23. Apoyo.
Hi~ Siento que ya no nos queda nada, estoy considerando hacer un epilogo porque me volví adhesiva a este pobre fic, de verdad me acostombre a escribirlo a diario, spi, puede ser agotador y todo lo que quieran, pero pucha que lo echaré de menos. Oh well, para hoy solo me queda recordarles que traten de no ser tan violentos en los comentarios porque ya lo veo, eso, muchas gracias por leer.
¡Espero que les guste!
Ash Lynx está acostumbrado a perder a quiénes ama y sin embargo, no acostumbra a las despedidas.
Las despedidas no forman parte de su vida.
Nunca da un adiós.
No alcanzó a despedirse de Griff cuando murió en el consultorio de Dawson con una bala atravesada en el tórax, los ojos de Skipper se llenaron de lágrimas antes de que se pusiera frío, realmente helado y falleciera encima de su regazo, su «lo lamento» quedó atorado bajo su lengua al presionar el gatillo y atravesar a su mejor amigo en el pecho. La muerte es su pan de cada día y no debería dolerle tener que despedirse si en el fondo, siempre lo espera, la muerte es ese fantasma constante al que si bien, puede elegir ignorar no se va, (nunca del todo). Así que no debería resultarle doloroso despedirse si lo anticipa. Las personas se van sin preámbulos, están un instante y al siguiente se esfuman, inclusive antes, su madre ni siquiera estuvo en su infancia y lo abandonó sin explicación.
Pero con Eiji nunca fue capaz de despedirse, ni siquiera cuando le entregó un discurso roto a Blanca sobre nunca volverlo a ver.
—Lo estoy dejando volver a su propio mundo.
Fue lo que le dijo a Sing.
Aunque no fue del todo sincero, porque aun estando dispuesto a no verlo jamás se encargó de que estuviera a salvo bajo el cuidado de Max, Ibe, Jessica e inclusive la pandilla. No tenía las pelotas para ir por él mismo, porque sabía que apenas viera a Eiji no podría separarse nunca más. Pero entonces...
«Mi alma siempre estará contigo».
Le escribió una carta de amor que lo hizo aferrarse con garras y dientes a la vida una vez que Lao lo apuñaló y lo incitó a seguir adelante, a recordarse a sí mismo que no era un leopardo, a querer tener un cierre, una despedida o quizás, un inicio. Así que mierda, llamó a Max y a emergencias y consiguió sobrevivir. No era justo, Eiji se merecía una despedida, y no una malditamente cobarde como la que le dio en el hospital.
Sa-yo-na-ra.
Ni siquiera pudo contener el llanto cuando se lo dijo, fue patético, le hizo trizas el corazón. Y cuando por fin creyó que podría desvanecerse (así como todos sus seres amados se desvanecieron sin previo aviso).
—A...Ash...
—Eiji.
Ahí estaba ese terco otra vez (y no debería sorprenderle si Eiji se las había arreglado cientos de veces para desafiar al destino y quedarse a su lado). Fue demasiado, su llanto angustiado, la desesperación arremolinada en sus ojitos cafés mientras intentaba despertar y hablar, pero Ash siempre hacía esto, ¿no es cierto? Rompía el corazón de los dos por sí mismo. Aun así, Eiji trató de detenerlo, estirándose en esa delgada bata de hospital para llegar una vez más hacia Aslan y saltar sus muros in-saltables y hacer lo imposible posible otra vez. Pero entonces, llegaron Charlie e Ibe y le dijo que huyera. Porque así es Eiji, para Eiji anteponer y amar a Ash es natural.
—¿En qué piensas? —Y así es Ash, para Ash anteponer y amar a Eiji es natural—. Te ves inmerso en tus propios pensamientos. —No sabe por qué piensa todo esto, no obstante ha estado considerando las despedidas desde que visitó Cape Cod y se quedó leyendo los poemarios de su hermano—. Ash.
«Ashu» nunca «Ash».
Le es imposible ocultar la sonrisa, adora que estornude su nombre al ser absolutamente adorable y maravilloso.
Como todo de Eiji en realidad.
—En nada. —Ash acomoda su nuca en el cojín que ha forjado con sus brazos, están recostados sobre una manta en pleno Central Park, la vista es extraordinaria pese a la contaminación ciudadana.
—Mientes. —Eiji está recostado a su lado—. Estás mintiendo, es obvio.
—¿Cómo puedes saberlo? —Sus hijos también.
—Porque cuando te encierras en tu cabeza pones una cara tan... —Eiji frunce el ceño con un puchero tan lindo que lo quiere besar y si no estuviera así de cómodo bajo el arrullo de su manta lo haría, sin embargo, no es necesario, su esposo ha leído sus pensamientos y se ha acercado—. Ash Lynx.
—¿Qué se supone que significa eso? —Sus piernas se enredan cerca del cesto con comida, los chicos corretean lejos mientras sus hijos descansan en un portabebés con muecas serenas, todavía concibe tormento por el episodio ocurrido en Cape Cod, su miedo le ha calado hasta los huesos y solo lo está ignorando, no haciéndose cargo, mierda, su terapeuta lo regañará, lo sacará de terapia por...—. Esa.
—¿Qué? —Ash parpadea, anonadado.
—Esa misma cara. —Eiji lo señala acusatoriamente, el viento le hace cosquillas por encima de la piel, es un típico día de verano donde usan prendas delgadas y tienen antojos de helado—. Háblame. —Le pide con una mueca ilícitamente adorable que lo hace suspirar, es injusto, sus cuatro espinas son inservibles ante semejante belleza angelical.
Pero Eiji es responsable de su rosa.
Y Aslan está enamorado de su principito.
—No quería traer a Jim aquí. —Finalmente sentencia—. No quiero tenerlo en nuestra casa, ni quiero que esté cerca de nuestros hijos pero acá está, eso me tiene de mal humor. —Refunfuña con la boca tensa y una pelota de angustia hundiéndose en sus entrañas—. Odio tenerlo acá, anciano mierdoso.
—Lo sé, has estado evitándolo desde que llegamos.
—¿Tan evidente es?
—Ash. —Eiji alza una ceja, entretenido—. Odias salir de casa y no has pasado un solo día dentro del apartamento desde que Jim llegó. —Buddy corretea a lo lejos, están recostados bajo la sutil sombra de un alerce (los han plantado artificialmente) ¡y diablos! algo en aquel «perfecto día de verano» lo remonta demasiado a Cape Cod aun estando en Nueva York. Debe ser la mala presencia de su padre, sí, probablemente necesite exorcizar el hogar cuando regrese a ese pueblucho que parece continuar atrapado en la época de las cavernas con sus prejuicios sexistas y homofóbicos.
—Tienes un punto. —Tararea tensando las piernas encima de la manta, pateando en un descuido la pila de libros que trajo para arrullar a sus niños (por supuesto no se ha rendido con el guardián entre el centeno, es una prueba fundamental de su paternidad)—. ¿Y si vamos a dormir a la biblioteca?
—Ash, no dejaré que mis niños duerman frente a Hemingway, tendrán pesadillas.
—Yo te propuse matrimonio frente a Hemingway.
—Y yo estuve a punto de negarme. —Refunfuña con un falso puchero, el sol brilla en la cima azulada del cielo, las nubes se balancean plácidamente en la acuarela del paisaje, es un ambiente calmo que antes jamás hubiese soñado con disfrutar debido a su hiperalerta, pero ahora...
—¿Por qué no te negaste? —Ahora acerca a sus niños en el portabebés y se acurruca encima de Eiji, dejando caer su cabeza contra su pecho y pidiéndole mimos sin usar palabra alguna.
—Porque te veías guapo ese día. —Eiji le sonríe, Aslan entrelaza sus manos encima de su tórax, justo donde pende el horroroso estampado de Nori Nori del que no puede deshacerse y para su maldición sus bebés también usan—. Así que no pude decirte que no.
—¿Solo por eso? —Ronronea divertido.
—Y por tu fortuna, por supuesto. —Ash rueda los ojos, entretenido—. Hasta la señora Coleman me dijo que sería un idiota si te dejaba pasar.
—¿Las amas de casa son unas cazafortunas?
—No tienes ni idea. —Bufa, el japonés ha enredado sus dedos en sus mechones dorados y el efecto es de arrullo relajante, casi como tomar leche caliente antes de irse a dormir—. Hasta Yue lo notó.
—¿Yut-Lung conoce a tus amigas amas de casa?
—Claro, nos juntamos para chismear a tomar vino todos los jueves.
—¡Eiji! —Gimotea—. ¿Por qué quedo fuera de eso?
—Estoy seguro de que me avergonzarías. —Entonces Aslan parpadea con falsa inocencia—. Detente porque haces trampa siendo tan lindo, yo no te di permiso para flecharme de esa forma. —Su esposo le advierte, poniéndose rojo porque sabe que es débil ante esta clase de inocencia y es raro.
—¿Entonces te estoy seduciendo, onii-chan? —Ash siempre fue talentoso seduciendo por la fachada que ponía, era el tipo de perfección salvaje que todos aspiraban poseer, pero a Eiji siempre le resultó seductor que fuera...él mismo nada más. Lo que era una terrible estrategia (en retrospectiva) porque es una plasta malditamente rosa y gay frente a su esposo.
—No caeré ante tu cara bonita y tus pucheros de bebé. —Bufa—. Así que mejor ríndete de una vez.
—¿No te sientes mal al excluirme? —Entonces gimotea un poco más, sabiendo que tienta su suerte.
—No, tú me excluyes de las reuniones con la pandilla.
—Bah, esas no son divertidas.
—Van Bones y Kong.
—Exacto, no son divertidas.
—¿Y las mías son divertidas porque va Yut-Lung? ¿Eso me estás diciendo? —Hijo de puta, tergiversa sus palabras—. Sabía que se amaban, hasta te espera con una botella de champaña en el psicólogo.
—¡Claro que no lo amo! —El asco es imposible de disimular—. Quiero vomitar. —Y Eiji debería estar molesto en estos momentos, no obstante se limita a darle estos toques relajantes de pura adoración que lo hacen profesarse tan amado—. Necesito algo dulce para pasar este mal sabor.
—Oh. —Eiji crispa una ceja con coquetería—. Tengo natto en la canasta por si quieres.
—Eres un terrible esposo ¿sabes?
—Ven acá, americano llorón.
—¿Por qué? ¿Encontraste una manera de endulzarme, sweetie?
—¿Quieres que te bese o no?
Y aunque tiene ganas de hacerse rogar, no lo hace, se hunde entre los fornidos brazos de su amante, alza su mentón y prueba sus labios, el primer roce es corto, tentativo y juguetón, tímido inclusive se atrevería a decirle al tener a sus niños enfrente (y yacer en pleno Central Park) pero tras reconsiderar el tema de las despedidas y pensar en lo doloroso que fue no poderlo tocar en el hospital se aventura un poco más e intensifica el beso convirtiéndolo en algo trascendental, la efusión asciende igual que una ópera in crescendo, es armonioso, delicado y sin duda apasionado. Pero el aire se les acaba más pronto de lo que desearía y eso los hace bajar la euforia, entonces mira a Eiji a sus ojos, acomoda su frente encima de la suya, roza su nariz con la punta aun helada y le pide permiso mudo para besar sus labios un poco más. Una sonrisa avergonzada es la única respuesta que necesita.
Así que besa a Eiji con las mejillas calientes, con su corazón martillando contra su pecho y respiración totalmente irregular, lo besa como deseó besarlo esa noche que le dio el sa-yo-na-ra y solo anhelaba sostenerlo entre sus brazos aunque no supiera que haría después de tocarlo, necesitaba tocarlo más que nada pero como sufrían del complejo de "Romeo y Julieta" llegaron cerca, a punto de alcanzarse y sin embargo, no lo hicieron.
Así que aprovechará de besarlo todo lo que quiera.
Porque los besos de Eiji, mierda.
Definitivamente estos aplacan la amargura de tener a Jim acá.
—Estás sonriendo entre besos. —Entonces le dice, las manos de Eiji han vagado hasta su espalda en su rincón regalón mientras las de Aslan se han posado en su cintura, ha recuperado su silueta antes del embarazo de manera progresiva y luce menos acomplejado por sus tactos—. Eso es lindo.
—Tú eres lindo. —Le besa la nariz.
—No, tú eres lindo.
—Tú más.
—¡Basta! —Yut-Lung Lee gimotea desde la banca, no ha dejado de vigilar a los niños a pesar de estar en la hora de la siesta—. No soporto más esta tortura, son asquerosos, además ninguno de los dos es lindo así que ya dejen de discutir por eso.
—Sino soportas no veas.
—Ni siquiera los estoy viendo y ya quiero pegarles. —Bufa, cruzando una de sus piernas por encima de la otra, arrojando su cabello hacia atrás con una mueca tensa—. Son desagradables.
—¿Por qué? No estamos molestando a nadie. —Ash le reclama, envolviendo a su amante con recelo digno de un niño, el resto de la pandilla está tonteando con helados y bebidas, es verano y es un día perfectamente soleado.
—Me están molestando a mí. —Entonces bufa.
—No es nuestra culpa que estés tristemente soltero. —Como es muy maduro le saca la lengua (¿de quién habrá aprendido?) consiguiendo que la víbora ponga los ojos en blanco y contenga un jadeo de absoluta indignación entre sus dientes apretados—. Nadie te quiere a ti.
—¡Yo no estoy soltero! —El más joven no duda en tirarse hacia la manta—. De hecho, venía por Eiji para planificar nuestra cita de los jueves. —Odia que las manos de Yut-Lung tengan poder de actuar como ventosas y pegarse literalmente en su dulce amante—. Tú no estás invitado, Lynx.
—No puedes llevarte a mi esposo.
—Nuestro. —Lo corrige—. Nuestro esposo. —Despertando un instinto homicida más que justificado pero que aplaca con mantras y habilidades de terapia, es mejor que esto y no dejará que...¿acaso el desgraciado le está dando besitos en la cara? Ugh, tendrá que desinfectar a Eiji—. Mi Eiji. —Oh, no.
—Suelta a mi lindo esposo mientras aún tengo paciencia para discutir y no golpearte.
—Vaya. —Una sonrisa sañosa se esboza entre sus labios—. Yo pensé que éramos bros, hasta te iba a mandar a hacer un pastel por terapia. —Respira. Respira. Respira. Que no te importe. OM—. Y en teoría, es mi esposo porque sostuve su mano en la primera ecografía, este vínculo es demasiado importante, mucho más importante que ese mugriento anillo.
—¿Mugriento? —Ash parpadea indignado—. Las sortijas me costaron casi tanto como mi matrícula universitaria.
—Aun así se han puesto feas y negras. —Bufa, tomando con la punta de los dedos junto a una mueca sumamente asqueada la mano de Aslan para contemplar dicha joya—. Eso o tú no te bañas, una de las dos. —El lince enrojece abruptamente porque es un golpe bajo incluso para Lee.
—Yo me baño ¿verdad, Eiji? —Pero la pequeña mierda evita su mirada e ignora la pregunta—. ¿Eiji?
—Ah sí, de vez en cuando.
—Hijos de puta los dos. —Gruñe amurrado—. Tienes razón, son tal para cual.
—Aww, ¿acaso te pusiste celoso? —Y claro que los dos desgraciados aprovechan de molestarlo, Ash se cuestiona severamente si sería tan terrible quedarse a solas con Jim en casa a tener que sufrir de semejante tortura por una víbora disfrazada de peluche y un conejito salvaje—. Qué humildad tuya por reconocer la obvia brecha entre nuestro romance y tú, Lynx. Me sorprendes en el buen sentido.
—¿Qué diablos están haciendo? —Sing cuestiona, se ha parado frente a ellos, Yut-Lung y Aslan están aplastando al pobre Eiji quién al parecer ha recuperado la fuerza suficiente para tolerarlos.
—Un montoncito arriba de Eiji. —Yut-Lung responde como si fuese obvio, no un completo disparate.
—¡Eso no es justo! —Bones alza sus orejas junto a Buddy—. ¡Yo también quiero montoncito! —Por supuesto que los gritos despiertan a sus dulces hijos, quienes habían estado tranquilos toda la salida hasta que al colmilludo se le ocurrió gritar, ya se las pagará, especialmente porque Jade chilla harto.
—¡Vamos a unirnos!
—¡No! ¡No! —Pero es muy tarde para detenerlos—. ¡Los mataré si se atreven a tirarse encima! ¡Sigo siendo su jefe!
—¡Bomba! —Bones se arroja arriba de ellos como si fuesen una piscina y siente a Eiji perder todo el aire de sus pulmones debajo mientras los pandilleros se les abalanzan incluyendo a Buddy.
Hijos de puta todos.
Hijos de puta a los que ama, claro.
Aslan no expresará en voz alta la devoción que aprecia por tenerlos a su lado incluso si ha renunciado (o más bien, delegado) el cargo de jefe en la pandilla. Siempre creyó que lo seguían por lo que ofrecía porque así funcionaba su realidad, Ash Lynx era el pistolero más temible en Down Town y si gobernó independiente del bando o la raza predominante en las pandillas fue debido a su talento con el arma y las agallas. Memora especialmente la disputa dónde se ganó la confianza de Black Sabbath, desafió a Cain a una pelea en la que se ofreció a usar una sola mano, lo miraron como si hubiese perdido uso de la razón pero no lo volvieron a cuestionar jamás. A diferencia de Shorter, Aslan era un líder afable en la superficie y una determinación tan helada que le permitía eliminar a quién se interpusiera ante su objetivo.
—¡Para él, el chico japonés es el único ser humano que vale la pena!, ¡¿cómo no pueden ser capaces de verlo?!, ¿acaso todos están ciegos?, ¡¿cómo pueden arriesgar su vida por él?!, ¡por este monstruo de sangre fría sin corazón!
En cierta medida, Lao tenía razón.
Porque Eiji es el único que tiene el coraje suficiente para atravesar las defensas de Ash sabiendo que está tan herido, incluso a Shorter a veces le costaba llegar a través de su carcasa (aunque su amistad se veía interferida por las pandillas y la brecha de posiciones), Ash quería que sus cercanos pudiesen disfrutar de la farsa que creó para sí mismo y lo dejaban. Eiji nunca lo dejó. Eiji siempre vio más allá. Eiji era de un mundo diferente y podía verlo con claridad. Y aun si su existencia es imprescindible en un punto en que Aslan se disparó de la cabeza sin dudarlo por él, también le importan los que fueron sus subordinados y lo esconde en vano, porque al final terminó encariñado con Bones, Kong y Alex.
—¿Aslan? —Estos pensamientos felices no duran en demasía, ha regresado al apartamento solo con sus bebés puesto que Eiji tenía una reunión con asuntos estudiantiles y todos quisieron ir para apoyo moral (si Jade no llorara tanto por volver a casa, también habría ido)—. ¿Ya regresaste? —La voz de su padre es tan helada que le congela la columna y lo hace desear estar en su biblioteca calentita.
—Sí. —Ash suspira en la puerta de entrada, no quiere darse vueltas y mirar a Jim—. Ya volvimos.
—Ya era hora. —El hombre sujeta un periódico entre las mullidas fundas del sofá—. No vine a Nueva York solo para que me ignoraras, mocoso.
—¿Entonces para qué viniste? —Su agarre se tensa en el portabebés y es la manito de Dawn la que lo calma, supone que heredó ese instinto protector de Eiji o tal vez, lo está pensando demasiado.
—Porque quería conocer a mis nietos.
—Fácil llamarlos nietos si no has hecho nada por ellos. —No. No. No. Fue Ash quién le contó acerca de la existencia de sus niños y por ende, debe hacerse de la decisión responsable ahora aunque...no esperaba que literalmente viniera, fue un padre de mierda que apenas se acordaba de alimentarlos, cree que Jim cuidaría mejor de un Pou de lo que cuidó de ellos o ni siquiera—. No iniciaré una pelea.
—No sabía que estabas buscando una pelea. —El veneno brota de las venas de Aslan como si fuese un géiser, más, se intenta contener porque sus niños impresionan tristes por la tensión y han tenido un día ajetreado, quiere recostarlos en la cuna y dejarlos descansar antes de que Eiji y Buddy lleguen a casa—. Siempre has sido problemático, espero que esos niños no se parezcan a ti.
—Espero que no se parezcan a ti. —Ash da un paso inconsciente y furioso hacia su papá—. Ojalá se parezcan a Max, ya sabes, su abuelo real.
—Ja. —Jim cierra el diario con fuerza, sus dedos se encuentran tensos alrededor de un cojín, le lanza una mirada de advertencia que le recuerda a las que solía darle de niño o sino lo golpeaba, Ash cree que sin importar que tan traumatizado esté no puede ser peor padre que el negligente—. El hombre tiene otras intenciones contigo.
—Lo dices porque esa es la única manera en que puedes verme. —Su voz escapa helada, lentamente Jim desvía la atención de su hijo hacia sus nietos, sus fríos ojos azules se encuentran con aquel verde pétreo y eso le da ganas de vomitar, le enferma admitirlo, pero ese azul se parece al de...—. Griffin.
—¿Qué?
—Revisé las cosas de Griffin en la cabaña, no te has deshecho de ellas. —Tantea, una emoción pende entre ellos y no tiene nombre, es intensa y tan rígida que en cualquier momento creen que quebrará el aire que respiran en el apartamento elegante—. ¿Por qué?
—No te importa.
—Es mi hermano.
—Era. —Entonces le gruñe—. No hables como si estuviera vivo, murió cuando lo cuidabas ¿verdad?
—Al menos yo sí lo cuidé. —Reniega con la angustia 100/10 y como no quiere explotar frente a sus hijos y ser un padre inestable como el remedo que tiene enfrente—. Iré a acostarlos. —Detiene una posible pelea, se da la vuelta y se va.
Deja a sus hijitos descansando en el cuarto del lado, prende el monitor de bebés puesto que es muy importante para Ash estar atento a cualquiera que sea la necesidad de sus niños, a diferencia de Jim él no pretende ser una figura de mierda invalidante, además, ni siquiera lo hagan contarles de apego y lo dañino que fue tener un cuidador inestable en la infancia, ¡¿cómo se supone que no sufriera de una ansiedad abrumadora cuando Eiji ofreció quedarse a su lado si literalmente papá no logró eso?!, el apego es la base de la vida, lo que busca es establecer consciencia objetal donde el niño entiende que no será menos amado por la puesta de límites, bla, bla, bla, cuando no existe mensaje coherente que refuerce o castigue la conducta, el bebé debe ir prácticamente a ciegas adivinando y esto puede ser enloquecedor y desarrollar mecanismos defensivos tan mierdosos como los que Ash tiene. Buen trabajo, Jim. Gracias por los traumas.
Bien, hablando en lenguaje terapéutico Ash entiende racionalmente que su padre no es responsable de absolutamente todo lo malo que le pasó, pero...
—Si alguien intenta hacerte lo mismo, cállate y déjalo. Pero hazlo pagar.
Pero hay cosas que son duras e imperdonables.
Hay cosas que simplemente...
Era un niño tan pequeño.
Era chiquitito, igual que Jade y Dawn. ¿Por qué Jim no pudo...? Se supone que era su papá, lo amaba.
Además está el tema de Griffin todavía, no ha procesado lo que significan esos poemas y no anhela hacerlo en realidad, pero sin querer mirar a Jim a los ojos lo hace recordar a Griffin y recordar a Griff lo lleva a los poemas y eh ahí el círculo vicioso que se exacerba con todos estos pensamientos sobre ser un mal papá y sí, sabe que no existe un gen que lo predisponga a ser una basura total (como Jim) pero su terapeuta le dijo que era válido sentir miedo si tuvo adultos que lo dañaron toda su infancia, a fin de cuentas esa fue la manera en que se vinculó. Así se vinculan los niños abusados sexualmente y más por sus cuidadores: para recibir amor deben dar algo a cambio (ese algo suele ser sexo). Aslan no quiere transmitirles este mensaje a sus pequeños, joder, menos luego de esa intrusión sobre sus hijos llegando a casa con la ropa desarreglada y...ojalá Jim lo hubiera amado más, solo un poco más.
—Aslan, cariño. —Y para variar, Eiji lo encuentra antes de que toque fondo—. Buddy y yo llegamos.
—Estoy en el cuarto. —Ver al cachorro entrar golpeando las paredes y tirando las pantuflas le coloca una sonrisa en los labios—. Hola amigo. —Su esposo no tarda en entrar a la pieza y verlo con aquel brillo de estrellas que solo sus ojitos saben poner.
—Hola guapo. —El apodo meloso lo hace reír avergonzado, Buddy está más grande de lo esperado, será duro tener un perro de semejante tamaño en el apartamento, sin embargo, es una fuente que necesita de alegría—. Vinimos apenas terminó la reunión con la facultad.
—¿Cómo te fue?
—No tan bien. —Eiji suspira—. Las universidades nunca te la ponen fácil cuando necesitas pausar.
—¿Te pusieron problemas?
—Me dijeron que debía seguir pagando una cuota para mantener mi cupo ¿puedes creerlo? Congelo el año porque no puedo seguir yendo, no debería pagar. —Gimotea y Aslan se le acerca, sus manos no tardan en posarse en la cintura de su esposo y su esposo en gimotear contra su hombro en busca de confort, supone que al menos ha sido una figura que tiene constancia objetal si Eiji sigue acá. Yei.
—No te preocupes por el dinero. —Entonces le dice y besa sus cabellos, le hacen cosquillas, le gusta que ese cabello negro sea como plumas de pájaro bebé a diferencia del suyo tan lacio y aburrido.
—No quiero abusar de ti.
—Pensé que te habías casado solo por mi dinero.
—Yue también tiene bastante dinero ¿sabes? —Claro que aprovecha para sonreír con picardía.
—Eiji. —Advierte.
—Así que es obvio que me casé contigo por tu salud mental.
—¿Te he dicho que estoy en dos terapias distintas?
—Joder, bebé, eso es tan caliente. —Carcajean cohibidos y recompuestos, existe algo reparador con los abrazos que comparten, es revitalizante y casi mágico, si pudiera Ash se quedaría así por siempre.
—Eres un idiota, onii-chan. —Aslan se burla, presionándole un beso sobre la mejilla y apoyando su frente contra la de su amante—. Debemos dejar de invitar a los invasores a nuestras citas familiares.
—Se invitaron solos. —Eiji envuelve sus manos alrededor de Ash, navega hacia su espalda hasta caer en el lugar que tanto le gusta, sube de la parte baja hacia sus hombros para atrapar los cabellos más cortos de su nuca como si fuesen luces de luciérnagas—. Están encariñados con los niños.
—Los niños van a crecer raros si se juntan con ellos.
—Los niños van a crecer raros si sigues intentando leerles a Salinger y Hemingway, ¿acaso crees que les interesa saber sobre un pez plátano? No, Ash. Y prefiero que nunca tengan que conocerlo.
—Disfruto de la ironía del cuento. —Su esposo patea el suelo, molesto.
—Una horrible ironía. —Ama estos momentos tan cotidianos y reconfortantes con su pareja, es raro vivenciar una sensación de mera seguridad—. Te extrañé. —Entonces Eiji le musita, su aliento le da cosquilla contra el mentón, huele a azúcar, así sabe que luego de la universidad pasaron a comer en una cafetería y no le trajo nada—. Te extrañé mucho, Ash.
—Nos separamos por unas horas.
—Aun así. —Eiji se mete entre sus brazos como si hubiese construido una casita ahí—. Te extrañé.
—También yo. —¿Quién diría que el gran lince de Nueva York terminaría siendo un empalagoso?
—Y a los niños. —Entonces suspira—. ¿Dónde están?
—Durmiendo en el cuarto.
—¿Sería muy malo de mi parte despertarlos para que me saluden? —Se lo pregunta enroscando sus dedos en la camiseta de Aslan, predispuesto a un regaño—. Es que necesito cargarme de energías.
Si los despertamos por accidente no veo el problema. —Claro que Ash le sigue el juego—. Vamos.
Pero Jade y Dawn no están en el cuarto. Ni en la cocina. Ni en el baño. Ni en la sala de estar. Ni entre las fundas de las camas. Ni en el balcón. Ni con los vecinos. Ni con la recepción. Ni con la policía (que los llaman exagerados por su desesperación). No están. Simplemente se han esfumado.
Y Ash...
Ash ha pasado por muchas crueldades en su corta vida.
Ash ha sido violado más de la mitad de su existencia, ha quedado tendido en la cama con las piernas temblorosas y el cuerpo repleto de sudor mientras soporta que desconocidos lo toquen sin importar su comodidad o consentimiento, ha quedado tan dolorido que lo drogaban para que trabajara y eso lo hacía quererse drogar más. Ha sido adicto, prostituto, asesino, enfermo, víctima y victimario, hijo abandonado, niño manchado y adulto humillado. Ha sido abusado frente a Eiji, ha sentido vergüenza y tanta que incluso deseó morir porque vislumbrar la impotencia de quién ama mientras el pene de otro hombre arremetía sus entrañas...y luego dijo que fue un engaño. Sí, Aslan ha pasado crueldades inimaginables y aun así, absolutamente nada se asemeja a este miedo. Cualquier otra circunstancia lo habría paralizado, pero son sus hijos de quiénes habla, así que al diablo los síntomas, su prioridad es encontrarlos y luego hacerse cargo de sus emociones.
«Protégelos» entonces empieza a sonar la voz en su cabeza.
Protégelos, protégelos, protégelos, protégelos, protégelos, protégelos, protégelos, protégelos.
No permitas que pasen por lo que tú pasaste.
Salva a estos pequeños Aslans.
—¡¿Estás mal de la cabeza?! —Por suerte nada más fue un susto, pues Jim se los llevó sin informarle con la excusa de pasar tiempo con sus nietos—. Llamamos a toda la maldita ciudad. —Eiji los acuna entre sus brazos mientras le permite tener su pelea, si bien, no le gusta el ambiente afectando a sus niños, algunas confrontaciones son necesarias—. Hasta le marcamos a la policía.
—¿Y cómo te fue con eso? —Pero qué difícil es cambiar y sanar si las raíces están enfermas, sí, Aslan puede amar a su papá de cierta manera pero eso no quita que sea sumamente nocivo, ¡hasta Yut-Lung fue a terapia! ¿Cómo es posible que su padre esté en un nivel inferior?—. No seas exagerado.
No seas exagerado, cariño.
Tú te lo buscaste.
No es para tanto.
Buen chico.
—¿A dónde te los llevaste? —Jim bufa, arrojándose en el sillón y subiendo sus pies sobre la mesita de café (ganándose una mirada molesta de Eiji).
—A ver el béisbol.
Béisbol.
Palidece.
—¿Qué?
—Aslan, cariño.
—Eiji, por favor déjame hablarle a solas. —Y aunque su esposo se ve dolido porque hay ciertas cosas que no puede cambiar del pasado de Aslan.
—Estaré con los niños. —Lo apoya y eso es más importante de lo que jamás hubiese pensado, lo ve meterse en la pieza antes de dejarse consumir por una rabia calma y asesinar a su padre con la vista, porque claro, de todos los deportes posibles eligió ese que más daño le hace.
Ja.
Béisbol.
—¿Por qué tenías que elegir eso? —Ash tensa los puños, su corazón late como si fuese un trozo de cristal arremetiendo una y otra vez en su corazón, abriendo la herida hasta que se infecte tanto que se vuelva irreparable y muera de necrosis ramificada—. De todos los putos deportes que pudiste...
—Porque a mí me gusta. —Le contesta con tanto desinterés, Jim nunca lo ha visto ¿no es así? Nunca le ha importado lo suficiente para tomarse la molestia de levantar su mirada de su grosera barriga para realmente ver lo que ha hecho—. Ellos se divirtieron.
—No te quiero cerca de ellos. —Entonces declara y algo se rompe en la cara de su padre.
—¿Qué?
—Me escuchaste. —Y Aslan impresiona a punto de romperse en miles de trozos, ni siquiera debería dolerle a estas alturas, no, basta de ser tan duro consigo mismo. Le duele mucho que Jim sea cruel, Griffin se murió y su mamá lo abandonó, esta es la única familia de raíz que le queda y aun así no se esfuerza para ayudarlo, al contrario, lo hunde, lo pone peor. Supone que parte de la responsabilidad afectiva que tiene con sus hijos es esto, cortar lo que potencialmente puede hacerles daño—. Largo.
—No me digas que todavía no has superado lo del entrenador.
—¿Superado? —Entonces Ash carcajea en seco—. Vaya, no sabía que fuera tan simple.
—Pasó hace años y llevas años en esa maldita terapia que no te hace nada.
—¿Nada? —Niega, temblando con violencia—. No sabes nada de los cambios que he tenido.
—Sé que no son muchos si estuvieron a punto de divorciarse.
—¡Al menos Eiji y yo tenemos las pelotas para ver lo que está mal y arreglarlo! Tú no, tú solo finges que las cosas están bien y esperas que a los demás no les lastime, tú jamás hablaste del entrenador Wilson viendo cómo me afectaba, ni te disculpaste, ni te importó que me perdiera, ¿me buscaste?, ¿llegaste a saber que caí en una red de pedofilia? Aunque da igual, probablemente dirás que soy un marica y me lo busqué ¿no es así? Púdrete, Jim. Quería arreglar nuestra relación para que pudieras pertenecer a sus vidas, pero si no tienes intenciones de cambiar entonces no te quiero acá.
—¿Me negarías el derecho a ver a mis nietos?
—Ser un papá o ser un abuelo. —Ash da zancadas hasta llegar a su progenitor, lo toma del cuello y lo fuerza a levantarse, lo obliga a verlo aún sino quiere—. Son nombres que se ganan.
—¿Y tú crees que ese periodista se lo ganó? —Hay una risa lastimada bajo su expresión fría.
—Max es un apoyo de verdad.
—Apoyo. —Repite con ironía—. ¿El hombre que le disparó a Griffin y lo dejó parapléjico es tu apoyo?
—Sí. —Jim ríe y se lo quita de encima.
—Vaya traición a tu hermano.
—No tienes derecho a llamarlo como si fuera tu hijo sino fuiste un buen papá. —Entonces sentencia.
—Vives en el pasado.
—Puede ser verdad. —Ash se da vueltas, encaminándose hacia el dormitorio—. Pero al menos trato de salir y ser más que mi pasado, a diferencia de ti que te quedaste resentido y atascado. Es gracioso, viejo. Dices que soy el enfermo y te excusas en mí para no asumir lo que hiciste, cuando fuiste tú...el que me dijo que me fuera con el entrenador y le cobrara, piensa lo que quieras, pero decirle eso a la persona que se supone que debes proteger suena mucho más enfermo que todos mis trastornos juntos. Tenía ocho años y no fue mi culpa.
—¡¿Y acaso fue mía?!
—No me importa. —Suspira—. He dejado de buscar culpables a estas alturas, no sirve. —Aslan lanza una última mirada por encima de su hombro, toma la perilla del cuarto y escucha las bisagras crujir, Dawn ríe apenas lo ve y Jade bosteza—. No tienes ningún asunto pendiente conmigo, pero si todavía quieres formar parte de sus vidas tendrás que cambiar mucho y demostrármelo más adelante.
—¿Demostrártelo? —Escupe histérico—. ¿No me dejarás ser un apoyo para ellos?
—Creo... —Mira a Jade y Dawn entre los brazos de Eiji, son pequeños, son tan parecidos a Aslan en su infancia, son inocentes, son amados, son protegidos—. Creo que apoyo es algo que te queda muy grande.
Friendly reminder que en este perfil si la familia de sangre no aporta al crecimiento y al contrario, enferma, no se está en obligación de mantenerla, pero si creen que Jim es un tema esperense un par de días para conocer a la mamá de Eiji que la señora, oh Dios, es intensa, ya se hacen una idea los que leyeron el fluff. Pero mañana tenemos un capítulo de descanso y transición antes de pasar a otro intenso. Eso~ Mil gracias por leer.
¡See ya!
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