberme ahogado en una depresión silenciosa hasta no haber dado más?, ¿haber sido el cuidador de mi padre para darte más libertad?—. ¿Por qué adoptaron niños tan rubios? ¿No tenían japoneses o no quisiste algo que honrara a tu cultura?

—¿Adoptar? —Eiji palidece.

—Sí, ¿cómo más iban a tenerlos?

—Yo me embaracé.

—¿Qué? —El desagrado en el rostro de su madre es evidente—. ¿Qué fue lo que dijiste?

—Yo... —Y de repente se siente como si estuviese saliendo del closet otra vez y mamá lo reprochara por haber arruinado a su hijo "normal" ¿cómo se atreve a tener voluntad propia? Mucho peor, a ser una completa aberración—. Yo me embaracé. —Quiere llorar, le duele mucho el corazón ver la clase de mirada decepcionada en su mamá, Jade impresiona notar su inquietud y tira de su pelo, tratando de llamar su atención en vano—. Soy uno de esos hombres.

—Esto es demasiado.

—Dijiste que vendrías con la mente abierta.

—No me pidas tanto, mi aceptación posee límites también. —Ella se cubre la boca—. Es demasiado.

—Pero...

—Eres demasiado, Eiji.

No dicen más hasta que Aslan anuncia el almuerzo.

La atmósfera es grotescamente insoportable en el apartamento, tiene ganas de vomitar y de romper en llanto ante el rechazo tan violento que mamita manifiesta, lo trata como si estuviese enfermo de lepra o algo así, maldición, fue duro por sí mismo hacer un duelo con sus cambios corporales y le ha tomado demasiado trabajo irse reconstruyendo y siente que la visita de su madre es una implacable marejada que ha llegado a derrumbarlo todo. Sí, tiene derecho a resentirlo por elegir a Aslan encima de su propia sangre. Sí, tiene derecho a resentirlo por no ser "normal". Pero es su mamá y se supone que las mamás te aman, se supone que... mierda, tiene muchas ganas de llorar. Porque incluso luego de lo groseros que fueron cuando les presentó a Ash aún ansía ser amado por su familia. Infiere que esa fue la razón para no contarle a mamá, en el fondo sabía que eso pasaría y la repercusión que su rechazo tendría en su corazón, es como si su herida recién cerrada fuese tironeada hasta el desgarro.

Duele.

Duele demasiado.

Plic. Plic. Plic.

—Esto sabe extraño. —Entonces ella sentencia, cortando con reticencia del pescado que Ibe ayudó a preparar la noche anterior y pensó que habían seguido la receta, nunca hace nada bien—. Es malo.

—Es nuevo en nuestro menú. —Ash intenta ser amable en vano—. Es una nueva comida.

—¿Con esto alimentan a los bebés? —Su pregunta lo incita a arrugar la nariz, se siente ido, en...nada.

—No.

—¿Entonces con qué?

—Les doy leche todavía. —Su madre suelta los cubiertos como si hubiese dicho alguna blasfemia, le mira horrorizada el pecho, se siente como un fenómeno de circo, es una exposición horrible.

—¿Les das leche? —Entonces repite, Dawn luce sumamente molesta con las palabras de su madre.

—Sí. —Eiji se encoge con vergüenza, como si tuviese que disculparse por lo que es otra vez, se abraza a sí mismo en un patético intento por esconder lo abominable que... un hombre amamantando, ja.

—No entiendo a los homosexuales. —Entonces chasquea y de repente suena como Jim y no era así cuando su padre seguía vivo, ¿esto es a lo que Masako se ha visto expuesta a diario?, ¿cómo soporta tanto si él apenas puede evitar disociarse estando en la mesa? Es triste cuando una familia normaliza la enfermedad y todos sus integrantes están enfermos por defecto—. ¿Qué pensarán los otros niños cuando vayan a la escuela? No es suficiente que no tengan una mamá, sino que los parió un hombre.

—Su hijo. —Ash se escucha jodidamente molesto por el comentario—. Los parió su hijo, le recuerdo.

—Sigues siendo tan altanero como siempre. —Ella suspira, su esposo le lanza una disculpa silenciosa por haber minimizado lo catastrófica que sería la situación—. Me sorprende que hayan convencido a un hombre tan bueno como Shunichi para que te llevara al altar.

—Tú no querías llevarme.

—Claro que no quería y francamente no sé de dónde sacaste esa idea de ser homosexual, en Japón esas cosas no existen. —Y así es siempre ¿verdad? Las cosas incómodas de ver no existen, no es que Eiji siempre haya sido gay pero se encontrara demasiado aterrorizado en su casa como para adquirir el coraje de verlo, no es que hayan parejas horrorizadas por la discriminación, no es que... supongo que ese tipo de cosas no pasan en Japón. Ja. Le da pena—. Viniste acá y cambiaste, estoy intentando ser tolerante pero no puedes pedirme que salte de la alegría con mis nietos sino eres lo que quería.

—Lo sé. —Sus puños se tensan encima de sus muslos, Jade llora y Dawn no deja de golpear la mesa.

—Y son tan mal portados, ya veo de dónde sacaron el carácter.

—¿Esa es una indirecta, suegra? —Ash se lo consulta en saña, incrustando un trozo de pescado para llevárselo furioso a la boca, estuvieron realmente esforzándose por prepararle un almuerzo decente considerando la extensión del viaje pero ni eso puede hacer bien, nunca pudo hacer nada decente—. Vino a conocer a Jade y a Dawn solo para criticarlos. —No es una pregunta.

—No. —Ella miente la respuesta—. Quería verlos con mis propios ojos aunque pensé que serían... —No lo digas, no lo digas, no lo digas—. Normales.

—¿Normales? —Ash repite cabreado al otro lado de la mesa, tiene una cuchara llena de papilla que iba destinada a Jade pero pasa a segundo plano bajo su mirada irritada—. ¿Eiji era normal?

—Sí, mi Eiji era normal antes de conocerte. —Entonces Aslan suelta una carcajada colérica, tensa su agarre entre los cubiertos con tanta brusquedad que los deforma.

—Tan normal que sigue en terapia por los traumas que le dejó.

—¿Terapia? —Oh no—. ¿Cómo es eso de que estás en terapia? —El pecho se le aprieta con dureza, se siente como si un camión recién lo hubiese arrollado ante la mirada extremadamente preocupada que Aslan le arroja al otro lado del cuarto, le da mucha pena que los humillen de esta manera, Aslan luchó demasiado tiempo contra su homofobia internalizada porque gay era una palabra pegada a la violación y los pedófilos—. Por favor dime que está mintiendo.

—No. —Repite pequeñito—. Estoy yendo a terapia, perdón mamá.

—¿Otra vez? —Su madre rueda los ojos con prepotencia—. Siempre has hecho cualquier cosa para llamar la atención ¿no es así?

—¿Llamar la atención?

—Incluso en Japón, insistiendo con ir a un centro de salud mental porque estabas "triste". —Escupe una carcajada por el coraje, comiendo sin ganas del pescado local.

—No estaba triste, estaba... —Enfermo, estaba en un cuadro depresivo—. No importa.

—Veías lo mal que estaba tu padre y tú insistiendo en ser una carga. —Eiji abre los ojos de golpe, su cuerpo se desconecta y su mente no escucha más—. Fuiste tan egoísta.

¿Acaso fue egoísta?

¿Una carga?

Ja.

Eiji ríe.

Ríe. Ríe. Ríe.

JA. JA. JA.

Y entonces...llora.

Recuerda demasiado bien lo duro que fue sobrellevar la desesperanza de ese momento, lo aterrado que estaba por sus propios pensamientos y el miedo que se fue de control, hubo un punto en dónde Eiji supo que sino se ponía un alto acabaría enloqueciendo porque la tristeza era abrumadora, no se podía levantar, no prestaba atención en clases, ni siquiera comía y lo intentaba, mierda, no le ayudó de nada tener a su familia presionándolo y menospreciándolo como si fuese voluntario. Y cuando al fin tuvo el coraje de pedir ayuda dijeron que no era lo suficientemente grave para pedir ayuda, como si ese dolor... entonces cuestionó qué sería lo suficientemente grave para recibirla, qué tanto tendría que enfermarse para que lo vieran y dejaran de decir que era un show. No se enfermó por voluntad, ni lo hizo por él mismo, y aún así debió cargar solo con la desesperanza, lo hicieron papá siendo hijo, lo hicieron sano estando enfermo y le dio pena saber que incluso si llegaba a morir de esto su familia diría que lo hizo para llamar la atención, no porque fuese válido, no porque sufriera, porque tuviera problemas o fuera real. No, sino por el mero placer a ser una carga y fastidiarlos dándoles problemas extras, como si los problemas tuviesen una balanza en su grupo familiar y una cuota en general que todos al parecer podían llenar menos Eiji. Eiji era el hijo normal.

Era una mierda.

Mamá, estoy enfermo y tengo miedo.

Mamá, soy gay y estoy dispuesto a casarme con una mujer para que no me odies.

Mamá, estoy enfermo y siento que me muero pero tú no me ves.

Ayuda.

Alguien sáqueme, por favor.

Mamá tengo miedo. Mamá lo lamento. Mamá no quiero darte problemas. Mamá no importa. Mamá estoy bien. Mamá no es importante. Mamá quiero que me abraces. Mamá te necesito. Mamá tienes dos hijos, no una. Mamá no tengo porqué estar bien. Mamá no estoy bien. Mamá tengo depresión. Mamá, la depresión no es un invento. Mamá necesito ayuda. No darme ayuda me matará. No tolero mi propia vida. Mamá tengo pena. Mamá no me ves. Mírame, mírame, mírame ¡por favor! ayúdame.

¡Soy un maldito ser humano!

¡Estoy cansado, enfermo y enfurecido!, he intentado ayudarme pero nadie parece tomarme el peso.

—Ven a América conmigo, Ei-chan.

—¿América?

—Sí, creo que te hará bien un cambio de aire.

Pero nunca se trató de eso, sino que Ibe vio lo mal que la estaba pasando e intentó ayudar al sacarlo de un ambiente enfermo donde todos habitaban cómodamente con la enfermedad. Eiji no consiguió aliarse con la enfermedad jamás. Aquí es donde se da cuenta de que definitivamente no quiere eso para sus hijos y que sino se levanta, sino se ensaña, se conecta y atraviesa esto y se permite disfrutar de su propia voz, nunca va a salir de aquel ciclo de mutua destrucción.

Este es su Kilimanjaro.

—Ya estás llorando otra vez. —Y es increíble que ella le diga eso y venga a su casa a soltar semejantes crueldades cuando pasó toda su vida haciéndolo, tratándolo como si fuese un capricho estar mal—. Cómo si tuvieras problemas tan grandes para llorar, por favor detente, es humillante.

Mamá mataron a mis amigos enfrente. Mamá Shorter murió encima mío. Mamá un pederasta quiso abusarme. Mamá quedé embarazado y me sentí un violador. Mamá me dispararon. Mamá casi me muero. Mamá mis hijos nacieron sin respiración. Mamá abusaron a mi pareja. Mamá estoy flotando.

Mamá estoy intentando recuperarme de a poco.

Mamá esto es jodidamente duro.

—¿Qué sabes tú de mis problemas? —Entonces gruñe, se levanta de la mesa, sus emociones son un desastre natural repentino, un segundo están calmas, al siguiente es un volcán que estuvo inactivo durante una eternidad, recién despierta, hierve el fuego—. No tienes idea de todo lo que he pasado.

Mamá mataron a Skip. Mamá mataron a Griffin. Mamá mataron a Shorter. Mamá casi pierdo a Ash, pero solo te importa que te haya traicionado al elegirlo.

—Por favor, no te faltó nunca nada a diferencia de tu padre y a mí, Masako y tú jamás tuvieron una sola carencia, nos tratan como si fuéramos los peores padres del mundo.

—¿Nos tratan? —De pronto su mamá cae en la cuenta del plural que usó.

—Me tratan. —Dice helada—. Solo a mí, tu padre se murió.

—Mamá.

—No soy una mala mamá. —Se defiende—. Tanto que querían a su abuela y ella me echó de la casa cuando quedé embarazada, ella sí era una mala mamá, ella me corregía a golpes cuando hacía falta, si le hubiera salido con una "depresión" me hubiera castigado hasta que se me pasara, yo no levanté una mano contra Masako o contra ti, ¿qué tanto lloran?

—Eres peor. —Sus lágrimas corren por su cara ferozmente igual que un tsunami lo suficientemente intenso como para destrozar todo a su paso—. Eres mucho peor que mi abuela.

—¡¿Cómo te atreves?!

—¡Al menos tú tuviste una mamá! ¡Yo no tuve una! —Le levanta la voz por primera vez, está furioso, está furioso por él mismo—. Yo tuve una mujer que me hizo sentir que estaba loco en mi casa, mamá mi depresión fue real, no fue un invento mío porque quería llamar la atención, me sentía a morirme todos los días y tú solo lo hacías peor, no es normal sobrevivir deprimido, no está bien que tus padres te hagan sentir culpable por situaciones que ni siquiera tuve la culpa, no está bien que hayas venido con la excusa de conocer a tus nietos solo para desquitarte, ya basta, basta de menospreciarnos así, basta de enfermarnos, no tenemos que ser "normales", basta, ¿qué diablos es eso?

—¿Ahora los enfermo?

—Sí. —Parpadea, permitiendo que dicha rabia lo consuma—. No tengo por qué validar mis dolencias ni frente a ti ni frente a nadie, me duele y por eso es importante, me duele y soy importante aunque tú no lo creas. —Y toda esa furia de magma, de repente...—. Nunca me ayudaste con mis problemas.

—Yo tampoco sabía cómo resolver todos tus problemas, ¡maldición!

—Yo no quería que resolvieras todos mis problemas. —Se enfría—. Cuando te contaba las cosas no quería que arreglaras mi vida, quería que me consolaras y que me contuvieras y que me permitieras sentirme mal, quería que... —Se vuelve a sentar en la mesa—. Quería una mamá, eso es todo.

—¿Una mamá?

—Sí, solo quería eso, nada más.

Silencio.

Quedan inmersos en silencio.

Aslan lleva a los niños al dormitorio. Quedan a solas. Eiji la mira. Su madre lo mira. Ambos sollozan. No pueden decir palabra alguna y lo entiende, probablemente su madre tiene arraigados sus dolores aun peor por cómo fue su abuela y a diferencia de él, su mamá lleva una vida enferma creyendo que esa es la única manera de subsistir posible. No quiso faltarle el respeto ni gritarle, pero lo necesitaba, mierda, cómo necesitaba ventilar estos sentimientos que llevaban erupcionando demasiado tiempo en su interior, ahora son más...reales, se siente ligero, menos pasado y más persona.

—Es fácil criticarme si recién eres papá, probablemente pienses que lo harás todo perfecto con esos niños.

—No.

—¿Entonces?

—Probablemente también me equivoque con mis hijos. —Entonces le dice, el aire se siente pesado, la comida se ha enfriado en la mesa—. Probablemente lo haga mucho peor que tú porque mis niños no vienen con manual así como Masako y yo tampoco lo tuvimos, pero debiste escucharme. —Alto, no sirve de nada quedarse en el resentimiento tampoco, no porque no sea válido, sino que estanca, necesita ir un poquito más allá, ¿en qué puede cambiar?, ¿dónde está dicha esperanza?—. Por favor escucha a Masako, ella te tiene miedo.

—¿Qué? —Su madre luce genuinamente anonadada con esto—. ¿Por qué? Sino le pego. —Violencia física no es la única violencia posible y ninguna es más relevante que la otra.

—Está bajando las notas y no se atreve a contarte, se escucha realmente deprimida, ni siquiera está yendo a sus clases.

—Yo no sabía. —Su mamá lo mira ida—. No sabía. —Y Eiji podría reprochárselo pero tampoco sabía que Aslan estaba faltando a la universidad hasta que Bones y Kong se lo dijeron, tampoco sabía que algo se estaba ramificando como un cáncer en su relación hasta que lo hablaron, las familias muchas veces conviven con la enfermedad en negación hasta que se vuelve insostenible y aunque es cierto, su madre tenía la responsabilidad de ser madre, todos pusieron su granito de indiferencia acá.

—No quería que fueras perfecta, no necesitaba que fueras eso.

—Eiji...

—Solo quería una mamá para mí y una abuela para mis niños.

—¿No me dejarás? —Le rompe el corazón verla tan vulnerable, de repente no es más la despiadada mujer de sus recuerdos, de hecho se mira vieja e incluso cansada y Eiji tampoco la había podido ver ¿no es así?—. ¿No me permitirás mimarlos? Cambiaré para ellos.

—Tengo que velar por el bienestar de mis niños. —Y es doloroso tomar esta decisión—. Ya nos pasó antes, me dijiste que cambiarías pero tú no pareces cambiar. —No quiere ser duro con ella—. Y ellos son mi vida, no puedo arriesgarme a que les hagas lo que me hiciste.

—Eiji.

—Perdón. —Ambos se miran.

—Sí. —Su madre ríe—. También lo lamento.

¿La mamá de Eiji volverá a ser tema? Hell yeah, en el último capítulo así que esperenlo. La palabra de mañana es muy linda y reparatorio ya, nos hace canon algo en el fic, así que estoy muy emocionada por eso. Muchas gracias por haberme acompañado tanto en el mes, es que no habría terminado este sin tanto cariño, gracias.

¡See ya!

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